R. y B. decidieron hacer cura de sueño otro día más, así que los únicos madrugadores ese día fuimos Mr. Knook y yo, que nos levantamos a las 07:30. Desayunamos en una cafetería cercana a la estación central, el Café Velocce (de este no tengo crítica en Tripadvisor), y nos fijamos como las camareras, con su poco inglés, se ponían supernerviosas al servirnos desde la barra. Intentamos averiguar si es que tenían a alguna supervisora cerca o algo pero no sacamos nada en claro. Ahora que lo pienso, creo haber leído en alguna parte que uno de sus mayores temores es no poder ayudar al turista si le pregunta algo, se frustran. Tal vez fuera por eso... El sitio por dentro estaba bien,  especialmente la música, que eran versiones smooth jazz de éxitos pop internacionales. Decorando tenían un globo gigante terráqueo de época. La comida del desayuno, sin embargo, no era muy motivadora, pero era de lo poco que había cerca así que con unos sandwiches y unos tés apañamos hasta la hora de la comida.

El templo To-ji

Para llegar hasta el templo que iba a ser nuestra primera visita del día, repetimos la misma operación que el día anterior:  comprar un pase de bus de un día y después coger el primer bus que pasase en esa dirección.  Llegar, llegamos sin problemas, aunque el bus nos dejó un poco lejos y para llegar dimos unas cuantas vueltas porque nada estaba señalizado.

El bus nos dejó aquí y estuvimos debatiendo si ir hacia delante o hacia atrás, a izquierda o a derecha

El To-ji es uno de los templos más antiguos de Kioto. La estructura más significativa es su pagoda de 5 plantas, que con sus 55 metros es la estructura de madera más alta de Japón.

Intentamos entrar a ver la pagoda por dentro, y le preguntamos al guarda. Ante su poco inglés usó el símbolo universal japonés para indicar que algo está cerrado: las manos cruzadas sobre el pecho. Después de un repaso mental a los meses del año en inglés, por fin nos dijo que no abría hasta noviembre. Nada, nos quedaríamos sin entrar en ninguna pagoda en todo el viaje :(

Otro cerezo llorón en el recinto del templo

En el interior del Kodo o salón principal hay 21 estatuas que conforman un mandala tridimensional, en el centro del cual se haya el Buda cósmico, Dainichi Nyorai. Estas estatuas están talladas en un bloque único de madera y son bastante impresionantes, pero no se les puede sacar fotos.
Intentamos volver a la estación en bus, pero entre que era domingo y los buses pasaban cada media hora y que era absolutamente imposible entender las paradas y las líneas que pasaban por cada una, volvimos andando hasta la Estación de Kioto, lo que nos llevó unos 15 minutos. En la estación tuvimos que coger otro bus dirección Kinkakuji y una vez más intentar buscar el bus correcto. Aunque tenemos mapas de las líneas y las paradas, de nuevo no coinciden con las señales. Se forman colas sin sentido y cuando viene el bus se separan por destino. Al fin llegó un bus que ponía Kinkakuji y nos subimos sin pensar. Tuvimos que soportar casi una hora de autobús para subir hasta el noroeste de la ciudad.

El impresionante Kinkaku-ji: el pabellón dorado

Nuestro destino era Kinkaku-ji, el pabellón dorado. Llegar desde la parada hasta allí fue muy fácil porque este sí estaba muy bien indicado. Además nada más entrar te lo encuentras de frente, majestuoso, cubierto de pan de oro y reflejándose en el estanque:

El reflejo era tan perfecto como el real

Al igual que el pabellón plateado, el dorado se construyó como lugar de descanso del shogun, y posteriormente se convirtió en templo zen. Es un edificio de tres plantas, pero no se podía visitar por dentro.
  

Fénix adornando el techo del templo

La gente se arremolina en el mirador para sacar fotos

Después de estar una media hora embobados viendo el templo, por fin nos decidimos a pasear por sus jardines, aunque el día no invitaba mucho a ello. Como era domingo había muchísima gente, ya que éste es uno de los lugares más turísticos de todo Kyoto. [Tip: Dentro de lo posible, es importante cuadrar las visitas a los sitios más turísticos fuera del fin de semana, para evitar colas.] Por el camino descubrimos un guía japonés con un grupito de españoles a los que les decía que "el lago es artificial, por supuesto". Ya hacia la salida nos encontramos la casa del té y los puestos de recuerdos. No me pude resistir y me enamoré de una kokeshi que tuve que comprar.

Puesto de souvenir de "Hello Kitty at the Golden Pavilion"

No lo sabíamos todavía pero R. y B. habían estado también allí media hora antes que nosotros.

Perdidos por Kyoto

Para llegar a la siguiente visita tan sólo teníamos que seguir el camino que bordeaba la montaña, pero nos perdimos. Un señor muy amable, que se ofreció a ayudarnos en un perfecto inglés, nos dio indicaciones que creo que nos liaron más, y acabamos perdidos en el medio de unas calles muy tranquilas, de casitas bajitas y poco transitadas.

Casitas encantadoras en los alrededores de Kinkaku-j

Calles desiertas y nadie a quien preguntar...

Callejuelas por donde perderse

Estuvimos perdidos una hora, entre el laberinto de calles sin nombre y sin indicaciones. No había nadie en la calle a quién preguntar, hasta que encontramos a dos señoras mayores que nos dieron efusivas indicaciones en japonés que apenas entendimos y seguimos como pudimos el camino que nos señalaban sin ninguna dirección fija.

Aquí, como en muchas otras zonas de Kioto, vimos en la puerta de casas y restaurantes una especie de ¿topo? con una cara horrible, barrigón, una botella de sake en la mano y testículos gigantes. Nos preguntábamos qué seria. Días más tarde R. nos dijo que seguramente sería un tanuki o perro mapache. Resulta que es un símbolo de buena fortuna. De hecho acabo de ver mientras escribo esto que Tom Nook también era un tanuki (y yo una friki del Animal Crossing, por si mi alias no os ha dado ya suficientes pistas xD).

Tanuki con su sombrero, su botella de saque y demás elementos fundamentales (ejem).

También vimos una carnicería y alucinamos con los precios de la carne.¡ Ahora entendíamos porque te ponían esas lonchas tan finitas en vez de un buen trozaco!

¡Los precios de la carne en yenes son por 100 gr! 100 gr de carne costaban unos 5€...¡50€ el kilo!

100gr de buey de Kobe (suponemos por las vetas) 13,25€

Aunque quizá la explicación de la escasez de carne hay que buscarla también en la gastronomía budista, que prohibe el consumo de carne entre otros productos, pues el sufrimiento animal no casa con la no violencia y el respeto a la vida que predica el budismo. En Japón estuvo prohibido comer carne durante años, después se fue reintroduciendo poco a poco. Podéis leer más sobre esto aquí.

El templo zen de Ryoan-ji

Llegamos hasta una Universidad, donde preguntamos a un estudiante que también nos indicó más o menos (puesto que tampoco sabía mucho inglés), y al fin vimos algunas señales indicativas que pudimos seguir. Por fin, hartos de caminar, llegamos hasta el templo de Ryoan-ji. 

Era tarde y estábamos cansados, así que antes de entrar paramos a comer en el restaurante del recinto.
Para pedir tuvimos que enfrentarnos con una de esas máquinas que hay nada más entrar, donde vas metiendo dinero y se va iluminando el plato que puedes escoger según el importe que hayas metido. Los botones no tenían foto así que pedimos memorizando el kanji y con la ayuda de un camarero. Una vez pagado sale un ticket que le das al camarero, que te invita a sentarte mientras esperas la comida.

Máquina de comidas en Tsikuji, muy parecida a la que nos encontramos en Kioto

El ramen calentito nos sentó fenomenal, y cogimos fuerzas para poder seguir.

Cara de hambre y cansancio mientras Mr. Knook me tortura unos minutitos más sin comer para hacer la foto

Antes de entrar al templo Mr. Knook repuso fuerzas con un helado de té verde:
El templo de Ryoan-ji es muy famoso por su jardín zen, pero lo que más impresiona al entrar es su infinito jardín:
Después de haber visto eso, cuando entramos en el templo en sí, el jardín seco no nos pareció para tanto. Estaba lleno de gente y, además, habíamos visto uno parecido en Nanzen-ji el día anterior y absolutamente solos. Se supone que es la máxima expresión del budismo zen y el significado y simbolismo de las rocas sólo puede conocerse a través de la contemplación en silencio, algo imposible con tanta gente.

Admirando el jardín zen

El templo estaba también decorado por dentro con pinturas, bastante parecidas a las que habíamos visto el día anterior en el Castillo de Nijo.

Arashiyama y el bosque de bambú

Eran las 15:00 y cuando estábamos rodeando los jardines para salir recibimos una llamada de R., ¡ya estaban en Arashiyama! Normal, no se habían perdido por el medio como nosotros xD. Salimos del templo e intentamos encontrar una parada de bus, de metro o algo que nos dejase cerca de la estación a la que debíamos ir para poner rumbo a Arashiyama.
Y nos encontramos con una estación de tranvía que iba directo a Arashiyama. ¡Menuda suerte!

Estación de tranvía

Interior del tranvía

Nos metimos sin billete ni nada, y pagamos al llegar allí. Arashiyama es un distrito a las afueras de Kioto y a donde íbamos a ir a ver, fundamentalmente, los caminos de bambú. Nada más salir de la estación nos gustó el ambiente, muy animado, porque era domingo: Nos reunimos con R. y B. en uno de los santuarios del parque y nos dedicamos a pasear por el bosque de bambú, alucinando con la altura de los árboles:   

El bosque nos encantó y no pudimos evitar salirnos del camino, entrar en el bosque y comprobar la resistencia del bambú
Después paseamos por la zona alrededor del río:
Entramos en algunas tiendas, alucinamos con los precios tan caros de los accesorios de chica y volvimos a coger el tren de vuelta a Kioto.

Esa horquilla que tengo en la mano valía 800 yenes (6,73€)

De vuelta en Kioto, aprovechamos que estábamos en la estación central para reservar los billetes del tren a Hiroshima del día siguiente. No tuvimos ningún problema, y había muchos trenes y horas para elegir. Elegimos uno de los que salía más temprano, para poder aprovechar bien el día. Cuando salimos de la estación ya había anochecido:

Alucinando con lo cara que es la comida en los supers

Una de las cosas que a todos nos gusta hacer cuando vamos de viaje, suele ser entrar en super a cotillear productos y precios. Eso mismo hicimos nosotros, os acercamos al super a curiosear y a ver si encontrábamos algo para cenar. Una vez más comprobamos lo caro que era todo:

Un tomate (uno!) 158Y (1,33€)

Distintos tipos de curry

El precio de la fruta es por pieza, en vez de por kilo, salvo excepciones

4 naranjas 298Y (2,50€). Esto era de lo más barato que vimos

1 naranja 150Y (1.26€)

2 filetitos finos como papel de fumar 1380Y (11,60€)

Probando kimonos

Como nada nos llenó el ojo para cenar volvimos al hotel. Una de las particularidades que ofrecía el mismo era poder probarte gratis un kimono. Así que aprovechamos la oportunidad y nos vestimos con el traje típico. Los del hotel fueron superamables. Además de prestarte el kimono (y de dejarte elegir cuál querías probar ya que tenían varios a cada cual más bonito) también te lo ponían y tenían una zona con biombo para poder hacer las fotos y usarlo de fondo. La chica del hotel incluso nos hizo fotos a los cuatro juntos.

La chica del hotel ayudando a atar el kimono masculino

El lacito de atrás se hace con la propia tela del obi (faja). Éste estaba ya hecho y se ponía con un clip.

  

Nos dejaron hasta las sandalias para completar el look, el tabi lo improvisé tirando de los calcetines xD

Para terminar el día fuimos a cenar al rebautizado por nosotros como "Chabana 2" (Restaurante Kyo Chabana Kyotoekimae: mi crítica en Tripadvisor aquí). También era un sitio de tepanyaki, pero especializado en ingredientes como tomate y aguacate. Como siempre todo muy rico y con mucho sabor umami. Como curiosidad, aquí también nos cobraron el agua, fue el segundo y último sitio de todo el viaje, aunque el agua era ilimitada y te iban rellenando el vaso a medida que ibas bebiendo.

Okonomiyakis y yakisobas. ¡Buenísimos!

Nos volvimos al hotel inmediatamente después, al día siguiente madrugaríamos muchísimo para ir a Hiroshima.