Menos mal que ese día sí salió el sol y pudimos ver una perspectiva de la ciudad bien distinta, más alegre y luminosa. Aproveché para visitar a unos familiares, que ejercieron también de guías improvisados y nos llevaron a conocer algunos lugares donde aún no habíamos estado.
Dimos una vuelta por el paseo marítimo y vimos La Barceloneta mientras me juraban que normalmente eso estaba lleno de gente, pero que como era navidad mucha gente se había ido fuera.