Rusia día 5: San Petersburgo (Hermitage)

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Desayuno en el tren

Amanecimos en el tren a las 07:00 de la mañana. Todavía no había salido el sol, así que vimos amanecer desde nuestro compartimento.
314 - En el tren (express)
Amanecer desde el tren.
La noche anterior nos habían preguntado a qué hora queríamos el desayuno. Se podía elegir entre 07:30 o 08:00. Las 08:00 nos parecía muy justo porque el tren llegaba a las 08:30 a San Petersburgo y no queríamos agobiarnos, así que elegimos las 07:30. Al día siguiente llamaron a la puerta y dijeron "zaftra" (desayuno en ruso). Aparte de lo que ya teníamos encima de la mesa (naranjas, zumos, pan y madgalenas), lo que nos traían era un plato de embutido, otro de queso, crepes con salmón y huevos con jamón.
315 - En el tren (express)
El variado y abundante desayuno del tren
317 - En el tren (express)
Desayunar en el tren mientras íbamos viendo pasar el paisaje ¡Inolvidable!

Llegada a San Petersburgo

Llegamos puntuales a la estación de Moskovsky vokzal (Моско́вский вокза́л) en San Petersburgo (Санкт-Петербург).
318 - Moskovskiy
Estación Moskovsky, con las líneas de tren a modo de mural.
Desde allí tomamos el metro hasta nuestro hotel. En el metro nos llamó la atención que la línea que tuvimos que coger no tenía andenes, sino que las puertas se abrían y aparecía el tren. Habíamos visto algo así en Japón, en la línea municipal, sólo que allí era para prevenir suicidios. Nos preguntamos si éste sería también el caso, aunque śolo lo vimos en esta estación y en ninguna más.
322 - En el metro de San Petersburgo
El vagón aparecía directamente detrás de las puertas negras.
Nada más llegar nos quedó claro que aquello no era Moscú. Mientras estábamos mirando el mapa de líneas, se acercó una señora a ayudarnos a llegar hasta nuestro destino. Y después, al llegar a la estación de destino, se ofrecieron a bajarme la maleta. Yo siempre voy con la maleta más grande (en realidad es de tamaño mediano) y la llevo porque es más fácil de mover que la otra. Esta maleta tiene 4 ruedas de todas direcciones mientras que la otra tiene sólo dos y cuesta más moverla, pero claro, desde fuera se me ve a mi con un maletón y a Mr. Knook con una maletita xDDD. El caso es que cuando llegamos a la estación de destino y estaba a punto de salir a la calle por las escaleras del metro, se acercó un chico que cogió mi maleta para ayudarme a bajarla. Yo le dije que no hacía falta, porque la verdad es que no pesaba tanto, pero insistió y la cogió sin esperar mi persmiso. Yo, insegura y por si acaso, no soltaba el asa de la maleta, no fuera a ser que saliera corriendo con ella o algo. Pero no pasó nada, me la bajó, me miró y yo le di las gracias unas cuantas veces. Os digo que esto nunca habría pasado en Moscú, estaba claro que San Petersburgo era diferente.

Conociendo San Petersburgo

Cuando llegamos a nuestro hotel, nuestra habitación todavía no estaba lista. No nos importó, dejamos las maletas y nos dispusimos a conocer un poco la ciudad. La chica de la recepción era muy maja, nos dio un plano y nos indicó los principales puntos de interés. Su pronunciación en inglés era perfecta, aunque le costaba encontrar las palabras para expresarse, porque le salían todas en ruso. Aún así perseveraba hasta encontrarlas, a veces hacía una pausa y se quedaba pensando en silencio. Era muy graciosa.

San Petersburgo es hoy en día la segunda ciudad más importante de Rusia, así como la segunda más poblada, después de Moscú. Fue fundada en 1703 por Pedro I "el Grande", con el objeto de ser "una ventana hacia Europa" y con el objetivo de dinamizar la economía rusa merced una salida hacia el mar de la que Moscú carecía. Posteriormente se convirtió en la capital del Imperio ruso hasta 1917, año de la abdicación del último zar, Nicolás II. La ciudad se llamó después Petrogrado (adaptación al ruso, ya que se pensaba que San Petersburgo era demasiado occidental) y Leningrado tras la muerte de Lenin en 1924. En 1991 recuperó su nombre original. Los restos de este pasado tan "regio" y moderno se notan en la ciudad. Todo es muy europeo: los edificios, las calles (con canales que se inspiraron en Venecia y Amsterdam), los palacios... A veces teníamos la sensación de estar andando por Berlín.

Todavía era bastante temprano y la mayoría de los sitios no abría hasta las 10, así que dimos un pequeño paseo hasta la Catedral de San Isaac (Исаа́киевский Собо́р), muy cerca del hotel. Por desgracia, al llegar nos enteramos que estaría cerrada hasta el sábado, así que nos contentamos con verla por fuera. Se dice que es la más grande de toda Rusia.324 - Catedral de San Isaac 326 - Catedral de San Isaac 328 - Catedral de San Isaac
327 - Catedral de San Isaac
Detalle de la puerta de roble recubierta de bronce.
Las huellas del bombardeo nazi durante el sitio de Leningrado se aprecian en sus columnas todavía hoy. La entonces Leningrado estuvo sitiada durante casi 900 días y murieron de hambre y frío un millón de personas aproximadamente. Recomiendo enormemente leer la entrada de la wikipedia a la que enlazo, porque es realmente increíble a lo que estaban dispuestos los rusos (y lo que llegaron a hacer) por salvar la ciudad. Llegaron a quemar la biblioteca de 200 años de antigüedad para poder calentarse y no morir de frío, se alimentaban de ratas y palomas, hubo tráfico de cadáveres para vender grasa y carne humana (ya que las raciones de pan apenas llegaban a 100 gramos por persona y día) y estaban dispuestos a hacer volar la ciudad antes que rendirla. Menos mal que al final Leningrado no cayó, o quizá el rumbo de la historia hubiera sido otro muy diferente.
329 - Catedral de San Isaac
Restos de bombardeos de la IIGM
330 - Catedral de San Isaac

El Hermitage

Aunque lucía el sol, el frío era considerable (5ºC con mucha humedad) así que decidimos resguardarnos en la joya de la ciudad, el Hermitage. Además ese día abría hasta las 9 de la noche, con lo que podíamos estar todo el tiempo que necesitásemos.

El museo se encuentra en la Plaza del Palacio, la plaza principal de la ciudad, testigo de acontecimientos históricos como el domingo sangriento o la Revolución de Octubre. En el centro de la plaza destacaba la columna de Alejandro. El edificio del Estado Mayor, de color amarillo y con su característico arco, alberga también colecciones del Hermitage.
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El Edificio del Estado Mayor y el arco rematado por la Victoria en su carro
El edificio principal del museo, el Palacio de Invierno, es fácilmente reconocible por su color verde. Este palacio fue residencia oficial de los zares desde 1732 a 1917. El palacio es enorme, además, por dentro está conectado a otros edificios, ya que las colecciones del Hermitage ocupan varios palacios y edificios.
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Fachada principal del Palacio de Invierno
Este museo es toda una institución, y nos sorprendió que apenas había cola para entrar. Tras 5 minutos teníamos nuestras entradas gratuitas en la mano (por ser estudiantes), aunque tuvimos que pagar el recargo para hacer fotos. [Tip: En la mayoría de los sitios hay que pagar una entrada especial para hacer fotos, pero luego dentro nunca lo controlan, salvo aquí, que nos mandaron poner una pegatina en la cámara o no nos la dejaban pasar]. También había opción de pagar por la visita guiada a la Sala de los Diamantes, pero como el horario nos condicionaba bastante nuestra visita por libre, decidimos no hacerla.
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Entrada al Palacio de Invierno
Tras dejar abrigos y mochilas en el guardarropa, nos encontramos con una oficina postal. Llevaba varios días buscando alguna para poder mandar las postales que había comprado y no había encontrado ninguna todavía. Así que aproveché, escribí las postales, compré los sellos y las eché al buzón.
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Escribiendo las postales en la oficina postal del museo
El Museo del Hermitage es uno de los museos más importantes del mundo, y uno de los más impresionantes. Su colección abarca cuadros, pinturas, esculturas y antigüedades griegas, egipcias, romanas, orientales, joyas... Así como el propio palacio, que es toda una maravilla. Aunque no os gusten los museos, éste no se puede pasar por alto. Es magnífico.

Los orígenes del museo se remontan a la época de Catalina II la Grande. Esta princesa, de origen alemán, ascendió al poder como emperatriz de Rusia tras un golpe de estado contra su incompetente y rusófobo marido, Pedro III, nieto de Pedro I el Grande. Catalina consiguió reunir la mayor colección privada de Europa, aunque no fue hasta 1852 que el Museo se abrió al público.

Lo primero que vimos al llegar fue la escalera principal del Palacio de Invierno, impresionante:
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Desde ahí teníamos acceso a una de las exposiciones temporales "At the Russian Imperial Court", una colección de trajes de época absolutamente espectaculares. La foto no muestra ninguno de los magníficos vestidos porque estaban terminantemente prohibidas las fotos. Aún así no me pude resisitir a hacer una para poder recordar esas maravillosas creaciones.
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Nuevo Hermitage (planta baja)

Lo primero que visitamos fueron las colecciones de los sótanos y la planta baja del edificio del Nuevo Hermitage, que incluye antigüedades egipcias, romanas, griegas, etc. El museo es tan enorme, que nos fijábamos sólo en las aquellas piezas que la guía del museo destacaba. Y, eso sí, en la salas, que eran todas impresionantes. Cada sala tenía una decoración diferente, y era imposible no fijarse. 344 - Hermitage
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Sala de las doce columnas
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Como habíamos desayunado bastante temprano en el tren y sabíamos que la visita iba para largo, decidimos parar a comer. Por una vez fuimos turistas adaptados al horario local, porque apenas habían pasado de las 12:30 y ya estábamos en la cafetería comiendo con el resto de los visitantes xD

Para comer, pillamos un sandwich y dos de las más típicas ensaladas de Rusia: Arenque bajo el abrigo y Ensalada Olivier (porque los rusos no le llaman ensaladilla rusa).
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En primer plano: izquierda Ensalada "Arenque bajo el abrigo", derecha ensalada de pollo. Al fondo la ensalada Olivier.
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Ensalada Olivier (ensaladilla rusa)
De postre probamos la tarta Napoléon, muy típica también. Es como un especia de milhojas pero no lleva hojaldre.
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Tarta Napoléon

Palacio de Invierno

Con las fuerzas renovadas seguimos visitando el enorme museo. ¡Todavía nos faltaba tantísimo! Nos dirigimos a las salas principales del Palacio de Invierno. Para ello cogimos una audioguía, puesto que nos sentíamos un poco perdidos dada la inmensidad del museo. Comenzamos el recorrido por la Sala del Trono Pequeño, o también llamado Salón Memorial de Pedro I, quien aparece en el cuadro detrás del trono flanqueado por dos columnas de jaspe.
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Sala del Trono Pequeño
Para hacer los suelos, se usaron varios tipos de maderas nobles:
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Seguimos por la Galería de la Victoria en la Guerra Napoleónica, un pasillo que conmemora la victoria de Rusia contra Napoleón con cuadros de generales varios colgados en las rojas paredes.
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Galería de la victoria
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Después llegamos al Gran Salón de San Jorge, el Salón del Trono Imperial, una de las salas más grandes del palacio. Aquí se encuentra el trono imperial con el águila bicéfala, símbolo del estado ruso, presente en el tapiz detrás del trono y en la decoración de las lámparas. Hoy en día este salón se sigue usando para ceremonias de estado.
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Salón de San Jorge
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Detalle del águila bicéfala en una de las lámparas.
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El águila en el tapiz tras el trono.

Visitamos también el Salón de Armas, pero estaban desmontando una exposición, y apenas sí pudimos apreciarla. Esta magnífica sala, recubierta con kilos de oro, se usaba como sala de conciertos.
Salón de Armas. Foto: wikipedia

Pequeño Hermitage

Todos los palacios comunican unos con los otros. Desde el Palacio de Invierno accedes al Pequeño Hermitage. Este palacio fue construido para la vida privada de Catalina II. El salón que visitamos fue el Salón del Pabellón, decorado en mármol y oro, con impresionantes lámparas colgando del techo y suelos de mosaico:
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Enormes lámparas de cristal colgaban del techo del Salón.
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El magnífico Salón del Pabellón. Las fotos no le hacen justicia.
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Mosaico copia de uno del Vaticano.

En él se encuentra el reloj del pavo real, inventado por James Cox. Este magnífico reloj mecánico todavía funciona hoy en día. A cada hora en punto, empiezan a moverse los diferentes animales y el pavo real extiende su cola. Sin embargo, a pesar de que sigue funcionando, está "desconectado". Si lo que se quiere es ver el reloj en movimiento hay que hacerlo un día determinado (creo que es los miércoles a las 19:00).
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El reloj del pavo real
Pero en el propio museo hay un vídeo que muestra el funcionamiento del reloj. En el vídeo de abajo podéis ver algunos de los movimientos y los sonidos. Impresionante.



El gran (viejo) Hermitage

En este palacio anexo al Pequeño Hermitage los salones están dedicados a la pintura del renacimiento italiano, con obras, entre otros, de Leonardo da Vinci. Cientos de pintura de varios autores y de temática sobre todo religiosa. Como esa pintura no nos gusta especialmente, la pasamos bastante por alto y nos centramos en las salas en sí:
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Salas de pintura del renacimiento italiano
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Detalle de las puertas y columnas de la Sala.
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Vistas de los canales desde el interior.

La última sala que vimos fue el vestíbulo del Teatro del Hermitage. Más allá no pudimos llegar porque la puerta estaba cerrada.
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Vestíbulo del teatro

El Nuevo Hermitage (planta primera)

El Nuevo Hermitage fue construido especialmente para albergar las colecciones del museo, y por tanto sus salas fueron específicamente diseñadas para ello. Destacan dos impresionantes salas iluminadas por ventanas en el techo, decoradas con jarrones de malaquita y lapisláculi, y las Logias de Rafael, una réplica de las del Vaticano, para lo cual Catalina II pidió permiso al Papa Clemente XII.
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Las Logias de Rafael. Alucinantes.
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La sala pequeña de pintura italiana, iluminada por el techo y con jarrones de lapislázuli.
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La sala grande de pinutra italiana, también iluminada por el techo y con jarrones de malaquita.
Al lado de estas salas se encuentra la Sala de la Escuela Española, considerado como una de las mejores colecciones de pintura española fuera de nuestras frontera, pero no tenemos ninguna foto. Después, bajamos por las escaleras y conectamos de nuevo con el Palacio de Invierno.
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Palacio de Invierno

La numeración de las salas nos llevó de vuelta al Palacio de Invierno, donde vimos la espectacular Sala Dorada.
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Sala dorada
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Y otra que nos llamó también la atención fue la Sala de Malaquita, dorada y con columnas de esta piedra semipreciosa verde. Curiosamente de esta no tenemos ninguna foto. En general, las salas eran tan fascinantes, que te olvidabas de mirar las pinturas que colgaban de sus paredes, y el museo es tan vasto, que a pesar de lo que ya llevábamos visto nos sentíamos un poco con síndrome de Stendhal. Por fortuna, las salas de la planta segunda del palacio son salas normales de paredes blancas y sin decoración, con lo que las obras de expresionistas e impresionistas fueron mucho más fáciles de apreciar. Lo malo fue que las obras de Matisse, que normalmente se exhiben en esta planta, estaban en una exposición temporal en el Edificio del Estado Mayor, justo enfrente. Exhaustos de tanto arte, decidimos poner aquí punto y final a nuestra visita por el Hermitage, tras casi 6 horas de visita, no sin antes acercamos a ver las obras de Matisse.
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Exposición en el Edificio del Estado Mayor, donde estaban los cuadros de Matisse
Tras la visita y el viaje en tren, estábamos deseando llegar al hotel y hacer el check-in para poder relajarnos a gusto. Como a la salida del museo empezaba a lloviznar, decidimos dar por finalizado el día y volver al hotel (Hotel Herzen House: mi crítica en Tripadvisor aquí). Dio la casualidad que los miércoles, en el hotel, celebran las "jornadas del té ruso" ofreciendo a los huéspedes de forma gratuita aperitivos típicos en la sala de desayunos durante todo el día. Así que hicimos una cena a base de blinis, pastas y bizcochos, y nos recogimos temprano. Estábamos molidos. 389 - En el hotel Herzen House 390 - En el hotel Herzen House 393 - En el hotel Herzen House

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