Rusia día 5: San Petersburgo (Hermitage)
Desayuno en el tren
Amanecimos en el tren a las 07:00 de la mañana. Todavía no había salido el sol, así que vimos amanecer desde nuestro compartimento.Amanecer desde el tren. |
El variado y abundante desayuno del tren |
Desayunar en el tren mientras íbamos viendo pasar el paisaje ¡Inolvidable! |
Llegada a San Petersburgo
Estación Moskovsky, con las líneas de tren a modo de mural. |
El vagón aparecía directamente detrás de las puertas negras. |
Conociendo San Petersburgo
Cuando llegamos a nuestro hotel, nuestra habitación todavía no estaba lista. No nos importó, dejamos las maletas y nos dispusimos a conocer un poco la ciudad. La chica de la recepción era muy maja, nos dio un plano y nos indicó los principales puntos de interés. Su pronunciación en inglés era perfecta, aunque le costaba encontrar las palabras para expresarse, porque le salían todas en ruso. Aún así perseveraba hasta encontrarlas, a veces hacía una pausa y se quedaba pensando en silencio. Era muy graciosa.San Petersburgo es hoy en día la segunda ciudad más importante de Rusia, así como la segunda más poblada, después de Moscú. Fue fundada en 1703 por Pedro I "el Grande", con el objeto de ser "una ventana hacia Europa" y con el objetivo de dinamizar la economía rusa merced una salida hacia el mar de la que Moscú carecía. Posteriormente se convirtió en la capital del Imperio ruso hasta 1917, año de la abdicación del último zar, Nicolás II. La ciudad se llamó después Petrogrado (adaptación al ruso, ya que se pensaba que San Petersburgo era demasiado occidental) y Leningrado tras la muerte de Lenin en 1924. En 1991 recuperó su nombre original. Los restos de este pasado tan "regio" y moderno se notan en la ciudad. Todo es muy europeo: los edificios, las calles (con canales que se inspiraron en Venecia y Amsterdam), los palacios... A veces teníamos la sensación de estar andando por Berlín.
Todavía era bastante temprano y la mayoría de los sitios no abría hasta las 10, así que dimos un pequeño paseo hasta la Catedral de San Isaac (Исаа́киевский Собо́р), muy cerca del hotel. Por desgracia, al llegar nos enteramos que estaría cerrada hasta el sábado, así que nos contentamos con verla por fuera. Se dice que es la más grande de toda Rusia.
Detalle de la puerta de roble recubierta de bronce. |
Restos de bombardeos de la IIGM |
El Hermitage
Aunque lucía el sol, el frío era considerable (5ºC con mucha humedad) así que decidimos resguardarnos en la joya de la ciudad, el Hermitage. Además ese día abría hasta las 9 de la noche, con lo que podíamos estar todo el tiempo que necesitásemos.El museo se encuentra en la Plaza del Palacio, la plaza principal de la ciudad, testigo de acontecimientos históricos como el domingo sangriento o la Revolución de Octubre. En el centro de la plaza destacaba la columna de Alejandro. El edificio del Estado Mayor, de color amarillo y con su característico arco, alberga también colecciones del Hermitage.
El Edificio del Estado Mayor y el arco rematado por la Victoria en su carro |
Fachada principal del Palacio de Invierno |
Entrada al Palacio de Invierno |
Escribiendo las postales en la oficina postal del museo |
Los orígenes del museo se remontan a la época de Catalina II la Grande. Esta princesa, de origen alemán, ascendió al poder como emperatriz de Rusia tras un golpe de estado contra su incompetente y rusófobo marido, Pedro III, nieto de Pedro I el Grande. Catalina consiguió reunir la mayor colección privada de Europa, aunque no fue hasta 1852 que el Museo se abrió al público.
Lo primero que vimos al llegar fue la escalera principal del Palacio de Invierno, impresionante:
Desde ahí teníamos acceso a una de las exposiciones temporales "At the Russian Imperial Court", una colección de trajes de época absolutamente espectaculares. La foto no muestra ninguno de los magníficos vestidos porque estaban terminantemente prohibidas las fotos. Aún así no me pude resisitir a hacer una para poder recordar esas maravillosas creaciones.
Nuevo Hermitage (planta baja)
Lo primero que visitamos fueron las colecciones de los sótanos y la planta baja del edificio del Nuevo Hermitage, que incluye antigüedades egipcias, romanas, griegas, etc. El museo es tan enorme, que nos fijábamos sólo en las aquellas piezas que la guía del museo destacaba. Y, eso sí, en la salas, que eran todas impresionantes. Cada sala tenía una decoración diferente, y era imposible no fijarse.Sala de las doce columnas |
Como habíamos desayunado bastante temprano en el tren y sabíamos que la visita iba para largo, decidimos parar a comer. Por una vez fuimos turistas adaptados al horario local, porque apenas habían pasado de las 12:30 y ya estábamos en la cafetería comiendo con el resto de los visitantes xD
Para comer, pillamos un sandwich y dos de las más típicas ensaladas de Rusia: Arenque bajo el abrigo y Ensalada Olivier (porque los rusos no le llaman ensaladilla rusa).
En primer plano: izquierda Ensalada "Arenque bajo el abrigo", derecha ensalada de pollo. Al fondo la ensalada Olivier. |
Ensalada Olivier (ensaladilla rusa) |
Tarta Napoléon |
Palacio de Invierno
Con las fuerzas renovadas seguimos visitando el enorme museo. ¡Todavía nos faltaba tantísimo! Nos dirigimos a las salas principales del Palacio de Invierno. Para ello cogimos una audioguía, puesto que nos sentíamos un poco perdidos dada la inmensidad del museo. Comenzamos el recorrido por la Sala del Trono Pequeño, o también llamado Salón Memorial de Pedro I, quien aparece en el cuadro detrás del trono flanqueado por dos columnas de jaspe.Sala del Trono Pequeño |
Seguimos por la Galería de la Victoria en la Guerra Napoleónica, un pasillo que conmemora la victoria de Rusia contra Napoleón con cuadros de generales varios colgados en las rojas paredes.
Galería de la victoria |
Después llegamos al Gran Salón de San Jorge, el Salón del Trono Imperial, una de las salas más grandes del palacio. Aquí se encuentra el trono imperial con el águila bicéfala, símbolo del estado ruso, presente en el tapiz detrás del trono y en la decoración de las lámparas. Hoy en día este salón se sigue usando para ceremonias de estado.
Salón de San Jorge |
Detalle del águila bicéfala en una de las lámparas. |
El águila en el tapiz tras el trono. |
Visitamos también el Salón de Armas, pero estaban desmontando una exposición, y apenas sí pudimos apreciarla. Esta magnífica sala, recubierta con kilos de oro, se usaba como sala de conciertos.
Salón de Armas. Foto: wikipedia |
Pequeño Hermitage
Todos los palacios comunican unos con los otros. Desde el Palacio de Invierno accedes al Pequeño Hermitage. Este palacio fue construido para la vida privada de Catalina II. El salón que visitamos fue el Salón del Pabellón, decorado en mármol y oro, con impresionantes lámparas colgando del techo y suelos de mosaico:Enormes lámparas de cristal colgaban del techo del Salón. |
El magnífico Salón del Pabellón. Las fotos no le hacen justicia. |
Mosaico copia de uno del Vaticano. |
En él se encuentra el reloj del pavo real, inventado por James Cox. Este magnífico reloj mecánico todavía funciona hoy en día. A cada hora en punto, empiezan a moverse los diferentes animales y el pavo real extiende su cola. Sin embargo, a pesar de que sigue funcionando, está "desconectado". Si lo que se quiere es ver el reloj en movimiento hay que hacerlo un día determinado (creo que es los miércoles a las 19:00).
El reloj del pavo real |
El gran (viejo) Hermitage
En este palacio anexo al Pequeño Hermitage los salones están dedicados a la pintura del renacimiento italiano, con obras, entre otros, de Leonardo da Vinci. Cientos de pintura de varios autores y de temática sobre todo religiosa. Como esa pintura no nos gusta especialmente, la pasamos bastante por alto y nos centramos en las salas en sí:Salas de pintura del renacimiento italiano |
Detalle de las puertas y columnas de la Sala. |
Vistas de los canales desde el interior. |
La última sala que vimos fue el vestíbulo del Teatro del Hermitage. Más allá no pudimos llegar porque la puerta estaba cerrada.
Vestíbulo del teatro |
El Nuevo Hermitage (planta primera)
El Nuevo Hermitage fue construido especialmente para albergar las colecciones del museo, y por tanto sus salas fueron específicamente diseñadas para ello. Destacan dos impresionantes salas iluminadas por ventanas en el techo, decoradas con jarrones de malaquita y lapisláculi, y las Logias de Rafael, una réplica de las del Vaticano, para lo cual Catalina II pidió permiso al Papa Clemente XII.Las Logias de Rafael. Alucinantes. |
La sala pequeña de pintura italiana, iluminada por el techo y con jarrones de lapislázuli. |
La sala grande de pinutra italiana, también iluminada por el techo y con jarrones de malaquita. |
Palacio de Invierno
La numeración de las salas nos llevó de vuelta al Palacio de Invierno, donde vimos la espectacular Sala Dorada.Sala dorada |
Y otra que nos llamó también la atención fue la Sala de Malaquita, dorada y con columnas de esta piedra semipreciosa verde. Curiosamente de esta no tenemos ninguna foto. En general, las salas eran tan fascinantes, que te olvidabas de mirar las pinturas que colgaban de sus paredes, y el museo es tan vasto, que a pesar de lo que ya llevábamos visto nos sentíamos un poco con síndrome de Stendhal. Por fortuna, las salas de la planta segunda del palacio son salas normales de paredes blancas y sin decoración, con lo que las obras de expresionistas e impresionistas fueron mucho más fáciles de apreciar. Lo malo fue que las obras de Matisse, que normalmente se exhiben en esta planta, estaban en una exposición temporal en el Edificio del Estado Mayor, justo enfrente. Exhaustos de tanto arte, decidimos poner aquí punto y final a nuestra visita por el Hermitage, tras casi 6 horas de visita, no sin antes acercamos a ver las obras de Matisse.
Exposición en el Edificio del Estado Mayor, donde estaban los cuadros de Matisse |
2 comentarios
Que preciosidad de edificio!! solo por eso ya veo que merece lapena ir al museo!
ResponderEliminarY tanto! Alucinante.
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