Rusia día 9: Moscú (Museo Histórico)
Llegada a Moscú en tren
Después de la noche tan movida que había pasado sin casi pegar ojo, estaba deseando que amaneciera. A las 07:00 nos trajeron el desayuno y para entonces ya estábamos cambiados y aseados. Comimos los cuatro, nosotros dos y los dos señores con los que compartíamos el compartimento, en la pequeña mesa del centro. Todos habíamos elegido blinis menos el señor raro, que se tomó unos huevos y un yogur y después desapareció y no lo volvimos a ver. El desayuno era muy abundante y nos guardamos las sobras para otro momento.Tés y blinis para desayunar. En la caja del fondo había magdalenas, pan, embutido, mantequilla y mermelada. |
La minimesa para cuatro |
Posando con el Flecha roja. |
Museo Estatal de Historia
En un principio habíamos reservado la mañana para ir al Mercadillo de Izmailovo para comprar souvenirs (esto es: matrioskas), sin embargo ya habíamos resuelto este tema en Pushkin y ya no nos hacía falta. Dicen que merece la pena visitar el Mercadillo, pero nosotros preferimos dedicarnos a otra cosa, porque el tema compras no nos va demasiado. Nos habían recomendado varios sitios a dónde ir, entre ellos el Museo de la Cosmonaútica, que tenía muy buena pinta, pero nos llamaba más la atención el Museo Estatal de Historia. La culpa es de la Plaza Roja, que como ya comenté es como hipnótica, y te sientes atraído hacia ella quieras o no. El edificio del museo era uno de los que más nos gustaban de la plaza. Lo que queríamos era conocer un poco más de la historia rusa. Habíamos leído que no valía la pena y que además estaba todo en ruso, pero nada más lejos de la realidad. El museo es interesante y hasta tenían guías en español. Lo malo es que la voz era la misma que la de la audioguía del Kremlim, el mismo ruso que hablaba super lento y que nos desesperaba un poquito, pero fue un mal menor. El museo hace un recorrido por la prehistoria rusa, con objetos de las primeras tribus que ocuparon territorio ruso, y sigue el recorrido hasta más o menos la fundación del Imperio ruso, aunque sin llegar a hablar de este último periodo. No está mal, pero se centraba más en la exposición de los objetos que de la propia historia rusa en sí, que era lo que nosotros queríamos.Cuernos de mamut colgados a la altura a al que estarían en un mamut de verdad. |
Sopa, tartaletas, miniempanadillas y pasteles de merengue. |
Sushi, pollo con patatas. |
Aeropuerto y vuelta a casa
Volvimos a la estación de Paveletski donde cogimos las maletas y tomamos el tren aeroexpress en dirección al aeropuerto de Domodedovo (Домодедово, Damidiédava pronunciado en ruso). Allí nos hicieron un escáner de cuerpo entero para acceder a la zona de embarque, y también nos sellaron las tarjetas.Despegamos sin mayor novedad y, al igual que en el vuelo de ida, nos dieron de comer.
Pollo con arroz y menestra, ensalada y tartaleta de fresa. Pan, quesito y agua. |
Mission: Imposible de la T4s a la puerta K en la T4 en menos de 30 minutos
Cargando con maletas de mano y abrigos y después de estar sentados durante 5 horas, empezamos nuestro sprint desde la T4s a la T4; abriéndonos paso entre los demás pasajeros, corriendo por las cintas, rezando porque el tren que conectaba ambas terminales no tardase mucho, subiendo y bajando las escaleras mecánicas para no perder tiempo esperando el ascensor y pidiéndole a la gente que por favor nos dejase colarnos en los controles porque perdíamos el vuelo (al pasar de la T4s a la T4 hay que pasar control de pasaportes y control de seguridad de nuevo). El corazón nos iba a mil por hora, sudábamos y, literalmente, no podíamos más, pero los cartelitos seguían poniendo que todavía nos faltaban minutos para llegar a la puerta K. Mr. Knook iba mucho más rápido que yo, que ya no podía con mi cuerpo y estuve a punto de mandar todo a tomar por saco, porque me sentía morir. Al final llegamos a la puerta de embarque cuando ya la habían cerrado, a las 22:30. Nos preguntaron de dónde veníamos y al decirles que de Moscú nos dijeron "ah, los dos pasajeros de Moscú que faltan". Pero nos informaron de que tenían que hablar con cabina porque ya se habían cerrado las puertas y no sabían si nos podían dejar pasar. Tras una comunicación con cabina nos dieron permiso. ¡Qué alegría! ¡Iba a dormir en mi casa esa noche! ¡Lo habíamos conseguido! Pero antes de dejarnos pasar nos advirtieron que nuestras maletas ni de broma llegaban a ese vuelo, y que tendríamos que poner una reclamación al llegar a destino. No pasaba nada, todo lo que había en la maleta es ropa de invierno y todavía no la iba necesitar, en la de mano tenía lo esencial. Y así, aterrizamos en Santiago, pusimos la reclamación y nos fuimos a casa. Contentos por el viaje pero encantados de estar de vuelta.P.I.R., Parte de Irregularidad de Equipaje y la aduana.
Al llegar tuvimos que cubrir un formulario P.I.R. (Parte de Irregularidad de Equipaje). Era la primera vez que nos pasaba algo así, así que no teníamos ni idea de cómo había que hacer ni dónde. Salimos con nuestras maletas y no encontrábamos nada abierto, así que le preguntamos a una guardia de seguridad que nos dijo que lo teníamos que hacer en la ventanilla de Iberia en la recogida de equipajes y nos acompaño hasta allí. Todavía no había nadie en la caseta, y tuvimos que esperar unos minutos hasta que vino el encargado. Después tuvimos que cubrir el parte con nuestro nombre, vuelo y dirección de entrega entre otros datos. Nos dijeron que probablemente nuestra maleta llegaría en el primer vuelo de la mañana del día siguiente, y que nos la entregarían si no la paraban en Aduanas.¿A que no adivináis? Efectivamente, nos la pararon en Aduanas y tuvimos que volver al día siguiente al aeropuerto a reclamarla de nuevo. En Aduanas sólo nos podían dar la maleta si íbamos acompañados de alguien de la compañía, así que tuvimos que subir al mostrador de facturación de Iberia para pedir que alguien nos acompañara. Una de las chicas bajó con nosotros, firmó el parte y se fue, y nosotros nos quedamos con el señor de Aduanas que nos hizo abrir la maleta para inspeccionarla y nos hizo preguntar relativas a nuestro viaje como cuánto tiempo habíamos estado, qué habíamos comprado o cuánto dinero gastamos. Después nos dio el ok para poder irnos, pero nos picó la curiosidad y le preguntamos que por qué tantas preguntas. Nos dijo que cuando nadie reclama una maleta, como en este caso, puede ser porque tenga droga u otras cosas y la persona que la llevaba se diese a la fuga para que no la pillasen, por ejemplo, y venga a recogerla al día siguiente. La verdad es que era una suposición bastante lógica, y conocer el porqué ayuda a que moleste menos cuando te toca. Y bien, por fin estábamos casa con todas nuestras pertenencias y preparados para la próxima :)
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