Japón día 0: El vuelo
Nuestro vuelo a Madrid estaba previsto para el día 22 de Marzo. Allí nos reuniríamos con nuestros amigos y dormiríamos, aunque poco, ya que al día siguiente el vuelo a París salía temprano. Varias semanas antes, sin embargo, los trabajadores de Iberia se declararon en huelga, y nuestro vuelo a Madrid podría verse afectado, así que las semanas anteriores fueron de lo más tensas porque no sabíamos si nos iban a cancelar el vuelo o no. Afortunadamente, una semana antes la huelga se desconvocó, el vuelo salió y llegamos a Madrid a las 22:00. Nuestras maletas tardaron un rato largo en salir pero al final aparecieron. A partir de ahí ya estaba bastante más tranquila porque el resto del viaje ya era todo problema de Air France.
Escala en París y traslado entre aeropuertos
El día 23 nos levantamos a las 04:30. R. habíamos pedido un taxi para las 05:00 que nos trasladó al aeropuerto sin problemas. Además el taxista era muy majo y aunque nosotros íbamos a la T2 nos explicó cómo llegar hasta la T4 sin pagar peaje.Para ser tan temprano el aeropuerto ya tenía bastante actividad. Nos dirigimos al mostrador de Air Europa y facturamos las maletas, y una vez más nos volvieron a confirmar que no nos podían dar la tarjeta de embarque del segundo vuelo porque era en otro aeropuerto.
El vuelo a París transcurrió con normalidad, con la única pega de que me tocó al lado una pasajera un poco olorosa y un chico que no paraba de toser... El aterrizaje en París Orly (ORY), sin embargo, fue un poco pesadilla. Nos comentaron que habíamos perdido nuestro parking, con lo que tuvimos que aterrizar en una zona alejada. Estuvimos unos 40 minutos esperando a que viniera el personal de tierra y todos los efectivos como escaleras, bus, etc. para trasladarnos de la pista a la terminal. Después estuvimos también bastante rato esperando por las maletas, que habían tenido que hacer el mismo largo recorrido que habíamos hecho nosotros. Al final el retraso fue de una hora en total. A las 10:00, ya con las maletas salimos del aeropuerto y cogimos un taxi. Tuvimos la suerte de encontrar uno libre nada más salir que se adecuaba perfectamente a nuestra comitiva de cuatro. B. le dio las instrucciones al taxista en perfecto francés y el taxista cruzó de punta a punta de la ciudad a la velocidad del rayo ante nuestro asombro. El trayecto entre aeropuertos, de Orly hasta la terminal 2E del aeropuerto Charles de Gaull (CDG), duró unos 30 minutos (y costó unos dolorosos 90€), así que llegamos con tiempo suficiente para hacer el check-in. ¡La parte más difícil estaba resuelta!
El aeropuerto era el caos. Cientos de personas por todas partes, los mostradores de Air France que parecían que estaban cerrados y colas en las máquinas para sacar la tarjeta de embarque. No nos quedó más remedio que seguir ese sistema tan absurdo de hacer cola en la máquina de auto-check-in para sacar la tarjeta de embarque y las pegatinas de las maletas y después volver a hacer cola en los mostradores para facturar las maletas. Hicimos el control de pasaportes, pasamos el arco de seguridad (siempre estresante), cogimos el transfer hasta la terminal, localizamos la puerta de embarque y al fin pudimos relajarnos un rato en el aeropuerto esperando la salida de nuestro avión.
Una terminal y un avión muy molones
La terminal era muy amplia y luminosa, con tiendas de lujo y sillones de diseño. Allí, rodeados de tiendas de Ladurée, Fauchon, Miu Miu y Bulgari nos comimos los sandwiches que R. había preparado mientras esperábamos la salida del vuelo.Después del bien merecido reposo nos fuimos a la puerta de embarque. La zona donde estaba era también amplísima y luminosa, con jardines colgantes en las paredes, videojuegos, música... Les pregunté a mis compañeros si creen que sobrevolaremos Rusia y me dicen que no lo creen. El vuelo se había retrasado una hora, así que nos sentamos a esperar y fuimos viendo las primeras caras asiáticas del viaje.
Allí ya estaba nuestro avión, un A380, enorme, no en vano es el avión de pasajeros más grande del mundo. Tenía dos pisos y tal capacidad de pasaje que tardamos en embarcarlo un buen rato.
En cuanto subimos al avión nos dirigimos a nuestros asientos. Realmente era enorme. Cada fila tenía 10 asientos distribuidos en 3 asientos a cada lado del avión y 4 en el centro, es decir, el avión tenía dos pasillos. Nuestros asientos estaban en la fila de 4 y en ellos ya están la manta y almohada de cortesía. Además tenemos una TV en el respaldo de cada asiento y un mando. Nos informaron de la ruta del vuelo: sobrevolaríamos toda Rusia, por lo visto en aviación la línea recta no es la más corta. A las 14:00 estábamos listos para el despegue, nos esperaban 12 horas de vuelo.
El avión tenía 3 cámaras, en la cola, en la panza y en el frontal. Cuando despegamos nos ponen el despegue en directo en la pantalla de cola y la verdad es que da bastante impresión. Vimos como el avión iba rompiendo las nubes mientras se iba elevando.
Una vez estabilizados nos repartieron auriculares, antifaz y una tarjetita con el menú y las bebidas disponibles. La consigna era intentar dormir durante el viaje, puesto que llegaríamos a Japón a primera hora y teníamos que estar en condiciones de aguantar el día. Pero era bastante difícil dormir cuando apenas te acababas de levantar, así que mientras tanto nos fuimos entreteniendo con la tele. Había un montón de pelis para elegir, incluidas muchas que eran estrenos, capítulos de distintas series, juegos y, por supuesto, la información del vuelo con el mapa de ruta y las distintas cámaras. Yo me puse a ver un capítulo de Glee, que no había visto nunca, para entretenerme, otro rató estuve leyendo, otro rato intenté dormir...
A las 15:25 nos repartieron un snack de agua y panecillos de romero. A las 16:00 (las 00:00 en Japón) nos repartieron la comida, a elegir entre el menú japonés (pollo al curry con arroz y brécol y sopa de miso) u occidental (pollo con salsa de mostaza, puré de patata y brécol). Además los dos tenían un hojaldre de verduras, queso, mantequilla, pan, smoothie de fresa y frambuesa y una tartita de cereza y almendra.
Menú japonés |
Menú occidental |
Empezaba a amanecer, cada vez iba quedando menos, pero uno ya no sabía cómo entretenerse. Decidí poner una peli y elegí una de Woody Allen que aún no había visto, la fui viendo a ratos, porque me entraba el sueño pero no era capaz de dormir. Al fin conseguir dormir una hora seguida más o menos, pero estaba tan harta del asiento que ya no sabía ni cómo ponerme. Desde luego no están pensados para dormir... A las 00:00 (08:00 hora japonesa) repartieron el desayuno: café o té con pan, mantequilla, mermelada, queso y jamón (y me olvidé de hacer la foto, ¡tenía una pinta malísima!). Al fin, a las 02:00 hora española , ya las 10:00 en Japón aterrizamos por fin. ¡Empezaba la aventura!
Llegada a Japón: pasar aduana, cambiar dinero y obtener el JRP
Nada más bajar el avión nos encontramos el mítico cartel dándonos la bienvenida (que yo realmente no recuerdo si vi o no, ¡menos mal que R. le pudo sacar una foto!). Lo primero que tenemos que hacer es pasar aduanas. En el control de pasaportes nos sellaron el pasaporte y nos graparon un formulario, nos tomaron las huellas dactilares y nos hicieron una foto. Recogimos las maletas y buscamos un banco para cambiar dinero. Primero hay que rellenar un formulario (otro más) y después ponerse a la cola. En el formulario nos piden los datos del pasaporte y el hotel (nombre, dirección y teléfono). Cuando le fuimos a dar el dinero por la ventanilla, el empleado del otro lado lo rechazó cortesmente y nos pidió que lo pusiérons en la bandejita destinada a tal efecto. Ya se empezaban a manifestar los primeros indicios de que estábamos en Japón, ¡y evitar el contacto físico es uno de ellos! El cambio que nos hacen es de 1€-> 118.80¥. No está mal pero tampoco es para tirar cohetes.Lo siguiente que tuvimos que hacer fue dirigirnos a una oficina de Japan Rail (JR) para cambiar nuestra orden de intercambio por los verdaderos pases Japan Rail Pass (JRP). Estaba todo bien indicado y la encontramos sin problema.
Indicaciones en el aeropuerto de Narita |
Oficina del JRP del aeropuerto de Narita |
Nos pusimos a hacer cola y una vez ya en la ventanilla nos atendió una mujer japonesa embarazada que cogió las órdenes y los cambió por los JRP, no sin antes sellar los pases unas cuantas veces con parsimonia. Otro signo de que ya estábamos en Japón: ¡su amor por la burocracia!
Muy cerquita estaba ya la línea Keisei, que cogimos para llegar hasta el hotel. Hay distintas maneras de llegar desde Narita hasta Ueno, donde estaba nuestro hotel. Normalmente cuanto más rápido más caro. Nosotros elegimos la línea Keisei que por 1000¥ (unos 8€ al cambio que nos habían aplicado) nos acercó al centro, aunque tardó una hora y media en llegar [Tip: Podéis ver las distintas alternativas, horarios y precios de las líneas en la web del aeropuerto de Narita]. El trayecto se hizo infinito y más de uno cayó rendido. Enfrente de nosotros algunos japoneses también se empezaban a dormir agarrados a las maletas con esa forma tan particular que tienen de dormirse en los medios de transporte. Llegamos a la estación Keisei Ueno casi a las 14:00. Llevábamos más de 20 horas despiertos y aún nos faltaba toda la tarde.
2 comentarios
Que pasada el A380 ^_^ ylo dever el despegue ha de molar jajaja
ResponderEliminarLo de fotografiar los carteles un acierto!! así la gente puede ver que no seva a perder! que las indicaciones estan también eninglés ;) es algo que le preocupa a la gente...
Que suerte tuvisteis con el vuelo a Madrid, realmente pudo haberse demorado mucho más tiempo por las huelgas de Iberia.
ResponderEliminarSaludos!