New York Day 5 (night): Musical and TOR
Continuación del 5º día en Nueva York. Primera parte aquí.
Descubrir que te gustan los musicales de ABBA
Cogimos el metro hasta Times Square e hicimos cola en Tkts para comprar tickets para alguna obra de Broadway. Estábamos entre Chicago y Mamma Mia! Las de Chicago eran más caras, así que cogimos Mamma Mia!. Nos salieron al cambio a 59€ cada una, bastante baratas teniendo en cuenta que pagué 40€ por ver una cutre ópera en Vigo ¡¡¡y esto estaba en pleno Manhattan!!! [Tip: En el TKTS se pueden conseguir entradadas de última hora más baratas, pero también te arriesgas a que no queden para la función que quieras ver. Dependiendo de en qué época se vaya esto puede ser o no un problema.]
La función empezaba a las 19:00, faltaba poco, así que preguntamos dónde estaba el teatro -Winter Garden Theater- y allá fuimos. Sí, así tal cual, con la misma ropa de turista que habíamos usado durante todo el día. Como véis no hay que ponerse de punta en blanco para ir al teatro, de hecho todo el mundo iba normal.
¿Tickets?...¡check! |
¿Teatro?...¡Check! |
Entramos y un acomodador nos guió a nuestros asientos y nos dieron el programa. El teatro era bonito, todo tapizado, pero más pequeño de lo que imaginaba. ¡¡¡¡Empezaba la función!!!!!
Expectante, antes de empezar. |
El teatro estaba prácticamente lleno. |
El musical me encantó. Me encantó. Me encantó. Me encantó. Me gustó tanto que quería ir a ver otro al día siguiente. Y al siguiente, ¡¡¡todos los días!!! Tiene gracia porque fue una decisión de último momento, totalmente improvisada, porque ninguno de los dos lo tenía claro ya que no somos fans de los musicales. Sin embargo allí son totalmente distintos, ese puntillo de teatro, la puesta en escena, lo bien que se oían las canciones que, por supuesto, eran todas en directo. Era mágico. Si vais, no os lo podéis perder. Salí del teatro, yo con ganas de cantar y bailar por todas partes, totalmente emocionada.
La espectacuar vista del TOR de noche
Aún no habíamos cenado, pero la noche era tan espectacular que decidimos aprovechar para subir al Top of the Rock (TOR), es decir, a lo alto del Rockefeller Center.
De camino pasamos por una sucursal de Magnolia Bakery, la famosa pastelería donde Carrie y Miranda degustaban cupcakes en Sex and the City. A esas horas casi no había gente, así que entramos y pedimos 4 cupcakes para llevar. Después entramos al TOR.
Apenas tuvimos que esperar un par de minutos para pasar por el arco de seguridad y empezar a subir pisos.
Primero subimos al ascensor que va hasta el piso 70. La parte de arriba del ascensor es transparente, para que veas la subida, aunque tampoco es que veas mucho con las luces y demás. Mientras subes una grabación te dice "Weeeeelcoome to Top of the Rock", primero en inglés y luego en varios idiomas más, entre ellos español.
Después salimos al mirador, que nos dejó boquiabiertos. Eran más o menos las 10 de la noche, y toda la ciudad estaba iluminada por miles de lucecitas. Era precioso. Es un espacio al aire libre, cercado por cristales enormes con un pequeño espacio entre ellos. Yo acerqué la oreja al hueco entre los cristales y podía oír el murmullo de la ciudad de fondo, en la distancia. Era perfecto.
Las fotos tienen el reflejo del cristal, pero os aseguro que la vista era increíble.
Vista al norte, con Central Park, la zona menos iluminada. |
Sureste. La zona más iluminada es Times Square. |
Vista sur, con el Empire State. |
-¿Nos podemos quedar aquí para siempre? |
El mirador del segundo piso. |
Zona sur. |
Sureste. |
Pero eso no era todo, aún había otro mirador más, el último, sin cristal. Definitamente, yo no me quería bajar de allí.
Último mirador. Sin cristal, y un poco más pequeño. |
El imponente Empire. |
El mirador del segundo piso son esos cristales de la izquierda. |
Chrysler, detrás del edificio de MetLife. |
Empire State. |
Cómo describir esa sensación de estar ahí en lo alto, de entender por qué se llama la ciudad que nunca duerme, de no querer moverte de allí. Me sentía abrumada. Debimos estar más de una hora allí, entusiasmados. Pero el tiempo pasaba, a las 12 de la noche cerraban y faltaba media hora. Además estábamos sin cenar y muertos de hambre.
Los cupcakes que te hacen diabético
Volvimos andando al hotel, nos sentimos increíblemente seguros y tranquilos a pesar de que era casi medianoche. Daban ganas de seguir andando y no parar, hacía una noche magnífica. No encontramos nada decente abierto por el camino, así que nos zampamos las magdalenas para cenar.La primera que me tomé fue la blanquita del centro. La magdalena en sí estaba bien pero lo que tenía por encima era tan dulce, pero tan tan dulce, que al primer bocado ya me había empalagado. Con esfuerzo conseguí acabarla. Era pura mantequilla con KILOS de azúcar. Después probé la de chocolate, que estaba bastante mejor, sabía como a yogur de chocolate. Las otras dos las comío Mr. Knook, que también se quejó de que eran tan dulces que le picaba el paladar.
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