Suiza día 1: Ginebra

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Viaje improvisado

¿Qué pasa cuando después de dos años sin fiestas en el barrio ves un cartelón enorme con varias orquestas que tocarán domingo y lunes noche? Pues que decides que en vez de quedarte en casa maldiciendo porque no te dejen dormir en día laborable cuando tú tienes que trabajar, pillas el primer vuelo a algún sitio para no tener que aguantar ese calvario.

En esta ocasión decidimos que el vuelo directo a Ginebra que aún no habíamos estrenado a pesar de llevar ya varios años funcionando era el destino ideal. Además teníamos información privilegiada porque tengo una compañera nacida allí que me dio consejos y hasta me hizo un planning de lo más detallado. ¡Así da gusto! Por una vez tuve ayuda en la preparación del viaje (sí, Mr. Knook ayuda más bien poco jajaja).

La peque se portó muy bien durante el vuelo y aterrizamos a las 11 de la mañana dispuestos a aprovechar el día, o eso pensábamos.
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Pitusa alucinando con las montañas nevadas y las vistas desde el avión

Llegar a Ginebra desde el aeropuerto

Suiza tiene fama (y es) cara, pero lo compensa por otra parte con los transportes gratuitos en muchas de sus ciudades. El tren del aeropuerto al centro de Ginebra es gratuito, tan sólo hay que coger el billete en las máquinas del aeropuerto, justo antes de abandonar la zona de embarque. Además si te alojas en un hotel de Ginebra  también tiene transporte gratuito dentro de la ciudad. Este mismo sistema se repite en Lausanne, donde decidimos alojarnos nosotros para ahorrar tiempo en los desplazamientos.
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Máquina de tickets de tren gratuitos
Después tan sólo hay que bajar a la estación de tren, que está conectada con el aeropuerto, y meterse en el primer tren hacia Ginebra. Cualquiera vale. En la estación nos encontramos con las siglas con las que nos acabaríamos familiarizando por diversos motivos: SBB CFF FFSSon las siglas de los ferrocarriles franceses y su icónico relo,j Mondaine, con el segundero rojo luce en todas las estaciones y hasta se vende como reloj de pulsera. Mr. Knook se había comprado uno en verano tras darle muchas vueltas buscando el reloj ideal. Y no, no tiene ninguna obsesión con los trenes, ni con Suiza y no tenía ni idea de que en unos meses lo veríamos en directo. Simplemente le gustó.
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Relojes de Mondaine, típicos de las estaciones de trenes suizas

Perdidos en un tren

Cuando llegamos a Ginebra nos bajamos del tren y comprobamos que tuviéramos todo con nosotros: niña, check, maletas, check, abrigos, check, mochila de porteo, check, mochila pañalera, check, mi bolso...Mr. Knook y yo nos miramos...¡no! ¡Me lo había dejado en el tren! Con tantas cosas se me había olvidado por completo ¡Ay¡ Mi cerebro post embarazo no era el mismo de antes...Mr. Knook abandonó las maletas y salió corriendo y yo, con la niña en el colo y las dos maletas, no sabía qué hacer, si salir corriendo detrás de él o quedarme con las maletas por si acaso. Obviamente salí corriendo detrás sólo para ver que el tren seguía allí (bien por un lado) pero que estaba arrancando ¡con Mr. Knook dentro! Me puso a correr detrás del tren para que parase (o algo), totalmente angustiada, pero nada, el tren se marchó y se llevó a mi marido dentro. Menos mal que dentro de lo malo llevaba el teléfono conmigo y me pude comunicar con él. Él, en un principio, tranquilo, diciendo que se bajaba en la siguiente paraba y listo. El pequeño problema es que el tren iba directo a Lausanne, unos 60 kilómetros y una hora después.

Después de unos momentos de angustia, hablar con la información de los ferrocarriles y alguna que otra gestión nos quedó claro que lo único que podíamos hacer era esperar. El tenía que llegar a Lausanne y coger otro de vuelta y yo, mientras, esperar con la niña, las maletas, sin documentación ni dinero en la estación de Ginebra.
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La estación de trenes de Ginebra, mi segunda casa en este viaje xD
En información me dieron los números, horas y vías de salida de los trenes de vuelta. Mientras Mr. Knook hablaba a su vez con el revisor del tren intentando hacerse entender en inglés (porque de francés él ni idea) y le daban la misma información que yo ya tenía. Menos mal que Lausanne está relativamente cerca y el trayecto Ginebra-Lausanne es de unos 50 minutos. Pero qué mala suerte que no hubiera ninguna parada intermedia antes. Llegó a Lausanne y corriendo cogió el primer tren de vuelta y, con las prisas, sin billete ni nada, porque si no no le daba tiempo y tenía que esperar al siguiente, media hora más tarde.

Yo, mientras, en la estación, rogaba a los de consigna que me dejasen dejar allí las maletas y pagar después, porque no tenía dinero y mi marido estaba perdido en un tren. Afortunadamente se apiadaron de mi y sin maletas fue mucho más fácil poder atender a la peque y explorar un poco la estación por aquello de hacer tiempo.

Tras una hora y media de espera por fin nos volvimos a reunir toda la familia, aunque un poco angustiados y nerviosos por el susto. Además, como en Suiza todavía hay roaming nos metieron un clavo de 30€ a cada uno por las llamadas y sms que nos hicimos.

De cualquier forma lo importante era que ya estábamos juntos. Repartimos la documentación entre los dos para que no nos volviera a pasar algo parecido y, ahora, sí, nos fuimos a explorar la ciudad.

Conociendo Suiza

Suiza es un país pequeño, con pocos recursos pero con un paisaje espectacular y que ha sabido explotar sus recursos muy bien hasta ser uno de los países más desarrollados del mundo. Aquí hay paisajes espectaculares, es sede de organismos nacionales como la ONU, el COI, la Cruz Roja o la FIFA y tiene un nivel de vida envidiable.

Como sabéis Suiza está dividida en cantones. Nos sorprendió mucho conocer la cantidad de cantones que hay, 26 nada más ni nada menos, cada una con un elevado grado de autonomía e incluso lengua y cultura propia que, sin embargo, aúnan fuerzas bajo la Confederación Helvética en una encomiable acción democrática.
Los 26 cantones suizos
En estos días nos dedicaríamos a conocer el cantón de Ginebra, Vaud y Berna. Básicamente un recorrido por la Riviera Suiza y una escapada a la capital.

Ginebra

Ginebra se encuentra en un extremo del Lago Lemán (algunos lo llaman Lago Ginebra) y es la ciudad más poblada del país después de Zurich. Sin embargo la población no llega a los 200.000 habitantes, así que a pesar de ser una ciudad muy lujosa tiene un aire campechano. Como reza la web de Easyjet:
Es una ciudad de dos mitades: es lo suficientemente cosmopolita para pasar por la capital de Suiza, pero ridículamente campestre al mismo tiempo.
El lago le da  una gran vida a la ciudad y al resto de poblaciones que se ubican en sus orillas. Es un lago enorme que suaviza el clima, con los Alpes a sus pies. Sin duda uno de los atractivos de esta parte de Suiza.

Jet D'eau

Desde prácticamente cualquier punto de la ciudad y desde el aire (cosa que comprobaríamos a la vuelta desde el avión) se puede ver el omnipresente Jet d'Eau, símbolo de Ginebra. Es una de las fuentes más grandes del mundo, alcanzando una altura de 140 metros. Se encuentra ubicado en la desembocadura del Ródano en el lago.
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Jet d'Eau y Pont du Mont-Blanc
Del otro lado nos encontramos con el parque de la Isla Rousseau, llena de patos, y más allá la Cité du Temps, centro de exposiciones que pertenece a la compañía relojera suiza Swatch.
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Isla Rousseau, en honor al filósofo ginebrino.
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Cité du Temps (obviemos mi cara de me estoy quedando chosca con el sol y no he traído gafas de sol xD)

El casco viejo de Ginebra

De ahí nos metimos hacia la zona vieja de Ginebra, la Vieille-Ville. Se trata de uno de las más antiguas y grandes de Europa, según la oficina de turismo. Nosotros lo recorrimos por encima y nos quedaron muchas ganas de volver y disfrutarlo con calma. Entramos por la Place Molard, en la que llama la atención su torre. Era el antiguo puerto de la ciudad. Los adoquines del suelo se iluminan para darte la bienvenida en varios idiomas, pero nosotros ni nos fijamos porque era de día. En lo que sí nos fijamos fue en que estaba llena de tiendas y restaurantes y a esas horas había mucha gente disfrutando de una fondue de queso.
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Place du Molard y la torre.
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La fuente de mármol de Place du Molard
Seguimos hasta la Place du Bourg-de-Four, el corazón de la ciudad y su plaza más antigua. Hoy se encuentra llena de cafés y restaurantes al igual que la Place du Moulard.
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Juan Calvino, los protestantes y Miguel Servet

Muy cerca se encuentra la Catedral de San Pedro, donde Juan Calvino predicaba su reforma protestante. Pero la época calvinista en Ginebra fue dura. Calvino era muy religioso, prohibió bailar en las bodas, los espectáculos, bebidas, impuso un cristianismo estricto y un código de vestimenta. En rebeldía, la población usaba relojes (de lo poco que se les permitía usar) y así nació la industria relojera suiza, que cada vez se fue sofisticando más hasta convertirse en la industria de lujo que es hoy en día.

Durante el período calvinista en Ginebra fueron ejecutados alrededor de 60 personas, entre ellas el médico español Miguel Servet, descubridor de la circulación de la sangre. El motivo no fue otro que dudar de los principios del calvinismo.

Es por ello también que el interior de la catedral está tan desangelado, los seguidores de la reforma se cargaron parte de la decoración (estatuas, altares y pinturas) en el siglo XVI. Tan sólo se conservan los que están más altos, ya que a estos no les llegaban.
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El aséptico interior de la catedral
En el otro extremo del altar llama la atención el órgano, que recuerda a un monstruo o un pájaro por su singular forma.
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El singular órgano
Desde la parte del altar se puede acceder a las torres. No son demasiadas escaleras y las vistas son muy bonitas. Se ve toda la ciudad, el Jet d'Eau y las montañas rodeando todo. El precio es de 5 CHF para adultos, pero admiten 5€ euros. [Tip: En toda Suiza se puede pagar con euros, el cambio que te hacen es de 1€=1 CHF. Sales perdiendo pero en caso de necesidad tampoco es tan malo].
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Justo saliendo de la catedral a mano izquierda se encuentra la Capilla de los Macabeos. Es un añadido del siglo XIV para dar sepultura a uno de los cardenales de la catedral. Es fácil perdérsela porque está medio escondida. Esta pequeña capilla fue toda una sorpresa después del vacío interior. Durante la reforma había funcionado como almacén y sala de lecturas y no fue hasta el siglo XIX cuando se le devolvió el esplendor original.
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Detalle del techo de la capilla
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Decoración de la capilla y órgano a la izquierda
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"Post tenebras lux" lema ginebrino de la era de Juan Calvino
El edificio del ayuntamiento no nos llamó especialmente la atencion así que ni entramos, pero se puede visitar su patio interior.

A través de la Porte de la Treille se accede al Promenade de la Treille, un parque que cuenta con el curioso récord de tener el parque de madera más largo del mundo (120 metros).
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Porte de la Treille
El parque más largo del mundo en el Promenade de la Treille (Fuente: wikipedia - Romano1246 [CC BY-SA 3.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)])
Las vistas desde el parque son muy agradables, y justo debajo se encuentra el Muro de los Reformadores, en el Parc des Bastions. El monumento se halla adosado a una parte de la antigua muralla de la ciudad, y fue costeado por protestantes de diversos países con ocasión del cuarto centenario del nacimiento de Calvino (recordemos que en Ginebra no tenía demasiada buena fama al final).

En él se pueden ver de izquierda a derecha a: Guillaume Farel, introductor de la reforma en Suiza, Juan Calvino, Teodoro de Beza y John Knox, fundador del presbiteranismo. Ahí jugamos un poco con la peque para que estirase las piernas, ya que ya llevaba mucho rato metida en la mochila.
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Muro de los reformadores
Deshaciendo el camino hasta el borde del lago nos acercamos hasta el Jardin Anglais, donde se encuentra el L'horloge fleurie, el cual va cambiando de ornamentación y forma con la estación. Ahí hicimos otra parada y aprovechamos para darle de comer algo a la peque.
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Justo en el borde del lago se cogen los barcos para llegar a distintos puntos de la riviera del lago. Pero al estar todavía en temporada de invierno navegan muchos menos. La vista del Jet d'Eau desde allí también es muy buena. Se puede acercar uno más, pero teníamos poco tiempo y queríamos ver más cosas.
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Uno de los puntos de partida de los barcos que recorren el lago
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Los barcos que sirven de transporte por el lago
Desde Ginebra se puede ver perfectamente la cumbre nevada del pico del Mont-Blanc, el punto más alto de Europa con sus casi 5.000 metros.
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El Mont Blanc, saludando.

Recorrimos el quai de Mont-Blanc hacia la zona de las Naciones Unidas. En el trayecto nos encontramos varias cosas que nos llamaron la atención. Primero, el Mausoleo de Brunswick, dedicado al Duque de Brunswick, un alemán exiliado que se había hecho rico en Francia y que cuando murió dejó toda una fortuna a la ciudad.
Sin título Después, la estatua de Sissi, ya que fue en esta ciudad donde la emperatriz de Austria murió asesinada a manos de un anarquista italiano que le clavó un estilete en el corazón. La estatua se encuentra justo enfrente del Hotel Beau Rivage, el lugar donde Sissi solía hospedarse.
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Estatua en recuerdo a Sissi
El recorrido por el quai fue muy agradable, estaba lleno de niños con sus padres y demás gente paseando, embarcaciones de recreo, cisnes...
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Ya en el Parque Ariana es donde se encuentra la sede de las Naciones Unidas. El edificio funcionó primero como sede de la Sociedad de Naciones tras la Primera Guerra Mundial, y posteriormente como oficina de la Organización de las Naciones Unidas, cuya sede está hoy en día en la ciudad de Nueva York. La oficina ginebrina, en el Palacio de las Naciones, es la sede europea y la más grande después de la estadounidense.
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En la explanada enfrente del palacio se encuentra un monumento que invita a la reflexión: la Broken Chair. Es una inmensa silla de madera con una pata rota, en referencia a los mutilados por las minas antipersona. El monumento me sobrecogió, aunque al resto de los turistas parecía interesarle más sacar doscientasfotos saltando bajo la pata rota.
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Desde allí pusimos rumbo a la estación para tomar el tren a Lausanne. En contra de lo que nos había dicho todo el mundo (que Ginebra no tenía nada que ver) nos quedamos con ganas de explorar más la ciudad. Nos había sabido a poco y nos quedaron cosas por ver como Les Grottes o seguir explorando el casco histórico.

Al subir al tren nos confundimos y terminamos en primera clase, pero, aunque el revisor nos avisó para la siguiente vez, nos dijo que no nos moviéramos que estábamos mejor allí, cosa que agradecimos. La pequeñaja disfrutó de su viaje en tren, llegamos al hotel y nos pudimos relajar un rato después de todas nuestras peripecias del primer día (Hotel Agora Swiss Night: mi crítica en Tripadvisor aquí).
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