• Los polacos nos es que sean la alegría de la huerta, a veces intentar hacer conexión con ellos a través de una sonrisa o una mirada era como toparse con una pared.

Como fue un viaje bastante de relax en esta ocasión tuvimos fácil probar diferentes especialidades de la cocina polaca. Esto fue lo que probamos:

Cestas de Święconka

Decoración de Pascua

Torre del Ayuntamiento

Mientras, nosotros buscábamos algo que hacer. Como la Torre del Ayuntamiento era lo único que vimos abierto, aprovechamos para entrar. No es que tenga mucho que ver, pero la entrada no era cara y por lo menos estaríamos entretenidos un rato.

Esta torre es lo único que queda del antiguo ayuntamiento de la ciudad, y, de alguna manera, nos recordó a la de Praga, que también sufrió algo parecido. Las escaleras de subida son bastante angostas y empinadas, así que tuvimos que subir con cuidado al llevar la niña encima para no tener ningún accidente.

La torre, lo único que queda del ayuntamiento del siglo XIV

    En su interior había un mini museo de trajes, pero nada destacable.

Interior de la Torre

Al llegar arriba las vistas son bastante cerradas, ya que es peligroso asomarse a las ventanas. Así que tras la ardua subida la recompensa es más bien poca. Apenas se divisa la basílica y un poco la lonja. Nos dio pena no haber subido a las torres de la propia basílica, mucho más altas, seguro que las vistas hubiesen sido impresionantes.

Vista de la Plaza del Mercado desde la Torre

La basílica desde la torre

Galería de Arte Polaca

Al bajar de la torre preguntamos por el Museo Subterráneo, en la Lonja de los Paños, que, estábamos de suerte (o eso creíamos) estaba abierto. Y efectivamente, estaba abierto, pero las entradas estaban agotadas hasta el lunes. En dicho museo se recorre una excavación arqueológica en el que se puede observar construcciones de la antigua ciudad medieval que ha quedado unos 4 metros por debajo de la actual plaza.

Pero también en la Lonja de los Paños hay otro pequeño museo que sí estaba abierto y que pudimos visitar, la Galería de Arte Polaca perteneciente al Museo Nacional de Cracovia. Aquí se exponen pinturas y esculturas del siglo XIX.


Si bien no era nada del otro mundo, es un museo bastante agradable y tiene una terraza con unas vistas bastante buena de la plaza (mejor que la torre del ayuntamiento). Desde allí pudimos ver que la plaza estaba ya abarrotada para la celebración de la bendición de las cestas:

El Museo Nacional de Cracovia tiene varios edificios por toda la ciudad. En el principal se expone la joya de la corona, la Dama del Armiño de da Vinci y que también nos quedamos sin ver porque cerraba esos días.

Decidimos alejarnos de la multitud de la plaza y nos acercamos de nuevo al Collegium Maius, que pudimos disfrutar prácticamente solos. Por desgracia tampoco nos cuadró la hora para poder ver el reloj en funcionamiento. A esas alturas, ya nos habíamos hecho a la idea de que nos íbamos a volver con muchas cosas sin ver, pero que otras cosas las íbamos a conocer como la palma de nuestra mano jajajajaja
Como decía, hubo muchas cosas que paseamos y paseamos y repetimos todos los días. Por ejemplo el parque Planty (donde encontramos señales del camino de Santiago), la Plaza del Mercado o las orillas del Vístula.

Ya cansados y viendo que iba a ser misión imposible enocntrar un sitio tranquilo donde comer con tanta gente de celebración, nos volvimos al hotel para comer algo tranquilos. Probamos la sopa Żurek.

Por la tarde nos acercamos, de nuevo, a la Plaza y pudimos ver la Basílica por dentro. Aunque ya había acabado la misa todavía quedaban muchísimos fieles dentro y parecía que no tenían ninguna intención de irse. Con tanto descontrol los accesos eran fáciles, todo el mundo entraba y salía por cualquier puerta, y aunque no estaba abierta a visitas turísticas metimos el morro para poder verla algo. Lo que vimos nos gustó en general, aunque no lo pudimos apreciar demasiado bien.

Altar mayor

Rezos ante una capilla

Detalle del retablo mayor en obras

Detalle de la bóveda

Al final nos quedamos con muchísimas cosas sin ver (la torre de la basílica, el Castillo de Wawel, la Dama del Armiño...) y con la sensación de haber aprovechado muy mal el tiempo. Pero nos llevamos un recuerdo muy agradable de la ciudad, perfecta para pasear y conocer en un fin de semana largo. Y dentro de la negativo, el tiempo nos acompañó, con lo que hizo todo el viaje más agradable.

Para terminar nuestro día compramos en una tienda de comida para llevar un montón de especialidades locales que disfrutamos tranquilamente en la habitación del hotel.