Grecia día 8: Atenas

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Desembarque

El barcó atracó en el Pireo a las 7 de la mañana. Nuestra aventura llegaba a su fin, pero aún nos quedaba conocer Atenas en la última excursión que habíamos contratado y que empezaba a las 9:30.

El día anterior nos habían dado una charla informativa de cómo se iba a llevar a cabo el desembarque: Teníamos que dejar las maletas que fuéramos a facturar fuera de la habitación por la noche, antes de la 1:00 de la mañana, para que las recogiera la tripulación. Previamente teníamos que haberlas identificado con las pegatinas que entregaban en recepción, cada vuelo tenía asignado un color, en nuestro caso era el marrón. De esta manera distribuían las maletas en función de la hora de vuelo. La maleta de mano te la podías quedar, y tenías que bajarla contigo al autobús que te llevara de excursión (porque nosotros luego iríamos directos al aeropuerto) o bien podías dejarla en consigna hasta tu hora de salida.

Excursión a Atenas

Antes de la excursión pudimos disfrutar de nuestro último desayuno en el barco, que decidimos hacer en la terraza. En nuestra mente sonaba muy bucólico, desayuno al sol, pero nos olvidamos de lo fuerte que pegaba ya a esas horas de la mañana. Aún así, fue una boita forma de despedirse.
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Último desayuno en el crucero. 

Para recoger los tickets de la excursiones esta vez no tuvimos la ayuda de Selene, habíamos dejado de ser VIP´s y nos tocó hacer la cola normal, ya que ella estaba dando la bienvenida a los nuevos VIP´s del siguiente crucero, que ya empezaban a embarcar.

Para la excursión éramos bastantes, con lo que había muchos autobuses esperándonos. Por supuesto la primera parada fue la Acrópolis.

Acrópolis

La Acrópolis o ciudad alta fue usada como fortaleza y lugar de culto, y es sin duda el sitio más famoso de toda Atenas, razón por la cual estaba atestada de turistas como nosotros (y más en plena temporada alta).

Lo primero que vimos fue el Teatro de Dionisio, en la ladera oriental, que data del siglo VI y tenía capacidad para unos 15.000 espectadores:
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Posteriormente nos dirigimos a los propíleos, la entrada al recinto de la Acrópolis. Esta gran entrada tenía cinco puertas para el acceso a la parte superior, y estaba monumentalmente decorada.
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El Templo de Atena Niké, a la derecha de los propíleos, conmemora la victoria de los griegos sobre los persas. En su interior había una imagen de la Diosa Atenea a la que habían cortado las alas para que nunca abandonase la ciudad, convirtiéndose en su protectora.
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Ya atravesando los propíleos nos encontramos con los edificios más conocidos: el Erecteion y el Partenón. Delante del Erecteion se encuentran los restos del antiguo templo de Atenea, que guardaba una imagen de la diosa y donde se la veneraba.

El Erecteion era un templo dedicado a los dioses Atenea y Poseidón y al rey Erecteón. En uno de sus laterales se encuentran las famosas Cariátides, que señalaban la tumba de otro mítico rey ateniense: Cécrope. Este templo se construyó en el lugar más sagrado de la ciudad, específicamente en el lugar donde la mitología cuenta que tuvo lugar la batalla entre Atenea y Poseidón por el patronato de la ciudad de Atenas. Poseidón clavó su tridente e hizo brotar una fuente de agua (pero salada), mientras que Atenea creó el olivo. Los atenienses eligieron a Atena, pues su regalo ofrecía alimento y madera.
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Vista general del Erecteion
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Detalle de las cariátides
El Partenón es el mayor templo dórico de Grecia. Dedicado a Atenea, albergaba una gran estatua de Atenea Phartenos, de oro y marfil y de 12 metros de altura, esculpida por Fidias, el escultor más famoso de toda Grecia. Este templo consta de 8 columnas en el frente y 17 en los laterales, ligeramente curvadas para crear un efecto óptico de perfección y armonía.

El templo fue usado como culto cristiano, musulmano y bizantino, y terminó convirtiéndose en un polvorín con la ocupación turca en el siglo XVII. Durante la batalla con los venecianos uno de los cañonazos causó una enorme explosión que destruyó gran parte del edificio. Posteriormente muchas de sus decoraciones fueron vendidas al Museo Británico y la batalla para su devolución a Grecia sigue abierta hoy en día.
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Lo malo de la visita de la Acrópolis es que no hay una sola sombra, y con el sol y el calor estábamos todos sudando. Dimos una vuelta rápida en el poquísimo tiempo libre que nos dejaron y enseguida quisimos volver al bus al fresquito del aire acondicionado. La temperatura era insoportable.

Una vez montados en el autobús nos hicieron un recorrido por distintas partes de la ciudad, pero sin bajarnos. Esto no nos gustó nada, pero la verdad es que el tiempo no daba para mucho más y tampoco teníamos muchas ganas de andar al sol. Nos queda pendiente regresar en otro viaje y verlo todo con calma, más detenidamente y a nuestro ritmo.

El bus nos paró para hacer fotos en el estadio Panathinaikó, reconstruido sobre las ruinas de un antiguo estadio griego y donde tuvieron lugar los primeros juegos olímpicos de la era moderna. Está realizado íntegramente en mármol blanco.
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También vimos la Plaza Sintagma, sede del parlamento que ocupa el edificio del antiguo palacio real:
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Y el antiguo parlamento que hoy acoge el Museo Histórico Nacional:
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Nos dejaron dos horas de tiempo libre en Plaka, uno de los barrios más conocidos y animados de Atenas. En esas dos horas tuvimos que elegir qué queríamos hacer, si ver el Museo de la Acrópolis o comer algo. Nos decantamos por el museo, pero la cola era tan larga que desistimos y con el calor que hacía no nos apetecía nada pasear bajo el sol, así que fuimos a comer a un sitio cercano una comida griega típica, bajo las sombrillas que echaban agua de vez en cuando para refrescarse.
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Museo de la Acrópolis
La verdad es que el sitio no estaba mal (Athena Bistro: mi crítica en Tripadvisor aquí), teníamos vistas a la Acrópolis y la comida estaba rica. Pudimos disfrutar de un tiempo de relax antes de volver al autobús.
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Ensalada griega y dolmades
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Pollo souvlaki y moussaka
 
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Enfado con Iberia

Pusimos rumbo al aeropuerto donde tuvimos que recoger las maletas que habíamos dejado fuera de la habitación el día anterior  y que estaban en el exterior esperando que las identificáramos. Luego nos pusimos a la cola de facturación y ni nos fijamos en los asientos que nos dieron hasta que pasamos el control de seguridad y descubrimos que nos habían dado asientos separados 10 filas. ¡Bonita manera de terminar la luna de miel! Lo entenderíamos en un vuelo normal, pero era un vuelo chárter especialmente fletado por la naviera, y ¡qué caray! era nuestra luna de miel. Por mucho que intentamos hablar con Iberia y con los TCP's no pudimos hacer nada más que fastidiarnos y pasar el vuelo separados y enfadados :( Un detalle que nos amargó un poco el fantástico viaje que acabábamos de terminar y del que volvíamos siendo tres viajeros (aunque aún no lo supiéramos).

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