Grecia día 2: Mykonos

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Cómo funcionan las excursiones

Empezamos el día desayunando en el apartado reservado para VIPS del restaurante, aunque no nos gustó demasiado la experiencia porque estábamos solos y el camarero estaba todo el rato pendiente de nosotros, lo que nos hacía sentir bastante incómodos. Como era buffet libre, queríamos servirnos nosotros pero el insistía en servirnos él, o al menos abrirnos las tapas, untarnos el tomate... A nosotros nos parecía demasiado y claro, a él no le gustaba que lo hiciéramos nosotros porque era su trabajo.  Del desayuno no hay queja, había tortitas con chocolate y nata, huevos con bacon, fruta, yogures, bollería variada...Sin título
Tras el desayuno aprovechamos para subir a la última cubierta del barco y ver el paisaje de nuestra primera parada: Mykonos (Μύκονος). Nos sorprendió la aridez del paisaje (somos gallegos, estamos acostumbrados a ver todo verde xD) y el incesante viento. Ya sabíamos que esta isla es de las más ventosas en verano (por algo le llaman la isla de los vientos), pero no estábamos preparados para semejante viento bajo esa aparente calma de su paisaje y su cielo despejado. De hecho en la aplicación del tiempo en el móvil no había rastro del círculo amarillo que indica sol, si no tan sólo el símbolo de viento fuerte, que era la primera vez que lo veía. [Tip: recomiendo encarecidamente llevar el pelo recogido y si se va con vestido o falda llevar alguno que no tenga mucho vuelo para evitar sobreexposiciones no deseadas. También ahorraros el sombrero si no va bien calado, porque tiene muchas probabilidades de salir volando].
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Paisaje de Mykonos y mi coleta loca al viento
Tickets de las excursiones
Volvimos a la habitación a coger los tickets de las excursiones. Allí se nos indicaba la hora y el punto de encuentro al que teníamos que ir. Una vez allí nuestra hostess nos daba unas pegatinas que indicaban nuestro número de grupo y nos conducía hasta la salida del barco donde teníamos que pasar un control dando la tarjeta indentificativa. Una vez fuera, debíamos encontrarnos con nuestro guía.

El crucero atracó en el puerto nuevo, que está a unos 2 kilómetros del centro, razón por la cual nuestras vistas eran tan desoladoras. Las casitas blancas típicas las veríamos según nos fuéramos acercando. La verdad es que es una excursión muy fácil para hacer por libre, porque no se necesitan demasiadas explicaciones y se puede ir caminando a casi todas partes. De hecho nuestro guía poca cosa hizo aparte de sostener la paleta con nuestro número de grupo.

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Esperando a reunir el grupo nº2
Un autobús nos acercó hasta la entrada del pueblo de Chora (pronúnciese Jora) y desde allí continuamos a pie. Como éramos muchos grupos se hizo muy agobiante, porque en vez de ir escalonadamente íbamos todos juntos y con las calles tan estrechas era imposible disfrutar nada.  Por si fuera poco cada vez que venía un repartidor la cosa se ponía peor, porque éramos tantos que no había forma de que ninguno pasase, ni el coche ni las personas. Por la tarde volveríamos por nuestra cuenta y veríamos todo mejor y con más calma.
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Repartidores mirando mal a los cruceristas, y con razón: éramos como hormigas.
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Repartidor esperando a que pase el grupo de turistas para poder pasar

Mykonos

Miconos (en griego pronunciado Mýkonos) es una de las islas del archipiélago de las Cícladas, en el Mar Egeo. Las cícladas forman un círculo (kyklos) alrededor de la isla sagrada de Delos, donde según la mitología nació el dios Apolo. Aquí floreció la cultura y la civilización cicládica, que se extendió desde el neolítico a la edad de bronce. Durante la época medieval fueron los venecianos los que dominaron estas islas, de la cual todavía hay muchos vestigios interesantes que veríamos los siguientes días. Aunque tiene fama de fiestera (se la conoce como "la Ibiza griega") es una isla encantadora con muchos rincones preciosos que bien se merece una visita.
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Little Venice

La primera parada fue en Little Venice o la Pequeña Venecia, que es como se conoce al barrio de Alefkándra por sus características casas al borde del mar. En origen pertenecían a ricos mercantes o capitanes.
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Vista de Little Venice
Precisamente muchos restaurantes se hallaban en los bajos de las casas y prácticamente en la orilla del mar, con lo que el fuerte viente y las olas podían aguar alguna comida. Algunos lo habían solucionado con paneles de plástico, pero en otros te podías arriesgar a una mojadura dependiendo del viento y la hora del día.
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Molinos de viento

Muy cerca se encuentran los molinos de viento que también pudimos ver, aunque hay varios repartidos por la isla. Nosotros vimos los Kato mili o "los de abajo", orientados hacia el norte. Hoy en día no se usan, a pesar de que fueron muy importantes para la economía de la isla. Los pocos que han sobrevivido han sido restaurados y son una de las postales más típicas de la isla.
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Ano Mera

Después de un poco (muy poco) tiempo libre en Chora nos volvimos al bus para acercarnos a Ano Mera, la segunda localidad de la isla, enclavada tierra adentro para que no pudiera divisarse desde el mar. Básicamente lo que se ve aquí es el Monasterio de Panagia Tourliani, cuya portada llamaba la atención por ser de mármol, así como los iconos barrocos del interior.
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Playa de Kalo Livaldi

Desde Ano Mera nos dirigimos a la Playa de Kalo Livaldi, una de las playas más largas de la isla, para disfrutar un poco de las aguas turquesas del Egeo. Lo malo en general de las playas de Grecia es que estaban prácticamente ocupadas por tumbonas en toda la primera línea, con un precio bastante desorbitado que nos nos apeteció pagar, así que nos las vimos y deseamos para encontrar un sitio a resguardo del viento sin estar demasiado pegados a los clubs de las sombrillas de paja. Nos dejaron como una hora u hora y media, pero se nos hizo infinita porque aunque el agua estaba buenísima el viento era atroz y la arena te azotaba con fuerza al estar fuera del agua. Además la arena ardía, o sea que parecía muy idílico pero al final no lo era tanto si no te reendías a la dictadura de las tumbonas de pago :(
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Tras la visita a la playa regresamos al barco a comer y, sobre todo, a pegarnos un buen duchazo porque habíamos vuelto de la playa rebozados en arena. Encontrar un sitio en el buffet para comer fue difícil, sería una constante a lo largo de todo el viaje :/

De 16:30 a 18:30 el barco realizaba la maniobra de fondeo enfrente de la isla, alejándose del puerto nuevo, por lo que durante ese tiempo no podríamos bajar ni subir del barco. Aprovechamos para descansar un rato tomando el sol en la terraza del camarote. Una vez fondeado, para poder ir a Mykonos deberíamos usar los tenders, pequeñas embarcaciones que hacían el recorrido de ida y vuelta desde el crucero hasta el puerto viejo de Chora gratuitamente cada 20 minutos hasta medianoche y cada 40 minutos a partir de ahí.
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Vista del crucero desde uno de los tenders

Chora

Por la tarde volvimos a Chora, la localidad principal de Mykonos, por nuestra cuenta. Recorrimos con calma sus calles y pudimos pararnos a sacar fotos y a disfrutar del ambiente. Las casas estaban pintadas de blanco y, sobre todo, de azul, en claro homenaje a la bandera griega, y son pequeñas casitas con dos plantas. Se suele vivir en la de arriba, a la que se accede mediante escaleras, mientras que las plantas bajas están ocupadas por comercios.
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Casas típicas 
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Balconcitos y buganvillas por todas partes
Las calles se pintaban de blanco para dar lugar al característico dibujo que imita piedra.
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Los bares estaban desiertos, esperando a los clientes que llegarían dentro de pocas horas hasta llenarse.Sin título
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Salvo los que estaban en Little Venice, que estaban un poco más animados:
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Llaman mucho la atención las casitas con cúpula, que resultan ser iglesias ortodoxas. Si la cúpula es azul es pública, mientras que si es roja es privada, o eso nos dijeron.
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Una de las iglesias más famosas de la isla es Panagia Paraportiani, que realmente son cinco iglesias construidas unas encima o al lado de las otras y conectadas. Tuvimos la rara suerte de verla abierta en plena misa, pero era imposible entrar porque era tan pequeña que no se cabía.
Sin título Sin título En la zona del puerto se encuentra la Iglesia de Agios Nikolaos construida en el siglo IV en honor de San Nicolás, patrón de los marineros y pescadores.
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Entramos también por curiosidad en la Iglesia Metropolitana, la iglesia principal de la isla, que llama la atención por su campanario exterior y por estar rodeada de cafés, bares y restaurantes.
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En el interior pudimos ver el altar ortodoxo y los enormes panes que creemos que son los antidorones, un pan sacramental que se bendice y después se reparte entre los fieles.
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Con la puesta de sol la zona de los molinos se empieza a llenar de gente para admirar el ocaso sobre la isla.
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Puesta de sol desde Kato Mili
Volvimos al puerto que empezaba a estar muy animado, para coger de nuevo el tender de vuelta al barco. Sopesamos si quedarnos a cenar allí, pero al final pudo más el cansancio y las ganas de relajarnos (el viento era agotador). Sacamos unas últimas fotos e intentamos buscar a Petro, que suele estar por esta zona. Es el célebre pelícano símbolo de la isla, pero no se dejó ver ¡con la ilusión que nos hacía!
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