Grecia día 3: Delos

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Excursión a Delos

Durante la mañana seguiríamos atracados en Mykonos, pero por la tarde levaríamos anclas para poner rumbo al siguiente destino. Por ello nos levantamos temprano para poder desayunar con calma y estar a primera hora en el puerto de Mykonos para poder reservar los billetes para visitar la isla sagrada de Delos. Era una excursión que no ofrecía el crucero ese día, sino solo el lunes. Como nosotros el lunes ya teníamos la otra excursión contratada y no se podían cambiar los horarios, teníamos que hacerla por nuestra cuenta sí o sí. La verdad es que íbamos con un poco de miedo, porque teníamos que volver puntuales para no quedarnos en tierra, el último tender hacia el barco saldría a las 15:00, y el barco de Delos regresaba a las 14:00 si no había contratiempo.

La oficina de excursiones ya la habíamos localizado el día anterior, en pleno puerto viejo de Mykonos, pero no pudimos reservar nada porque estaba cerrada. Se puede comprar el billete de ida y vuelta o bien el pack completo con guía y entradas, que fue lo que hicimos nosotros. Aunque fue bastante caro (50€ por persona) preferimos tener un guía de habla hispana que nos pudiese transmitir mejor lo que allí se podía ver. Mientras esperábamos la hora de salida aprovechamos para comprar unas botellas de agua, y es que ya nos habían avisado de que allí no se puede comprar (está deshabitada) y el sol pega muy fuerte porque lo que hay son ruinas y no hay sombras ni árboles. También compré acondicionador y mascarilla para el pelo, porque con el viento de la isla mi pelo estaba absolutamente indomable.
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Puesto de venta de los tickets y tours a Delos
El primer barco con destino a Delos salía a las 10:00, e iba prácticamente lleno. Como Mykonos es tan ventoso el oleaje era bastante fuerte y el barco se movía bastante. Dependiendo de por qué lado te colocaras podías llevar alguna ducha marina.
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El M/S Orca, nuestro transporte hasta Delos
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Cubierta del barco
El trayecto hasta la isla duró aproximadamente media hora. Al llegar nos teníamos que encontrar con nuestra guía, que ya nos estaba esperando y nos identificaba por las pegatinas que nos habían dado junto con las entradas. Se llama Tula y era una señora muy mayor que andaba y hablaba bastante despacio, pero sin duda una griega auténtica que adoraba el sitio y que se quejaba de la poca importancia que le da el gobierno, que invierte poco no sólo en promocionarlo sino también en excavaciones que puedan poner en valor la gran importancia histórica de este sitio.
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Vista de Delos desde el barco
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Nuestra guía, Tula, repartiendo las entradas.


Breve historia de Delos

Delos es una pequeña isla que se encuentra en el centro del archipiélago de las Cícladas, llamadas así precisamente porque forman un círculo (cyclos en griego) alrededor de ésta. Para los antiguos griegos se trataba de una isla sagrada, pues aquí habrían nacido los gemelos Apolo y Artemisa, dos de los dioses más venerados del panteón griego.

Pero mitología aparte, la isla ha estado habitada desde hace nada menos que 3.000 años a.C. y es uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Grecia. Fue un importante centro cultural y religioso que floreció durante los siglos. Tal fue su importancia que debía mantenerse pura, para lo cual durante el siglo VI a.C. se ordenó trasladar las sepulturas a una isla vecina y se prohibieron los nacimientos o muertes.

En el siglo V a.C. se convirtió en la sede de la Liga de Delos, una alianza militar formada por varias ciudades estado tanto de Grecia como del Mar Menor para hacer frente a la amenaza de los persas.

En el siglo II a.C se convirtió en un puerto franco siendo un importante puerto de esclavos.

A pesar de su importancia apenas tenía recursos, y debía importar mercaderías como comida o madera. Este factor, unido al cambio de rutas martítimas y a las guerras mitridáticas contribuyeron a su declive en el siglo I a.C. La población abandonó la isla y ha estado deshabitada desde entonces. Al tratarse de una isla deshabitada (salvo por los propios arqueólogos que pueden habitar allí de tanto en tanto) está prohibido pasar la noche y la visita máxima permitida es de unas 6-7 horas.

Visitando Delos

Los peregrinos de la antigüedad accedían a través del Ágora de los Competaliastas, el mercado central, hacia la vía procesional que terminaba en el Santuario de Apolo.
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Ágora
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Estatua de Apolo y el monte Citnos, al fondo
El lago sagrado marcaba el lugar de nacimiento de Apolo, aunque hoy en día se ha secado para evitar la propagación de infecciones.
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La Terraza de los Leones son una serie de esculturas de leones de mármol dedicados al dios Apolo por los habitantes de Naxos y que protegían simbólicamente el sitio.
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Pero también hay restos de casas privadas de un lujoso barrio residencial, donde se pueden apreciar restos de pinturas, retretes, molinos y cantidad de objetos cotidianos. Una de las cosas que más llama la atención es el sistema de alcantarillado y la red de agua potable que se conseguía con cisternas que recogían el agua de lluvia.
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Restos de objetos en una de las casas excavadas
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Mosaico en el suelo de otra residencia privada
A medio recorrido encontramos el teatro, del que todavía se aprecia la forma semicircular y las gradas para un público de 5.000 personas.
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El yacimiento es bastante grande, y a parte de las ruinas se puede subir al monte (desde donde supuestamente se puede divisar el archipiélago de las Cícladas formando el círculo alrededor de la isla) o bien visitar el museo arqueológico donde se guardan algunos mosaicos, cerámicas, etc. Tristemente a nosotros ya no nos daba tiempo a visitar nada más ya que teníamos que volver al barco a las 13:30. De todas formas, la subida al monte era totalmente inviable tras unas 3 horas de visita a pleno sol, estábamos cansadísimos, fue una visita agotadora.

El viaje de vuelta a Mykonos fue movidito, el viento agitaba las olas y movía nuestro barco, provocando que nos inclinásemos de un lado para otro sin parar.
Sin título Cuando llegamos al puerto de Mykonos nos encontramos un montón de gente de varios cruceros haciendo cola para coger los tenders. Había tantísima gente que tardamos casi 1 hora en llegar al nuestro. Por culpa del viento, que era de en torno a 50-60 km/h, el mar estaba muy bravo y cuando llegamos al crucero nos avisaron por megafonía para que cerrásemos ventanas y evitáramos andar por las cubiertas para evitar accidentes. Aprovechamos para descansar en nuestro camarote, leyendo, relajándonos y acicalándonos, ya que esa noche era la cena de gala con el capitán.

Cokctail VIP

Ese día a las 18:30 nos habían citado para un cocktail VIP con algunos de los oficiales en el club "The Waves" por ser del "White Waves Club", mientras que para el resto de los pasajeros tendría lugar a las 17:30 y obviamente sería más masificada. Fuimos por curiosidad, conversamos con algún oficial y poco más, estábamos un poco incómodos en ese ambiente.
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Interior del Club "The Waves"

Una cena de gala frustrada

Como sabéis en casi todos los cruceros existe una cena de gala con el capitán, aunque más bien es un cocktail. Es una costumbre que se ha heredado de la época de los cruceros del siglo pasado. Los hombres y las mujeres debían vestir de etiqueta, la comida era un poco más especial y podía haber espectáculos para el disfrute de los pasajeros. Hoy en día es algo parecido, aunque ya no se exige tanta etiqueta. Yo tengo la teoría de que está montado para que hagas uso de los servicios del salón de belleza y la lavandería y planchado, que por supuesto se cobran aparte. A la hora de la cena la gente hace cola para hacerse una foto con el capitán (que podrás comprar también después en el salón de fotos).

Nosotros no nos lo tomamos muy en serio y no llevamos ropa de vestir, así que apañamos con una falda y un pantalón largo que ya habíamos usado en Munich, por aquello de no ocupar sitio en la maleta y siguiendo nuestra filosofía de llevar lo mínimo imprescindible.

Como no teníamos hambre ni experiencia (no habíamos bajado al restaurante todavía a cenar ningún día) pensábamos que podíamos ir un poco más tarde, así que en vez de bajar a las 19:30 que era nuestra hora, bajamos a las 21 y ya no nos dejaron entrar. Resulta que al restaurante sólo se podía acceder como muy tarde a las 20:00. Habiendo terminado de comer casi a las 17:00 y habiendo ido al cocktail a las 18, a esas horas como mucho hubiéramos merendado...Sólo nos quedaba la opción de ir al buffet, que esa noche cerraba a las 22:00, así que nos dimos prisa para no quedarnos sin cena.

Por el barco íbamos viendo a los pasajeros emperifollados, con peinados elegantísimos, joyones, trajes a cada cual más extravagante y una expresión de estar pasándoselo bomba. Nosotros nos sentíamos un poco fuera de lugar con nuestra ropa normal y pocas ganas de participar en algo que nos parecía una tradición un poco rancia, así que vimos un poco del espectáculo en el teatro y nos fuimos a acostar pronto, aunque pasamos una noche bastante movida porque el barco escoraba por culpa de las olas y el viento.
  

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