Nuestro último día de visitas. Al día siguiente tomaríamos el vuelo de regreso a España a primera hora. Pero antes toca madrugar de nuevo, porque a las 07:00 nos recogían en el hotel.
Como el día anterior, a Hesham lo recogeríamos de camino, no sin antes perder el tiempo en uno de los miles atascos cairotas.

Los edificios a medio construir nos llaman la atención

Por la ventana se ven muchas casas a medio construir y pensamos que están abandonadas. Para nuestra sorpresa Hesham nos explica que aquí se construye así. La verdad es que no nos aclaró demasiado pero después nos enteramos que la verdadera razón es que al terminar la vivienda se pagan impuestos. Si no la terminas no la tienes que pagar. Es por ello que se construye la estructura y una vez que está lista ya se puede entrar a vivir. La finalización de la fachada exterior es secundaria y corresponde al propietario que compre la vivienda. Por ello a veces se ven pisos pintados con puertas y ventanas y por encima o por debajo pisos todavía a ladrillo.

Edificio pintado y sin ventanas en El Cairo

Piso con ventanas pero sin pintar

La Ciudad de los Muertos

Por la ventana del autobús vemos La Ciudad de los Muertos, un cementerio donde la gente vive y tienen casas y comercios entre las tumbas. Este era el lugar de enterramiento de los califas y mamelucos, pero durante la guerra de los 6 días contra Israel en 1967, muchos habitantes del Canal de Suez se vieron forzados a emigrar al Cairo. Ante la falta de vivienda decidieron quedarse a vivir en el cementerio. Es una pena que no nos paren, porque seguro que es una visita muy interesante.

La ciudad de los muertos, desde el autobús.

La Ciudadela de Saladino, la Mezquita de Alabastro y una lección sobre islamismo

Nuestra primera parada es la Ciudadela de Saladino, construída por Saladino en el siglo XII.

Aunque realmente lo único que vemos es la Mezquita de Alabastro, construida en honor a Mehmet Alí e inspirada en la Mezquita azul de Estambul. Había oído hablar de que la mezquita era preciosa, pero vista por fuera a mi no me dice mucho.

Mezquita de Alabastro,

La cosa cambia cuando entramos.
Para poder entrar hay que ir decorosamente vestidos. Es decir, hombros, escote,  rodillas y tobillos cubiertos para las mujeres. Yo me tiré de los pantalones piratas hacia abajo y de los calcetines hacia arriba para tapar más y me envolví por arriba con una pañuelo, todo para que no me pusieran otra horrible e incómoda chilaba como en la mezquita de Aswan. A otras chicas que llevaban leggins o pantalones muy ajustados les hicieron ponerse la chilaba, pero una chilaba blanca preciosa. Si lo llego a saber hubiese ido en falda y no pasando calor con los pantalones largos...

Nos descalzamos para entrar y nos sentamos en el suelo. Hesham nos habló del islamismo y de sus cinco pilares fundamentales:

1. Profesión de fe: Reconocer a Alá como único dios y a Mahoma como su profeta.
2. La oración: Hay que rezar 5 veces al día (mañana, mediodía, tarde, noche y madrugada), siempre en dirección a la Meca. Antes de rezar hay que hacer abluciones. Las abluciones menores consisten en lavarse cara, manos, cabeza y pies. En otras ocasiones se requiere una ablución mayor (lavado de todo el cuerpo), como por ejemplo después de tener relaciones sexuales, después de la menstruación, etc. No es necesario ir a la mezquita, sino que se suele ir en fechas señaladas como los viernes (que vendría a ser como nuestro domingo). También hay algunos casos en los que hay dispensa y se puede no acudir.
3. La limosna: Todo el mundo debe donar una parte de sus ahorros para las personas más necesitadas, para evitar la avaricia y la codicia.
4. El ayuno: Esto permite a los más ricos saber como viven las personas que no tienen que comer. Durante el ramadán está prohibido comer, beber o mantener relaciones sexuales desde la salida hasta la puesta del sol. Sin embargo esto no es obligatorio para mujeres embarazadas, personas enfermas y mujeres menstruantes.
5. La peregrinación a la Meca: Para todo aquel que tenga buena salud y medios económicos, de lo contrario hay dispensa. Además por culpa de las muertes por avalancha que suele haber, Arabia Saudí a impuesto un cupo por países. De esta forma cada país sólo puede mandar un número determinado de gente en peregrinaje, que se elige por sorteo.

Después de una lección tan interesante tuvimostiempo para visitar la mezquita a nuestro aire, y la verdad es que era maravillosa por dentro:
A la salida nos acercamos al mirador. Ese día la vista estaba despejada y a lo lejos, detrás de la contaminación, se podían divisar las pirámides, aunque no sale en las fotos.

El Museo Egipcio: un enorme almacén de piezas

La siguiente parada es (¡al fin!) el Museo Egipcio. De camino nos encontramos con que no podíamos seguir porque un camión de la basura nos impedía el paso y se formó un atasco considerable detrás de nuestro autobús. Hesham se bajó e intentó hacer entrar en razón al conductor del camión, mientras un motorista le recriminaba su actitud. Al final, después de 15 minutos, accedió a mover el camión y pudimos pasar. Esto no es algo aislado allí, cosas de estas suceden todos los días y contribuyen al horrible caos que es el tráfico cairota.
Llegamos a la Plaza Tahrir, donde está el museo, y constatamos lo que nos había nido diciendo desde que llegamos: que no había manifestaciones ni peligro alguno. todo estaba en calma.
No se pueden pasar cámaras al Museo, así que las dejamos en el autobús.

A la entrada del museo vimos un fuente con la planta del loto y del papiro. La flor de loto representa al Alto Egipto (la zona sur del país desde Menfis hasta Aswan) y el papiro al Bajo Egipto (la zona norte, el delta del Nilo).

El impresionante tesoro de Tutankhamón

Nos dieron radios y auriculares para que pudiésemos oír a Hesham y no tuviera que estar gritando. Nos enseñó sarcófagos, estatuas y pinturas en la planta baja. Después nos llevaron a la primera planta, donde está el tesoro de Tutankhamón. Es verdaderamente impresionante: ataúdes y estatuas doradas, sillas, camas, mesas, ropas, juegos y hasta un preservativo. Ya lo había visto en fotos, pero al natural es pasmoso. Impresiona la cantidad de cosas que se encontraron en su tumba y eso que fue un faraón que no vivió mucho y que tiene una tumba bastante pequeña. Vimos las cuatro cajas de madera, recubiertas de oro y que encajan una dentro de la otra donde se encontraba el sarcófago. El sarcófago, a su vez, contenía tres ataúdes de madera recubierta de oro y encajados uno dentro de otro. En el último ataúd, la momia, recubierta con la famosa máscara funeraria. Abajo podéis ver un esquema para haceros a la idea.

Esquema de los ataúdos y sarcófabos unos dentro de otros. Foto: wikipedia

La máscara funeraria de Tuntankamón. Foto: wikipedia

Todas las explicaciones me parecen interesantísimas pero después de una hora y media de pie y sin aire acondicionado estábamos todos un poco cansados y con la tensión por los suelos. Nos dejaron tiempo libre para visitar la sala de las joyas y las salas de las momias. Fuimos primero a la sala de las joyas, que tiene aire acondicionado y nos sienta fenomenal. Recuperamos la tensión y podemos admirar la cantidad de joyas que escondía la momia del faraón Tut. Pulseras, collares, anillos, amuletos...todos preciosos y totalmente actuales, son impresionantes. También dos de los tres sarcófagos (el tercero está en la tumba en Luxor, junto con la momia) y la máscara funeraria.

La Sala de las momias reales

Después fuimos a la Sala de las momias reales, donde hubo que pagar la entrada aparte (100LE - 12,5€). La verdad es que impresiona bastante ver a las momias tan de cerca, algunas todavía con pelo, uñas y dientes. Vimos la momia de la reina Hatsheptsut, Tutmosis I, II, III y IV y la Ramsés II, a estas alturas ya un viejo conocido...

Hay dos salas de momias, una en cada extremo, y nos costó localizar la segunda, que no estaba indicada por ninguna parte. Nada más entrar, sin estar en la sala principal ni nada nos encontramos con ella, la momia que se cree puede ser la de Nefertiti, herida después de muerta, allí tendida. Sentí escalofríos.

Íbamos muy justos de tiempo, pero como amante del periodo amárnico no me puedo ir sin volver a la planta baja y echar un vistazo a la sala de Amarna. Reconozco todos los objetos sobre los que leí tantas veces, las estatuas de Akenatón, las pinturas familiares con sus hijas y Nefertiti...Y su ataúd...Profanado como la momia de Nefertiti. La máscara arrancada, los cartuchos cortados, todo para borrar su memoria...

Sarcófago profanado de Akenatón. Foto: wikipedia

Salí de mi ensoñación porque llegábamos tarde. Éramos los únicos que quedábamos ya en el museo y afuera nos está esperendo Hesham, que nos echa bronca en cuanto nos ve y nos llama tardones. "Habibi, mafish muskela!" le dijea modo de respuesta y lo dejé descolocado. Se echó a reir.

El barrio copto

Subimos al autobús y nos llevan hasta el barrio copto donde visitamos la Iglesia colgante, situada sobre una antigua fortaleza romana. Hesham me hizo repetir la frase otra vez. Le hacía gracia. Y a mi también

Restos de la Iglesia Colgante

Entrada

La Iglesia, en el barrio copto

Por dentro es muy bonita, las fotos no le hacen justicia.
Era ya la hora de comer y nos llevaron a un restaurante buffet libre donde había lo típico: espaguetis, arroz, pollo, berenjenas, patatas, ensaladas variadas...

El bazar de Jan el Jalili

Después de comer nos tocaba visitar el bazar de Jan el Jalili. Nada más bajar del autobús ya nos estaban agobiando los vendedores. El grupo se dispersó y cada uno fue por un lado. Yo quería comprar un recuerdo para mi tía y entré en un puesto donde nos pasamos por lo menos 10 minutos regateando. Al final, después de tanta insistencia, acabamos comprando unas pirámides (que nos aseguran son de granito pero no nos fiamos) por 30LE (3,75€) cuando nos habían pedido inicialmente 210LE (26,25€) y estoy segura de que aún se podía bajar más. Más adelante nos encontramos con uno del grupo y fuimos con el hasta la tienda de Jordi, famosa entre los turistas españoles y en la que hay precios fijos (a estas alturas ya estábamos cansados del regateo). Mientras la buscamos los vendedores me dicen horrorizados teatralmente "mujer dos maridos". Si me adelanto y los dejo detrás me dicen "soltera, todo gratis".

Mirando las bonitas lámparas del bazar

Nos encontramos con otros miembros del grupo y nos llevaron hasta la tienda de Jordi, que es bastante difícil de encontrar porque está en una especie de patio, y para entrar hay que subir unas escaleras y pasar por varias tiendas. Allí compramos varias cosas.

Entrada a la tienda de Jordi

Al salir de la tienda veo que a todo el mundo le han regalado algo y a mi no. Me quejé a Mr. Knook y de repente el tal Jordi, que estaba ahí fuera fumándose una shisha, me dice en perfecto español que vuelva a entrar, que me regala lo que quiera. Yo, roja como un tomate, no sé que decir. Él empieza a hablar de Orense y de Santiago (qué bien nos ha pillado el acento) y ante mi indecisión me regala una cajita diciendo que a las guapas siempre hay que regalarles algo. Mr. Knook le dice si a los feos no les regala nada, y le da un escarabajo un tanto cutre (pero eh, no nos vamos a quejar ahora, ¡que nos lo regala!). Volvimos a la plaza donde habíamos quedado con el guía. Allí había unos paraguas, regalo de Arabia Saudí a Egipto, que se abren cuando llueve o hace mucho sol.

Los paraguas de la plaza, cerrados

 
Nos sentamos en un café y hablamos de las propinas del guía. De nuestro minigrupo quedamos en poner 5€ por persona, pero hay más gente del grupo con la que no lo hablamos y no sabemos lo que hicieron. Después leeré al volver que lo normal es dejar unos 5€ por persona y día, que los guías no tienen sueldo y que de lo que viven es de las comisiones de las tiendas y de las propinas, aunque no se si es cierto.

Antes de irnos me voy con otro chico del grupo al famoso Café de los Espejos. Me gustó mucho. Si lo llego a saber me hubiera sentado aquí, ya que es mucho más bonito y no había vendedores acosando. Una vez en el autobús le dimos las propinas a Hesham y nos despedimos de él y de los dos miembros del grupo que no están en nuestro hotel y que se bajan antes. A nosotros nos esperaba aún una hora y media de atasco.

Calles del zoco

Otro atasco

Nos hace gracia una señal de advertencia que indica cómo tienes que cruzar el paso de cebra: ¡corriendo! Durante todo el viaje, mientras ibapegada al cristal de la ventana del autobús, los niños me saludaban al verme. Cuando les devolvía el saludo se ponían todos contentos. Las chicas que iban en este autobús me saludaron muy alegremente:
Al llegar al hotel, los 11 del grupo que quedamos decidimos quedar para cenar, hablar y despedirnos. Al día siguiente salían 3 vuelos por la mañana, y muchos ya no iríamos juntos. Seis de nosotros nos iríamos en el vuelo de las 8:00 a Madrid y nos recogerán a las 05:00 a.m. El resto salía una hora más tarde, en el vuelo de las 09:00, así que ya no los veríamos. Medio en broma, medio en serio decidimos ir a cenar todos en chilaba. Me acordaría de este momento chilaba en el jardín al llegar a Santiago y contar 17 picaduras de mosquito en una pierna y 6 en la otra. En Egipto no me picaban nada, pero en Galicia y con el frío...ufffffff

Nos sacamos una foto de grupo para rememorar el momento. Después de ocho días memorables, ésta era nuestra última noche juntos en Egipto.

EPÍLOGO 05/11/12: Nos despertamos a las 04:30 a.m. y estaba lloviendo. Era una lluvia fina pero, ¡quién iba a pensar que iba a ver llover en Egipto!. Nos vinierona buscar en autobús al hotel, y el representante de la agencia, Miro, nos pasó una encuesta de satisfacción para que rellenásemos. Iba mirando por la ventana las calles de El Cairo, y me daba una pena infinita tener que volver. Ya me había acostumbrado al clima, a la gente, al modo de vida. Sentía un nudo en la garganta pero me reprimí las ganas de llorar.

Miro hizocon nosotros todo el check-in y mientras esperábamos le preguntamos sobre los guías y los representantes. Nos contó que para ser guía hay que estudiar 4 años el idioma que sea y dos años de historia. Cada cuatro años, además, tienen que pasar un examen para asegurar que están actualizados. Nos dijo que él estaba estudiando para guía portugués, porque hay un mercado emergente importante en Sudamérica. Hablaba español perfectamente, mejor que cualquier de los demás. Era increíble lo bien que construía las frases y la pronunciación. También me preguntó, medio en broma como Hesham, si estoy segura de ser española por los ojos claros. Le pregunté de qué tengo pinta y me dice que de francesa. Lo tendré en cuenta para hacerme pasar por francesa cuando me interese jiji

Le pedimos al chico del mostrador de facturación si nos puede sentar a todos juntos. El pobre hombre se armó un lío y nos dio unos asientos en la misma fila, pero no juntos. Nos despedimos de Miro.
Al llegar al avión nos dimos cuenta de que tenemos los sitios justo detrás de primera clase, con lo que teníamos un espacio exagerado delante de nosotros. Ni aún estirando las piernas llegaba a tocar el separador. Volábamos al lado de un TCP hombre, que viajaba a Madrid por primera vez.

No encontrábamos bandeja (no hay asiento de enfrente) así que el bizcocho y té que nos dieron a las 9:00 nos lo comimos incómodos de cualquier manera. El bizcocho, como todos los bizcochos que había probado hasta ahora en Egipto, estaba de vicio. A la hora de la comida ya nos enteramos de que la bandeja estaba escondida en el reposabrazos y nos tomamos la consabida ración de arroz y pollo. Tras cinco horas de vuelo aterrizamos en Madrid a las doce del mediodía. Sólo nos quedaba la parte más difícil, despedirnos de nuestros compañeros de viaje y volver a la rutina española.