Sevilla día 2: Museo de BBAA, Casa de Pilatos, Hospital de los Venerables, Paseo por el Guadalquivir, Triana.

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Desayunando en la Cacharrería

Este segundo día, mis suegros decidieron quedarse descansando un poco más y pasar del madrugón. Nosotros habíamos programado la visita al Museo de Bellas Artes, y como ellos tampoco son mucho de museos, prefirieron quedarse durmiendo y tomárselo con más calma. Mr. Knook y yo empezamos el día caminando hasta el lugar donde habíamos decidido parar a desayunar. De camino nos encontramos con el Metropol Parasol. Debajo de estas "setas" hay bares, restaurantes y un museo, y en lo alto hay también un mirador y un restaurante. A esas horas todavía no estaba abierto.
176 - Barrio de AlfalfaDesayunamos en un sitio muy recomendado en Internet (La Chacharrería: mi crítica en Tripadvisor aquí), que además nos quedaba de camino hacia el museo. No estuvo mal, especialmente las tres diferentes mermeladas caseras que me pusieron con las tostadas, muy ricas. Con el estómago lleno, nos dirigimos al museo, que estaba muy cerquita.

177 - Barrio de Alfalfa

Museo de Bellas Artes

El acceso al Museo de Bellas Artes es gratuito, y está considerado como el mejor museo de España después del Prado. En su interior se muestran pinturas claves del barroco sevillano y del siglo de oro de la escuela sevillana, con obras de Murillo y Zurbarán entre otros. El edificio era un antiguo convento, y tanto el edificio como la mayoría de las obras que acoge (que proceden de diferentes conventos) fueron expropiados tras la desamortización de Mendizábal. Está estructurado en torno a tres patios o claustros, cada uno diferente del otro, y decorado también con diferente azulejado.
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Uno de los patios
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Otro patio/claustro
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Detalle de los azulejos del suelo en uno de los claustros
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Azulejado de otro claustro
En el interior, una de las cosas que más llama la atención es la exposición de la antigua iglesia del convento. Aquí se encuentran las obras más importantes, como la Inmaculada Concepción de Murillo, que ocupa un lugar privilegiado.
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Iglesia del Convento, con la Virgen de Murillo al fondo
La verdad es que nos gustó mucho el museo, no es especialmente grande, y por lo tanto es fácil de abarcar. Las obras pueden no ser del gusto de todos (personalmente prefiero los impresionistas), pero es muy recomendable.

Casa de Pilatos

Tras la visita al museo nos reencontramos con los padres de Mr. Knook y nos dirigimos hacia la Casa de Pilatos. Esta visita en un principio no entraba en los planes, pero como estaba próxima nos acercamos a verla, y la verdad es que nos encantó. No sé por qué tuvimos que esperar unos 15-20 minutos haciendo cola, ya que tardaban mucho en dar las entradas. Cuando al fin nos tocó, nos dieron una audioguía a cada uno y nos dijeron que la planta de arriba sólo era accesible en visita guiada, la próxima empezaría a las 13:30. La audioguía era un poco rollo y como no teníamos mucho tiempo tuvimos que saltarnos varios audios. Tampoco nos dio mucha pena, porque era bastante pesada.

Este palacete pertenece a los duques de Medinaceli y es su residencia permanente. Como la Plaza de España, también ha servido de escenario a algunas películas. El esplendoroso patio llama poderosamente la atención por las estatuas y bustos de emperadores romanos y otros personajes clásicos. Los azulejos y los arcos del estilo mudéjar se mezclan con el renacentismo italiano, y posee también encantadores patios.
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Fuente del patio principal
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Detalle de los bustos romanos y las puertas mudéjares.
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Azulejos en una de las estancias que rodeaban el patio.
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Esquina de uno de los patios.
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Había una estatua en cada esquina del patio
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Detalle de los diferentes azulejos en las paredes que bordeaban el patio principal.
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Acequia en uno de los patios
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Detalle de uno de los arcos de las puertas.
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Detalle del techo de una de las estancias de la planta baja.
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Detalle del techo.
A las 13:30 debíamos reunirnos en lo alto de la escalera que conducía a la primera planta. Estuvimos esperando un rato hasta que vinieron las dos guías y nos dividieron en dos grupos para que fuese más manejable. Yo ya estaba maravillada con los preciosos azulejos de la escalera y los techos.
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Azulejado de la escalera
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Diferentes azulejados que no repetían motivo.
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La cúpula y el azulejado de la escalera era impresionante.
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Otro detalle de los diferentes azulejos zonales.
En la planta de arriba nos explicaron un poco la historia de la construcción de la casa y un poco de la historia de la familia Medinaceli, mientras nos iban enseñando las distintas habitaciones. La verdad es que la visita de la primera planta, aunque tenía varias pinturas interesantes, me pareció totalmente prescindible. Lo bonito de ver realmente, era la arquitectura de la planta baja, ya que las habitaciones por dentro no eran nada del otro mundo y además eran bastante incómodas de visitar con tanta gente. Para conservar las alfombras estaba prohibido pisarlas, así que estábamos amontonados en las esquinas de cada habitación y sin posibilidad de movimiento. Al finalizar la visita bajamos de nuevo a la planta baja, donde pudimos ver las dos casas anexas al palacio que sirven de residencia a la familia.
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Escudo de los Medinaceli

Comida en Las Coloniales

Para comer nos acercamos a una de lasa tabernas recomendadas en los foros (Taberna Las Coloniales: mi crítica en Tripadvisor aquí) donde comimos muy bien a base de salmorejo, pollo con almendras, berenjenas fritas con miel y carne con patatas (que no recuerdo exactamente qué pieza era). Comimos en la terraza, bajo la sombrilla, pero el calor se notaba igual y al final de la comida estábamos todos bastante asados porque no corría ni mijita de aire.
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Ese salmorejo con jamón...¡qué bueno!

Hospital de los Venerables

Como el calor apretaba decidimos cambiar nuestro planing y acercarnos hasta el Hospital de los Venerables, por aquello de que seguro que se estaba fresquito. Por el camino vimos a unos tunos:
214 - Hospital de Venerables
Y aprovechamos para pasar por el Callejón del Agua buscando los patios típicos, pero que no vimos por ninguna parte.
216 - Hospital de Venerables
El Hospital de los Venerables era antiguamente un asilo para sacerdotes, hoy es la Sede del Centro Velázquez. Subiendo las escaleras desde la taquilla nos encontramos con el patio, cuyo centro estaba presidido por una fuente y tapado por una tela, lo que evitaba el calor agobiante de fuera.
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Las paredes de alrededor eran azulejadas:
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La Iglesia, situada en una de las esquinas del patio, es una verdadera maravilla. El órgano y el retablo mayor se encuentran enfrentados, y a cada lado de suelo a techo, frescos y pinturas que le dan un ambiente solemne y acogedor. Además estaban realizando los ensayos para un pequeño concierto de órgano y cuerda, con lo que la música le daba un ambiente más espiritual.
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Detalle del órgano y pinturas 
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Detalle de las pinturas de la bóveda
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Cúpula y retablo mayor
En una esquina del patio se encuentra el Centro Velázquez, con una pequeña exposición de pinturas de artistas renombrados como el propio Velázquez, Pacheco (maestro y suegro de Velázquez), Murillo o Zurbarán. La audioguía te explicaba los cuadros uno por uno, pero se paraba demasiado y yo preferí mirarlos sin más (en parte porque no me suele gustar la interpretación casi mística con la que suelen explicar los cuadros, prefiero interpretar yo el cuadro a mi manera). En la planta de arriba también había una exposición, pero de arte contemporáneo, que nos nos gustó demasiado.

Paseo por el Guadalquivir

Al salir del Hospital nos acercamos a la Torre del Oro, ya que es desde allí desde donde salen los barcos para dar un paseo por el Guadalquivir. El paseo nos salío muy caro (unos 15€ por persona por dos horas de paseo que la verdad es que ni tenía mucho que ver ni era nada especial). Como anécdota, por megafonía iban diciendo los monumentos que se iban viendo en varios idiomas, pero a veces decían cosas diferentes según el idioma. Otra anécdota fue que nos tuvimos que volver apenas 15 minutos después de zarpar para que un grupo de japoneses se pudiesen bajar porque, según dijeron, no les daba tiempo a hacer todo el recorrido. A continuación seguimos el itinerario de la visita con normalidad. Por supuesto nos pidieron mil perdones a todos, como no podía ser de otra manera xDDD
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Embarcadero al lado de la Torre del Oro
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Pabellón de Argentina de la Exposición Iberoamericana de 1929
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Triana, al otro lado del río
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Puente de Triana
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La verdad es que poco disfruté el paseo, sacando que estuvimos sentados y a la sombra. A la mitad de crucero, más o menos, se terminaron las explicaciones y empezaron a poner música rancia española como pasodobles estilo "Paquito el Chocolatero", "La Macarena" y demás cosas por el estilo.
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Mr. Knook en posición de bailar un pasodoble, que estaba sonando en ese momento

Triana

Tras el paso cruzamos uno de los puentes y nos acercamos al barrio de Triana.
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En la Plaza del Altozano nos topamos con una procesión, pero donde eran los niños quienes hacían de porteadores.
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Paseamos por Triana, intentamos visitar algunas de las Iglesias recomendadas en la guía pero una estaba cerrada, en otra había una boda... Mi suegro se llevó un poco de chasco, porque se pensaba que Triana iba a ser algo asombroso (por aquello de "El corazón que a Triana va....") y no lo fue, así que nos quedamos un poco decepcionados.
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Para no cansarnos mucho más ese día y aprovechando el increíble tiempo que nos estaba haciendo (como gallegos que somos el hecho de que no lloviera nos parecía increíble xDDD) nos sentamos a cenar en la terraza de un sitio de por allí (Altozano de Triana: mi crítica en Tripadvisor aquí).
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Tortillitas de calamares
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Pavías
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Pescadito frito
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Cazón en adobo
La verdad es que hacía una noche impresionante y estábamos muy a gusto en la calle. Después de cenar dimos un agradable paseo de vuelta al hotel disfrutando de las vistas sobre el Puente de Triana, pasando por la calle Sierpes -desierta a esas horas- y el animado ambiente de los bares de tapas del Barrio de Santa Cruz.
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Se estaba tan bien en la calle, que retrasamos lo máximo posibe la vuelta al hotel y nos paramos a tomar algo en uno de los bares de camino (Gusto Ristobar: mi crítica en Tripadvisor aquí). Mientras unos se deleitaban con una copita, yo me dejaba tentar por los postres. La verdad es que daba pena que acabase el día, pero teníamos que volver a descansar. Al día siguiente nos esperaba Córdoba.

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