Extremadura día 3: Cáceres y Trujillo
Conociendo Cáceres
Sábado, por fin abandonaríamos el hotel del infierno, o eso pensaba yo. Pero a primera hora de la mañana recibí una llamada de la agencia diciendo que los del hotel de Mérida, donde estábamos, no nos querían anular la última noche, y que la quieren cobrar igual. Afortunadamente, mi suegra, de buenas maneras, consiguió convencer a los del hotel (con una velada amenaza de presentar una denuncia en Consumo) y por fin fuimos libres de irnos. Por desgracia este contratiempo nos llevó unas dos horas resolverlo, así que en vez de marcharnos a primera hora como era nuestra intención, tuvimos que esperar retenidos hasta las 11.Una hora después llegábamos a Cáceres, y después de localizar nuestro nuevo hotel (Hotel Extremadura: mi crítica en Tripadvisor aquí) y dejar las maletas ya estábamos listos para recorrer las calles de su casco histórico. Apenas había una caminata de 15 minutos desde el hotel al centro, así que fuimos paseando tranquilamente por las calles, que estaban muy animadas.
Enseguida llegamos a la Plaza Mayor:
Subimos por el Arco de la Estrella, principal entrada al recinto amurallado, al lado de la Torre de Bujaco. Había mucha gente subida a la torre y a las murallas, yo también me quería subir (me encantan las murallas, trepar y las vistas), pero al final decidimos conocer un poco la ciudad a pie, y después nos olvidamos de volver :(
La ciudad nos sorprendió muy gratamente, no en vano su caso histórico es Patrimonio de la Humanidad. Está muy bien conservado y da gusto pasear por sus rincones.
Nos acercamos a la Concatedral de Santa María (comparte sede con Coria), que por fuera tiene un estilo bastante sobrio y por dentro era bastante luminosa. El ambiente en la catedral era muy ditendido, pues estaban recogiendo las figuras que habían salido de procesión y estaba todo lleno de restos de flores y embalajes.
Subimos a la torre y admiramos las vistas:
Y mientras estábamos allí en lo alto,haciendo fotos y disfrutando de las vistas, sonó la campanada que indicaba la una de la tarde. En ese momento Mr. Knook y yo estábamos justo debajo y nos llevamos un buen susto, porque no nos lo esperábamos.
Seguimos paseando sin rumbo fijo, viendo los diferentes palacios, las calles y los diferentes rincones de la ciudad.
Palacio de las Cigüeñas |
Torre de Sande |
Calle del Mono |
Para comer nos acercamos a un restaurante que ponían bastante bien en tripadvisor, y degustamos gastronomía de la tierra con un toque moderno (Restaurante Corregidor: mi crítica en Tripadvisor aquí).
Ensalada de langostinos y pimentón de la vera |
Criadillas de tierra (trufas) con espárragos |
Perdiz al chocolate |
Manitas de cerdo con prueba de matanza |
Cochinillo asado |
Solomillo con salsa de torta del casar |
Trujillo
Después de comer decidimos acercarnos hasta Trujillo, ciudad de conquistadores, pues en ella nacieron entre otros Francisco Pizarro, descubridor de Perú y Francisco de Orellana, descubridor del Amazonas. Nos encantó nada más llegar y pisar su preciosa Plaza Mayor, con una estatua dedicada a Pizarro.Algunos de los palacios y edificios señoriales tienen un característico balcón en esquina con el escudo encima. Para verlos todos se puede hacer la llamada "Ruta de los balcones de la esquina", que se publicitaba en la oficina de información turística.
Nosotros decidimos entrar en la Iglesia de Santa María la Mayor, en la cual están enterrados miembros de los principales linajes de la ciudad como los Pizarro o los Orellana, así como la tumba de Diego García de Paredes, "el sansón de Extremadura".
Desde lo alto del campanario las vistas eran magníficas, y aunque la subida era bastante larga y penosa valió realmente la pena. Desde lo alto se dominaba todo el paisaje, llegando a verse hasta Cáceres, a unos 40 kilómetros de Trujillo.
Ya eran las cinco de la tarde y todos los monumentos cerraban a esa hora (no me gusta nada que sigan el horario europeo sólo para esto), así que nos tuvimos que contentar con ver el castillo (antigua alcazaba árabe) desde fuera y volver a la Plaza Mayor.
Ese mismo día empezaría una de las fiestas más populares de Trujillo: el Chíviri. El ambiente festivo se notaba en la ciudad, con bares que prometían abrir de madrugada y una orquesta ensayando pero que tocaba tan mal que nos empezamos a plantear si serían los músicos de verdad o algunos estudiantes haciendo pruebas.
Mi suegra tenía ganas de quedarse a la fiesta, pero los demás estábamos ya cansados y deseando dormir en condiciones (cosa que no habíamos conseguido en el hotel de Mérida), así que volvimos a Cáceres y cenamos en un local de tapas cerca del hotel para recogernos pronto (Oleum Cáceres: mi critica en Tripadvisor aquí). Al día siguiente partíamos en viaje de vuelta a Santiago.
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