Berlín día 2: Permagonmuseum, Neues Museum, Berliner Dom, DDR Museum, Silvesterfest
Este día era especial, era la primera vez que amanecíamos fuera de España en Nochevieja. El día comenzó muy pronto, a las 8 de la mañana ya estábamos en pie y desayunando en el hotel con un par de cosas que habíamos bajado a comprar a la tienda. La idea era pasar la mañana visitando los únicos dos museos que estaban abiertos ese día: El Museo de Pérgamo y el Museo Nuevo.
Como la combinación de metro para llegar hasta allí no nos convencía mucho, decidimos ir andando hasta la Museumsinsel, la isla de los museos, lo que nos llevó una media hora. Por el camino volvimos a ver más tuberías de colores.
Pergamon Museum
Cuando llegamos al Museo de Pérgamo había una cola kilométrica y un cartel que decía que no había entradas disponibles para ese día. La verdad no se entendía muy bien para qué museo era la cola (ya que en la isla hay varios), si es que los de la cola ya tenían su entrada reservada, si estaban esperando o si van en grupo. Aún así decidimos intentarlo y preguntar en el mostrador.Una vez más nos entienden más mal que bien, ya que son totalmente incapaces de contestar algo en inglés que sea mínimamente entendible. Lo que entendemos es que no hay tickets y que tenemos que esperar. Después de 10 minutos esperando decidimos volver a preguntar y nos vuelven a decir que no tienen tickets. No nos quedó nada claro si es que no iba a haber en todo el día o si es que están esperando algo. 10 minutos después preguntamos si nos pueden dar entonces tickets para el Neues Museum y mágicamente nos dan dos tickets para el de Pérgamo. Nos quedamos tan sorprendidos que no sabíamos qué hacer, pero en vista de la cola que había detrás de nosotros cogimos los tickets y entramos sin más. ¿Era un milagro navideño?
Nos libramos de abrigos, gorros y demás parafernalia dejándolos en las taquillas para poder estar más cómodos (ya que en el museo hacía mucho calor) y subimos a la primera planta de la exposición. Nada más llegar nos encontramos con la Puerta de Ishtar.
La puerta de Ishtar da la bienvenida al Museo de Pérgamo |
Constatamos que el 95% de las explicaciones estaban en alemán, y viendo el percal decidimos ir a por una audioguía. Primero tenemos que convencer al guardia de que nos deje salir a cogerlas y no nos ponga pegas para volver a entrar, a lo que accede sin problema. La audioguía es totalmente gratuita, y si de verdad quieres enterarte de algo es aconsejable que la cojas. Eso sí, dura unas 2-3 horas, es larga, pero toca prácticamente todo el museo. Cogimos la audioguía en español y a las 10:30 estábamos ya listos para empezar la visita.
La Puerta de Ishtar, de Babilonia, la puerta del Mercado romano de Mileto o el altar de Pérgamo (que da nombre al museo) son algunas de las maravillas del mundo antiguo que podemos ver en este museo.
Puerta del Mercado romano de Mileto |
Altar de Pérgamo |
El Neues Museum
Apenas teníamos poco más de media hora para la visita, pues al ser fin de año el Neues Museum cerraba a las 14:00. Decidimos arriesgarnos, en media hora más o menos nos daría tiempo a ver el famoso busto de Nefertiti, que es la joya del museo. Al llegar donde los guardias de la entrada nos preguntaron la nacionalidad y unos de ellos nos dijo que dijéramos en España que Herr Tauer es el guardia más enrollado de todos (lo que dejamos constancia) y nos abrió la puerta para poder entrar, advirtiéndonos de que a esas horas normalmente ya no dejan entrar a nadie. ¿Otro milagro navideño?Volvimos a dejar todo en la taquilla e intentamos coger otra audioguía, pero nos dijeron que a esas horas ya no las dan (no todo nos iba a salir bien). Optamos por ir directamente hasta el busto de Nefertiti para no perder tiempo. Al llegar constatamos que era verdaderamente impresionante, aunque rodeados de gente no se podía apreciar tan bien. El resto de las salas las recorremos rápidamente: antigüedades egipcias, romanas y griegas se van sucediendo en las salas, pero tienen poco interés si, como nosotros, ya has visto otras piezas del estilo en Roma, el MET, el Museo Británico y en el propio Museo de Pérgamo. Los avisos por megafonía anunciaban el cierre del museo, así que cogimos nuestros bártulos y nos fuimos a ver la catedral de Berlín.
Berliner Dom
La catedral de Berlín, Berliner Dom en alemán, fue nuestra siguiente parada.La catedral por fuera no me decía demasiado, pero el interior (previo pago de 7€ de entrada), es bastante bonito y las vistas desde la cúpula valen la pena.
Los sarcófagos de Federico I de Prusia y su esposa, la reina Sofía Carlota de Hannover, están en esta misma planta, muy ornamentados y en color dorado:
La catedral se va recorriendo después en sentido ascendente, pasando a los pisos superiores donde hay un pequeño museo y después de una larga escalera de caracol, la cúpula. Desde allí arriba pudimos divisar la Isla de los Museos y los alrededores con bastante detalle:
Alexander Platz con la torre de televisión a la izquierda y el Rotes Rathaus (ayutamiento) a la derecha |
El edificio de la Alte Nationalgalerie |
Fachada del Altes Museum |
Al acabar la visita a la cúpula el recorrido desciende hasta la cripta de los Hohenzollern, dinastía a la que pertenecieron la gran mayoría de los gobernantes alemanes desde el Siglo XV hasta el fin de la IGM (incluidos Federico y Sofía Carlota, cuyas tumbas estaban en la planta de la iglesia). Aquí se nos hace difícil identificar a los monarcas y saber quién es quién, ya que una vez más todos los títulos están en alemán.
Neues sinagoge y Tacheles
Como siempre se nos había pasado la hora "decente" de comer. Ya eran las tres de la tarde, así que nos metimos en un sitio cercano para tomar un tentempié (Wrap me: mi crítica en Tripadvisor aquí). Una sopita y un wrap nos sirvieron para reponer fuerzas y seguir pateando. Como curiosidad todos los camareros hablaban español.Por todas partes veíamos estas esculturas de osos, los United Buddy Bears, una serie de esculturas cada una pintada con un diseño diferente.
Para llegar a nuestro siguiente punto pasamos por delante de Hackescher Markt, una bonita estación de S-Bahn:
Y seguimos por Oranienburger Straße, antigua zona judía y hoy muy popular debido a su vida nocturna.
La siguiente parada era la Neues Sinagogue, la sinagoga central de la comunidad judía en Berlín, de la que no tengo foto. Para entrar nos hicieron pasar por un control de seguridad y nos cobraron 3€ por entrar al museo y 2€ más por entrar a la cúpula. Entramos pensando que sería una sinagoga en activo, pero no. El edificio actual es una reconstrucción -la original fue dañada en la IIGM- y ni siquiera está completo. Las estancias están vacías y acogen una exposición bastante aburrida sobre el judaismo en Berlín. Decepcionados subimos a la cúpula, otro espacio enorme y vacío desde el que apenas había ninguna vista. Ni que decir tiene que salimos de allí bastante quemados...
Ya era de noche y decidimos recorrer la calle hasta el final buscando la casa Tacheles, pero como era de noche y tampoco teníamos muchas ganas, pasamos por delante del edificio sin más y seguimos nuestro paseo. De todas formas, me parece que ya no se puede entrar.
Deshicimos el camino hasta volver a Museumsinsel por la orilla del Spree. Aún faltaban unas horas para fin de año, pero los petardos se oían por doquier y los niños en los parques jugaban con ellos.
En general Berlín está poco iluminado, y la zona del río apenas tenía un par de luces.
Mensaje felicitando el año nuevo en un banco |
E río con la Isla de los Museos y la antena de TV al fondo |
La isla de los Museos de noche |
DDR Museum
Aún teníamos mucha tarde por delante y mucho tiempo por hacer hasta las 12 de la noche. Una de las pocas cosas que estaba abierta ese día y a esa hora era el Museo de la DDR, así que decidimos acercarnos hasta allí. Está situado justo enfrente de la catedral. En este museo enseñan la vida en la Alemania oriental en una exposición muy amena e interactiva. Desde los libros de la escuela, los bailes, la ropa, los coches, la comida, hasta celdas y salas de interrogatorios de la Stasi.Un Trabant al que te podías subir, y hasta conducirlo en un simulador proyectado en el parabrisas. |
La ropa producida en la Alemania oriental seguía siendo actual. ¡Todo vuelve! |
Una celda de la Stasi |
Con la entrada al museo te dan un vale de descuento del 10% para el restaurante del museo (DDR Restaurant Domklause: mi crítica en Tripadvisor aquí). Como la comida había sido muy frugal decidimos parar a merendar allí. Cuál fue nuestra sorpresa cuando descubrimos que el restaurante sirve platos típicos de la época, ¡qué puntazo!. Así aprendimos, por ejemplo, que la pasta con azúcar era un plato muy popular o que la DDR tenía su propia crema de chocolate, la Nudossi (porque la Nutella era de capitalistas, claro). La verdad es que todo en la carta tenía una pinta buenísma, pero yo me decidí por un trozo de tarta de queso con mandarina y semillas de amapola, o séase, una mohn-mandarinen-käsekuchen de toda la vida xD
Mohn-mandarinen-käsekuchen, ¡venga, que no se os olvide!. |
Mr. Knook se decidió por un sandwich de una especie de embutido raro, que resultó ser carne cruda y que no le gustó nada.
Ya eran las 8 de la tarde y la Puerta de Brandeburgo estaba totalmente acordonada por la polizei, que no dejaba pasar a nadie. Para llegar hasta Potsdamer Platz nos hicieron dar un rodeo importante, porque todos los alrededores estaban también cortados. El motivo es que cada año en esta zona se celebra una espectacular fiesta al aire libre y gratuita con distintos escenarios y con música en directo, dj's, espectáculo de luces y láser, puestos de comida, etc.
Nosotros decidimos ir a cenar a un indio cerca del hotel al que le habíamos echado el ojo (Restaurante Amrit: mi crítica en Tripadvisor aquí). Las indias iban vestidas con unos saris preciosos, la comida no estuvo nada mal y como anécdota, la situación surrealista que viví en el baño de señoras: 3 chicas inglesas limpiando el vómito de su amiga, que no se podía ni levantar, y pidiéndonos perdón a todos. Al final tuvieron que venir los de emergencias a llevársela y todo, pobre mujer.
Todavía nos faltaban horas por delante hasta medianoche (nunca un día de viaje se me había hecho tan largo), así que nos acercamos hasta el Sony Center. La plaza central estaba cubierta por una característico techo que recuerda a la carpa de un circo, e iluminado con una iluminación muy llamativa con luces que iban cambiando de color. También había figuras navideñas hechas con Lego, ya que hay una tienda de esta marca en el centro.
Tratamos en vano de obtener en algún puesto callejero una botella pequeña de champán y un par de copas de plástico, pero ya lo habían vendido todo. En el café donde habíamos estado las vendían, pero la cola era tan larga que desistimos. Y así, rodeados de gente de todas las nacionalidades empezamos el nuevo año entre petardos y fuegos artificiales, sin campanadas y con una cuenta atrás que cantamos a coro con los demás:
15 minutos después la gente empezó a dispersarse y nos vimos atrapados cual sardinas en lata en medio de una marea humana, todos estrujados, estilo el metro de Japón. Debimos estar 15 minutos engullidos entre la gente, hasta que por fin pudimos empezar a caminar a nuestro propio albedrío, sorteando a la gente que seguía tirando petardos en medio de la calle. El olor a pólvora era irrespirable, y por el humo que lo inundaba todo y el sonido de los zambombazos parecía que estuviéramos en guerra.
Aún así fue un fin de año muy especial. Os dejo un vídeo que grabamos para que os sumerjáis en el ambiente que había:
Preparativos para la Silvesterfest
Volvimos andando hasta el hotel, todavía teníamos mucho tiempo. La gente empezaba a animarse y a comprar bebidas para la noche y los petardos seguían sonando unas veces más cerca y otras más lejos.Ya eran las 8 de la tarde y la Puerta de Brandeburgo estaba totalmente acordonada por la polizei, que no dejaba pasar a nadie. Para llegar hasta Potsdamer Platz nos hicieron dar un rodeo importante, porque todos los alrededores estaban también cortados. El motivo es que cada año en esta zona se celebra una espectacular fiesta al aire libre y gratuita con distintos escenarios y con música en directo, dj's, espectáculo de luces y láser, puestos de comida, etc.
Nosotros decidimos ir a cenar a un indio cerca del hotel al que le habíamos echado el ojo (Restaurante Amrit: mi crítica en Tripadvisor aquí). Las indias iban vestidas con unos saris preciosos, la comida no estuvo nada mal y como anécdota, la situación surrealista que viví en el baño de señoras: 3 chicas inglesas limpiando el vómito de su amiga, que no se podía ni levantar, y pidiéndonos perdón a todos. Al final tuvieron que venir los de emergencias a llevársela y todo, pobre mujer.
Todavía nos faltaban horas por delante hasta medianoche (nunca un día de viaje se me había hecho tan largo), así que nos acercamos hasta el Sony Center. La plaza central estaba cubierta por una característico techo que recuerda a la carpa de un circo, e iluminado con una iluminación muy llamativa con luces que iban cambiando de color. También había figuras navideñas hechas con Lego, ya que hay una tienda de esta marca en el centro.
El fin de año berlinés
Hacía frío y nos habíamos cansado de andar, así que nos refugiamos en el a tomarnos una infusión y otro pfankuchen (Café LebensArts: mi crítica en Tripadvisor aquí). Tuvimos suerte de encontrar una mesa nada más llegar, porque después se fue llenando de gente tanto el interior como el exterior, lo que hacía imposible siquiera salir de allí. Tanto era así que varias veces el camarero tuvo que pedirle por favor y a grito pelado a la gente que se apelotonaba en las entradas que saliesen del establecimiento. La gente se amontonaba en esta calle porque la policía seguía sin dejar acceder a la zona de la Puerta de Brandeburgo. Cuando nos decidimos a salir, sobre las 11:30, estábamos totalmente rodeados.Tratamos en vano de obtener en algún puesto callejero una botella pequeña de champán y un par de copas de plástico, pero ya lo habían vendido todo. En el café donde habíamos estado las vendían, pero la cola era tan larga que desistimos. Y así, rodeados de gente de todas las nacionalidades empezamos el nuevo año entre petardos y fuegos artificiales, sin campanadas y con una cuenta atrás que cantamos a coro con los demás:
15 minutos después la gente empezó a dispersarse y nos vimos atrapados cual sardinas en lata en medio de una marea humana, todos estrujados, estilo el metro de Japón. Debimos estar 15 minutos engullidos entre la gente, hasta que por fin pudimos empezar a caminar a nuestro propio albedrío, sorteando a la gente que seguía tirando petardos en medio de la calle. El olor a pólvora era irrespirable, y por el humo que lo inundaba todo y el sonido de los zambombazos parecía que estuviéramos en guerra.
Aún así fue un fin de año muy especial. Os dejo un vídeo que grabamos para que os sumerjáis en el ambiente que había:
2 comentarios
Buenoooooo con lo poco qu eme gustan a mi los petardos!! eso fin de año no es para mi xDD
ResponderEliminarVoy tomando nota de los museos ;) Para ver cuales nos pueden gustar mas!
Yaaa!!! Yo odio los petardos, y por encima se los echaban a la gente como si no fuesen peligrosos!! Así se me ve en el video, delante y yo sola, que estaba deseando llegar al hotel y ponerme a salvo! xDDDD
Eliminar