Japón Día 13: Tokio (Museo Edo, Akihabara, Nippori y Jinbocho)

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Nuestro último día en Japón. Desayunamos en un bar cercano al hotel que se llama Doutor Cofee. Era increíble la cantidad de cafeterías de estilo europeo y nombre italiano que había por todas partes, tan sólo vimos un sitio en Kyoto que ofreciera desayuno japonés. A base de cafés, tés y bocadillos (sin mucha variedad) empezamos nuestra última jornada en Tokio y la última ya del viaje, ya que al día siguiente salía el vuelo de vuelta.1173 - Museo Edo

El Museo Edo y la historia de Tokio

Habíamos decidido empezar el día visitando el Museo Edo, todos menos R. que quería volver a Akihabara para ver lo que no le había dado tiempo el día anterior. Por nuestra parte, para llegar hasta Ryogoku, donde se encuentra el museo, teníamos que hacer un transbordo desde la JR Yamanote hasta la Sobu en Akihabara. Sin embargo R. prefiere ir caminando, porque la verdad es que su destino estaba cerca del hotel y hacía un día fabuloso. De esta forma nos dividimos, nosotros tres por un lado y R. por el otro y quedamos con él a las 12:00 en Akihabara.

Haciendo el transporte antes comentado llegamos hasta Ryogoku. Cuando salimos de la estación nos encontramos estos "paneles" (no tengo ni idea de cómo se llaman) en donde puedes poner la cabeza y sacarte una foto.
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Luchador de sumo y pescador
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Samurai letal. Fijaos que lleva unos calcetines tabi.
Nada más salir de la estación divisamos el museo, que parece un poco la nave de Stars Wars:
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Museo Edo, a la derecha
Cogimos las entradas en la planta baja y nos informaron de que el museo empezaba en la planta 6ª (la más alta) para después ir descendiendo. Después nos abordó un guardia que nos informó de que podíamos elegir entre coger el ascensor o las escaleras mecánicas, pero que el recomendaba las escaleras "for an unforgettable experience". Las escaleras son un tubo de cristal, parecidas a las del Museo Pompidou de París, sólo que aquí estábamos completamente solos.
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Las escaleras por fuera
1179 - Museo Edo
Las escaleras por dentro
El museo cuenta con voluntarios que te van explicando cada parte del museo. B. propuso pedir uno y, cuando nos preguntaron por el idioma, pedimos uno en español a sabiendas de que no tendrían. El caso es que nos asignaron a una chica vestida con kimono y gafas que sí sabía algo de español y de España (Semana Santa, La Reconquista, La Giralda...) y que nos dejó alucinados. Nos preguntó en español por nuestra visita a Japón, qué tal lo estábamos pasando, lo que más nos había gustado, etc. También nos preguntó cuánto queríamos que durase la visita para poder ajustar las explicaciones. Como habíamos quedado a las 12:00 con R. sólo disponíamos de una hora y media. Las primeras presentaciones del museo las hizo en un español más que correcto pero después no se sintió lo suficientemente segura y continuó en inglés. Con su bolsito y su ipad nos iba dirigiendo por el museo y explicándonos la historia de Edo. El museo, pese a ser de historia, era muy moderno y ameno: tenían maquetas interactivas, audios, podrías subirte a algunas cosas...

El Museo Edo es uno de los museos imperdibles de Tokio (junto con el Museo Nacional). En él se presenta la historia de Tokio durante el período Edo ( Edo era el nombre que recibía Tokio hasta 1868). Este período abarca desde 1603 hasta 1868 y es también llamado periodo Tokugawa porque durante esos años Japón estaba bajo el mando del shogunato Tokugawa. Durante este período el shogunato se aisló del resto del mundo (sakoku), estableció un sistema de clases (del cual os hablé en este post), centralizó y unificó el país.

Vayamos por partes que esto es muy interesante (la guía nos lo iba contando con imágenes y maquetas pero yo estoy más limitada ;P):

Recordad que en lo alto de la pirámide estaba el emperador, en su palacio de Kioto, que en teoría era quien tenía el poder legítimo, pero era más una marioneta que otra cosa porque el poder de facto lo tenía el shogun. Debajo del shogun estaban los daimyo o señores feudales. Para poder controlarlos, durante este periodo el shogunato implantó el sistema sankin kotai. Esta ley obligaba a la familia del daimyo a residir permanentemente en Edo como una especie de rehenes que aseguraban la lealtad del daimyo hacia el shogunato. Además el propio daimyo debía alternar su residencia pasando un año en Edo y otro año fuera. Esto les obligaba a gastar más dinero en mantener dos casas, con lo que tenía menos recursos para cualquier posible levantamiento contra el shogun (¿qué listos, eh?). El resto de la población se dividía más o menos en cuatro clases: los samurái, los artesanos, los comerciantes y los campesinos. En la ciudad sólo vivían los tres primeros, cada uno en una parte específica: Los samurái eran en origen la clase guerrera que además había ostentado el gobierno de Japón en épocas pasadas. El propio Tokugawa Ieyasu era un samurái que en cuanto se convirtió en shogun luchó por recortar los derechos y privilegios de los mismos. Para ello les planteó dos opciones: dejar las armas y convertirse en campesinos o convertirse en sirvientes a sueldo del daimyo.

Con Edo como centro de Japón, la ciudad experimentó un gran crecimiento tanto económico como de población. También nacieron los primeros bancos, que se dedicaban a pesar los metales preciosos y razón por la cual a día de hoy el símbolo japonés del banco (por ejemplo en los mapas) es una pesa. Durante este período eran frecuentes los incendios (todas las construcciones eran de madera) y la ciudad ardió por completo unas cuantas veces. Todas y cada una de las veces fue reconstruída.
1180 - Museo Edo
Recontrucción de Edo y el puente de Nihonbashi, sede del primer mercado de pescado de la ciudad
El fuego era un asunto muy serio, pues con las construcciones de madera, los fuertes vientos y el sistema de iluminación (con lámparas de aceite, velas, etc.) el peligro era casi constante. Contaban con brigadas antiincendios, pero no eran demasiado efectivas, y en cuanto una casa ardía lo que hacían era destruir todas las casas de la manzana a modo de cortafuegos para evitar la propagación del fuego.

Los ukiyo-e surgieron también durante esta época. Son grabados hechos en madera que pueden ser reproducidos en masa (y por tanto baratos) y que se convierten en un éxito de ventas. La temática solía ser la vida en la ciudad, paisajes, teatro o zonas de alterne. También los hay eróticos y directamente porno.
1181 - Museo Edo
Imprenta de colores 
1182 - Museo Edo
Reconstrucción de una tienda de imágenes
El teatro kabuki también nace en este período. Esta mezcla de danza y cante que representa escenas cómicas de la vida diaria era en principio interpretado sólo por mujeres (a veces prostitutas) y enseguida se volvió muy popular. El shogunato, preocupado porque ensalza la vida mundana, decidió expulsar a las mujeres de los escenarios para proteger la moral pública (y tapar de paso algún que otro escándalo al que le estaban sacando punta). Son entonces los hombres los que pasan a interpretar todos los papeles.
1183 - Museo Edo
Reconstrucción de un escenario de teatro kabuki
Una de las cosas que más nos gustó es que nos dejaron entrar dentro de la enorme maqueta del teatro y acceder debajo del escenario, donde había un montón de instrumentos que se usaban durante las representaciones y para los "efectos especiales". Algunos imitaban pisadas, otros grillos, otros lluvia...
1185 - Museo Edo
Con los palos que tengo en la mano se imitaba el sonido de pisadas (el del calzado típico de sandalias de madera, claro)

1187 - Museo Edo
Nuestra simpática guía, mostrando los instrumentos para los efectos especiales
1186 - Museo EdoTambién nos enseño un juego llamado menko, que básicamente era como los tazos:
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Tazos del periodo Edo
Llegados a este punto la guía se paró, diciendo que ya nos había explicado toda la parte de Edo. Se había cumplido la hora pero que nos quedaba por ver la parte del Tokio actual. Entusiasmados y con la miel en los labios, no quedó otro remedio que llamar a R. y posponer media hora más el encuentro, ¡¡¡no nos podíamos marchar ahora con lo que estábamos disfrutando!!! La guía nos preguntó dónde habíamos quedado con nuestro amigo y empezó a calcular mentalmente los trasbordos y el tiempo que nos llevaría llegar para asegurarse de cuánto tiempo más efectivo disponíamos.

Pasó entonces a explicar la parte de la historia de Tokio: En 1853 llegó a Japón una flota armada estadounidense al mando del General Matthew Perry (no, no es el Matthew Perry de Friends, es otro) y les obliga a abrirse al comercio. A Japón no le quedó más remedio que aceptar porque no tenía una armada con la que defenderse.Japón se modernizó y occidentalió durante estos años. Se construyeron casas revestidas de piedra, aunque nadie quería habitarlas porque se consideran insanas y antinaturales (y con toda la lógica del mundo, visto desde su perspectiva y teniendo en cuenta el invierno frío y la humedad del país). Por dentro seguían teniendo la misma distribución que las casas tradicionales (tatamis, etc). Se construyeron también edificios a la manera occidental, embajadas, etc.
1189 - Museo Edo
Sentada en un rickshaw (que se cree fueron inventados en esa época en Tokio) y con la réplica de la primera cabina de teléfonos al fondo.
Sin embargo los términos del tratado de apertura fueron humillantes a los ojos de los japoneses, y el descontento hacia el shogunato fue creciendo. El emperador comenzó a tomar un papel activo en política de Estado. En 1868 estalló la Guerra Boshin entre los partidarios del shogunato y los partidarios del emperador. "Como vuestra reconquista" nos dijo la guía en un perfecto español. El shogun poseía una fuerza más numerosa, aunque formada básicamente por samuráis tradicionales. El emperador tenía unas tropas mucho más modernizadas, que contaban con cañones, ametralladoras y fusiles. Una serie de batallas culminaron con la rendición de Edo y la victoria de las tropas imperiales en lo que se conoce como la Restauración Meiji.

También nos habló de los terremotos que arrasaron Tokio, en especial el de 1855 y el Gran Terremoto de Kanto de 1923.  Una y otra vez la ciudad se volvía a reconstruir  En la mitología japonesa se creía que un  gran pez llamado Namazu, un siluro gigante que habitaba en las profundidades, era el causante de los terremotos. En algunos casos la imagen de Namazu es positiva, como símbolo de fortuna, ya que después de un terremoto hay mucho trabajo para la construcción y otras industrias a la hora de reconstruir la ciudad. Con la IIGM Tokio fue de nuevo arrasado con bombas incendiarias (de las cuales también vimos una expuesta). De nuevo se reconstruyó. Incendios, terremotos y bombardeos y toda y cada una de las veces la ciudad se reconstruía. Nos había quedado claro el sentido de la moralidad y el sufrimiento que se gastan los japoneses. Impactante.

Aquí la guía se despidió, pidiéndonos perdón por retrasarnos y diciendo que le pidiéramos también disculpas a nuestro amigo, que estaba esperando, por habernos retenido. Contentos y entusiasmados por tan amena visita nos dirigimos a la estación de tren. Desde la estación se divisaba el Pabellón de Sumo, justo al lado del museo y que nos quedamos con ganas de visitar.
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Pabellón de sumo, con tejado verde

Akihabara, el barrio de la electrónica

Sin perder más tiempo pusimos rumbo a Akihabara, y nada más llegar a la estación nos encontramos con la promoción de una serie o un juego (no lo teníamos muy claro) y un montón de personas alrededor arremolinadas.1191 - Akihabara Electronic Town
Akihabara es el barrio de la electrónica y está lleno de tiendas de videojuegos, gadgets, anime y manga. Además es famoso por los maid cafés, unos cafés donde las camareras van vestidas de sirvientas.
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Anuncios de maid café en un edificio a la salida de la estación de Akihabara
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Una maid repartiendo panfletos de su café.  Al intentar fotografiarlas se daban la dan la vuelta o se tapaban la cara.
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Los edificios de Akihabara
Seguimos las indicaciones hacia la Akihabara Electric Town y enseguida nos encontramos con R. esperando a la salida de la estación. Con el tiempo que le habíamos dado ya se conocía la mayoría de las tiendas.
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R. nos llevó a la tienda de Super Potato, una tienda de videojuegos retro que ocupaba todo un edificio. Arriba de todo había y un montón de recreativas viejas a las que se podía jugar, y comida y bebida para reponer fuerzas, básicamente chocolatinas, gominolas y refrescos azucarados ¡lo que un jugador de Arcades necesita!
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R. no quiso pasar la oportunidad de jugar al Metal Slug:
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Como el tío no perdía y veíamos que la cosa iba para largo, nos fuimos a explorar el resto de la tienda. Vimos juegos de la NES, la SNES, Mega Drive, Game Boy y un montón de peluches de Mario.
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1199 - Akihabara Electronic Town1198 - Akihabara Electronic Town
Para comer Mr. Knook exigió tempura, así que R. nos llevó a un sitio que había visto en una de las calles. Sólo había sitios libres alrededor de la barra, pero no cuatro juntos. Sin embargo la gente que estaba comiendo sola se cambió de sitio para dejarnos juntos. ¡Qué amabilidad! Pedimos distintos menús de tempura, básicamente tendon, que incluían también sopa de miso. Yo me pedí tempura de vegetales (berenjena, calabaza, espárragos) y Mr. Knook también, pero añadió una parte de tempura de pescado (calamares, langostinos, etc.). Fue la tempura más rica que hubiese probado nunca.
1204 - Akihabara Electronic Town
Sólo de pensar en esta tempura se me hace la boca agua.

Los inquietantes anuncios del metro

Después de la deliciosa comida nos dirigimos a coger el metro de nuevo dirección Nippori. Muchas veces en las pantallas dentro de los vagones del metro salían anuncios como estos:
1206 - Akihabara Electronic Town
Estuvimos debatiendo si habría sido un accidente o algún suicidio. Por lo visto tirarse al metro es una de las formas de suicidio más populares. De hecho la línea Toei está equipada con barreras antisuicidios. Si queréis saber más sobre Japón y los suicidios este artículo de Kirai arroja algo de luz. También durante esos días el país estaba en alerta roja, cosa que nos recordaron varias veces por la megafonía del Shinkansen. No sabíamos exactamente por qué, pero suponíamos que tenía que ver con las amenazas de Corea del Norte. Aún así el ambiente era de total tranquilidad.

Nippori y Jimbocho

Nippori es el barrio de las telas de Tokio y B. quería mirar más telas para sus proyectos, así que esta vez decidimos acompañarla un rato. El barrio estaba lleno de tiendas de telas y eran todas super kawai:1207 - Nippori 1208 - Nippori 1209 - Nippori
Como B. y R. tenían para rato y a nosotros ya nos había llegado, decidimos irnos hasta Jimbocho, el barrio de los libreros. Las calles de este barrio eran una sucesión tras otra de librerías, donde me hubiera comprado varias cosas si no fuera porque todo estaba en japonés. Los stands estaban en plena calle, muchos sin ningún tipo de supervisión.1214 - Jimbocho 1215 - Jimbocho 1216 - Jimbocho

Despidiéndonos de Japón en Ueno

Para terminar el día volvimos a Ueno y decidimos despedirnos por última vez del Parque. Recorrimos paseando distintas zonas. El ambiente era muy animado, ya que la temperatura y el sakura invitaban a ello. Debajo de los cerezos la gente cenaba con amigos y compañeros de trabajo.1217 - Ueno Ameyoko 1218 - Ueno Ameyoko 1219 - Ueno Ameyoko  A pesar de que ya había anochecido, la temperatura era de 20ºC, se estaba fenomenal.
1220 - Ueno Ameyoko
Para terminar el día nos reunimos en el hotel con R. y B., que ya habían vuelto de Nippori hacía rato, y buscamos un sitio donde cenar en Ameyoko. Desgraciadamente, al ser viernes, estaba todo a tope y la búsqueda de restaurante se hizo bastante difícil.
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Acabamos en un restaurante que parecía ser una especie de chino. No nos convencía mucho, pero nada más entrar el dueño echó a unos que ya habían acabado de comer para dejarnos sentar a nosotros. Después de esto nos dio un poco de palo marcharnos, así que decidimos quedarnos. No había menú en inglés, por lo que tuvimos que guiarnos por las fotos de los platos (de mala calidad y pixeladas). Pedimos varias cosas, pero todas estaban bastante malas. Yo pedí unas gambas con tomate (o algo así) que eran puro fuego de lo que picaban y fui incapaz de comerlas. Mr. Knook y B. se tomaron un salteado de cerdo que resultó ser un plato de cebolla gigantesco con unas tiritas de algo que parecía carne. R. se pidió unas gyozas que no estaban a la altura, pero por lo menos eran comestibles. Un desastre.
La última cena: un despropósito :(
1227 - Ueno Ameyoko
Aún así la cena no nos amargó el día, era nuestra última noche y la disfrutamos paseando un rato antes de volver al hotel.

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2 comentarios

  1. El museo Edo es una pasada!!! a mi me encantó! Lo bien organizado e interactivo quelo tienen...

    Ese último restaurante...no entiendo mucho, pero puede que sea coreano, hay un plato que me recuerda a lo que tienes tu delante, y sucomida suelepicar bastante...es posible :S

    Que morriña me ha entrado al ver ameyoko por la noche...buaaaaaaaaaaaaa quiero volver!!!

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    1. Ahora que me acuerdo el problema era que el menú no estaba en inglés y tuvimos que pedir por las fotos (de mala calidad y pixeladas). Asi que fue un poco "ó chou".

      Y el Museo Edo, sí, una pasada. Me dio pena no haber estado más tiempo!!! Era increíble!!! Y la guía también! :)

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