Japón día 12: Tokio (Harajuku, Roppongi Hills, Shinjuku)
Shinkansen de regreso a Tokio
Esta vez madrugamos un poco menos. Nos levantamos a las 08:30 e hicimos el check-out en el hotel. De regalito de despedida, los del hotel nos regalaron unos palillos a cada uno y nos fuimos todos contentos y agradecidos por el detalle.Desayunamos por última vez en el Café Velocce. El Shinkansen Hikari salía a las 09:56. Abandonábamos Kioto y nos volvíamos a Tokio dos días más, los dos últimos. Sabiendo que el viaje llegaba a su fin intentábamos retener todos los colores, los sonidos, las imágenes, para no olvidarnos de ellas. Sabíamos que tal vez podría ser la primera y última vez que estábamos en Japón, y no queríamos que se acabara.
Ya en la estación de Kioto y con puntualidad, como siempre, llegó el tren que tardaría 2h 40 min en llevarnos a la capital del país.
Operaria recogiendo un billete-reserva de las vías que le había caído a un pasajero |
A las 12:40 estábamos ya en Tokio. Nos fuimos al hotel a dejar las maletas solamente, ya que no podíamos hacer check-in hasta las 15:00. Nos costó un poco encontrarlo porque el letrero estaba en japonés. En el hotel apenas hablaban inglés, bueno, directamente no hablaban inglés más allá de "hello" (Hotel Marutani: mi crítica en Tripadvisor aquí). En la recepción preguntamos varias cosas que no nos supieon responder y buscaron desesperadamente en el traductor de google sin éxito (¡llegaron a buscar la palabra "room"!) . Esperamos bastante rato en la zona de recepción, que parecía una tienda de souvenirs: bolsos, botellas de agua con forma de Shinkansen, máquina para recargar móviles, peceras, la moqueta con estampado imitando un pasillo de rocas...Pagamos el hotel (que se pagan normalmente siempre por adelantado) y después de preguntar si podíamos dejar las maletas en consigna y esperar una respuesta que jamás llegó (el inglés no fluía) nos dijeron que tenemos las habitaciones listas. En la habitación, que es tipo japonesa, con su futón y su tatami pero bastante cutre, dejamos las maletas.
R. y B. ya habían comido en el tren y se marcharonn a Nippori, el barrio de las telas. Mr. Knook y yo nos fuimos al centro comercial (Shopping Marui en traducción inglés-japonés) 0101 y comemos allí, en un restaurante de la última planta (Restaurante Chanoma: mi crítica en Tripadvisor aquí). La carta estaba inglés y tenía buena pinta, así que nos sentamos convencidos. Una vez sentados la camarera nos aparece con un menú en japonés en el que obviamente no entendemos nada de nada. Le pedimos menú en inglés (se lo pedimos diciéndoselo en japonés) y nos dijeron que no tenían. Le decimos que entonces iremos fuera a señalar los platos de la carta que está en inglés, pero no nos entiende nada, ¡otra más que no habla ni papa de inglés! Mr. Knook salió a mirar el menú inglés, la camarera se acercó muy angustiada porque no habías elegido nada y la maldita no se iba de nuestro lado. Nos explicó el funcionamiento del menú en japonés y nada, que no nos entendemos. Acabé eligiendo lo que más o menos recordaba de fuera y Mr. Knook, desesperado, eligió algo al azar. Cuando se fue la camarera me dijo que no sabía ni lo que había pedido...
Pasados unos minutos volvió la camarera con la comida. Yo había acertado, tenía un cuenco de arroz, sopa de miso, tonkatsu, tempura y una especie de huevo revuelto con salsa de tomate. Todo estaba muy rico. Mr. Knook tenía la versión en grande de mi huevo revuelto pero sobre donburi. De postre con el menú teníamos helado de vainilla.
Mr. Knook, con cara de circunstancias |
Harajuku, santuario y compras
Después de comer, y aprovechando que nuestro JRP todavía era válido hasta las doce de la noche y las líneas JR nos salían gratis, cogimos la línea JR Chuo dirección Harajuku, para acabar de ver todo lo que no nos había dado tiempo el domingo que llegamos. Lo primero que visitamos fue el Santuario Meiji, dedicado a los espíritus divinos del Emperador Meiji y su mujer, la Emperatriz, que además están enterrados aquí. Es el santuario sintoísta más importante de Tokio:Torii de cedro |
Barriles de sake donados al templo |
Patio exterior del santuario |
Tabletas ema |
La verdad es que después de haber visto tantos templos y santuarios no nos impresiona demasiado...
La siguiente visita fue la calle de Takeshita Dori, una callejuela llena de tiendas de moda, cafés y restaurantes y siempre llena de gente.
Un río de gente en Takeshita Dori |
Haciendo la japonesa a la entrada de la calle |
Pareja japonesa en el Santuario Meiji: él luce unos botines de tacón y un bolso. |
Chicas japonesas con los calcetines de moda, con blonda. |
Mis compras hortero-japonesas |
Estación de metro de Harajuku |
Anuncios con robots gigantes |
Arte y arquitectura en Roppongi Hills
Roppongi es un distrito muy famosos por su ocio nocturno y uno de los sitios para vivir más caros de Tokio. Lo que nos interesaba era visitar Roppongi Hills, un complejo de oficinas, tiendas, restaurantes, parques, museos y cines. Al llegar nos recibió Mamá, una escultura de Louise Bourgeois que os sonará si habéis visto el Guggenheim de Bilbao.La famosa escultura de la araña, que está en varias partes del mundo |
Vistas desde Roppongi Hills |
Las torres de Roppongi |
Torre Mori |
Estatua de una rosa de Isa Genzken |
Torre de Tokio, basada en la Torre Eiffel de París |
Shinjuku este: el barrio rojo de Kabukicho
Después de la corta visita, deshicimos el camino de nuevo hasta Harajuku y ahí fuimos dirección Shinjuku. En el metro nos encontramos un anuncio del famoso Matsuko Deluxe (que ya conocíamos de Odaiba), esta vez no se parecía tanto a Falete.En Shinjuku nos quedaba por visitar la zona este. Salimos por la salida este y ¡qué diferencia con la salida oeste!. Había más desorden y menos edificios altos, miles de neones y un montón de gente.
Lo que queríamos ver era el barrio rojo de Kabukicho. Aquí hay bares de alterne y salas de pachinko pero lo que más había era bares y restaurantes. La verdad es que era todo bastante discreto y nada ofensivo. Además el que las japonesas suelan llevar mini-minifaldas, medias hasta media pierna, taconazos y un aire bastante extravagante hacía que fuese muy difícil diferenciar nada.
También vimos el Golden Gai que a pesar del nombre no es dorado (ni gay como muchos parecen creer) sino que son unos estrechos callejones llenos de bares minúsculos.
El ambiente era tan animado que no teníamos ganas de irnos, pero habíamos quedado con R. y B. para cenar cerca del hotel y además habíamos encargado a R. que buscase un karaoke cercano, así que con mucha pena nos dirigimos de vuelta a la estación. Allí nos encontramos con esta máquina expendedora táctil supermoderna:
Noche de karaoke
Ya en Ueno buscar un sitio para cenar fue difícil, porque todos los restaurantes de Ameyoko estaban siempre a rebosar. Decidimos volver al centro comercial donde habíamos comido Mr. Knook y yo a mediodía y acabamos cenando en una trattoria. Intentamos pedir tortilla de patata por curiosidad, pero nos dijeron que no quedaba. Costaba creer que se hubiesen quedado sin huevos o patatas así que bromeamos diciendo que se había rajado al ver que éramos españoles. R. y B. pidieron una pizza de pera y gorgonzola pero ¡oh sorpresa, no había Gorgonzola! Si a eso le añades que los japoneses nunca se salen del manualillo (y por tanto no podían improvisar y echarle otro queso), les tocó quedarse sin probar la pizza de pera. Aún así las pizzas que acabamos pidieondo estaban bastante ricas.Después de cenar nos acercamos hasta uno de los muchos karaokes que hay por el área. De camino nos encontramos un sarariman con la mayor cogorza que hayamos visto. De hecho R. hasta intentó hacerle un vídeo. Sólo le faltaba cantar el equivalente japonés a La Rianxeira...
Al llegar a la calle del karaoke nos llamó la atención la cantidad de camiones de bomberos que había en la calle, contamos unos 14. No sabíamos qué había pasado, intuimos un fuego o algo pero aún así la cantidad de camiones era exagerada. No le hicimos mucho más caso y entramos al karaoke, que ocupaba todo el edificio, y reservamos una hora con mucho esfuerzo, porque el encargado no hablaba demasiado inglés (teníamos el día de encontrarnos con todos, sí). Tuvimos que pedir también bebidas, porque no nos dejaron entrar sin pedir algo. Nuestra sala, individual, estaba en la primera planta. La sala en sí era rectangular, cutrecilla y olía a tabaco que mataba. Contaba con un sofá a lo largo de la pared y en el centro había una mesa con varios menús para pedir comida. En la otra pared estaba la tele y unas pantallas-mando portátiles donde se podían y elegían las canciones. Por desgracia todo el software estaba en japonés, así que nos llevó un montón de tiempo entender cómo funcionaba. Bueno, entender lo entendió R. que fue capaz de saber qué botón era buscar y cuál aceptar, yo iba probando botones hasta que saliera algo. Cuando más o menos habíamos encontrado la manera sonó el teléfono para informarnos de que ya casi había pasado la hora. R. bajó para pedir media hora más. Mientras, encontré un top de canciones y añadimos varias porque la búsqueda era un poco rollo y no nos queríamos quedar sin tiempo de nuevo. Cantamos canciones clásicas de karaoke como Elvis, Sinatra o ABBA y nos echamos unas risas.
Intentando descifrar algo en la pantalla-mando |
¿Dónde dices que tengo que pulsar? |
2 comentarios
En que hotel estuvisteis??
ResponderEliminarEl karaoke...quizás en la zona de shibuya quehay muchos los hay quelo tienen en inglés :S
Es algo quemi me faltó probar ;)
En el hotel Marutani, llenito de japoneses estaba!! Era de lo poco que había en esas fechas.
EliminarYo quería haber ido a Shibuya para el karaoke, pero mis amigos prefirieron en Ueno así que me tocó ceder. La próxima vez será a lo grande!!! xDDDDD