Setúbal

Mirador de São Sebastião

Desde allí nos percatamos de que la ciudad de Setúbal se encuentra de espaldas al mar. No tiene un paseo marítimo ni fachadas abiertas hacia el mar. Todo se encuentra mirando hacia el interior. Nos resultó curioso, aunque lo veríamos después en otras localidades costeras.

Vistas desde el mirador

Setúbal se articula en torno a la plaza central Praça do Bocage y la Avenida Luisa Todi. En la plaza, peatonal, se encuentra la cámara de comercio y muchos cafés. Es una plaza muy extensa y abierta, desde la que parten las demás calles peatonales del centro o la baixa como allí se llama. No es una demasiado turística y en eso reside su encanto. La encontramos llena de vida, caótica y sucia por zonas, pero nos gustó.

Praça Bocage

Parte de su encanto reside en las esculturas y decoraciones que se encontraban por todas las calles, desde enormes gatos en los tejados hasta flores adornando las intersecciones de las calles o sus balcones o azulejos pintados de colores en el suelo. En cada calle podías encontrar una sorpresa decorativa.

Estuvimos paseando por la baixa y buscando un sitio donde comer. No había demasiados restaurantes abiertos por motivo de la pandemia. Aún así, conseguimos encontrar un lugar muy recomendable donde probar comida casera portuguesa (Adega dos Garrafões: mi crítica en Tripadvisor aquí).

Como siempre en Portugal, destacan especialmente los postres porque siguen siendo caseros y típicos y aún no han sido invandidos (o no se han dejado invadir) por los típicos postres de ahora (tiramisú, coulant, cheesecake...). Un bolo de bolacha (tarta de galleta y mantequilla), sericaia (tarta de huevo, canela y leche) y Pe de salsa (cabello de ángel y yema de huevo).

 

El Convento de Jesús es el principal monumento histórico, a 5 minutos de la baixa. Es de estilo manuelino (de hecho fue uno de los primeros en este estilo) y monumento nacional. No pudimos entrar porque estaba cerrado.

Convento  de Jesús

Ya en la zona ribereña encontramos el Mercado do Livramento, un espléndido mercado azulejado que mis suegros habían visitado con mis padres unos años antes y que les había dejado impresionado por la cantidad de género que allí se movía. Desgraciadamente ese día, al ser sábado, estaba cerrado y nos quedamos con las ganas.

Azeitão

Después de comer decidimos subir hasta el pueblo de Azeitão, ya que teníamos ganas de playa pero hacía demasiado calor y teníamos que esperara a que bajar un poco el sol. Azeitão es una zona famosa por su gastronomía (vino, queso), los azulejos y las casas nobles que allí se encuentran. La zona comprende varios pueblos, nosotros nos paramos en Vila Nogueira de Azeitão. No teníamos pensado más que pasear pero nos encontramos con las Bodegas de José Maria da Fonseca y allá que quiso ir mi suegro, amante del vino.

Dejar atrás el mar y subir la Serra da Arrábida ya te transporta a otro mundo, mucho más reposado y sereno. Pues entrar en las bodegas fue también otro mundo, mucho más bucólico y elegante que el tranquilo pueblo que dejábamos atrás.

Bodegas Jose Maria da Fonseca

Las bodegas de Jose Maria da Fonseca son una de las más antiguas de Portugal. Se fundó en 1834 y hoy sigue siendo una empresa familiar que exporta la mayor parte de su producción. La visita guiada por la bodega incluye una degustación de sus más famosos vinos al final de la misma. Aunque no bebemos, nos pareció una visita muy interesante aunque cara (30€ por persona).

En la cata del final se incluye uno de los vinos más conocidos de la regións: el moscatel de Setúbal.

Al terminar la visita a las bodegas bajamos de nuevo a la costa hasta la Praia da Figueirinha para disfrutar de las últimas horas de sol.

Al día siguiente pusimos rumbo a casa. De camino paramos en un restaurante a comer (Restaurante Arco-Íris Pizzaria: mi crítica en Tripadvisor aquí). Pudimos probar más comida casera como el bacalao a lagareiro (con patatas y aceite, muy rico) o los filetes de pulpo (sorprendentes).

Bacalao a lagareiro

Filetes de pulpo