Algarve día 6: Silves y Alte

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Silves

Ese día íbamos a descubrir el Algarve más interior. La primera parada fue Silves. Aquí se asentaron fenicios, cartagineses y romanos, para después pasar a manos de los árabes que la convirtieron en una fortaleza gracias a la orografía de lugar. Tras esta conquista se convirtió en capital del Algarve, que se gobernaba desde el castillo de rojizos ladrillos característicos de la región.

El ambiente en esta zona interior era bastante diferente al de la costa. Aunque seguía siendo turístico nos pareció que Silves todavía mantenía lago de su esencia original y no se había pervertido tanto al turismo. La ciudad estaba engalanada por fiestas aunque su fiesta principal, la feria medieval, se había cancelado debido al coronavirus.
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Calles de Silves I
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Calles de Silves II
 
La Porta da Cidade daba acceso a la ciudad fortificada y está hecha de arenisca roja -gres de Silves- típica de esta localidad. Desde aquí llegamos a la calle principal, una enorme cuesta arriba en la que rematan la catedral y el castillo.
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Porta da Cidade

Catedral de Silves

La Catedral de Silves está también hecha de esta característica piedra. Data del siglo XIII y está construida sobre la antigua mezquita. Su belleza reside tal vez en este material y su simplicidad. 
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Exterior de la catedral
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Interior de la catedral
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Castelo de Silves

Arriba de todo, dominando toda la ciudad, se encuentra el Castelo de Silves, también de arenisca roja. Fue construido por los árabes como fortaleza desde donde se gobernaba toda la región, pero más tarde fue usado por los cristianos y posteriormente como cárcel.  Debio a la actividad sísmica de la zona, sufrío muchos desperfectos y en el siglo XX fue objeto de restauración. Desde 1910 es monumento nacional de Portugal.
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La puerta de acceso se encuentra cerrada por una preciosa puerta de hierro forjado, y para poder entrar hay que hacerlo por un lateral donde se encuentran las taquillas.
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Una vez dentro del castillo te das cuenta de sus enormes dimensiones. Todo el perímetro amurallado se puede recorrer a pie, cosa que hicimos porque a esta que escribe le chiflan las almenas y los castillos y todo lo que sea subirse e implique vistas panormámicas (y aunque no lo implique, también). Además, desde lo alto de las murallas soplaba el viento y refrescaba nuestros agotados cuerpos del calor que habíamos pasado subiendo la empinada calle principal a 30ºC.
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Murallas para recorrer con la banderita de Portugal
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Más murallas con la bandera de Silves

Las vistas dejan ver las montañas que rodean Silves, un paisaje ocre con poco verde, donde el mar se antoja lejano aunque realmente no lo está. 
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En el interior del castillo hay varias excavaciones arqueológicas, un jardín pequeñito y una cisterna de origen árabe a la que se accede bajando unas escaleras. 
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Interior del castillo
Como en nuestro viaje a Grecia, volvimos a escuchar las chicharras o cigarras, poco comunes en nuestra zona, y que siempre nos llama la atención.
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Tras visitar el castillo, del que no dejamos rincón sin recorrer, bajamos de nuevo al centro de la ciudad para comer algo. Nos decidimos por un árabe (para seguir con la temática del día) con una terraza muy bonita (Restaurante Mosaiko: mi crítica en Tripadvisor aquí)

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Las tranquilas calles de Silves guardaban otra sorpresa: las decoraciones de las horrorosas cajas de luz y demás estaban bellamente decoradas con motivos silvenses. He aquí una selección de las más bonitas que encontramos:
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Alte

Después de comer nos dirigimos hasta Alte, que, según nos contaron en el propio pueblo, tomó su nombre del alto que dio una reina cuando llegó hasta este sitio en el que decidió enterrar a su marido. Sea verdad o no la historia que nos contaron, es un pueblecido encantador en el corazón del Algarve.

Nada más llegar y aparcar nos topamos con una enorme bandera portuguesa pintada en el lateral de la montaña.
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Las calles de este pueblecito típico algarvío son estrechas y blancas. También aquí podemos ver las características chimeneas algarvías.

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El principal atractivo de Alte es la Iglesia Nossa Senhora da Assunção, del siglo XVI y que cuenta con una entrada y una pila bautismal manuelina. En realidad, el interior de la iglesia tiene una mezcla de estilos y colores en cada capilla, pudiendo encontrar hasta azulejo sevillano en una de ellas.
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Exterior de la iglesia
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Interior de la iglesia con el retablo dorado
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A orillas del río Alte encontramos un área de recreo fluvial conocido como Fonte Grande, muy animada, donde pequeños y mayores se refrescaban del calor.
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También encontramos árboles típicos de la región como el madroño y el algarrobo, con los que se elaboran dulces y bebidas.
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Árbol de madroño
Para terminar, quisimos visitar la cascada Queda do Vigário, pero no pudimos porque estaba cerrada por el coronavirus.
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Y así termina nuestro relato por el Algarve, al día siguiente volveríamos a Santiago después de pasar una semana descansando en este paraíso cercano.

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