Tailandia y Camboya día 2: Casa de Jim Thompson, klongs, Golden Mountain, Chinatown

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Casa de Jim Thompson

Nuestro segundo día en Tailandia lo dedicamos a recorrer el centro por la mañana. La primera visita fue la casa de Jim Thompson, un museo muy interesante que creó el no menos interesante Jim Thompson. Este señor era un arquitecto y empresario que durante la Segunda Guerra Mundial fue enviado, entre otros lugares, a Bangkok y se enamoró del país. Tras acabar la guerra volvió a Tailandia y ayudó a relanzar prácticamente en solitario la industria de seda del país, que había caído en desgracia en favor de otras sedas más baratas. Además, compró varias casas tradicionales de teca y las volvió a construir en Bangkok y fue un ávido coleccionista de antigüedades y obras de arte que hoy se exponen en su casa museo. Despareció misteriosamente en 1967 cuando estaba de viaje en Malasia.

La visita a la casa que lleva su nombre es guiada y se organiza en diferentes idiomas. Al llegar tienes que elegir en qué idioma quieres la visita  (inglés, francés, tailandés o alemán, que recuerde)y ellos te asignan la hora. Mientras esperas puedes entretenerte en la tienda donde se venden ropas y pañuelos de seda auténtica (y a precios muy elevados, como es de esperar) o bien esperar en los jardines donde en ese momento había una muestra de cómo se se fabrica y tiñe el hilo de seda.
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Capullos e hilos de seda de diferentes colores
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Elaboración artesanal del hilo de seda
El personal se deshizo en atenciones con los niños que esperaban. A nosotros nos regalaron varias piezas de papiroflexia para entretener a la niña. A la hora señalada juntaron al grupo y nos explicaron en qué iba a consistir la visita. Durante la misma no se pueden hacer fotos y hay que dejar bolsos, mochilas y zapatos en un espacio habilitado al efecto.

Las casas tradicionales de Tailandia son de madera de teca, una madera muy dura que no flota. Este es quizá uno de las cosas que más nos impresionó y más recordamos, lo agradable que era caminar descalzo por el suelo. Algunas casas están levantadas del suelo un piso, para evitar las inundaciones. El tejado inclinado y los materiales mantienen la casa fresca.
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Casas tradicionales tailandesas en la Casa de Jim Thompson
La guía nos explicó la vida de Jim Thompson y la historia de la casa y nos mostró algunas de las obras de arte que allí se exponen. La visita es bastante corta pero merece mucho la pena. La casa es preciosa, y te transporte un poco más a la forma de vida tailandesa. Por desgracia Mr. Knook no pudo disfrutar mucho la visita porque la peque estaba más interesada en curiosear (efecto del sueño y del jet-lag) y con la cantidad de cosas delicadas que había era muy peligroso, así que estuvo más pendiente de ella que de las explicaciones. Cuando acabó la visita pudo hacer algunas fotos mientras yo la entretenía con los peces del estanque.
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Patio bajo la casa
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Algunas de las antigüedades expuestas
Aquí también pudimos ver otra cosa típica tailandesas: las casas de los espíritus. Se trata de pequeñas estructuras que pueden ser de varios estilos, que se colocan sobre una columna y se adornan con incienso, flores y alimentos. Albergan el espíritu guardián de la casa.
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Casa de los espíritus
Otro elemento típico de la cultura budista es la flor de loto. Representa la pureza del cuerpo y del alma. Nos los fuimos encontrando en varios sitios como los hoteles y los templo. Cada mañana los ponían y por la noche los recogían.
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Klongs

La Casa de Jim Thompson da a uno de los famosos klongs, o canales de la ciudad que algunos llaman "la Venecia del Este". No estamos de acuerdo con el de ponerle "Venecia" a todo (y ya llevamos vistas unas cuentas Venecias no Venecias: Aveiro, San Petersburgo, Amsterdam, Brujas...). Lo que está claro es que los canales no son sólo cosa de la antigua república italiana, si no que fueron y aún son un medio de transporte para mercancías y personas alrededor del mundo. En los klongs podemos intuir la Bangkok más tradicional. Aquí parecía que la vida iba a otro ritmo, alejada del asfalto.
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Klongs de Bangkok
Como estábamos bastante alejados de todo, al terminar la visita, en vez de volver por el metro o BTS, decidimos ir por los canales en una de las típicas barcas. Hay paseos turísticos de 1 o 2 horas de duración, pero nosotros no teníamos tanto interés ni encontramos tampoco demasiada información. De hecho, nos costó encontrar la "parada" del barco. Al contrario que el Chao Praya Express se nota que esto lo usa gente más local. No había información en ninguna parte, así que no teníamos muy claro si iba a pasar ni en qué dirección. Pero tuvimos suerte y tras consultar la dirección a seguir en el móvil enseguida apareció una barca hacia allí encaminada.

Los atraques son rapidísimos así que hay que estar muy, muy atento. Las paradas pueden ser un poco difíciles porque pueden estar a distintas alturas, pero siempre hay un señor que va ayudando a subir y bajar. Los botes se mueven algo y es posible que si te pones muy al borde te salpique el agua. No es muy agradable porque está bastante sucia, pero tampoco es tan peligroso como habíamos leído. Con el traqueteo la peque se quedó por fin dormida, y despertó poco después de nuestra siguiente visita.
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Wat Saket o Templo Dorado

Nuestro recorrido por el klong fue breve porque sólo queríamos acercarnos hasta el Wat Saket o Templo del Monte Dorado. El Wat Saket es el templo que se encuentra encima de la montaña y bajo el se construyó una escarpada montaña artificial llamada Monte Dorado.
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Wat Saket sobre la colina artificial
El recorrido comienza abajo de todo, en el Monte Dorado, en un pequeño jardín con cascadas e imágenes budistas que invita a la relajación y a la meditación. Es, sin embargo, un pequeño engaño, porque después nos esperan 318 escalones rodeando la montaña que habrá que subir a pleno sol.
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Durante la ascensión nos fuimos encontrando campanas, un gong, más estatuas...
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Al llegar arriba se entra en el edificio central, que nos recibe con varios Budas. Aunque a nosotros lo que nos llama la atención son las vistas, por la altura, que no por la vista en sí. Y sobre todo, el sonido de las cientos de campanitas colgadas que se mecen al viento.
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También nos llamó la atención las imágenes de Buda en diferentes posiciones para cada día de la semana. Se trata de representar diferentes etapas de la vida de Buda que sucedieron en distintos días de la semana y es común hacer ofrendas al Buda del día en el cual naciste.
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Detalle de las posturas de Buda los distintos días de la semana
Subiendo todavía un poco más arriba se accede al chedi dorado que acoge unas reliquias de Buda traídas de la India y se tiene una vista un poco más amplia de los alrededores que, como decía, no es que nos parezcan demasiado lucidas.
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La cima del templo
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Vistas desde la cima
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El chedi dorado

El Columpio Gigante

Tras abandonar el Monte Dorado fuimos en busca del columpio gigante que está situado justo enfrente del templo de Wat Suthat. Se trata de un columpio que se usaba en las ceremonias religiosas, siguiendo la tradición brahámina. Dejó de usarse por motivos seguridad en 1935.

Cuando lo encontramos nos decepcionó un poco, pues está en medio de una rotonda y dado el tráfico de la zona era difícil acercarse (falta de semáforos y pasos de peatones). Además ya estábamos muy cansados por el calor y al final nos conformamos con sacarle una foto a lo lejos. Tampoco entramos en el templo por eso mismo, estábamos agotados y preferimos centrarnos en encontrar algo de comer y descansar.
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El columpio gigante
Nos costó encontrar un sitio por la zona, casi todo eran tiendas, talleres y tiendas de 7-Eleven (al menos si no encontrábamos algo de hambre y sed no moriríamos xD). Al final encontramos un sitio muy recomendable donde pudimos probar auténtica comida tradicional (Restaurante Krua Apsorn: mi crítica en Tripadvisor aquí). Luego nos enteramos de que tiene fama porque es uno de los restaurantes favoritos de la familia real y la verdad es que estaba todo muy bueno y era barato.

Probamos som tam o ensalada de papaya verde (buenísima pero muy picante) y cerdo salteado con mimosa acuática. La papaya verde no es otra fruta distinta a la que conocemos, sino que se usa antes de madurar totalmente porque así tiene un sabor menos dulce y es más crujiente.
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Ensalada de papaya, cerdo con mimosa acuática y cara de cansancio

Khao San Road

El aire acondicionado del restaurante nos revivió bastente y salimos con fuerzas renovadas para seguir explorando los alrededores. Fuimos andando hasta Khao San Road, la zona de los mochileros. Tiene un ambiente totalmente orientado al turista a cada paso, con enormes letreros con reclamos en forma de tatuaje, bebidas o masajes. Y por supuestos vendedores ambulantes de escorpiones y arañas fritos que nos parecieron una auténtica turistada porque no los volvimos a ver en ninguna parte más que ahí. En resumen, un ambiente que a nosotros no nos llama nada la atención, todo lo contrario. Aunque supongo que si vas buscando fiesta puede interesarte.
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Khao San Road
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Khao San Road
Desde Khao San Road decidimos coger el Chao Praya Express para bajar hasta Chinatown. Para llegar hasta el barco hay que pasar por un estrecho pasadizo con puestecillos a ambos lados que son bastante coloridos y tentadores. El día anterior pasamos por otro similar para coger el ferry de Tha Chang a Wat Arun.
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Chinatown

Nada más bajarnos del barco en Ratchawong, nos abordaron con uno de los timos más comunes y al que por supuesto no hicimos ni caso. Se trata de personas que se te acercan diciendo que X está cerrado/va a cerrar y que te ofrecen a llevarte a otro sitio. Como nosotros lo que queríamos era básicamente pasear ni entramos al trapo.

Chinatown es uno de los lugares más antiguos de la ciudad. Los comerciantes chinos se establecieron aquí durante el siglo XVIII y ayudaron a reconstruir la economía tailandesa después de años de guerra. Fue tal la inmigración y la integración que a finales del XIX la mitad de la población tenía sangre china. La arteria principal es la calle Yaowarat, con la que te topas siguiendo recto nada más bajar del embarcadero de Ratchawong. Una vez allí te sientes totalmente en otro lugar, porque prácticametne todos los letreros de los comercios están en chino y todas las personas que te encuentras por la calle son chinos. Es como haber dado un salto en el espacio y haber caído en alguna parte de China. Todo el ambiente es diferente.
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Calle de Yaowarat
El tráfico es muy intenso y enseguida notas que el ambiente está muy contaminado. Por eso fuimos escapando y nos fuimos metiendo por las calles peatonales y así llegamos hasta el Mercado de Sampeng, una estrecha callejuela llena de puestos de todo tipo y por el que pasaban motos sin parar. Nos recordó mucho al zoco de Marrakech por ese mismo motivo, el tener que andar apartándose para que pudieran pasar motos.
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Productos exóticos en Chinatown
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Comida callejera
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Fruta del dragón o Pitahaya, omnipresente en toda Tailandia.
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Mercado de Sampeng
Llegamos hasta un templo que nos llamó mucho la atención, el Templo Kuan Yim, que se encuentra en la Fundación Thian Fah, un hospital caritativo chino de medicina tradicional. Está dedicado a la diosa china Kuan Yim, y los fieles hacen ofrendas para que esta diosa de la misericordia los bendiga con fertilidad, salud, felicidad y éxito. El templo está hecho en teca y pintado de vivos colores. Nosotros no entramos a curiosear más, ya que íbamos en busca de otro templo, el Wat Traimit o Templo del Buda de Oro, casi enfrente.
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Entrada al Templo Kuan Yim
Pero ya era bastante tarde y tuvimos que conformarnos con ver el Wat Traimit sólo por fuera, ya que las horas de visita habían terminado (cierrra a las 17.00h). Sí tuvimos más suerte al día siguiente, que pudimos visitarlo por dentro.
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Exterior del Wat Traimit o Templo del Buda de Oro.
Decidimos poner punto final aquí a nuestro segundo día en Bangkok. Nos quedaban las fuerzas justas para llegar al hotel y, de nuevo, pedimos al servicio de habitaciones porque estábamos tan cansados que no teníamos ganas de andar buscando nada en los alrededores. En esta ocasión probamos las pizzas que tenían una particularidad especial: la albahaca tailandesa.  Esta variedad es más dulce, anisada y olorosa que su homóloga europea. Digamos que el sabor no tiene apenas nada que ver, pero tampoco queda nada mal.
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La albahaca tailandesa no se diferencia a la vista de la europea, pero sí en su particular sabor.

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