Milán día 4: Brera y Navigli
El último día en Milán nos lo tomamos de relax. Habíamos visto ya los sitios más importantes, así que nos dedicamos a pasear y visitar las iglesias que encontrábamos por el camino. Decidimos empezar recorriendo de nuevo el Quartiere di Brera, que tan buen sabor de boca nos había dejado la primera vez que lo visitamos.
Paramos en la Iglesia de San Marco (benditas iglesias y benditos bancos que me permitían descansar un rato entre parada y parada). El exterior era de ladrillo rojo, un clásico de la ciudad.
El interior llamaba la atención por su curioso altar, lleno de bustos de obispos o papas, no sabemos muy bien.
También nos encontramos un mercadillo en plena calle en el que se vendían todo tipo de delicias como frutas, verduras, quesos...
También nos acercamos hasta Eataly, una especie de hipermercado gigante en el que todo lo que se vende es italiano. Hay una planta entera dedicada al vino, mientras que otra tiene pasta y arroz, pan, frutas y verduras...
Para comer nos acercamos de nuevo hasta la Galleria Vittorio Emanuele, ya que nos había gustado mucho la experiencia de los días anteriores. Esta vez cambiamos de sitio pero pedimos de nuevo comida típica (Locanda del Gatto Rosso: mi crítica en Tripadvisor aquí). El sitio fue todo un acierto, porque nos tomamos un postre espectacular: panettone relleno de mascarpone y chocolate, una delicia que recomiendo probar a todos.
Comiendo en la Galleria |
Cotoletta alla milanesa, lo que viene siendo una milanesa de toda la vida. |
Ravioli de la casa |
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Entramos también en la iglesia de Santa Maria delle Grazie al Naviglio:
De vuelta en la zona del hotel nos acercamos hasta la calle Corso Buenos Aires, una de las calles comerciales de la ciudad.
Al día siguiente poníamos rumbo a Santiago sin tiempo para visitar nada más y con carrerita incluída para no perder el tren que además no teníamos ninguna prisa en coger porque pasaban cada media hora. Total que me tuve que poner a correr con barrigota de 26 semanas para nada. El viaje de vuelta transcurrió sin incidencias y fuimos casi todo el camino sobrevolando los Alpes, en una visión tan asombrosa como aterradora.
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