Copenhague día 1: Nationalmuseet, Borgen, La Sirenita

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Prólogo

El año en que cumplía 40 decidí darme un pequeño homenaje y hacer un viaje en familia en esas fechas, coincidiendo con que el día de mi cumpleaños coincide cercano siempre a algún puente de mayo. El destino quise que fuera Copenhague porque hacía mucho tiempo que le tenía ganas y porque me parecía amigable y sencillo como destino familiar. Lo tenía un poco idealizado, no lo voy a negar, y me llevé alguna sorpresa. Pero no adelantemos acontecimientos. Planificamos 6 días de viaje, teniendo en cuenta que dos días enteros los íbamos a perder entre aeropuertos (no hay buena conexión desde Santiago) y que otro lo íbamos a reservar para la vecina Malmö. 

El día de ida lo pasamos enteramente en el aeropuerto desde bien temprano. Nuestra conexión con Madrid era de las primeras de la mañana, pero el avión a destino era por la tarde, así que tuvimos tiempo infinito en la T4 de Barajas para conocer todos sus parques xD. Ese día poco más hicimos que llegar al hotel y disfrutar de las vistazas de nuestra habitación al Sankt Jørgens Sø, uno de los tres lagos artificiales que bordean el centro de la ciudad (Hotel Scandic Copenhague City: mi crítica en Tripadvisor aquí)
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Al día siguiente nos levantamos con mucha energía para recorrer la ciudad pero estaba lloviendo a cántaros. Nos tomamos nuestro tiempo en el delicioso buffet libre ecológico del hotel pero como el día no mejoraba y aunque no íbamos muy preparados para la lluvia, allá nos fuimos a explorar la ciudad.

Nationalmuseet


Nos acercamos hasta el Københavns Rådhus o Ayuntamiento de Copenhague, stiuado en la plaza del mismo nombre -Rådhuspladsen en danés-que estaba muy cerca del hotel. El ayuntamiento es un edificio bastante singular, de ladrillo rojo y relativamente reciente, ya que se construyó en 1905. Su fachada contiene referencias a la historia de la ciudad, como una estatua de su fundador o la flora y la fauna. Se puede subir a la torre, de más de 100 metros de altura, y ver los aledaños jardines de Tivoli. 

Para llegar hasta allí hay que atravesar el Boulevard Hans Christian Andersen, la arteria principal de la ciudad que en algunos puntos podía llegar a tener hasta cuatro carriles de circulación. Esto nos impactó bastante porque no nos esperábamos esto en una ciudad de ese tamaño y tan cerca del centro. Pero es que, por lo visto, Copenhague acoge a más de 1,3 millones de personas en su área urbana. Igualmente acostumbrados como estamos a ver los ayuntamientos en "centros históricos" este se nos hacía un poco raro. No fue lo único que nos extraño de Copenhague, iríamos descubriendo que, efectivamente, carece de un centro histórico como tal y más bien está todo dividido en zonas.
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El Ayuntamiento de Copenhague
La verdad es que la lluvia era bastante, y no era nada agradable pasear así que decidimos buscar refugio en el Museo Nacional de Dinamarca o Nationalmuseet. Se ubica en un antiguo palacio real y expone diveresos objetos de la edad de hielo hasta hoy mientras repasa la historia, cultura e identidad de los daneses. Un museo muy interesante para pasar la mañana de lluvia.
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Exterior del Nationalmuseet, tomada en un día soleado posterior

 

Breve historia de Dinamarca y Copenhague


Dinamarca ha estado habitada desde hace más de 14.000 años y allí fueron evolucionando varias tribus que hoy denominamos vikingas, aunque no fue hasta el siglo X que pasó a estar unificada bajo el solo mandato de un único rey. Está documentado que los vikingos llegaron a Galicia (las Torres de Catoira se erigieron como defensa del Ulla ante estos ataques), que incendiaron Sevilla o que llegaron incluso hasta Constantinopla. Con el devenir de los años fueron conquistando plazas hasta obtener el control de Noruega e Islandia y ocasionalmente partes de Suecia y Alemania. Copenhague empezó siendo un pequeño pueblo de pescadores situado entre las importantes plazas cristianas de Roskilde (antigua capital) y Lund (hoy Suecia). Fue ganando importancia comercial hasta convertirse en capital en el siglo XV. Cristian IV fue el principal impulsor de la ciudad y con él se sentaron las bases del imperio danés en los siguientes siglos. Como seguro que no se os escapa, hoy en día es uno de los países con mayor índice de bienestar del mundo. Pero seguro que no sabéis que tiene una de las monarquías más antiguas del mundo y que oficialmente el reino está compuesto por tres estados autónomos: Dinamarca, las Islas Feroe y Groenlandia.

Todo esto, pero mejor explicado y mucho más interesante se puede ver en el museo, que está dividido por épocas y que resultó interesantísimo. Por desgracia, a las niñas se les hizo un poco largo, así que lo que más vimos fue la parte de prehistoria y luego pasamos más rápido por el resto de salas.

Hay piezas antiquísimas como el famoso carro solar, descubierto en Trundholm, que data de la Edad de Bronce.

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Se exponen también diversas piezas de joyería de ámbar de tiempos del neolítico. Este material fue encontrado en grandes cantidades en Jutlandia, y era un símbolo de estatus.

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También se exponen piedras rúnicas, que eran eregidas en memoria de los muertos y que mayormente contaban su vida y logros.

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Otra de las piezas expuestas son la reproducción de los cuernos de oro que existieron en 400 a.C. Originalmente tenían grabados nórdicos y romanos. Fueron robados y fundidos a principios del siglo XIX, así que estas copias son una reproducción pero no fiel al 100% porque muchos detalles se perdieron.

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En las salas de la planta alta hay una exposición de barcas vikingas y muchísima más información de esta época, y arriba de todo se centran más en la vida de los habitantes del ártico. Aquí se exponen vestimentas hechas de piel de foca, por ejemplo.

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Hay que decir que el museo en sí es un edificio bastante bonito, sobre todo su moderno patio central que sirve también de distribuidor entre las diferentes plantas y salas.

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Museo de los niños


Una cosa que nos encantó de Dinamarca es que los niños son siempre bienvenidos, pero no como en otros países en los que se deshacen en carantoñas para ellos, no. Aquí simplemente se les incluye en todo porque se considera normal que los padres vengan con sus hijos, no porque se les trate de forma especial. Y esto me pareció genial. Simplemente, eran un miembro igual de válido de la sociedad. Ni más ni menos. Y eso se nota en que nadie te mira raro por ir con niños, que el museo tiene carritos para prestarte nada más entrar (no se puede entrar con tu propio carrito, para no manchar el suelo), que hay parques infantiles top y que nadie se extraña al verlos en cualquier parte ni tampoco le dan la mayor importancia. En fin, que volviendo al caso, hay un museo específico para ellos donde se puede ver un aula antigua, una tienda antigua con balanza para jugar, carritos antiguos, recreaciones de la edad media con caballos y una taberna, un palacio de carton y un área final con varias casitas de muñecas que ni confirmo ni desmiento que a los mayores les gustase más que a los propios niños xD
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Aula antigua, de 1930.
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Tienda pakistaní 
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Casitas de muñecas varias

Borgen - Palacio de Christianborg

Después de un montón de horas en el museo, por fin había escampado. Aprovechamos para acercanos hasta el Palacio de Christianborg, un antiguo palacio real que hoy en día es sede del parlamento, la corte suprema y la oficina del primer ministro. Se la conoce como "Borgen" (el castillo), exactamente igual que la mítica -y buenísima- serie danesa Borgen que si no habéis visto, os la recomiendo encarecidísimamente.


Así pues, este lugar alberga en un sólo sitio los tres poderes del estado (ejecutivo, legislativo y judicial) siendo el único país del mundo donde esto sucede. ¿No es fascinante? Además en este mismo emplazamiento existió siempre un castillo desde el siglo XI aunque lo único que queda del primer palacio que aquí se erigió es la zona hípica que bordea el actual palacio. Y es que aquí se encuentran también las caballerizas reales y una escuela de equitación.
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Palacio de Christianborg con la zona ecuestre
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Fachada lateral del palacio
El palacio se puede visitar por dentro y se puede subir a una de sus torres. Nosotros decidimos mejor pasear un poco, aprovechando que había dejado de llover. Nuestra intención no era visitar muchas cosas en este viaje (sabíamos que con las niñas iba a ser difícil y no queríamos frustrarnos), sino más bien pasear. 

Nyhavn

Así que paseando llegamos hasta el Nyhavn o Puerto Nuevo, que es la foto típica de portada de todas las guías de la ciudad.

El Nyhavn fue construido en el siglo XVI como canal de acceso del mar al centro de la ciudad, para facilitar el transporte de mercancías. Hoy el transporte por tierra ha sustituído este tipo de comunicaciones por mar, así que este bonito canal es una zona de bares y restaurantes con vistas al puerto, donde se encuentran amarrados algunos barcos antiguos propiedad, precisamente, del Museo Nacional de Dinamarca que acabábamos de visitar. 

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Os ahorraré aquí nuestras tribulaciones sobre qué hacer en ese momento. Si seguir andando, si parar a comer, si iba a llover o no. Hicimos y deshicimos un camino para acabar de nuevo en Nyhavn y comer en la terraza de un restaurante del puerto, con asientos calefactados (Nyhavn C: mi crítica en Tripadvisor aquí).

Nos decidimos por el típico smørrebrød, que básicamente son tostadas de pan de ceneteno con huevo, arenques o embutidos y queso, además de otras cosas no tan típicas como una hamburguesa. La peque se nos había quedado dormida en el carro, así que su parte la metimos en un pequeño tupper que habíamos traído de casa para dárselo una vez despierta y que no quedara sin comer.
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smørrebrød

Frederiks Kirke

Después fuimos andando hasta la zona del palacio de Amalienborg. Por estos lares encontramos muchísimos Teslas, lo que nos dio una idea del nivel de parné que podía haber por ahí. También nos llamó al atención el curioso parkímetro digital colocado en los parabrisas de algunos coches, en lugar del simple ticket de papel.

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Y también que aquí la marca de helados Frigo se llama Frisko, y tiene una variedad un poco más "sobria" que en España. ni rastro del calipo o el Frigopie xD

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Decidimos no parar ahora en Amalienborg, pero sí nos acercamos hasta la Marmorkirken, Frederikskirken o la Iglesia de Mármol o Iglesia de Federico, como más os guste. Debió de ser su planta redonda lo que nos llamó la atención muy al estilo de la Iglesia de Santa Maria della Salute veneciana o la Rotonda de Mosta en Malta. A mi este tipo de iglesias me fascinan por lo poco comunes que son y siempre es muy agradable entrar en una.
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Frederikskirken
La iglesia fue construída por Federico V -de ahí su nombre oficial- en el siglo XVIII. En realidad está inspirada en la Iglesia de San Pedro de Roma para festejar el poder de la casa Oldemburgo, que reinaba en Dinamarca desde hacía 300 años. Cuando el rey murió sus sucesores no mostraron interés en este proyecto, así que tardó en terminarse más de 100 años. 

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Su cúpula es la más grande de toda Escandinavia, con 46 metros de altura.

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La Sirenita


Y ahora sí, llegamos hasta la zona donde se encuentra La Sirenita, una zona portuaria que a mi me pareció de lo más agradable para pasear y en donde me llamaron la atención unos tulipanes negros como los de la novela de Alexandre Dumas. En esta zona se encuentra también el famoso Copenhill, una planta de basura en cuyo techo hay una pista de esquí con césped artificial abierto todo el año y otra zona de escalada, aunando diseño y funcionalidad para todos.
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El edificio de Copenhill, al fondo
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Copenhill de cerca
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Los tulipanes negros <3
Y ahora me preguntaréis mi opinion de La Sirenita... pues ¡me encantó! Pero ya sabía que a todo el mundo le parece pequeña, yo incluso me la imaginaba mucho más pequeña, quizá por eso no me decepcionó, al contrario. Me pareció preciosa su ubicación y su gesto sereno.

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Palacio de Amalienborg


Deshicimos el camino de vuelta desde Kastellet, la zona donde está la famosa escultura de la que hablabámos, hasta Amalienborg. El Palacio de Amalienborg o Palacio de Amalia, es la residencia oficial de la familia real danesa, y es una curiosa composición de cuatro palacios alrededor de una plaza central octogonal. En realidad fueron concebidos originalmente como residencias de la nobleza, pero cuando ardió al antiguo palacio real (Christianborg, el que acoge ahora el parlamento y que habíamos visitado por la mañana) en el siglo XVIII decidieron comprar estas residencias y combertirlas en palacio real. Quizá por ello no imponen tanto como se pudiera esperar, algo que por otra parte también le pega al país, que es uno de los más igualitarios del mundo -monarquía aparte-.

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Cada edificio tiene un uso y una ocupación, según si es del soberano real o del príncipe heredero. El edificio con el reloj en la fachada es el antiguo Palacio de Brockdorff, ahora llamado Palacio de Frederik VIII, donde se alojan los actuales reyes Federico y Mary de Dinamarca.

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El Palacio de Moltkeo o Palacio de Christian VII es el más lujoso de todo, con interiores de estilo rococó. Se usa con fines ceremoniales y para recepción de huéspedes ilustres.
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El Palacio de Schack o Palacio de Christian IX acogía a la soberana, la Reina Margarita, que abdicó en 2024 en favor de su hijo Federico. Actualmente sigue residiendo aquí.

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Finalmente el último palacio llamado Palacio de Levetzau o Palacio de Christian VIII era la residencia del ahora rey Federico cuando era príncipe heredero y hasta su matrimonio con Mary Donaldson.

Luego seguimos deshaciendo el caminio de nuevo hasta el Nyhavn y hasta la plaza Kongens Nytorv, desde donde sale la calle comercial peatonal Strøget donde nos entretuvimos mirando las distintas tiendas.

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Terminamos el paseo entrando en una gran tienda de Lego que como sabéis es una empresa danesa. Allí las niñas se entretuvieron un rato. También nos gustó mucho la reproducción del Nyhavn hecha con piezas de lego que se exponía en ella.

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Finalmente, volvimos hacia el hotel y pasamos de nuevo por delante del Ayuntamiento, esta vez con mejor tiempo que por la mañana, perfecto para sacar más fotos de este bonito edificio.

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