Copenhague día 2: Rosenborg Slot y Christiania
Rosenborg Slot
Comenzamos el día en Ørstedsparken, un tranquilo parque que se formó tras el desmantelamiento de los antiguos anillos de fortificaciones defensivas de la ciudad. Una parte del antiguo foso es ahora un lago.
Llegamos hasta la bonita plaza de Kultorvet, una zona de cafés y tiendas muy popular y que sirve de escenario para conciertos en verano.
Desde allí seguimos hasta Rosenborg Slot. El Castillo de Rosenborg servía de residencia veraniega para la monarquía danesa y, al igual que cuando vimos Amalienborg, nos pareció curioso su emplazamiento y lo fácil que era entrar. O sea, nada de vallas, colinas, fortificaciones... ahí estaba plantado en medio del jardín, pudiendo entrar hasta la cocina, como quien dice.
Kongens Have son los jardines que lo rodean, lugar de esparcimiento de los daneses sobre todo en verano y lugar de diversas actividades culturales también.
Castillo de Rosenborg |
Jardines de Rosenborg |
Estatua de Carolina Amalia, esposa de Christian VIII, en los jardines de Rosenborg. |
La verdad es que el castillo lucía impresionante así en el medio del jardín, así que a este sí nos decidimos a entrar para poder admirar su original decoración renacentista, y la verdad es que no nos defraudó. Lo que sí nos defraudó un poco fue que hubo que dejar el carrito fuera, porque era inviable entrar con el (pensábamos que iban a estar un poco más adaptados, como en otros palacios en los que hemos estado, que siempre te ofrecen alguna alternativa).
El castillo fuer construido a principios del siglo XVII por orden de Christian IV. Se accede al interior por el Salón de Invierno, una de las tres salas privadas del rey, totalmente paneladas de suelo a techo con pintura de Amberes. Sin duda, impresionante.
El resto de estancias no se quedan atrás.
Habitación de Federico IV |
Y sin duda el Salón Real del último piso, concebido al principio como salón de baile, es la joya del castillo donde se guardan los tronos de coronación de los reyes tras tres leones de plata.
El techo, de estuco, y los tapices que cuelgan de las paredes le dan un aspecto imponente.
En dos pequeñas habitaciones aledañas encontramos las colecciones de porcelana y cristal. El gabinete de cristal contiele una colección de este material que la ciudad de Venecia le regaló al rey tras su visita a principios del siglo XVIII. Aunque era normal tener un gabinete de porcelana, como hay en el Palacio de Charlotenborg en Berlín, este de cristal es más singular.
Por último en la planta sótano está el tesoro y las coronas reales. Aquí se exhiben las insignias reales que son la espada, el cetro, el orbe y las coronas, además de ciertas órdenes y demás parafernalia.
Corona de Christian IV |
Corona de Cristian V y la reina consorte |
Insignias reales |
En los jardines encontramos un parque infantil muy natural, con arena, madera y piedras que las enanas disfrutaron un montón y a los padres también nos encantó.
Paramos a comer en un sitio muy top donde estaba todo delicioso, pero espacialmente una ensalada de kale con quinoa, falafel y hummus que era una auténtica delicia (The Union Kitchen: mi crítica en Tripadvisor aquí).
Luego bajamos hasta la zona de Inderhavn donde nos gustaron las casitas con el techo verde y el ambiente distendido al cruzar el puente hacia Christianshavn.
Cómo no, íbamos en dirección Christiania, o cómo ellos se denominan, la Ciudad Libre de Christiania, una suerte de utópica autogestión vecinal que se remonta a los años 70 del último siglo. Y si bien en la teoría todo parece correcto, la experiencia en la práctica a nosotros nos dio miedo. Ya nada más entrar el ambiente estaba enrarecido, tenso, lo que nos puso tensos a nosotros también yendo con dos niñas pequeñas. Pero es que a los 5 minutos de haber entrado empezamos a ver gente corriendo como loca y escondiendo alijos de drogas donde podían, mientras sonaban sirenas de policías que venían a hacer una redada y luego los propios policías persiguiendo a los traficantes. No parecía que hubiera un ambiente de tolerancia a las drogas precisamente. Por lo visto en los últimos años ha habido asesinatos y conflictos entre bandas, así que el gobierno danés ha aumentado la vigilancia en esta zona, y también los propios vecinos quieren recuperar el antiguo ambiente libre que era el germen del barrio. En suma, nosotros dimos un paseo de 10 minutos de una salida a otra y no nos quedaron ganas de volver visto lo visto.
Los alrededores de Christiania sí que son un poco más tranquilos. Paseamos por ellos admirando la torre de la Iglesia de San Salvador que se divisaba desde casi todos los puntos y pusimos rumbo al hotel para dar por terminado nuestro día pasando por el Ayuntamiento, como todos los días.
Y desde nuestra habitación del hotel despedimos el día con una bonita puesta de sol desde nuestra ventana.
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