Copenhague día 3: Malmö

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Excursión a Malmö

Malmö está apenas a 40 minutos en tren de Copenhague, así que no podíamos dejar pasar la oportunidad de visitarla, y más sabiendo que la conexión, tanto en coche como en tren, se hace a través del espectacular Puente de Øresund desde el año 2000. Su fama también le viene de la magnífica serie Bron/Broen, una serie del año 2011 muy recomendable.

Nosotros optamos por ir en tren, así que nos dirigimos al Estación Central de Copenhague. Los alrededores de la estación nos decepcionaron porque estaban bastante sucios y llenos de cristales rotos. Aunque no nos dio la sensación de peligro, pensábamos que en estas latitudes iba a ser todo un poco más civilizado en cuanto a limpieza se refiere comparado con España. Pero parece que no.
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Estación central de Copenhague
 
El trayecto en tren es una parte en túnel y otro por la parte de abajo del puente (los coches circulan por la parte de arriba). Fuera del túnel la vista era un mar infinito, veleros y aerogeneradores plantados en el medio del mar.
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Un poco de historia

Malmö es la tercera ciudad en población de Suecia. Se fundó en el siglo XII y pertenecía al Reino de Dinamarca, siendo la segunda ciudad más importante. No fue hasta el siglo XVII que pasó a manos suecas tras la firma del Tratado de Roskilde en el que los daneses perdían casi un tercio de su territorio para poner fin a las guerras por el control de las tierras escandinavias. La pobloación comenzó a crecer con la construcción de un moderno puerto y sus astilleros y poco a poco la ciudad se fue industrializando. La crisis de1970 le afectó gravemente y perdió mucha población, así que desde entonces se han volcado en hacer de la ciudad un centro de I+D y en reconvertir las actividades industriales.

A nosotros nada más bajar del tren lo primero que nos llamó la atención fue el clima, y es que hacía bastante buen tiempo. Malmö tiene un clima templado que pensaríamos impropio para su latitud y que nos sorprendió y agradó. La zona de la estación de tren era moderna y tranquila y nos aventuramos a recorrer la ciudad a pie aprovechando el magnífico día. Y sí, Malmö nos encandiló nada más poner el pie en ella.
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Estación de tren de Malmö
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Edificio central de la estación, a pie de canal

Ayuntamiento y alrededores

La primera parada fue en la Stortorget o la Plaza del Ayuntamiento con sus características casitas y edificios históricos y el singular edificio del ayuntamiento que la preside.
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Stortorget
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Edificio del Ayuntamiento
Desde Stortorget parte la calle comercial Södergatan, aunque ese día no estaba nada animada y había muchas tiendas cerradas.
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Optimistorkester, escultura en Södergatan.
La calle desemboca en la gran plaza de Gustavo Adolfo, también muy vacía a esas horas.
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Estatua de un grifo, símbolo de la ciudad.
Siguiendo la zona verde desde la plaza llegamos a un pequeño cementerio y a un paseo con un canal y un pequeño muelle con unos bancos de madera, o más bien unas tumbonas. Paramos allí un rato a maravillarnos de la paz y tranquilidad que allí se respiraba y a tomar un poco el sol. ¡Se estaba tan bien!
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También en esa zona hay un casino, aunque actualmente no está en funcionamiento.
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Jardines del Castillo

Y siguiendo los jardines nos encontramos en el Slottsträdgården, el jardín del castillo.  Fue un lugar que nos encantó. Se trata de un jardín ecológico ideado por unos aficionados a la jardinería que en 1994 querían crear algo de verde para todos. Su idea se hizo realidad en 1997 y es un auténtico placer pasear por entre los huertos, los parterres y los jardines de hierba. También hay un pequeño café donde picar algo, por supuesto también ecológico y de producción local. Intentamos comer algo ahí, pero la verdad es que estaba llenísimo y decidimos seguir caminando porque aún era temprano.
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Fuera del jardín ecológico se siguen extendiendo los jardines del castillo, incluyendo un molino de viento de tipo holandés que se construyó en 1851.
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Y ahora sí, por fin, topamos con el Castillo de Malmö. Se construyó en el siglo XVI como fortificación para imponer peajes en la zona controlada de Øresund y también fue usado como prisión. Actualmente es parte del Museo de Malmö.
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Castillo de Malmö
Fuimos deshaciendo el camino hasta Lilla Torg, la Plaza del Mercado de Malmö, que con tanto sol estaba animadísima. Por ello resultó complicado encontrar un sitio libre, especialmente en un sitio al sol como también nosotros queríamos (Victors: mi crítica en Tripadvisor aquí). Probamos las albóndigas suecas, la Skagenröra (una tosta con gambas) y algo más para compartir.
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Paseo por el canal hasta el mar

Tras la comida fuimos por los canales en un agradabilísimo paseo hasta la playa.
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Durante el paseo se va divisando el moderno edificio del Turning Torso, un rascacielos retorcido, como bien indica su nombre y que fue diseñado por Calatrava. Se construyó en el año 20021, no se terminó hasta el 2002 y como casi siempre en estos casos el presupuesto final se disparó. La idea era que sirviera de símbolo de la ciudad (ya sabéis, los dosmiles fueron muy duros, había muchas ciudad haciendo esto mismo y era difícil no subirse al carro).
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A nosotros lo que nos gustaba eran los barcos vivienda, tan idílicos, casi en la desembocadura del canal.
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También en la desembocadura hay una escuela naútica o acúatica, donde entre otras se practicaban actividades como Kitesurf pero agarrado a una polea y no a una cometa de verdad, para entrenar.
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Y finalmente llegamos al Mar Báltico y visualizamos el Puente de Øresund, corrimos por la hierba y hasta metimos los pies en el agua.
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Mojando los pies en el Báltico

Entre esculturas

Deshicimos el camino por el mismo sitio por el que habíamos ido, pues nos había gustado mucho. Estaba  cuajado de esculturas, algunas más abstractas que otras.
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Obra "Adiós a los siete mares" en honor a los trabajadores del astillero, en la costa.

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Escultura  "Rubato-free flow"
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Escultura "Utblick/Insikt", una especia de mirador hacia el faro y el mar.
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Escultura "Knotted gun/Non violence"
Luego, cogimos el tren de vuelta, de nuevo contemplando el estrecho de  Øresund que parecía infinito y llegamos a nuestro hotel a tiempo para otro precioso atardecer desde nuestra ventana.   Sin título  

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