Viena día 2: Hundertwasserhaus, Palacio Belvedere, Karlskirche, Secesión y fin de año en Rathaus
Hundertwasserhaus
¡El día de fin de año! Nos levantamos a las 07:30 pero nos tomamos todo con bastante calma. La rodilla me dolía bastante, pero no le di mayor importancia.La primera visita del día fue la Hundertwasserhauss, que se encontraba muy cerca del hotel. Este complejo de casas sociales fue consturido por el artista Hundertwasser (de ahí su nombre). El colorido, la ausencia de líneas rectas, y las fachadas ondulantes son características de estos edificios.
Palacio Belvedere
Desde allí fuimos andando hasta el Palacio Belvedere, que estaba a una media hora andando. Pero no fue una buena idea, cuando llegué al Belvedere apenas podía soportar el dolor de mi rodilla y no tenía otra que aguantarme hasta la noche, porque además ese día era fin de año y no volveríamos hasta tarde (el hotel estaba demasiado lejos como para que compensara volver durante el día). El camino hasta el Palacio Belvedere lo hicimos a través de los jardines, así que por si fuera poco preocuparme de mi rodilla, tuve que preocuparme también de no resbalar en la nieve, porque temía un dolor más intenso todavía si eso sucedía.Palacio Belvedere |
Los carteles avisaban de que transitaras el camino central bajo tu propia responsabilidad, pues no se hacían responsables si resbalabas. |
El Upper Belvedere acoge una exposición permanente de pinturas de distintos artistas, con especial énfasis en el modernismo austríaco (Schiel, Kokoschka...). Pero sin duda la razón principal por la que la gente visita el Belvedere es para poder admirar en directo el cuadro de "El beso" de Klimt.
Upper Belvedere |
Es posible que a alguno le suene porque a veces, durante el concierto de año nuevo, ponen imágenes del palacio. Hará unos tres o cuatro años salían unas bailarinas danzando entre los cuadros y por las escaleras. Ilustro para refrescaros la memoria:
¿Os suena ahora? |
Las caras de Messerchmidt |
Planta primera del museo |
El Lower Belveder, desde el Upper Belvedere, con los jardines cubiertos de nieve. |
Lower Belvedere |
¿A qué salimos guapos? ¿Será todo ese brillo dorado de alrededor? |
Un camarero que no habla inglés
Para comer nos acercamos hasta un lugar cercano que recomendaban en muchos sitios (Gmoakeller: mi crítica en Tripadvisor aquí). El sitio estaba bien, y la carta estaba traducida al inglés, aunque después el camarero sólo hablaba alemán. De primero, como el día anterior, volvimos a pedir las sopas Frittatensoup y Leberknödelsuppe, con el frío que hacía, era lo que mejor entraba.De segundo yo pedí un Tafelspitz, carne cocida que se suele acompañar de una salsa de rábano picante, una mayonesa con cebollino y patatas gratinadas.
Tafelsptiz |
Karlkirche
Después de comer volvimos al frío y a mi dolor de rodilla. Tocaba andar hasta la Karslkirche, la Iglesia de San Carlos Borromeo. Esta iglesia barroca se construyó en honor de San Carlos Borromeo, patrón de la lucha contra la peste, una vez que Viena se libró de la enfermedad. Las dos columnas a cada lado del frontón están inspiradas en la Columna de Trajano de Roma.Para acceder al interio tuvimos que pagar 7€ que nos parecieron un robo para lo poco que duraba la visita. Dentro destacan el altar mayor con San Carlos ascendiendo a los cielos y distintos frescos.
Interior de la Iglesia de San Carlos |
También había un andamio por el que se podía subir para ver más de cerca los frescos de la cúpula. Primero se subía en ascensor, pero después tocaba subir escaleras. La verdad es que arriba poco se veía, y cuando me tocó bajar las escaleras vi las estrellas. Tenía que bajarlas de una a una porque me daban pinchazos en la rodilla. Me empezaba a preocupar el tema...
El andamio y la cúpula |
Edificio de la Secesión
La visita a la iglesia duró poco y de nuevo estábamos en el frío exterior rumbo al Edificio de la Secesión. La secesión fue un movimiento artístico compuesto por varios artistas vieneses que habían abandonado la Asociación de Artistas Vieneses, entre ellos, Klimt.El edificio es muy curioso, con su cúpula dorada y su estructura cúbica, si bien a esas horas empezaba a anochecer y no se apreciaba demasiado bien.
La entrada del edificio reza: "A cada época su arte, a cada arte su libertad" |
Pasando el tiempo en un café
Todavía era muy temprano y aún quedaba mucho hasta las doce. Intentamos ver el Museo Albertina pero como era fin de año cerraba a las 16:00 y no pudimos llegar a tiempo. Tampoco nos compensaba volver al hotel porque estaba muy lejos, así que decidimos pasar el rato en unos de los miles konditoreis (café-pastelería) que había por cualquier esquina (Oberlaa Konditorei: mi crítica en Tripadvisor aquí). Allí pasamos el rato con un punsch, un trozo de stollen que sabía a gloria y un trozo de tarta Kardinalschnitte.Nos entretuvimos allí hasta las 20:00, que era cuando cerraban el local. A esas horas las calles ya estaban mucho más animadas, con conciertos en directo en diferentes puntos. En la calle Kärntner Straße, la principal calle del centro, nos encontramos una ópera cantada en directo, gratis para todos los viandantes. Alucinante.
Decidimos buscar un sitios donde cenar, y por una regla no escrita y para repetir lo que habíamos hecho en Berlín el año anterior, decidimos ir a cenar a un restaurante étnico. El año pasado había sido indio, y este año le habíamos echado el ojo a un mexicano con muy buena pinta (Taquería Los Mexicas: mi crítica en Tripadvisor aquí). Nos costó un poco encontrarlo pero valió mucho la pena porque fue una cena magnífica. Cuando llegamos vimos que está todo lleno pero amablemente nos hicieron un sitio en una mesa grande en la que sólo estaba un pareja, a la que después cambiaron cuando hubo una mesa libre. La decoración era singular, pero nos sentíamos como en casa.
Para empezar el hecho de tener la carta en español y poder pedir en ese idioma fue un gran descanso para mi cerebro xD. Nos dejamos aconsejar por el camarero, que nos recomendó las enchiladas con mole (una salsa que lleva cacao entre sus ingredientes). También pedimos un plato variado para compartir y el agua fresca de la casa, a base de piña y pepino. Todo estaba delicioso.
Estuvimos allí el máximo tiempo posible, para no tener que volver al frio. Nos quedamos hasta las 23:30 y desde allí fuimos al Rathaus, el Ayuntamiento de Viena. Ya estaba todo preparado y lleno de gente para empezar la cuenta atrás. Todavía pudimos escuchar alguna canción clásica en directo que interpretaban unos músicos en un escenario cercano. Podéis ver el ambiente y un trocito de música en el video siguiente:
Minutos después, con cuenta atrás en alemán y en inglés, y con los primeros minutos a ritmo del vals "El Danubio azul", empezamos el nuevo año 2015.
Después la música y el baile seguían, pero yo estaba demasiado cansada y me dolía la rodilla demasiado como para pensar en quedarme hasta tarde. Así que nos fuimos al hotel poco después. La opción de coger el metro o el tranvía con tanta gente no nos atraía demasiado, así que volvimos a pie, decisión que perjudicó aún más mi rodilla. Al día siguiente apenas me tendría en pie...
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