Viena día 3: Concierto año nuevo y museos (Albertina, Leopold y KHM).
Empezando el año con el concierto de año nuevo
Año nuevo en un país nuevo, de nuevo. ¡Qué ilusión! El día empezó sin prisas y con el desayuno más tardío de todo el viaje (tampoco mucho porque a las 10 cerraban la sala.). El plan del día era de lo más calmando, básicamente lo dedicaríamos a museos, aprovechando que la gran mayoría cierra más tarde los jueves. El día, muy gris, era de lo más propicio para ello. A pesar de ser festivo, todos los museos, palacios y demás sitios abrían, aunque un poco más tarde de su hora habitual.Esta vez nos movimos en metro porque mi rodilla estaba ya muy tocada. Un billete individual de metro vale 2,20€ y los abonos no nos compensaban para los viajes que teníamos previsto hacer. Antes de entrar en el metro, hay que validar el billete en las máquinas que hay en la entrada, pero en la práctica creo que éramos los únicos que lo hacíamos.
La primera parada fue la Plaza del Ayuntamiento, para ver un trocito del Concierto de Año Nuevo que se celebra todos los años en el Musikverein de Viena. Debido a la alta demanda de entradas, éstas se sortean en enero de ese mismo año, así que cuando decidimos que pasaríamos el fin de año en Viena era del todo imposible conseguir entradas para el concierto. Nos conformamos con verlo desde la pantalla gigante que había en la plaza, pero como el día no acompañaba nada, enseguida nos fuimos.
Pantallas con el concierto de año nuevo en la Plaza del Ayuntamiento |
Espectadores desayunando en los puestos del mercadillo |
Albertina Museum
En general todos los sitios de interés están bastante cerca entre sí. Para señalarlos usan unas característicos letreros engalanados con la bandera austríaca.Señalización de la Burgtor, la puerta del Palacio de Hofburg. |
Interior del Albertina |
MuseumsQuartier
Tras la visita al Albertina nos acercamos al MuseumsQuartier. Este complejo incluye varios museos, estudios para artistas y otros espacios de exposiciones.Una de las entradas al MuseumsQuartier |
Cuando llegamos y vimos que el museo era enorme, decidimos parar primero a comer en la cafetería del último piso (Leopold Café: mi crítica en Tripadvisor aquí). Lo único malo es que en Austria no está prohibido fumar en las cafeterías, sino que pasa como en España antes de 2011: el espacio está dividido en fumadores y no fumadores si el restaurante es muy grande; y si es pequeño, se elige si es de fumadores o no. Eso nos amargó un poco la comida, porque olía bastante a tabaco.
Después de la comida visitamos el amplísimo museo, muy interesante, aunque ya estábamos empezando a saturarnos de arte. En una de las plantas había dos enormes ventanales desde los que se podía contemplar Viena:
Vista del KHM, a la izquierda |
Patio del MuseumsQuartier, con el Mumok enfrente. |
KHM
Nos faltaba la visita al KHM, el Kunshistorischesmuseum o Museo de Historia del Arte. No íbamos muy convencidos porque la verdad estábamos ya bastante cansados, pero menos mal que sacamos fuerzas, porque el museo es impresionante. Es como el Museo Británico versión austríaca, con una impresionante colección de obras de arte reunidas por los Habsburgo en un precioso edificio.Escalera principal |
Decoración interior |
Cúpula |
Kunstkammer
Lo primero que visitammos fue la Kunstkammer o Cámara de las Maravillas. Es una colección de tesoros y exóticas piezas reunidas por por el emperador Rodolfo II, nieto de Carlos I y sobrino de Felipe II de España. Vajillas, autómatas, relojes y otras piezas curiosas son las que se exponen aquí.Vitrinas con diversos autómatas en la Kunstkammer |
Antigüedades
En otras salas encontramos antigüedades griegas, egipcias y romanas:Esculturas griegas y romanas |
Sala egipcia |
Pintura
La colección de pintura también es impresionante: pintura alemana, francesa, flamenca, española, holandesa y maestros como Rembrandt, Tiziano, Canaletto, Rubens, Durero... Por supuesto siendo una colección comisionada por los Habsburgo no podía faltar Velázquez, y de hecho nos encontramos una exposición temporal sobre la relación Habsburgo-Velázquez con muchísimos cuadros traídos del Prado. Prácticamente pintó a todos los integrantes de esa dinastía en ese periodo de tiempo, y verlos todos juntos, con sus distintos parentescos y pintados por la mano del mismo artista era sorprendente. En la exposición temporal no se podía hacer fotos, pero sí en las salas permanentes:La extensísima exposición de pintura, en la primera planta del museo. |
Y los cómodos sofás, que nos vinieron tan bien. |
El edificio
En la segunda planta hay también una colección de dibujos y monedas, pero por lo que vale la pena subir es por las preciosas vistas de la cúpula y las paredes de mármol.Desde allí se puede ver el bonito café, que tenía muy buena pinta pero al que no pudimos entrar, puesto que cada jueves de 18.30 a 22.00 tiene lugar una gourmet evening y lo cierran. Lo bueno es que cualquiera puede ir, previo pago de 44€. El lugar seguro que lo merece, ¡era ideal!
Le bonito café del museo |
Una mala experiencia para terminar el día
Mientras volvíamos al hotel andando, íbamos comentando lo poco iluminadas que estaban las calles. La gente prácticamente desaparecía cuando se ponía el sol, y sólo quedábamos los turistas. Ese día, siendo año nuevo, la sensación era todavía más acentuada. Íbamos buscando algo que estuviera abierto para pillar para cenar en el hotel, pero no encontrábamos nada. Cuando estábamos a punto de llegar al hotel vimos como atropellaban a una señora mayor en pleno paso de peatones. Una furgoneta verde se la llevó por delante. No me olvido del ruido sordo del choque, de verla salir por los aires y después tirada en la calle pidiendo auxilio. El conductor enseguida salió a socorrerla, junto con otra pareja pasaban por allí. Nosotros nos sabíamos qué hacer porque ni sabemos nada de primeros auxilios ni tampoco nos podíamos comunicar con ella porque no hablábamos alemán. Por suerte unos segundos después pasó por allí una ambulancia, que se encargó de atenderla. Poco después vino la policía y cortó la calle. Nos quedamos un poco descompuestos, yo no me quería marchar hasta ver que la señora estaba bien, pero no la daban levantado del suelo. Una vez que la metieron en la ambulancia nos fuimos, porque realmente no pintábamos nada allí y no podíamos hacer nada, pero sintiéndonos inútiles por no haber podido ayudar.Llegamos al hotel un poco en shock todavía y muertos de hambre. Nuestra única opción era una pizzería de la esquina, que tenía aspecto de cutre y no era gran cosa, pero nos mató el hambre (Pizzeria al Pacino: mi crítica en Tripadivor aquí).
0 comentarios