Como lo principal de Salamanca ya lo teníamos más que visto después de día y medio, decidimos acercarnos hasta Ávila.

Empezamos el día desayunando en un bar de tapas que nos recomendaron en el hotel. Cuando entramos todavía no tenían pinchos así que opté por churros pero después me tomé una buena tapa de tortilla que me sentó la mar de bien.

Divisando Ávila

Sacamos el coche del garaje del hotel y apenas una hora después estábamos en Ávila. La primera parada fue en Los Cuatro Postes, un monumento religioso cuyo principal interés son las vistas. La perfecta muralla se divisaba en todo su esplendor.

Aparcamos el coche cerca de la muralla y caminamos hasta la primera entrada que encontramos. Nos sorprendió la cantidad de pájaros que sobrevolaban nuestras cabezas  que juraría eran estorninos.
Deambulamos por las calles del interior de la muralla, las casas estaban muy juntas y no se divisaba la muralla circundándolas.

La catedral fortaleza y la muralla

La primera parada fue la catedral, aunque nos clavaron 4€ por entrar. La principal característica de la Catedral de Ávila es que es la primera catedral gótica de España y además fue construída también como una fortaleza. A mi me gustó bastante pero la entrada me pareció bastante cara.

Después decidimos subirnos a la muralla y nos llevamos una grandísima sorpresa al ver que cobraran por subir. Estamos acostumbrados a la muralla de Lugo, gratuita, y nos esperábamos otra cosa. Además sólo tiene tres puntos de subida/bajada en toda la muralla y a pesar de que está completa sólo se puede visitar una parte.
Tuvimos que esperar unos 10 minutos a que la chica volviera de comer para que nos vendieran las entradas porque la chica que estaba en ese momento decía que ella no llevaba el dinero.

Vista de extramuros desde la muralla

La catedral desde la muralla

Junto con la entrada nos dieron una audioguía que funcionaba fatal .Además era un coñazo porque las locuciones saltaban automáticamente cuando llegabas a determinados puntos y no había manera de avanzar sin tener que tragarte todo el rollo otra vez.

 La guía -cuando funcionaba- iba contando la historia de Ávila en boca de Santa Teresa de Jesús o Teresa de Ávila. Hay que reconocer que la muralla es muy chula y está muy bien conservada:

Toro o verraco dentro de la muralla

Tanto en Salamanca como aquí las cigüeñas nos llamaban la atención, tanto por su característico sonido como por su magnífico porte. Hasta tuvimos ocasión de ver alguna cría adorable:
 
Y la forma que tienen de iniciar el vuelo, dejándose caer, es impresionante, como lo es también la pose durante el vuelo:

La muralla tiene un perímetro de 2,5 kilómetros pero sólo son visitables por el adarve 1,7km. Los accesos son a través de la Puerta del Alcázar, La Casa de las Carnicerías y Puente Adaja. El acceso a través de la Puerta del Alcázar permitía recorrer unos 300 metros de la muralla. Después tenías que bajar de nuevo por la misma puerta de acceso, salir por la Puerta de la Harina y seguir calle arriba extramuros hasta llegar a la Casa de las Carnicerías, donde estaba el acceso a la segunda parte del recorrido. Este recorrido era de 1,4km aproximadamente. Empezamos el recorrido muy animados pero a medida que íbamos avanzando, con el sol dando de pleno, el camino se nos hizo infinito. No había nadie más en toda la muralla (era mediodía) y sólo podíamos seguir andando hasta encontrar el sitio donde poder bajar. No había ninguna indicación de hacia dónde ir ni de cuánto faltaba para llegar a la salida ni posibilidad alguna de poder bajar por otro sitio. Fue un poco desesperante. Cuando al fin llegamos al final y divisamos la salida de Puente Adaja no me lo podía creer, estaba harta ya de la muralla.

Parte no visitable de la muralla, llena de hierba.

Desde Puerta Adaja tuvimos que andar un buen rato deshaciendo el camino que habíamos hecho por el adarve  hasta llegar a la Plaza del Mercado Chico, dónde paramos a comer en una de las terrazas (Restaurante Zaguan: mi crítica de Tripadvisor aquí).
La comida no fue gran cosa, eran todos sitios muy turísticos y tampoco nos apetecía andar buscando muchos más a esas horas. Probamos las judías del Barco y un chuletón de ávila, aunque lo que nos pusieron fue un simple bistec.

Visitando el Monasterio de Santo Tomás

Ya no teníamos mucho más que hacer, así que cogimos el coche y nos acercamos hasta el Monasterio de Santo Tomás.  En un principio se construyó bajo la dirección del inquisidor Tomás de Torquemada como un  convento dominico. Posteriormente los Reyes Católicos lo escogerían como residencia de verano y como lugar de entierro de su hijo primogénito y príncipe heredero, Don Juan. Este monasterio cuenta con tres claustros diferentes. El claustro del noviciado es el más pequeño y más sobrio. El Claustro del Silencio era donde se enterraban los frailes.


Los arcos están decorados con bolas, muy características de los monumentos de Ávila y por el que este estilo toma el nombre de perlado abulense.

El yugo y las flechas símbolos de Fernando de Aragón

Y por último el Claustro de los Reyes, que era el que iba a ser destinado a residencia de verano. En este claustro estaban las aulas de la antigua Universidad de Santo Tomás de Ávila, así como un museo de Historia Natural con varios animales disecados, pero tan mal, que más bien parecía el museo de los horrores. Desde este claustro se accede al coro y a a la iglesia.

El coro de madera es de estilo gótico flamígero y lo presiden dos sillas dedicadas al rey Fernando y a la reina Isabel, además de estar decorados con sus símbolos
Desde aquí se puede obtener una vista del interior de la iglesia y el sepulcro. Llama la atención el retablo, elevado sobre piedra y con pinturas de Pedro Berruguete.

El Sepulcro está hecho en mármol de carrara y actualmente no contiene los restos del infante porque fue profanado durante la Guerra de la Independencia.

Una breve parada en Alba de Tormes

En vez de volver directos para Salamanca nos acercamos hasta Alba de Tormes.
Intentamos entrar en la Torre del Homenaje del castillo de los Duques de Alba (la Casa de Alba nació aquí) pero estaba cerrando.

En el centro hay varios monumentos pero estaban fatal indicados. Aquí se conserva el cuerpo de Santa Teresa de Jesús. Como las visitas de lo relacionado con Santa Teresa no nos interesaban demasiado, las indicaciones no ayudaban y además ya era tarde lo que hicimos fue dar un minipaseo y volver al coche.

Después cogimos el coche y volvimos a Salamanca. Tuvimos suerte y después de un par de vueltas encontramos sitio al lado del hotel. Como era sábado ya no había que pagar y así nos ahorrábamos tener que meterlo en el parking del hotel, por el que nos cobraban.

Tapeando por Salamanca

 Habíamos mirado un par de sitios en Tripadvisor para ir a cenar, todos con una pinta increíble y por supuesto todos llenos. Al final acabamos entrando en el Bambú (Restaurante Cafetería Bambú: mi crítica de Tripadvisor aquí) porque encontramos una mesa libre y nos pusimos tibios a tapas. El ambiente era ruidoso (había muchísima gente) y teníamos que hacernos sitio para escoger las tapas en la barra (no sirven en mesa) pero estaban tan tan buenas que valió la pena.

Minihamburguesa, croissant relleno, patata rebozada, tortilla con salsa boloñesa (que no se ve detrás del pan) y tosta de pulpo.

Empanada de zamburiñas y tostas de morcilla, pimientos con carne y revuelto de setas.

Al salir nos compramos un riquísimo helado de piñones en otro restaurante de la Plaza y escuchamos el final del concierto de jazz que estaba actuando en el escenario.
 De camino al hotel nos encontramos con la Iglesia de San Marcos, de planta redonda. Se había celebrado una boda y a las puertas de la iglesia había un montón de pétalos en el suelo. ¡Qué sorpresa me llevé cuando me di cuenta que los pétalos eran artíficiales! Jamás había visto algo así, pero como no estoy muy puesta en bodas empecé a dudar si es que es lo que se lleva ahora. En cualquier caso me pareció bastante antiecológico, porque estos pétalos no se degradan!.