Una de las cosas más chulas de Barcelona es el mercado de la Boquería. Allí dimos una vuelta y nos maravillamos ante los puestos de frutas, pescado fresco, setas...y nuestra actividad favorita, degustar un riquísimo zumo de frutas de cualquier puesto. El más rico esta vez fue el de mora y coco, delicioso.

Después dimos un paseo por el Barri Gotic. Tuvimos la suerte de que hacía buen día a pesar del frío.

Por fin llegó el momento de ver el partido del Barça. Tomamos el metro y llegamos hasta el Camp Nou. Allí nos dividimos en dos grupos porque cada uno tenía que entrar por una entrada. Yo sólo había ido a ver un partido de fútbol cuando era pequeña (el Compos, hace mil años...) y no era nada parecido a como lo recordaba. Había mucha gente de todas las nacionalidades y muchos puestos de comida y bebida, bufandas y gorros del Barça. Alrededor del estadio hay varios accesos señalizados con números y en la entrada pone el número de acceso primero y el número de puerta después. Nosotros no subimos a gradas sino que nos hicieron entrar por un edificio donde nos inspeccionaron los bolsos y nos pusieron una pulserita que era la que nos daba acceso a la sala VIP.
Entramos en la zona VIP, un espacio donde hay varias mesas y sofás con diferentes platos para picar y bebidas. Había, por ejemplo, ensaladas griegas y alemanas en vasitos, fideúa de setas, coca,  tortellini con queso, milhojas de bacalao, distinto tipos de queso y foie, pan con tomate y unos cuencos con una especie de popurrí decorativo que resultaron ser crujientes de patatas, frutas y pétalos de flores. Para ser un partido normalito, había bastante gente. En un abrir y cerrar de ojos la sala se llenó. Había mucha gente de los países árabes (Qatar Foundation, I guess), aunque no se prodigaron demasiado por la zona de la comida.
La verdad es que no es que estuviera nada especialmente rico, pero entraba bien. Después localizamos nuestro palco, que tenía dos partes. Un recinto cerrado y acristalado donde había bebidas, copas, frutos secos y un fregadero, y una parte exterior, el propio palco, con butacas desde donde ver el partido.
Después de un breve calentamiento empezó el partido. Es raro lo lejos que se ve comparado con la tele, y eso que estamos bastante cerca. También se hace raro ver el partido sin comentarios, en absoluto silencio salvo por los cánticos de vez en cuando.

Durante el descanso nos dan de nuevo de comer, esta vez otras cosas diferentes  (entre ellas un consomé calentito que te ofrecían amablemente las camareras nada más entrar, brocheta de carne, rollitos de primavera, etc.) y tras el partido nos pusieron postre y cava.

Al día siguiente madrugamos para poder ir a ver el Palau Güell antes de coger el vuelo de vuelta. Menos mal que nos dio tiempo porque en nuestra anterior visita, en 2009, sólo habíamos podido ver la Casa Milá (no pudimos entrar en el Palau Güell, ni el Palau de la Música ni la Casa Batlló entre obras, colas y demás). Pero esta vez me pude sacar la espinita y visitar la Casa Batlló y el Palau Güell y me encantaron. 

Bajando por la rambla, casi desierta a esas horas de un domingo, llegamos al Palau, donde nos dieron una audioguía (mucho más amena que la de la Casa Batlló) para guiarnos durante el recorrido. Admiramos esta singular construcción y una vez más nos maravillamos de lo bien pensado que Gaudí lo tenía todo. Desde los sistemas de ventilación, la luz, la música. Además te cuentan la historia de la relación entre Eusebi Güell y Gaudí. Genial!