Sierra de Francia día 3: Sierra de Béjar: Béjar y Candelario

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 Béjar

Nuestro tercer día por la zona nos acercamos hasta Béjar, en la Sierra de Béjar. Para llegar el camino se hizo un pelín largo, sobre todo porque la última parte es carretera de montaña pura y dura con cientos de curvas. Nada más aparcar y bajarnos del coche tuvimos drama: la peque mayor se puso a jugar en una fuente y acabó cayendo dentro. Gracias que tenía una muda de casualidad en el coche que me había quedado de otra vez que pudimos salir del paso más o menos airosos. Y gracias también que apretaba el sol bastante y pudo llevar un vestido sin medias ni nada xD.

Antes de nada nos fuimos a la oficina de Turismo a hacernos con un mapa, dimos una vuelta por una pequeña feria medieval que había en el Parque de la Corredera y buscamos sitio para comer. Habíamos llegado muy tarde y no teníamos reserva en ningún sitio así que nuestra primera misión fue encontrar algún sitio donde pudiéramos comer algo y esperar a que el sol bajase un poco para pasear más a gusto (Café Bar el Murallón: mi crítica en Tripadvisor aquí)

Béjar ya se veía a primera vista que no era un "pueblito" como los que habíamos visto hasta ahora sino una villa que en sus tiempos había sido muy pujante. Toda su riqueza venía de los textiles, que fabricaba ya desde antiguo pero que se consolidó durante los siglos XIX y XX y que provocó la modernización de la ciudad. Es también conjunto histórico artístico pero (de momento) no está en la lista de los pueblos más bonitos de España. En comparación con los otros pueblos este nos pareció muchísimo más vivo y no tan decorado turístico. Aquí se notaba que la gente sí vivía y hacía vida aquí.

Después de comer, nos dimos una vuelta por algunas de las calles, bajamos la Calle Mayor de Sánchez Ocaña viendo las llamativas fachadas de las casas y su curiosa orientación. La fachada que daba a la calle solía ser más ornamentada y cerrada, mientras que la parte de daba hacia atrás a la sierra eran grandes ventanales para aprovechar el sol en invierno y el aire fresco de la sierra en verano. La mayoría de estas casas pertenecían a la burguesía industrial que se había forjado con el desarrollo textil.
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Casa de los Núñez
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Calles de Béjar
El Teatro Cervantes llama la atención con su estilo isabelino y lo cuidado que está. Data del siglo XIX y fue uno de los que primeros se construyeron en España. Además de teatro era un centro social y cultural, lugar de encuentro de la burguesía de la época. En la plaza, Don Quijote y Sancho nos saludan.
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Teatro Cervantes con Don Quijote y Sancho
Llegamos hasta la Plaza Mayor de Maldonado done se encuentran la Iglesia del Salvador, el Palacio Ducal y el ayuntamiento. 

El Palacio Ducal era una antigua fortaleza, posteriormente reconvertida en residencia de los Zúñiga, duques de Béjar. Hoy en día además de un insittuto de enseñanza secundaria acoge también una cámara oscura de reciente creación (2011).

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Iglesia del Salvador
Desde la plaza ducal se puede ver al fondo la Sierra de Béjar, todavía cubierta de nieve a esas alturas del año. A pesar del calor por el día tan soleado, en las zonas más abiertas venía el aire frío de la montaña y era muy agradable. 
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Sierra de Béjar, nevada, al fondo
Nos preguntamos inmediatamente qué pico tan alto habría por ahí para que hubiese tanta nieve y mi suegro no tardó en dar con la respuesta. Se trataba del subsistema de La Covetilla, que cuenta con una estación de esquí abierta en 2001 (construcción bastante polémica, por cierto, por estar en medio de varias áreas protegidas). 

Las vistas de la sierra fueron una de las cosas que más nos gustaron de Béjar, tenías la sensación de estar en medio de la naturaleza y lo único que veías a tu alrededor era verde <3
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Desde el Parque de la Antigua, y tras dejar un rato a las niñas disfrutar del parque infantil, me empeñé en subir a la muralla a ver las vistas. Los abuelos estaban cansados del calor y se quedaron abajo a la sombra. Y yo, en vez de dejarles el carro y a la peque 2 me subí con las dos pensando que sería como la Ciudad Rodrigo y no, solo se puede recorrer un trocito pequeño y no es accesible con carrito (hay varios tramos de escaleras) pero las vistas y el aire fresquito de la sierra sí valían la pena :)
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Cuidadín con las zonas de escaleras en la muralla, no aptas para carritos de bebé.
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Béjar tenía más que ofrecer, como el paseo a lo largo del río Cuerpo de Hombre o el Museo de la Industria Textil, pero la verdad es que estábamos ya cansados y decidimos poner punto y final a la vista. Cerca de Béjar se encuentra el Parque de El Bosque, la que fue la villa de recreo de los Duques de Béjar o la plaza de toros que es la más antigua de España. Nos hubiéramos animado a cualquiera de las dos visitas pero nos esperaba el recorrido de vuelta por la montaña y queríamos llegar temprano al hotel para poder dormir algo (recordemos que el día anterior nos perdimos por la montaña y llegamos pasada la medianoche). 

Bonus de aire acondicionado estropeado y Candelario

Pero nos esperaba otra sorpresilla relacionada con el mundo del motor y las carreteras, a nuestro coche se le había estropeado el aire acondicionado. Y aunque estábamos en abril, el día había sido muy caluroso y el coche estaba aparcado al sol, así que estaba como un horno y teníamos serias dudas de poder emprender el camino de vuelta en esas condiciones con las niñas pequeñas, sobre todo con peque 2 que tenía en ese momento 10 meses.

Para bajar algo la temperatura del coche lo movimos primero a una zona de sombre mientras tomábamos un helado, pero como aquello no mejoraba Mr. Knook se subió al coche para dar una vuelta alrededor del pueblo con las ventanas bajadas y que refrescase. Bendita idea porque fue a parar a la entrada del pueblo de Candelario, a 10 minutos de Béjar, y nos convenció a todos para subir a verlo porque se veía muy chulo. ¡Y vaya si nos gustó!. Además al estar más alto se estaba mucho más fresquito.

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Candelario es -sí, también- conjunto histórico artístico y uno de los pueblos más bonitos de España. Es un pueblo de montaña, construido por y para esas duras condiciones. Por eso tiene dos elementos que me maravillaron: las batipuertas y las regaderas.
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Las batipuertas servían para varias acosas: de burladero para las reses, evitando cornadas (es un pueblo de tradición chacinera y había que matar muchas), para airear la vivienda sin temor a que entraran los animales sueltos, y también, en caso de nevada, para defender las casas.
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Batipuertas en Candelario
Las regaderas son canales que bajan de los manantiales de la parte alta del pueblo hasta la parte baja, permitiendo regar las huertas y arrastrar los despojos de la matanza. Sin duda una solución de lo más original. Además es de suponer que en verano si aprieta el calor también contribuye a que se refresque todo un poco.
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Las regaderas de Candelario
Aparte de la arquitectura tradicional de pueblo serrano aquí encontramos también casas de tres pisos desarrolladas a partir del siglos XVIII como respuesta a las necesidades de la industria chacinera. La planta baja se usaba para labores de matanza y elaboración de productos cárnicos, la planta principal era la vivienda propiamente dicha y la última planta sería para el secado y almacén de lo elaborado en la planta baja.  
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Arquitectura tradicional I
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Arquitectura tradicional II
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Plaza de la Torre
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Iglesia de la Asunción
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Ayuntamiento de Candelario
En resumen, Candelario nos pareció un sitio encantador en el que nos hubiéramos quedado más tiempo. También nos hubiera gustado subir a la estación de esquí a ver la nieve que seguro le hubiera hecho mucha ilusión a las peques, pero ya no nos daba tiempo a nada más y emprendimos el viaje de regreso al hotel. No obstante, deshaciendo el camino volvimos a pasar por delante de Béjar y no pudimos evitar pararnos en el mirador un momento para sacar una última foto del pueblo con la sierra de fondo, pues sin duda el paisaje natural era toda una maravilla  y queríamos recordarlo: 
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Postal de Béjar
 

 Al fina en vez de hacer toda la ruta de vuelta por la Alberca como hicimos al ir decidimos volver por la autopista de Salamanda y llegamos al hotel -esta vez sí- sin más contratiempos. Al día siguiente emprendíamos el viaje de regreso con un muy sabor de boca de esta pequeña escapada y con muchas ganas de volver a seguir conociendo las maravillas que ofrece esta zona. Nos habíamos dejado muchas cosas en el tintero: las Batuecas, un montón de pueblos de la Sierra de Francia, los pueblos y fortificaciones de la frontera... ¡Cuántas cosas maravillosas por descubrir y qué entorno tan privilegiado!

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