Ciudad Rodrigo y Sierra de Francia día 1: Ciudad Rodrigo

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 Ciudad Rodrigo

¡Otra nueva escapada en familia! Después de casi dos años pandémicos el 2022 fuimos recuperando los viajes perdidos y el primer viaje largo que hicimos fue en Semana Santa y con todos los abuelos para disfrutar de tiempo en familia juntos y que nos echasen también una mano con las niñas, un win-win para todos ;P

Llevábamos tiempo ya con ganas de conocer Ciudad Rodrigo, la Alberca y la Sierra de Francia y nos pareció un destino fácil para este viaje. Así, salimos un miércoles por la tarde para aprovechar al máximo los festivos y el fin de semana. Llegamos a Ciudad Rodrigo ya de noche, así que lo único que pudimos intuir fueron sus monumentos iluminados en la noche desde nuestro hotel (Hotel Conde Rodrigo 2: mi crítica en Tripadvisor aquí).
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A la mañana siguiente ya pudimos curiosear un poco el hotel, que era enorme, perfecto para eventos como bodas porque cuentan con unos espectaculares jardines. 
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El interior cuenta con una decoración relacionada con el mundo del toro, en una especie de museo taurino. También tiene una pequeña plaza de toros. Y es que las primeras referencias al toro y al toreo se remotan precisamente a la provincia de Salamanca, donde se encuentra Ciudad Rodrigo. Además es en Ciudad Rodrigo precisamente donde hay documentación de corridas de toros en la plaza mayor en verano desde el siglo XVI. A día de hoy el Carnaval del Toro es todavía una de las fiestas más populares en esta ciudad.
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Después de ponernos las botas en el buffet con embutidos ibéricos típicos de la zona, nos fuimos hasta Ciudad Rodrigo. Allí aparcamos en las afueras de la zona vieja, justo enfrente del mercado. Mi suegra es muy fan de los mercados, así que allá se fueron ella y mi padre y además de echarle un ojo a los jamones compraron algunas garrafas de aceite de la zona.
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Después, accedimos a la ciudad por la Puerta de Amayuelas.
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Puerta de Amayuelas
Aunque existen indicios de asentamientos celtas y romanos en la zona, la historia de la actual Ciudad Rodrigo y su nombre se cree que se remontan al siglo XII y al Conde Rodrigo. Es en esta época cuando comienza a construirse la muralla que rodea la ciudad aún a día de hoy y comienza su época dorada. Su carácter fronterizo marcó su carácter en épocas de paz, siendo la vía de entrada a Castilla de productos portugueses y viceversa. Sin embargo, su cercanía con Portugal y las guerras de sucesión de la corona española y la Guerra de independencia con Portugal marcaron su devenir, siendo su territorio motivo de disputa entre unos y otros. Fue precisamente la guerra con Portugal y los violentos asedios franceses y alemanes los que más han dejado huella en la ciudad. Después la ciudad fue perdiendo habitantes, fundamentalmente emigrados, hasta la actualidad. 

Hoy está declarado conjunto histórico-artístico y uno de los pueblos medievales más bonitos de España.
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Como en muchos otros pueblos, la Plaza Mayor es el centro neurálgico de la ciudad. Durante el Carnaval del Toro se convierte en coso taurino (¡cómo no!) y antiguamente se celebraba aquí el mercado. Durante nuestra visita estaba engalanado para las procesiones de Semana Santa, alguna de las cuales tuvimos ocasión de ver. De hecho, nos llamó la atención que en una de las procesiones que vimos aquí iba un cura con un micrófono orando.
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Plaza Mayor
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Procesión en la Plaza Mayor
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Edificio del ayuntamiento
En una esquina de la plaza llama la atención el edificio del ayuntamiento, de estilo renacentista. En la torre izquierda destacan tres escudos: arriba el España con el águila bicéfala, debajo el del Ayuntamiento con las tres columnas y un último que podría pertenecer al antiguo corregidor. El ayuntamiento también estaba engalanado con motivo de las fiestas de semana santa.
Y también nos encontramos muchas cofradías preparándoses para la procesión, sacando las imágenes y acomodándose y en las tiendas aledañas las telas para hacer los trajes de nazareno.
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La verdad que no llevábamos nada preparado para visitar la ciudad, simplemente la paseamos y fuimos viendo lo que surgía a nuestro paso. Así llegamos hasta el Palacio de los Águila, un edificio renacentista del siglo XVI con un patio doble de estilo plateresco, declarado monumento histórico-artístico y que hoy en día acoge el Centro hispano-luso y exposiciones temporales.
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Patio interior del Palacio de los Águila
Después nos acercamos hasta el Parado Nacional, que se ubica en el antiguo castillo de Enrique II de Trastámara. Se puede acceder a una parte del interior como el restaurante o la recepción (evidentemente, no a las habitaciones a no ser que te encuentres allí alojado) y también a las almenas, torre del homenaje y a los jardines, desde los que hay una magnífica vista de la zona del río Águeda, afluente del Duero y que sirve de Frontera entre España y Portugal.
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Castillo de Enrique II
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Vista del río Águeda I
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Vista del río Águeda II

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Vistas desde el castillo

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Vista de la catedral
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Acceso a la torre del homenaje
Ciudad Rodrigo se encuentra salpicadas de antiguas casonas por todas partes. La Casa o Palacio de la Marquesa de Cartago, del siglo XIX, se encuentra junto a la catedral, y tiene una bella fachada neogótica con un balcón esquinado y las ventanas decoradas.       
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En la plaza de la catedral pudimos ver otra procesión. La mayor alucinaba con la solemnidad de la música y la celebración.
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Sin título La Catedral de Santa María es del siglo XII y también es monumento nacional
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Catedral de Ciudad Rodrigo
En su interior destacan el claustro y el pórtico. En realidad pudimos entrar porque estaban recogiendo las figuras de la procesión, por lo que el interior estaba medio a oscuras y no pudimos visitarla bien. Aún así sí le pudimos echar un vistazo al coro.
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Interior de la catedral
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Exterior del coro
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Interior del coro
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Capilla mayor
Al lado de la catedral llama la atención la Iglesia del Sagrario o Capilla de Cerralbo, mandada construir por el cardenal Francisco Pacheco al lado de la casa de sus padres. Este cardenal, de ilustre familia, quería una capilla funeraria en la propia catedra, pero cuando le fue denegado resolvió construirse este panteón funerario justo al lado. Durante la guerra de la Independencia fue usada como polvorín y sufrióvarios desperfectos tras una explosión por lo que tuvo que ser reconstruida.
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Capilla de Cerralbo
Paramos a comer en un sitio con un patio muy agradable donde probamos viandas típicas como el farinato y las pamplinas, que nos encantaron.  
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Por la tarde nos dedicamos a pasear más tranquilamente, visitando más palacios y plazas, por ejemplo el Palacio de los Cornejo que tenía un libro muy chulo con los atractivos turísticos de la ciudad que llamaba mucho la atención de los niños.
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Y también nos encontramos el afamado Museo del Orinal, aunque no entramos porque nos despertaba demasiado interés. Cierto es que lo recomiendan mucho, así que aquí dejo el apunte para quien le parezca curioso de visitar.
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Más interesante nos pareció la portada de poniente de la catedral, con los restos de las bombas de la Guerra de la Independencia.
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Portada poniente de la catedral y los heridas de guerra
Para terminar la visita accedimos a la muralla para recorrerla en toda su longitud. Es un paseo muy agradable y bastante accesible incluso con un carro de bebé grande. Las vistas son muy bonitas y está todo bastante bien cuidado. Sin duda un paseo que disfrutamos mucho.
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Paseando por la muralla
La muralla en sí es doble, siendo la primera fortificación del siglo XII y posteriormente se le añaden los baluartes en el siglo XVIII. El recorrido son unos 2 kilómetros aproximadamente.
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Tras recorrer la muralla y cerca del verraco nos encontramos un hermoso árbol con varios nidos de cigüeñas que nos encantan y aprovechamos para enseñárselas a la peque. También encontramos varios huevos tirados y, en fin, nos maravillamos con la naturaleza hasta que se hizo hora de volver al hotel. Como estábamos bastante cansado los papás y los niños cogimos unos bocatas para comer en el hotel mientras que los abuelos se quedaron disfrutando un poco más de la ciudad.
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