Aprovechando el puente de Todos los Santos le hicimos una visita a mi hermana, que está viviendo en Avilés. El primer día estaba bastante malo, y como acabábamos de llegar tan sólo nos limitamos a pasear por Avilés después de comer allí (Casa Tataguyo: mi crítica en Tripadvisor aquí). De la ciudad siempre me sorprenden sus casitas de colores, cada una distinta de las otras en arquitectura y color:
También cenamos por la zona, a base de tapas (La Garnacha: mi crítica en Tripadvisor aquí).
El santuario de Covadonga y los lagos
El sábado diluviaba otra vez, pero decidimos no cancelar nuestro plan original de visitar Covadonga. Además el tiempo le daba cierto aire mágico a los alrededores, ya que se encuentra en el Parque Nacional de los Picos de Europa. A pesar del tiempo había mucha gente, por algo es el monumento más visitado de Asturias, y conseguir aparcamiento nos llevó un ratito.La primera parada fue en la Basílica de Covadonga, imponente rodeada de montañas a cada lado. El exterior me gustó mucho pero el interior me decepcionó bastante, y es que no era nada del otro mundo.
Rodeando la basílica y desde la terraza trasera se podía divisar la Santa Cueva de Covadonga, que sería nuestra siguiente parada.
La cueva es lugar de interés por dos motivos: El primero es que aquí se encuentra la tumba de Don Pelayo, primer monarca del reino de Asturias, vencedor de la Batalla de Covadonga contra los musulmanes que daría inicio a la Reconquista. El segundo es que aquí se encuentra la Virgen de Covadonga, más conocida como "La Santina", que se supone que ayudó a Don Pelayo a ganar la Batalla de Covadonga. El acceso a la capilla con la imagen de la Virgen y a la tumba se hace a través de una gruta. Desde la gruta se divisaba perfectamente la Basílica, y la niebla empezaba a cubrir el horizonte y a engullir los paisajes, hasta dejar los fondos blancos y ofreciendo una imagen muy diferente a la que habíamos podido ver apenas media hora antes:
Desde Covadonga seguimos hasta los Lagos de Covadonga, el Enol y el Ercina, pero la lluvia empezaba a caer con fuerza y apenas estuvimos unos minutos:
Cangas de Onís y Ribadesella
Era ya la hora de comer, así que paramos a reponer fuerzas en un hotel rural después del descenso (Restaurante los Texos: mi crítica en Tripadvisor aquí), en el que recuperamos el calor con las típicas fabes con almejas, pote asturiano y ricas carnes ecológicas.La siguiente parada era Cangas de Onís. Dimos una pequeña vuelta por la ciudad, y entramos en una tienda preciosa, decorada como antiguamente, con cajas registradoras antiguas y productos típicos de la tierra. Me encantó.
Después nos dirigimos hacia el Puente Romano, situado sobre el río Sella y del cual cuelga una reproducción de la Cruz de la Victoria, símbolo de Asturias, y que se supone fue la que enarboló Pelayo en su batalla contra los musulmanes.
De vuelta en Avilés nos acercamos a cenar a un restaurante marroquí, aprovechando que en Santiago no hay ninguno y que a todos nos chifla la comida árabe (Restaurante Alkasbah: mi crítica en Tripadvisor aquí).
El domingo amaneció despejado y soleado, así que aprovechamos la mañana para pasear por Avilés. Me llama mucho la atención la cantidad de esculturas y decoraciones que hay por todas las esquinas, tanto en Avilés como en Oviedo, que dan un ambiente muy agradable a la ciudad y te van sorprendiendo en cada visita.
Para comer tuvimos una buena comilona (¡qué bien se come en Asturias!) a base de tortos, cachopo y frixuelos que nos supieron a gloria (Tierra Astur: mi crítica en Tripadvisor aqui).
Antes de marchar no nos pudimos resistir y paramos en una pastelería a comprar carbayones, casadielles y unos cubiletes de almendra que estaban buenísimos.
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