Venecía día 5: Arrivederci Venezia
El vuelo salía temprano, así que tuvimos que dejar el hotel temprano también. Los del hotel se ofrecieron a dejarnos desayuno en la habitación el día anterior para que al menos no nos fuéramos con el estómago vacío. Efectivamente cuando llegamos por la noche el desayuno estaba ya allí.
Nos levantamos muy temprano, a las 5:30 a.m. porque el vaporetto salía a las 07:20 y tardaba una hora y media según nos habían dicho. Yo estaba intranquila porque, según había entendido, si lo perdíamos teníamos que tomar el siguiente vaporetto que salía una hora después y entonces no llegaríamos al vuelo, que salía a las 10:00 a.m.
El día anterior habíamos comprado el ticket de vaporetto hasta el aeropuerto. Yo pensaba que se podía volver en vaporetto hasta Piazzale de Roma y luego coger el bus como habíamos hecho al venir. Pero tanto en el hotel como en taquilla nos dijeron que lo mejor era el vaporetto azul que iba directamente al aeropuerto rodeando Venecia por el lado este. Mi sorpresa fue mayúscula cuando al día siguiente descubrí que esa era el recorrido más largo y más tedioso. La fórmula vaporetto + autobús duraba unos 40 minutos y además yendo por el precioso Gran Canal, mientras que el vaporetto directo fue una tortura de viaje de hora y media en un vaporetto infernal en el que no se podía hablar debido al horrible ruido del motor. Por lo menos disfrutamos de una Venecia casi vacía a esas horas de la mañana bañada por los primeros rayos de sol:
Este es el vaporetto infernal que nos venía a recoger:
Pasamos por delante de Murano y vimos los Alpes al fondo:
El vaporetto no te deja directamente en la terminal, sino que está a unos 10 minutos andando, todo con la maletita a cuestas claro.
Lo bueno del aeropuerto de Venecia es que está tan cerca que una vez despegamos pudimos observar perfectamente toda la laguna desde el aire:
Aquí se pueden ver perfectamente las islas de Burano y Mazzorbo unidas por el puente:
Y aquí la isla de Venecia con Murano a su derecha:
Al dejar atrás Venecia vimos las montañas nevadas de los Alpes, que son esas al fondo que parecen nubes:
Y tras unas tres horitas de vuelo (pasando bastante frío en el avión, por cierto) aterrizamos de nuevo en Santiago, totalmente enamorados de Venecia.
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