El jueves aprovechando que hacía buen día, decidimos hacer una excursioncilla. Cogimos el coche y nos fuimos dirección A Guarda, a ver el castro de Santa Tegra. Este castro es sin duda uno de mis favoritos, pues su privilegiada situación a 300 metros de altura proporciona unas vistas magníficas de la desembocadura del Miño. La entrada al castro son 0,8€. Claro que para llegar hasta aquí, como habíamos ido por autopista, ya nos habíamos gastado 10€ en peajes en 120 kilómetros:4,95€ en el de Pontevedra, 2,85€ en el de Vigo, 2€ en Tui, ¡qué sangrar! (y eso a precios de 2008, que ahora han subido y mucho).
Este poblado castrense pertenece a la época romana, y estuvo activo entre los siglos I a.C. y I d.C., y habría estado ocupado por los grovios, un pueblo galaico que ocupaba esta zona y cuya capital sería Tui.

Las construcciones castrexas, la gran mayoría de planta circular, se encuentran rodeadas de una muralla que todavía se puede ver a simple vista a día de hoy.
Algunas edificacioens servirían como vivienda, y en ellas se han encontrado restos de dinteles, jambas y hasta bancos. Otros harían la función de almacén.

Algunos de los castros están reconstruidos con un tejado de paja, aunque no está claro si verdaderamente se usaba este tipo de tejado en la época.

    El castro es espectacular, no en vano es uno de los más visitados de Galicia y es Monumento Histórico Artístico Nacional. Tras la visita al castro hicimos una paradita en una playa cercana para comer unos bocatas que habíamos llevado hechos. Había gente haciendo kite surf, y nos dieron bastante envidia con sus saltos sobre el mar. En esa zona estábamos totalmente sólos y no se oía nada, salvo el rumor de las olas. Fue una comida de lo más relajante.

En A Guarda desemboca el río Miño, el más importante de Galicia, que hace de frontera natural con Portugal. De hecho la costa de enfrente que se ve en las fotos ya es Portugal. De hecho, en ese punto, la señal de móvil que llegaba era portuguesa.

Tras la comida en la playa nos dirigimos hacia Baiona. Paramos primero en el Mosteiro de Oia, un antiguo monasterio cisterciense al borde del mar, que también es Monumento Histórico Artístico Nacional. Es el único monasterio cisterciense que está al borde del mar. Sin embargo, sólo pudimos verlo por fuera, ya que estaba cerrado. Al llegar a Baiona, lo primero que hicimos fue ir a la Virxe da Roca, un monumento de piedra de 15 metros de altura que representa a la Virgen. Yo la había visitado una vez con el colegio cuando era pequeña, y me apetecía recordar cómo era. La Virgen sostiene en su mano una barca-mirador a la que se accede mediante una escalera de caracol (y después de haber pagado 1€). No os podéis imaginar qué frío y qué viento hacía allá arriba. El aire me empujaba!

Ya en Baiona, visitamos la fortaleza de Monterreal. Aunque el edificio del castillo ya existía anteriormente, la fortificación la mandaron levantar en torno a 1337 a causa de las desavenencias entre Alfonso XI y el rey de Portugal. Los Reyes Católicos ordenaron a la población de Baiona que viviese dentro del recinto amurallado, pero éstos sólo lo hicieron durante unos años. Después, la fortaleza se convirtió en residencia de los diferentes gobernadores militares. El más destacable de todos ellos fue Diego Sarmiento de Acuña, Conde de Gondomar, que aparte de su importancia como defensor de la cultura y el idioma gallego en plenos Séculos Escuros, defendió Baiona de los ataques del capitán Drake. Es por ello que se conoce popularmente como el Castillo del Conde de Gondomar. 
 Actualmente la fortaleza es un Parador Nacional, y la entrada al recinto es de 1€, pero merece la pena porque las vistas son fantásticas. El castillo es un paseo muy agradable también.
En el puerto hay una réplica la Pinta, una de las tres carabelas de Colón, debido a que Baiona fue el primer puerto de Europa que recibió la noticia del Descubrimiento de América: El 1 de marzo de 1493, la Carabela Pinta, capitaneada por Martín Alonso Pinzón, atracaba en Baiona.