Tailandia y Camboya día 11: Playas de Railay y Prha Nang en Ao Nang (Krabi)

by - 9:05

Cuando nos pusimos a elegir zona para alojarnos teníamos antes nosotros diferentes opciones, las playas de las zonas del mar de Andamán y las playas del golfo de Tailandia. En la época en la que íbamos (diciembre) se recomienda el mar de Andamán, mientras que en verano se recomiendan las del golfo.

Dentro de las playas del mar de Andamán tenemos asimismo diferentes opciones, todas muy conocidas:
- La zona de Puhket, donde supuestamente hay relax y ocio nocturno a partes iguales.
- La zona de Krabi, más tranquila y relajada y con más naturaleza.

Nosotros nos decantamos por Krabi después de leer varios diarios de viajeros y de mirar y remirar opciones, concretamente por la zona de Ao Nang.Nos pareció que yendo con la peque era el destino más fácil, agradable y más calmado y la verdad es que no nos equivocamos. ¡Sueño con volver a esas playas y a esos atardeceres!.

Después de la decepción del día anterior con el hotel empezamos a reconciliarnos y a tratar de sacar el máximo partido, al fin y al cabo, habíamos ido para desconectar y relajarnos. Lo único planeado para ese día era una cosa: playa. 
Sin título 

Playa de Railay

Tras un desayuno muy tempranero, nos dirigimos a la playa de Ao Nang, muy cerca de nuestro hotel. El día anterior ya nos habíamos informado de cómo funcionaba el transporte en longtail y los precios. En ese punto los tickets se compran en una caseta pegada a la carretera, antes de bajar a la playa. 

Desde Ao Nang se puede acceder a distintas playas locales: Railay, Tonsai y Phra Nang. También se puede llegar a distintas islas cercanas como Poda, Bamboo o Hong. Ese día nosotros íbamos a investigar las playas. Compramos dos tickets de ida y vuelta (200Baths cada uno) desde Railay. Los menores de 3 años no pagan. Una vez con los tickets hay que esperar a formar un número de personas suficiente para que alguien acceda a llevarte en su barca, de lo contrario, no les compensa (tal y como pasaba también con los songthaew en Chiang Mai). Railay es un destino muy popular, así que enseguida formamos un grupo y los barqueros nos repartieron por las embarcaciones en función de nuestro destino final. En cada barca nos dividieron entre babor y estribor para ajustar el peso mejor.

Tal y como habíamos leído, el embarque es en mojado, lo que quiere decir que hay que entrar al agua para subir a la barca, porque no hay muelle, ni pantalán ni nada. Es recomendable llevar un calzado fácil  de quitar y poner o que no os importe mojarlo, como unas chanclas.
Sin título
Preparada para embarcar
Los longtails son embarcaciones tradicionales de madera que antiguamente eran movidas a remos pero que hoy en día funcionan con un motor de coche enganchado a un palo largo rematado en una hélice. Sin duda, toda una fusión tradición-modernidad. Podéis leer más sobre este curioso sistema de transporte aquí. Al ir tan rápido puede que salpiquen un poco, pero la gran mayoría tiene una protección lateral de plástico para evitarlo. La única pega que yo le veo a estas barcas es que son muy, muy ruidosas. Los barqueros han formado una cooperativa y van uniformados con una camiseta azul.
Sin título
Nuestro barquero con la camiseta oficial
Tras un trayecto de apenas 10 minutos llegamos a nuestro destino, la playa de Railay (Railay Oeste), en la península del mismo nombre. Esta península está totalmente rodeada de piedras, de ahí que su acceso sólo sea posible por mar, y es quizá también lo que hace que mantenga un poco su espíritu medio salvaje. Casi todas las playas de esta zona están rodeadas de altísimos acantilados y formaciones kársticas, además de exuberante vegetación y fauna como monos o animales marinos.

Había oído hablar de la playa idílica de Railay Oeste y a mi no me lo pareció tanto, pero sí que es bonita. Los acanillados la rodean y el mar tienen un encantador color verde. Aquí estuvimos un ratito disfrutando de la tranquilidad y bañándonos por turnos, porque la peque no quería pisar la arena (le daba miedo y sólo aceptaba bañarse). A esas horas, las 9 de la mañana, había poca gente en la playa pero el sol ya pegaba muy fuerte.
Sin título
Estampa clásica de las paradisíacas playas de Tailandia
Sin título
Acantilados rodeando la playa
Por supuesto la temperatura del agua era de los más agradable, apenas sentíamos diferencia entre estar dentro o fuera del agua. había 29ºC tanto dentro como fuera del medio líquido ¡un placer!   
Sin título
Aguas turquesas
Si en España tenemos "pulgas de playa" (que realmente son crustáceos), en Tailandia había mini cangrejos que buscando alimento en la arena formaban unas curiosas bolitas de arena cerca de la orilla.
Sin título
El curiosos paisaje cangrejil
La playa está muy bien para para un rato, pero el ruido de los longtails que vienen y van es bastante desagradable. En todas las playas que visitamos las zonas de baño estaban delimitadas con boyas, así que tampoco podías nadar muy adentro y el agua cubría más bien poco. Después de un rato nos empezamos a aburrir, así que fuimos a ver las otras playas de la península. El camino está justo detrás de la playa, no tiene pérdida. Primero se accede a una zona de restaurantes de todo tipo, aunque pocos nos parecían apetecibles para sentarse a comer porque hacía mucho calor y eran terrazas abiertas.
Sin título Sin título 
Siguiendo el camino se llega a Railay Este, que dependiendo del momento puede ser un auténtico lodazal o una playa más o menos normal. Nosotros la vimos como lodazal. Aquí empezaban también los típicos resorts más o menos lujosos al borde de la playa. 
 Sin título Sin título Sin título 
En esta parte empezamos a ver señales de aviso de riesgo de tsunami que nos dieron un poco de respeto y nos hicieron reflexionar sobre lo ocurrido en 2004, nos parecía increíble que un lugar tan paradisíaco se hubiese podido convertir en una trampa mortal. Allí y en aquel momento la civilización y los peligros parecían no existir, tan sólo esa señal nos lo recordaba y nos devolvía a la realidad. 
Sin título
Siguiendo el camino se atraviesa parte de la Cueva de Phra Nang, donde se pueden apreciar estalagtitas y estalagmitas. Es una cueva enorme, hay rutas para adentrarse en ella, y desde aquí también hay una pequeña cuerda para ayudar en la escalada que sube hasta el mirador de Railay. Nosotros no subimos porque no teníamos el calzado necesario ni nos pareció demasiado seguro yendo con la niña en la mochila.
Sin título Sin título 
Todo el camino hay avisos de que la zona está llena de monos y que tengas cuidado con tus pertenencias, ya que les suele gustar mucho "robar" a los turistas. Así, recomiendan no llevar objetos que sueltos que llamen mucho la atención porque los monos son muy rápidos y puedes ni enterarte de lo que se llevan hasta que lo eches en falta. Yo recorrí el sendero con un poco de miedo y, a la vez, ilusión. Miedo de los monos e ilusión por verlos en un entorno natural, pero la verdad es que no avistamos ninguno hasta que llegamos a la playa. Ahí sí, varios monos al pie de un árbol se divirtieron robándole la bebida a algún turista despistado que les hacía fotos.
Sin título 
También a la entrada de la playa había una señal de advertencía para tener cuidado con las medusas.
Sin título
Y ya por fin estábamos en la otra playa de Railay, Phra Nang. El día se había ido nublando y esa zona de la playa tampoco nos pareció idílica (nuestra opinión cambiaría apenas media hora después). La peque se había dormido y yo aproveché para bañarme. Esa parte de la playa se encuentra pegada a la cueva y había mucha gente practicando escalada.
Sin título 
Sin título
Escaladores
Sin título 
También a la entrada de la playa se encuentra la llamada Cueva de la Princesa, donde los pescadores hacían ofrendas a una princesa marítima mítica. La cueva está llena de lingams de todas las formas y materiales, además de otras ofrendas.
 Sin título Sin título
Ya con la peque despierta decidimos recorrer la playa hasta el final y fue lo mejor que pudimos hacer. Nos refugiamos del sol que volvía a salir bajo unos árboles y compramos algo para comer en una de las decenas de barcas que hay amarradas en la orilla para tal fin. Probamos los  rotee o tortitas tailandesas que se ofrecen en versión dulce y salada y que nos gustaron mucho. Para beber, aprovechando la tropicalidad, agua de coco y un batido de piña.
Sin título
Nuestro refugio bajo los árboles (cuidado con los monos)

Sin título
Tiendas-barco 

Sin título
La oferta culinaria

Sin título
Rotee o tortita tailandesa ¡ñam!
Nos pasamos la tarde entrando y saliendo del agua con la peque, ella encantada y nosotros alucinados de lo buena que estaba el agua y de su espectacular color. A media tarde se empezó a levantar viento y llegó un punto en que se estaba mejor dentro del agua (29ºC) que fuera (27ºC). Un poco antes de la puesta del sol nos volvimos. No pudimos ver ponerse el sol porque se había nublado. 
Sin título
En esta playa los longtails atracan en los extremos de la playa. Nuestro billete de vuelta era desde Railay pero preguntamos a los barqueros y nos dijeron que podíamos volver desde allí sin problema, pero sólo desde los barcos de uno de los extremos de la playa. Tuvios suerte y no tuvimos que esperar nada, enseguida nos juntamos 12 personas y nos asignaron un barco. El trayecto fue diferente, nos salpicamos mucho más y fue más difícil subir y bajar que a la idea, porque el mar estaba menos calmado. 

De vuelta en Ao Nang contratamos una excursión para el día siguiente en uno de los miles de puestos que hay en la calle principal. Nos hicieron rebaja por ser la última hora y nos aseguraron que nos pasarían a buscar al día siguiente a nuestro hotel. Al empezara caer la noche, la humedad se dispara. Corrimos al aire acondicionado de nuestra habitación donde cenamos tranquilamente y aprovechamos para poner lavadoras, ducharnos, organizar cosas...

Te puede interesar

0 comentarios