Pontedeume y Fragas do Eume

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Pontedeume

Tras salir del confinamiento por COVID que duró de marzo a junio estábamos todos deseando salir a explorar y, sobre todo, a retomar el contacto con la naturaleza. Por eso nuestra segunda excursión fue a Pontedeume y la Fragas do Eume, una excursión que llevábamos mucho tiempo postponiendo y que nos apetecía muchísimo hacer.

Pontedeume nos sorprendió gratamente, está en un estado de conservación estupendo y tiene monumentos históricos importantes para la historia de Galicia. El río Eume lo atraviesa y le da su nombre, por lo que aquí confluyen bosques, río y mar en un paraje precioso.

La villa se funda con el beneplácito de Alfonso X el sabio en el siglo XIII bajo el señorío de la casa Andrade. Posteriormente la casa Andrade se fusiona con la casa de Lemos y tanto esta familia como la villa empiezan a perder esplendor. El Torreón de los Andrade es uno de los monumentos que quedan de esa época. No lo pudimos visitar por dentro por el tema COVID. Muchos sitios aún no habían reabierto. Era un antiguo pazo del que hoy sólo se conserva este torreón de 18 metros de alto. Destaca el enorme blasón de los Andrade y los Lemos en la fachada.
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Torreón de los Andrade

Otro de los monumentos emblemáticos de Pontedeume es precisamente su puente sobre el río Eume. Originalmente era un puente medieval de los más antiguos y largos de Europa, pero en el siglo XIX se sustituyó por uno más moderno que aguantase mejor el tráfico y las inclemencias del tiempo.
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El casco histórico está muy bien conservado y llaman la atención sus galerías y balcones.
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Fragas do Eume

Después de comer fuimos a visitar el Parque Natural das Fragas do Eume. La fraga es un bosque espeso, húmedo y fresco que acoge numerosas especies vegetales y animales. En lo relativo a la fauna cabe destacar el corzo, el búho real, el lobo o la nutria. Y de flora los antiquísimos helecho, robles, castaños, fresnos, tejos...

Se puede recorrer a pie a través de sus muchos senderos señalizados, pero nosotros, al ir con la peque, llegamos hasta los pies del Monasterio de Caaveiro, donde aparcamos.
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La subida al monasterio andando no es muy larga y se puede hacer perfectamente con niños pequeños. Aquí, rodeado de la naturaleza, se encuentra el Mosteiro de Caaveiro. Se trata de un monasterio románico del siglo XII del que se conservan varias partes.
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Subida al mosteiro
El mosteiro se puede visitar mediante visita guiada y gratuita cada 45 minutos. Mientras esperábamos nuestro turno exploramos los alrededores, conformados por varios puentes y cascadas. Diferentes rutas partían de ese punto.
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El mosteiro es sin duda singular por su ubicación. Parece que el bosque se lo ha engullido porque desde abajo ni se divisa, pero una vez arriba, domina todo el paisaje. Los monjes que aquí habitaban seguían primero la regla de San Benedicto, pero posteriormente la orden se dedicó a San Agustín. Está construido en terreno irregular, lo que condicionó la propia construcción del mosteiro.

El guía nos hizo un repaso por la historia del monasterio, su arquitectura y las diferentes estancias. Todo muy interesante.
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Entrada al mosteiro
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Vistas
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Atrio de la iglesia
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Interior de las casas del mosteiro
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Interior de la iglesia del mosteiro
Le dijimos al guía que nos recomendase alguna ruta corta que pudiésemos hacer con la peque. Nos dijo que había una de una media hora que cruzaba el río hasta volver al parking donde habíamos dejado el coche. Nos pareció perfecta y así hicimos. 
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Por último, antes de volver a casa, hicimos una pequeña parada en la Playa de Perbes para dar un paseo al sol y retomar fuerzas antes de dar por finalizada la jornada.
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