Amsterdam día 3: Alquiler de bicicleta, Museo Nemo, Casa de Anne Frank, Hermitage, Jordaan
Amsterdam en bici
No podíamos pasar sin probar a andar en bici por las calles de Amsterdam, así que el tercer día alquilamos una bici cerca en la Estación Central y comprobamos lo bien que se andaba por el carril bici. Resulta que las bicicletas tiene preferencia sobre peatones y coches. Una gozada. Si alguien se metía delante tan sólo había que tocar la campana y mágicamente se apartaba.
Evidentemente había que saber cómo circular por las calles. Normalmente un lado del canal era el carril de ida y el otro, el de vuelta, aunque a veces hay para los dos sentidos. Mi bici era un poco grande para mí (una que es bajita) y una de las veces que intenté frenar acabé cayéndome en medio de la carretera... En mi defensa diré que íbamos por el carril contrario (yo siguiendo a Mr. Knook y A., que me habían dejado atrás), y me empecé a agobiar cuando vi a toda la gente de frente hacia mi. Cuando intenté frenar pasó lo que pasó. Menos mal que no pasaban coches ni tranvías en ese momento, porque me podía haber llevado un buen susto.
Museo Nevo y Barco Amsterdam
En bici nos fuimos hasta el Museo Nemo y el barco Amsterdam. La verdad es que lo de la bici resultaba practiquísimo, ya que en todas partes había parkings para bicis.
Yo quería ir a ver el Scheepvaartmuseum o museo marítimo, pero estaba cerrado por obras. Lo que sí se podía visitar era la réplica del barco Amsterdam. Este barco de carga del siglo XVIII pertenecía a la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (VOC, por sus siglas en holandés). En el viaje de ida solía llevar dinero, armas y ladrillos, mientras que en el viaje de vuelta de las Indias traía especias, telas y porcelana. El barco original se perdió para siempre en una tormenta.
Yo quería ir a ver el Scheepvaartmuseum o museo marítimo, pero estaba cerrado por obras. Lo que sí se podía visitar era la réplica del barco Amsterdam. Este barco de carga del siglo XVIII pertenecía a la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (VOC, por sus siglas en holandés). En el viaje de ida solía llevar dinero, armas y ladrillos, mientras que en el viaje de vuelta de las Indias traía especias, telas y porcelana. El barco original se perdió para siempre en una tormenta.
Ya que estaba allí al lado hicimos también una visita al Museo Nemo, que llamaba la atención por su particular expterior. El Nemo viene a ser como una casa de las ciencias, y estaba tan lleno de niños que era imposible ver nada. Además las explicaciones en holandés tampoco ayudaban demasiado. Aquí me quedó claro que los museos de ciencias y tecnología mejor disfrutarlos en España, porque fuera no se disfrutan lo mismo y hasta pagas más. Creo que fue la última vez que pisamos un museo de ciencias de viaje.
Recogimos de nuevo las bicis y llegamos hasta el Westerpark, y también vimos los típicos molinos holandeses.
Después fuimos a devolver las bicis (teníamos que devolverlas a una hora determinada o nos cobrarían un día entero más) y continuamos la jornada andando. Paseamos por la zona del Jordaan, y en una tienda compré unos deliciosos quesos holandeses para traer de recuerdo a mis padres.
Típica estampa holandesa: molinos y bicis |
Casa Museo de Anna Frank
Acabamos con la bici por la zona del Jordaan y llegamos hasta la casa museo de Anna Frank. En un principio no habíamos pensado en ir, pero he de reconocer que la visita valió la pena y además es muy interesante. Todo está muy bien explicado, con trocitos de su diario pintado en las paredes relacionado con lo que allí se expone. La verdad es que la sensación que me dejó fue muy honda, todo por lo que tuvieron que pasar, tantos años escondidos sin ver la luz del sol, sin poder hacer vida normal durante el día porque no podían ni ir al baño para no hacer ruido a los que trabajaban en la casa de al lado y que nadie sospechara. Al final la delataron y la enviaron a un campo de concentración, y allí murió apenas unos días antes de que el campo de concentración fuese liberado. Una visita imprescindible para conocer el horror del nazismo. Cuando llegué a casa me seguí informando, ví fotos de la época y me leí el Diario. Me gustan esas visitas que te dejan poso y ganas de seguir conociendo más sobre la historia.
Hermitage Amsterdam
Tras una breve pausa para comer y probar unos deliciosos poffertjes, fuimos hasta el Hermitage Amsterdam, que no es más (ni menos) que una sucursal del Museo del Hermitage de San Petersburgo en Amsterdam. Lamentablemente no había ninguna exposición de pintura interesante, ya que estaba recién abierto y casi no tenía contenido, aunque el edificio era bastante chulo. Lo que tenían era una exposición sobre los trajes de gala en la corte rusa que al final nos gustó bastante (y que era parecida a la que veríamos 6 años después en el verdadero Hermitage, en San Petersburgo).
Hermitage Amsterdam |
Más tarde fuimos a cenar a un restaurante, donde probamos la típica erwtensoep o sopa de guistantes.
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