Tailandia y Camboya día 5: Angkor recorrido corto (Angkor Wat, Angkor Thom y Bayon Ta Prohm)

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Pase para los templos de Angkor y cómo vestirse

A las 8:30 en punto nos estaba esperando nuestro guía en la recepción del hotel. Se presentó y nos presentó al conductor que nos llevaría por el recorrido que habíamos contratado los días siguientes. Teníamos una furgoneta grande y muy cómoda, con aire acondicionado y botellas de agua fría durante todo el recorrido. Tanto el guía como el conductor eran locales, así que también tuvimos oportunidad de preguntarle acerca de temas que nos interesaban para conocer sus experiencias viviendo en el país.

Nos llevaron a la entrada del parque histórico donde compramos los pases válidos para tres días, aunque realmente nosotros sólo estaríamos dos [Tip: El que mejor sale calidad precio es el pase de 7 días si tienes la oportunidad]. Ahora que está todo informatizado no es necesario llevar nada, allí mismo te hacen una foto para el pase, que deberás llevar contigo en todo momento porque lo piden a la entrada de todos los templos. En nuestro caso los llevó el guía durante toda la visita, y nos los devolvió el último día.
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Los pases
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Normas
Respecto a la ropa, al igual que en el Palacio Real de Bangkok del que hablamos aquí para subir a la última altura de Angkor Wat hay que cubrirse hombros, rodillas, escote, etc. Lo mejor es falda o pantalón largo flojo  y una camisa amplia porque se suda muchísimo y la ropa pegada no se aguanta. También es muy recomendable un sombrero y crema solar para protegerse del sol e, incluso, un paraguas plegable a modo de sombrilla. Nosotros no tuvimos problemas con los mosquitos ni nos echamos repelente durante el día y no nos picó nada.

El Imperio Jemer

Siem Reap fue nuestro primer contacto con Camboya. Era el antiguo corazón del Imperio Jemer (o khmer). Las ideas políticas y religiosas indias se empezaron a extender por el sudeste asiático y Camboya fue uno de los primeros sitios donde cuajó. Hubo varios reinos tribales como Funán o Chenla que controlaban vastos territorios de lo que hoy es Tailandia y Vietnam, entre otros países, y de los que todavía se sabe más bien poco. El reino de Angkor se cree que se estableció en el siglo IX cuando Jayavarman II se declaró rey del mundo y estableció su reinado sobre varios territorios. El reinado se fue ampliando y ganando riqueza y poder y construyó magníficos templos y ciudades. En un principio se profesaba la religión hinduista, si bien posteriormente se acercaron al budismo. El imperio jemer tuvo una importancia histórica tal que cuesta creer que no haya registros escritos para poder arrojar luz a algunos de los enigmas que todavía hoy en día quedan por descifrar. Sólo contamos con algunas inscripciones en piedra, las propias excavaciones arqueológicas de varios países que han realizado una labor encomiable-y siguen realizando- de recuperación de la cultura jemer, y de escritos chinos de la época.

Angkor: Recorrido corto

Lo primero que hay que tener claro es que el parque arqueológico es enorme. Por ello se divide en varios recorridos, la mayoría de los cuales duran 2-3 días. Lo normal es hacer el primer día el recorrido corto, en el que se presentan los templos más importantes que están más cerca los unos de los otros. En el recorrido largo se visitan más templos pero están más alejados entre sí, y en el último día se suelen visitar los templos más alejados y salvajes.

Angkor Wat

Comenzamos nuestro recorrido por Angkor Wat, la estructura religiosa más grande del mundo. Entramos por la puerta este, opuesta a la principal, para evitar las aglomeraciones de gente que van a ver el amanecer desde la entrada oeste, la principal. Ahí ya te empiezas a sentir un poco como Indiana Jones cuando te descubres en medio de la selva con las ruinas delante de tus narices.Sin título

Arquitectura y mitología hindú

Un poco más adelante avistamos la que es la imagen más mítica de Angkor, el templo con sus cinco torres que está en la bandera nacional de Camboya. Para entender la arquitectura de Angkor debemos tener en cuenta que está profundamente influenciada por el hinduismo, aunque muchos de ellos terminaron convertidos al budismo algunos años después. La mayoría de las construcciones son un reflejo del Monte Meru, un monte sagrado con cinco picos. En el pico del centro, el mayor en altura, vivía Vishnu, el dios creador del universo. La mayoría de los templos trata de simbolizar el ascenso a este monte con empinadísimas escaleras y se rodearon de un complejo sistema de irrigación que simbolizaba también el océano. Angkor Wat es el máximo exponente de esta arquitectura y es el templo mejor conservado. Se construyó en el siglo XII por Suryavarman II.
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Panorámica de Angkor Wat desde la entrada este
Está orientado al oeste. Esto es extraño porque la mayoría de los templos jemeres está orientado al este, simbolizando el renacer. Esta orientación oeste se pensaba que era por Suryavarman II lo ideó como su templo fúnebre, aunque una teoría más aceptada es que está dedicado al dios Vishnu.

El santuario central o bakan

Atravesamos el recinto hasta llegar al santuario central o bakan, que está formado por tres rectángulos concéntricos  y comunicado por galerías.
Plano del santuario central. Fuente: wikipedia. Autor: 3coma14
Tiene varios niveles. El nivel más exterior o tercer nivel se comunica con el segundo nivel a través de tres galerías.
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Foto de familia en el tercer nivel
El segundo nivel no era accesible al pueblo. Se accedía a través de escaleras, los muros exteriores son ciegos y los interiores tienen ventanas atravesadas por las características columnas de estilo jemer. También en este nivel hay dos pequeñas bibliotecas, al lado del santuario central.     
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Monjes en el segundo recinto
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Las ventanas interiores del segundo nivel, con las características columnas.
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Biblioteca (a la izquierda) y el primer nivel
Al nivel más alto o primer nivel sólo podían acceder el sumo sacerdote y el rey a través de unas escaleras sumamente empinadas que simbolizaban ese ascenso a la montaña sagrada. Este último nivel estuvo cerrado al público muchos años, pero ha vuelto a abrir. Antiguamente se usaban las escaleras originales de piedra, pero ahora se han sustituído por unas de madera un poco más seguras debido a los accidentes que se produjeron. Es el lugar más sagrado de todo el recinto y por eso hay que vestir adecuadamente: manga corta (no tirantes, ni sisas), pantalón hasta la rodilla, etc. No dejan taparse con fulares, así que mejor no arriesgar. Tampoco pueden subir menores de 7 años, así que Mr. Knook y yo nos turnamos para poder subir.
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La subida al santuario central
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Las empinadas escaleras de subida y bajada
Una vez arriba te encuentras con las 5 torres o prasat,  que se comunican a través de galerías formando cuatro patios. Desde lo alto tienes una bonita vista de la selva y los templos que se esparcen entre ella.
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Vistas desde lo alto de Angkor Wat
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Galerías del santuario central
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Patio del bakan I
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Patio del bakan II
Los tres recintos se conectan a través de un galería que las atraviesa, conocida como la Galería de los Mil Budas. Antes de la guerra cientos de estatuas de Buda decoraban sus paredes, pero tras la guerra fueron robadas o retiradas.
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Galería de los Mil Budas
Como en Tailandia, los monjes budistas se apostaban en el templo para bendecir o recibir ofrendas. La gente se arrodillaba y ellos les bendecían y les ataban una pulsera de cuerda de color rojo.
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La simbología de todo el recinto es impresionante. Para tratar de representar este universo hinduísta los bajorrelieves cuentan historia de batallas pero también del propio rey, hay apsaras por todo el recinto cada una con su propio vestido único, tallas, puertas, y las propias torres del recinto central que representan el monte Meru están construidas recordando el capullo del loto, símbolo de pureza y resurrección.
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Decoración en la Galería de los Mil Budas
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Apsaras 

Recinto exterior y foso

Aquí encontramos dos bibliotecas mucho más grandes. A pesar de su nombre, no se sabe a ciencia cierta cuál era la función de estos edificios.
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Biblioteca en el recinto exterior
Una balaustrada en forma de serpiente o naga rodea todo el recinto. La naga de 7 cabezas representa el puente entre el cielo y la tierra.
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La balaustrada rodeando el complejo
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Remate de una de las balaustradas, con la cabeza de la naga
Dos pequeños fosos se encuentran en esta entrada principal, uno a cada lado de la calzada. Desde aquí es desde donde se ve al amanecer, una actividad que ha pasado a tener mucha fama en los últimos años. Nosotros no quisimos hacerla por dos motivos: por la cantidad de gente que se aglomera todos los días que hace que la experiencia no sea tan maravillosa como parece y la otra porque era un palizón para hacer con una niña tan pequeña.
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Lugar donde se concentran los turistas para sacar la foto del amanecer en Angkor
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Vista de Angkor desde el lago
 En esta zona descubrimos algo muy curioso, los puestos de bebida de sabia de palma. Aunque el guía nos advirtió de que eran demasiado dulces, no pudimos resistirnos a probarlo. Los locales enganchan unos tubos a la palmera y extraen la savia que venden directamente. Por 1€ nos dieron dos vasos que fuimos incapaces de acabar ¡estaban demasiado dulces!
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Puesto de bebida de savia de palma
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Con mi vasito de savia 
El recinto exterior que todo el templo está rodeado de un foso de más de 1 km2. Para salir se ha construido un curioso puente flotante de plástico para preservar el original de piedra.
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Vistas desde el foso exterior

Construcción, abandono y recuperación

Toda la construcción del templo se hizo con bloques de piedra provenientes de una cantera a más de 50 kilómetros, que se traían a través del río en una obra colosal comparable a la de las pirámides de Egipto. Según las inscripciónes se necesitaron más de 300.000 hombres, 6.000 elefantes y 40 años y aún así no se logró completar. Los bloques encajaban unos con otros, por lo que no se usó mortero (probablemente se desconocía). Muchas técnicas de construcción occidentales modernas no se conocían en este lado del mundo, así que en vez de interiores amplios hay galerías, y en vez de bóvedas de arco y arcos hay falsos arcos y falsas bóvedas.
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A pesar de lo que se ha venido creyendo, el templo de Angkor jamás se abandonó. Siguieron celebrándose ritos y siguieron viviendo monjes en él, pero si se olvidó el poder del Imperio Jemer, que no saldría de su olvido hasta varios siglos después, cuando Camboya se convirtió en protectorado francés y se empezaron a publicar libros y fotos del lugar. Poco a poco la fascinación comenzó a crecer y el turismo empezó a llegar. Pero aún hoy se trabaja para descubrir y reconstruir muchísmos templos que estuvieron literalmente engullidos por la selva y, sobre todo, para arrojar luz sobre la civilización jemer que dominó este rincón del mundo y de la que tan poco se conoce todavía.

Angkor Thom y Bayon

Si Angkor era el templo del Imperio Jemer, Angkor Thom era su capital. Esta enorme ciudad contaba con más de un millón de habitantes (un récord para la época) y se extendía más de 10 kilómetros cuadrados. Toda la ciudad estaba rodeada de una muralla con puertas en cada uno de sus puntos cardinales.

La mejor conservada por haber sido objeto de restauración es la Puerta Sur, por la que entramos nosotros tras abandonar Angkor Wat. A cada lado de la puerta devas (dioses) y asuras (demonios) sujetan un extremo de la naga usada para voltear el Monte Mandara y así batir el océano de leche para conseguir el amrita de la inmortalidad en una representación del curioso mito del Batido del océano de leche. En la propia puerta, cuatro caras orientadas a los cuatro puntos cardinales vigilaban a todo aquel que pasase por debajo de la puerta.
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Puerta sur
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Detalle de las caras de la puerta (al fondo)
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Detalle de las devas
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Detalle de los asuras

Bayon

El templo central de esta ciudad capital de Angkor Thom es Bayon, un templo muy curioso tanto por su construcción, por estar dedicado al budismo desde sus inicios y por encontrarse en el centro exacto de la ciudad. Fue construido por Jayavarman VII en el siglo XII como muestra de su poder. Aunque desde lejos parece un conjunto de piedras informes, la cosa cambia según te vas acercando.
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Templo de Bayon, desde el foso que lo rodea.
Se distribuye en galerías externas e internas y una terraza elevada.
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Galerías
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Galerías
El sol apretaba de lo lindo, y el guía nos dejó un paraguas plegable para protegernos y proteger a la niña, que se había quedado dormida y que llevábamos en la mochila de porteo.
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Terraza
Al llegar arriba descubres que esos bloques de piedra son enormes torres con cuatro caras con la efigie del rey en sus cuatro lados, que dan la impresión de mirar en todas direcciones y de controlar todo el imperio.
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Las imponentes torres de Bayon
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Detalle de las caras en unas torres
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Bajorrelieves de devas
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Devas
En la zona abundan los monos, pero hay que tener cuidado porque si tienen hambre pueden ser agresivos.
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Baphuon

Tras abandonar Bayon, pasamos por delante del Templo de Baphuon, un templo en forma piramidal al que se accede a través de una pasarela. Hay tantos templos que nosotros sólo visitamos los más famosos o importantes, pero dan ganas de tirarse un mes entero recorriendo bien cada rincón de Angkor, porque todos son espectaculares. Este a mi me llamó especialmente la atención y me quedaron ganas de visitarlo.
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Templo de Baphuon
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Entrada a Baphuon

Terraza de los Elefantes

La última visita antes de para a comer fue la Terraza de los Elefantes. Llamada así por su decoración, se usaba como tribuna por parte del rey para las celebraciones públicas y las audiencias.
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Decoración del muro de la Terraza de los Elefantes.

Comida camboyana

El guía nos llevó a un restaurante que quedaba de camino. Ya nos suponíamos que iba a ser el típico orientado al turista con precios caros, y no nos equivocamos. Pero la comida estaba buena, las raciones eran abundantes y tenía aire acondicionado y tronas para la niña, así que tampoco estuvo tan mal (Khmer Village Restaurant: mi crítica en Tripadvisor aquí).

Probamos una de las especialidades de la gastronomía camoyana que nos flipó: el fish amok. Es un plato preparado con pescado, leche de coco y curry servido en el propio coco y está buenísimo. También probamos los rollos de primavera locales, que son del estilo de los vietnamitas, van sin freir y dentro tienen vegetales crudos.
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Fish amok (izquierda) y rollitos de primavera
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Detalle del interior del rollito

Ta Prohm

Después de comer visitamos uno de los templos que más nos gustaron de todos los que vimos, el templo de Ta Prohm. Es el mítico templo que salía en Tomb Raider, y el hecho de que hayan respetado parte de la vegetación que lo engulló lo hace todavía más impactante. Fue construido en el siglo XII por Jayamarman VII que lo dedicó a su madre. Cumplía la función de monasterio de monjes. El santuario central está rodeado de 5 murallas rectangulares. Sin embargo, muchas de las construcciones están semidestruidas, así que se necesita conocer bien el camino para no perderse.
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Muralla de entrada a Ta Prohm
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Uno de los edificios a la entrada del templo
De repente los guías nos mandaron parar un momento a todos para dejar pasar a una serpiente venenosa que había aparecido entre las piedras del suelo. Era diminuta y apenas se veía. Aunque ellos no le dieron mayor importancia, me dio un poco de respeto yendo con la niña, sobre todo cuando los guías dijeron que era venenosa. :S
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Piedras desde donde salió la serpiente
Una vez ya dentro del recinto interior del templo nos fascinaron los árboles tetrameles, algunos apuntalados para no sucumbir al peso, y que parecían serpientes retorciéndose entre las piedras. Otras partes del tiempo estaban en reconstrucción, y otras, totalmente en ruinas.
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Restauración en Ta Prohm
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Raíces apuntaladas
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Gopura en Ta Prohm
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Las características raíces de los árboles
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Ruinas en Ta Prohm

Mientras visitábamos el templo comenzó a lloviznar y nuestro guía nos dio por terminada la visita. Ya nos había dicho que no aguantaba el frío (frio=34ºC). Mientras nosotros estábamos sudando y agradecimos infinito que la lluvia nos refrescase un poco, él iba con su camisa y camiseta interior bien abrigadito jajaja No nos importó terminar la visita, la verdad es que el templo era impresionante y daban ganas de quedarse explorándolo mucho tiempo más, pero estábamos totalmente agotados y necesitábamos descansar y reponer fuerzas para el día siguiente.

Ya en el hotel nos refrescamos en la piscina y al salir pedimos al servicio de habitaciones porque no nos queríamos ni mover.
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