Tailandia y Camboya día 4: Vuelo a Siem Reap

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Relax en el hotel

Hoy era un día de aeropuertos, en el que poco más puedes hacer que intentar relajarte un poco entre vuelo y vuelo. Desayunamos tarde y estuvimos relajándonos un rato en la piscina del hotel y en la zona infantil para hacer tiempo hasta la hora de irnos.
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La piscina del hotel

Probando Grab

Para ir hasta el aeropuerto de Don Muang, desde donde salen los vuelos a Siem Reap, decidimos usar la app de Grab, que es el Uber de Asia. Era la primera vez que usábamos un servicio de este tipo, porque en Santiago tampoco lo hay y en otros viajes había transporte público eficiente, por lo que nunca tuvimos ocasión ni necesidad de usarlo. En Bangkok nos funcionó bastante bien, pero en Chiang Mai, no. Las otras opciones (tren, autobús...) eran muy lentas, tardaban casi el doble en llegar y no te dejaban justo en el aeropuerto (al ser el aeropuerto secundario está peor comunicado). De los taxis normales no nos fiábamos, porque hay que pelear para que pusieran el taxímetro, y sin embargo Grab ya te da el importe del trayecto.

Como era un trayecto hasta el aeropuerto, no tuvimos problema. El conductor fue puntual y tardamos más o menos 40 minutos en hacer los 20 kilómetros, ya que los atascos son muy habituales.
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En el taxi
Las señales que el taxista tenía en su taxi eran de lo más curiosas:
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Aeropuerto Don Muang

El aeropuerto de Don Muang es el segundo aeropuerto de la ciudad y del país. Fue el primer aeropuerto hasta la construcción del más moderno (y enorme) Suvarnabhumi y después quedó relegado para las conexiones de bajo coste principalmente. Al igual que en Suvarnabhumi una enorme pantalla con la imagen del rey nos daba la bienvenida.
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Long live the King
Para ir hasta Camboya habíamos comprado los vuelos en Air Asia, que es como la Ryanair asiática. Como íbamos con un bebé no pudimos hacer check-in online. Íbamos un poco preocupados porque nuestra maleta de mano se pasaba unos 4 centímetros y no sabíamos si iban a ser muy estrictos, pero luego nadie nos puso ningún problema ni nos hicieron medirla ni nada. Además al ir con la peque nos dieron prioridad en todo: arco de seguridad, el control de pasaportes y el embarque.

En el control de pasaportes tuvimos que devolver la parte del formulario de entrada que nos habían dado al llegar, ya que íbamos a salir del país.

Hicimos tiempo por el aeropuerto cotilleando las tiendas de recuerdos y nos encontramos con algo muy típico: los nidos de aves. Se trata de una delicatessen carísima y que, a la vez, pone en peligro de extinción estas aves por la sobreexplotación. Lo que se come son los nidos que hacen las aves con saliva solidificada para sus crías. Es un plato muy apreciado sobre todo en China. 
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Escaparate con los nidos
Air Asia es una aerolínea muy popular, así que la zona de embarque estaba a reventar. Curiosamente, me encontré con una compañera de universidad que iba a embarcar en el mismo vuelo que nosotros. ¡El mundo es un pañuelo!
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Llegada a Camboya

Aunque salimos con 20 minutos de retraso, después el vuelo aterrizó puntual y fue muy cómodo y corto. Según nos íbamos acercando ya íbamos viendo por la ventanilla que el paisaje iba cambiando. Nos alejamos de la jungla de asfalto de Bangkok y empezaban los arrozales y los terrenos anegados por el agua. La ausencia de aglomeraciones y edificios adivinaban una zona poco urbanizada y todavía muy rural.
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Paisajes de Camboya (I)
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Paisajes de Camboya (II)
El aeropuerto también era muy de andar por casa. Apenas vimos un par de aviones en la pista, se notaba que aquello no tenía tanto movimiento ni tantas conexiones.
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Edificios del aeropuerto

Visado para Camboya

Durante el vuelo repartieron dos formularios obligatorios para cubrir para poder entrar al país. Uno de ellos era para aduanas, con los datos típicos de nombre, apellidos, motivo de la visita, etc. El otro era sólo para bienes a declarar.

Al igual que en Tailandia, no es necesario tramitar ningún visado previo para entrar en el país. Pero en este caso sí que es necesario hacerlo on-arrival, es decir, al llegar. Para ello al llegar hay que ponerse a hacer cola, entregar los pasaportes y esperar a que te llamen para devolvértelo con su correspondiente visa. Su acento es bastante fuerte y muchas veces no saben leer nombres extranjeros, así que hay que estar atentos porque es posible que pronuncien tu nombre de una manera algo extraña.

Cada visado cuesta 30$, y sólo se puede pagar en dólares americanos y en efectivo. Yo calculé mal y no tenía dinero efectivo suficiente para pagar los tres visados (como la niña no pagaba por nada mentalmente calculé sólo para dos y no para tres :S). Fue un mini-momento de pánico hasta que encontramos el cajero para poder sacar dinero.

Cuando por fin nos llamaron para devolvernos el pasaporte respiramos aliviados. Luego tuvimos que hacer otra cola para pasar el control de emigración. Al final tardamos un montón y nuestra maleta dio vueltas y vueltas sola en la cinta esperando por nosotros mientras nosotros la veíamos al otro lado sin poder hacer nada y con el temor de que se la llevasen antes de que nosotros pudiéramos cogerla (era la única maleta en todo el sistema de cintas).

Habíamos contratado un transporte hasta el hotel, ya que en Siem Reap hay poco transporte público si es que lo hay, que ya nos estaba esperando al salir. Habíamos llegado con más de una hora de retraso sobre la hora acordada debido a las colas en el control de pasaporte.

Lo más normal es moverse en tuk-tuk o en transporte privado, porque tampoco vimos muchos taxis. El transporte que nos vino a buscar fue un tuk-tuk mucho más rústico del que habíamos probado en Ayutthaya. Este era una especie de remolque enganchado a una moto y se movía mucho más. Las maletas iban sin atar de ninguna manera en una repisa detrás del conductor. Yo sufrí todo el trayecto porque no me fiaba de que aguantasen todo el recorrido sin caerse y agarraba a la peque con fuerza por si acaso, pero ella estaba tan pancha y hasta se quedó dormida con el traqueteo.
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Tuk-tuk de Camboya
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Sufriendo por las maletas todo el trayecto
Al principio del recorrido las calles parecían desiertas y sólo veíamos carreteras llenas de polvo y construcciones humildes en los márgenes. La gente se movía sobre todo en motocicletas en las que iban dos, tres y hasta cinco personas, muchas veces niños. El shock fue bastante fuerte, este no era un país al nivel de España ni Tailandia, esto era el tercer mundo. Un país todavía muy pobre, con un nivel de desarrollo muy bajo. Nos dio un poco de miedo al principio el pensar dónde nos habíamos ido (y más con la peque) pero con el paso de los días fuimos acostumbrándonos y volvimos encantados y enamorados de su gente y sus paisajes.
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Tráfico en Siam Reap
Al hotel llegamos al caer la noche, tras un trayecto de 15 minutos (Hotel Thirdfold Residence: mi crítica en Tripadvisor aquí). Tuvimos que esperar un momentito en recepción mientras nos tomaban los datos.
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Parada técnica en la recepción del hotel
Nuestra habitación estaba al borde de la piscina. Todavía nos duraba el shock de lo que habíamos visto al venir y todo nos parecía extraño. Los sonidos de los pájaros y los insectos, las lagartijas pegadas en las paredes del hotel, el olor a matamoscas en la habitación...Pero como dije antes, fue cuestión de acostumbrarse. Al final se convirtió en nuestro remanso de paz y tranquilidad.
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Piscina del hotel
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Interior de la habitación

Contratando una visita guiada

Nuestro tuk-tukero se ofreció para llevarnos al día siguiente a los templo, y pensamos en contratarlo, pero al ir hacia el hotel habíamos visto anuncios de visitas guiadas en español en coche privado y nos pareció una buena idea preguntar. Teníamos la experiencia del día anterior en Ayutthaya y Mr. Knook me confesaba que entre cuidar de la niña y hacer fotos no se había enterado de mucho, y quería disfrutarlo y conocer algo más de la cultura y la historia. Nos pareció que no íbamos a disfrutar ni exprimir tanto la visita si lo hacíamos por nuestra cuenta. Contactamos con un par de agencias locales por Whatsapp y contratamos un tour privado de 2 días por 180€ en total con Solocamboya.com. Nos recogerían al día siguiente en el hotel a las 8:30.

Primera cena en Camboya

Tras acomodarnos un poco fuimos a cenar al restaurante, donde probamos algunos platos típicos camboyanos, muchos de los cuales son a base de arroz. El restaurante era abierto hacia la zona de la piscina, y el calor era increíble.
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Esperando en el restaurante.
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Vistas a la piscina desde el restaurante
Probamos el arroz frito (por eso de que la peque el arroz lo comía muy bien) y un pad thai. La peque se maravilló con las lagartijas que poblaban las paredes y nosotros con los extraños ruidos de los pajaros. Estábamos empezando a explorar todo lo que Camboya nos iba a ofrecer.
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