Tailandia y Camboya día 3: Ayutthaya

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En tren a Ayutthaya

Nuestro tercer día en Bangkok lo dedicamos a ir de excursión a la vieja capital de Ayutthaya, ya que apenas está a 100km de la actual capital y es bastante fácil llegar por libre. De las distintas opciones disponibles, escogimos el tren, ya que nos pareció lo más directo, barato y fácil para hacer con la peque. La opción bus la descartamos totalmente porque ella tiene menos espacio para moverse que un tren. La opción minivan implicaba ir hasta la Estación de Mo Chit, que nos quedaba muy a desmano, y la opción de transporte privado era la más cara. Como teníamos relativamente cerca del hotel la Estación de Hua Lamphong, en Chinatown, decidimos salir desde allí en tren. Para que nos diera tiempo a ver cuantas más cosas mejor decidimos madrugar mucho y estar allí lo antes posible para evitar el calor de las horas centrales del día. ¡Y lo conseguimos!

Nos despertamos a las 5:30, desayunamos a las 6 y pudimos comprar billetes para el tren de las 8:20.

La Estación de Hua Lamphong es la principal estación ferroviaria de la ciudad pero por su aspecto, cualquiera lo diría. Acostumbrados a las estaciones europeas y japonesas con andenes y trenes brillantes y punteros, esta es todo lo contrario. Tiene como una capa de polvo debido a la contaminación (ya os dijimos en el post anterior que Chinatown es uno de los lugares más contaminados de Bangkok) y a que casi todo es un espacio abierto, no hay puertas de entrada para proteger del frío ni es necesario. Es todo como muy de andar por casa.

El edificio en sí es de estilo neorenacentista italiano, y se convertirá en museo en 2021, año en que la estación principal pasará a ser Ban Sue, mucho más moderna pero también mucho más lejos.
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Estación de Hua Lamphong
Por supuesto tenemos los retratos varios de reyes, recordándonos la importancia de la monarquía tailandesa en cada medio de transporte que se precie. Los cuadros regios nos dan la bienvenida en los aeropuerto y también en los templos y en las estaciones de trenes.
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Retratos de Rama V y Rama X
Hay distintas clases de billete según si quieres ir en vagón con o sin aire acondicionado o con ventilador. Cuando compramos los dos billetes (la peque no pagaba) no nos preguntaron nada y nos dieron los dos billetes para el vagón con aire acondicionado. El tren era viejísimo y muy ruidoso, y el aire acondicionado estaba a -200ºC. Menos mal que llevaba conmigo un chal para taparnos algo. Yo ya tenía la gargante tocada por culpa del a/c del hotel, así que aproveché para comprar unas pastillas para la garganta en una farmacia que había en el interior de la estación.
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Tren a Ayutthaya
Después nos subimos al tren a esperar, aprovechando que ya estaba parado en el andén. Poco a poco se fue llenando de gente y arrancó. Habíamos previsto un trayecto mirando paisajes por la ventana y cómodamente sentados, pero la realidad fue que pasamos un frío mortal y no pudimos ver nada de paisaje porque las ventanillas del tren estaban sucísimas. Por si eso fuera poco el ruido del motor era ensordecedor, así que acabamos todos medio amodorrados tratando de evadirnos del fatal viaje. Al volver sufriríamos lo contrario: un calor aplastante.
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Interior del vagón del polo norte

Ayutthaya, la antigua capital de Siam

Ayutthaya fue la segunda capital del reino de Siam durante los siglos XIV a XVIII. [Tip: La primera capital, Sukhothai, es también una visita muy interesante pero mucho más lejana  ya que está a 3 horas de Bangkok]. El reino de Ayutthaya fue absorbiendo la primera capital y se expandió hasta prácticamente los límites actuales del Reino de Tailandia, salvo la parte norte (donde hoy en día se encuentra Chiang Mai) que permaneció como un reino independiente, el Reino de Lanathai. Ayutthaya invadió Angkor y de ahí se trajo mano de obra barata y también su estilo arquitectónico, la arquitectura khmer o jemer. Durante este periodo floreció el arte y la ciudad vivió una época dorada hasta que en el siglo XVIII los birmanos la sitiaron y la quemaron, perdiéndose multitud de obras de arte y literatura y los edificios quedaron en ruinas. A pesar de su importancia,  todavía hay mucho que se desconoce de su cronología y su uso, ya que muchos de los registros fueron también quemados. Hoy en día estas ruinas que aún tienen mucho que contar han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

A las 10:00 llegamos a la estación de Ayutthaya y en el andén había una mesa de información turística en la que nos dijeron que los tuk-tuk eran oficiales y que una hora costaba 200 Bath. Tras untarnos de crema solar nos abordó un señor que tenía un hostel preguntando si habíamos visto a un chico con el que había quedado. En realidad fue una excusa como otra cualquiera para ofrecernos transporte hasta el centro, donde se encuentran la mayoría de los templos. Como estaba muy bien de precio aceptamos. Pero los tuk-tukeros andaban al acecho y enseguida le recriminaron su actitud, así que el hombre nos dejó allí tirados y nos dijo que no podíamos ir con él, que teníamos que ir con un tuk-tukero oficial. Vaya pena, con lo bien que nos habíamos entendido.

Hay una persona que explica las tarifas y va repartiendo a la gente a los conductores. Los tuk-tukeros oficiales ya tienen varios "packs" de visita según el tiempo y los templos que quieras visitar. Nos preguntó cuánto tiempo queríamos estas y le dijimos que las horas de menos calor, por lo que nos recomendó 3 horas que daba tiempo a visitar 5 templos. Nos explicó que la tarifa por 3 horas era de 900 Bath y por lo que nos habían dicho en la mesa de información nos pareció que se pudiese regatear mucho, más bien parecían precios cerrados. Incluso nos recalcó que tenía el sello de la oficina de turismo. Luego nos pareció que habíamos hecho el tonto porque la cuarta hora la regateamos más adelante y aceptaron sin problema.

Montar en tuk-tuk no fue tan peligroso como habíamos previsto, ya que los coches estaban bastante bien y son cómodos (dentro de lo que cabe) porque son tipo furgoneta y no tipo moto. Aunque si que da algo de miedo ir pegado a los demás coches casi sin protección y comiéndote toda la contaminación.
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Subiendo al tuk-tuk por primera vez

Wat Yai Chai Mongkhon

El primer templo donde paramos fue Wat Yai Chai Mongkhon o el Templo de la Victoria, que también fue uno de los que más nos gustó. Se cree que todo el complejo estaba rodeado por un foso y que estaba habitado antes de que la capital se trasladase aquí. Nada más llegar te da la bienvenida una altísima estupa o chedi, rodeado por más chedis y budas a cada lado y unas empinadas escaleras que suben hasta una cámara donde se encuentran las reliquias de buda. Fue uno de los pocos chedis que pudimos visitar por dentro. Flanqueando la escalera hay dos budas que originalmente se encontraban en dos mondops, ahora destruidos.

La estructura con un chedi en el centro y cuatro a los lados tiene mucho de arquitectura jemer, ya que intenta ser una representación en la tierra del sagrado Monte Meru, hogar de los dioses, y del que aprenderíamos más en nuestra visita a Camboya.
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El altísimo chedi del templo
Rodeando el chedi hay jardines y budas vestidos con túnicas amarillas en posición de meditación.
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Y a la entrada hay un buda reclinado, uno de los más grandes al aire libre (originalmente estaba en un wihan). Aunque está justo en la entrada nosotros nos lo perdimos, así que después perdimos mucho tiempo intentando encontrarlo. Terminamos encontrando uno detrás del chedi, pero a mi me parecía demasiado pequeño y no exactamente igual que en las fotos...
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Al final conseguimos encontrarlo y nada que ver de tamaño con el trasero. Este era enorme, de casi 7 metros de longitud. Ambos estaban tapados con una túnica naranja, que se venden en el propio templo.
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Wat Mahatat

Wat Mahatat o el Templo de la Gran Reliquia es uno de los más famosos de todo el complejo porque era el centro espiritual y estaba al lado del Gran Palacio. Al igual que el anterior, también sigue la arquitectura jemer formando una torre central (prang) y cuatro en cada esquina formando el consabido quincunce. Aunque este templo se encuentra en estado más ruinoso y cuesta un poco más imaginarse cómo era anteriormente.
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Restos de una de los wihans o salón de actos (izquierda) junto con la base del quincunce de los prang.
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La base del quincunce I
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Restos de torres, chedis y murallas del templo
Una de las estampas más conocidas de este templo es la cabeza de buda entre las raíces de un árbol. Se trata de una pequeña estatua cuya cabeza quedó ahí atrapada nadie sabe muy bien cuándo.
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Wat Pra Sri Sanphet

Los restos del antiguo Palacio Real se encontraban aquí, en Wat Pra Sri Sanphet, hasta que uno de los reyes lo convirtió en monasterio real y trasladó el palacio a otra parte de la ciudad, más cerca del río. En cualquier caso este templo era el más importante de toda la ciudad porque estaba dentro del recinto del palacio y tan sólo podían acceder a el los reyes. Su construcción más característica son los tres chedis alineados que guardan las cenizas de reyes.
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Los tres chedis del templo que en su día estaban recubiertos de oro.
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Restos de murallas y otros chedis más pequeños que contenían restos de otros miembros reales
Viendo las ruinas uno puede imaginarse la importancia histórica que tuvo este ciudad, ya que a cada paso se encuentran restos de chedis, murallas, puertas, prangas y estatuas. Originalmente estaban cubiertas de estuco o doradas, pero tras el saqueo birmano sólo nos quedan los restos de ladrillo.
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Restos de una estatua de buda

Wihan Phra Mongkhon Bophit

En el interior del Wihan Phra Monghkon Bophit se guarda una de las imágenes de Buda más grandes de Tailandia que data del siglo XVI. Originalmente era de bronce, aunque ahora está recubierta en oro. Este templo está reconstruido y llama la atención entre las ruinas de los demás que lo rodean. Su reconstrucción es de principios del siglo XX.
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En el interior de los templos es costumbre arrodillarse ante la imagen de Buda, así que la peque, que ya era el tercer día que veía esta tradición y sin que nadie le dijera nada su cerebro-esponja captó perfectamente lo que había que hacer, así que ella también se arrodilló como veía hacer a los demás.
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El budismo tailandés

El budismo tailandés está fuertemente influenciado por el hinduismoy el budismo theravada de Sri Lanka. Los budistas creen en la reencarnación permanente y el karma. La iluminación o nirvana es lo único que puede romper este ciclo de reencarnaciones. Para alcanzarla existen una serie de técnicas como la moralidad, la meditación y la sabiduría junto con la tolerancia y la no violencia. Además, para hacer méritos también hay distintas maneras como ordenarse monje o aplicar pan de oro sobre las imágenes de Buda.

Antes os dije que la estatua de Buda era de bronce pero que la habían dorado. Aquí pudimos comprobar cómo es el proceso. En los templos se compran laminillas de pan de oro que posteriormente se aplican a alguna estatua a medio dorar.
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Imagen de buda con láminas de pan de oro
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Fieles aplicando el pan de oro (I)
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Fieles aplicando el pan de oro (II)

Wat Phra Ram

Cuando fuimos a visitar el quintotemplo ya nos dimos cuenta de que se nos había echado el tiempo encima y ya se habían pasado las 3 horas que habíamos pactado con el tuk-tukero. Pero nos daba mucha rabia marchar sin haber visto el quinto templo, sobre todo porque estaba justo enfrente. Al final conseguimos negociar y por 100 baths más accedió a esperar a que visitásemos ese templo antes de llevarnos de vuelta a la estación.

Wat Phra Ram es otro ejemplo de arquitectura jemer en Ayutthaya, con un prang central y cuatro satélites. En este caso el prang central está muy bien conservado.También hay varios chedis que lo rodean. Se cree que este templo fue construido por uno de los reyes de Ayutthaya como forma de hacer méritos.
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Chedis (izquierda) y el prang central (derecha)
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Chedis rodeando el prang
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El prang central y una estupa satélite
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Otra vista del prang y estupa
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Vista del quincux con el prang central y los restos de los laterales.
Cuando terminamos de ver el templo nos montamos en el tuk-tuk de vuelta a la estación central. Habíamos visto muy poco de todo lo que ofrece Ayuttahaya, pero hacía muchísimo calor, en las ruinas no hay casi sombra y estábamos todos agotados. No quisimos quedarnos más tiempo con la niña, pero bien vale la pena quedarse un par de días para explorarlo todo bien, ya que hay templos muy interesantes. [Tip: Es buena idea quedarse un par de días, aunque también es necesario llevar o contratar una buena guía porque si no tienes la sensación de ver ruinas sin más.]
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Reponiendo líquidos de vuelta a la estación central
Llegamos a la estación a las 13:30, sudando y asfixiados. Compramos el billete de vuelta en la estación central, ya que cómo no sabíamos a qué hora íbamos a volver preferimos no comprarlo de i/v. Pretendíamos coger el tren de las 13:20 y al final lo logramos porque aunque habíamos llegado tarde el tren venía con retraso. Si en Bangkok sin preguntar nos dieron vagón con a/c, aquí sin preguntar también nos dieron vagón con ventilador y pasamos un calor infernal todo el recorrido. Al principio estábamos bien pero luego empezó a notarse el calor del sol de mediodía cayendo a pleno sobre el vagón y la peque cayó rendida y sudaba pegada a mi. El trayecto se nos hizo infinito y el calor era tan exagerado que nos adormilamos todos porque era imposible no caer en aquel sopor.
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Wat Traimit

A las 15 estábamos de vuelta en Bangkok aprovechamos que estábamos cerca del Wat Traimit para visitarlo, ya que el día anterior no habíamos podido. En este templo se guarda el Buda de Oro que se dice que es la estatua de Buda de oro macizo más grande del mundo. Se cree que esta estatua pertence al periodo Sukhothai (la primera capital de Tailandia), desde donde fue trasladada a Ayutthaya. Para salvarla del saqueo birmano se cubrió de estuco y dorado, y sólo después de mucho tiempo se descubrió que era originalmente de oro macizo.
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Exterior del Wat Traimit
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Detalle del retrato de Rama IX en la fachada del Wat Traimit
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El Buda de Oro
Todavía nos duraba el sofoco del tren, así que en cuanto terminamos en el Wat Traimit fuimos a descansar y refrescarnos a un Starbucks cercano. Estábamos sudados y sin comer y era muy tarde, así que la mayoría de los restaurantes estaban cerrados. El local del Starbucks por lo menos tenía aire acondicionado, aunque pocas opciones de comer que no fueran dulces y no tenía tampoco baños. Pero era un sitio tranquilo y amigable en el que reponer fuerzas.
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Reponiendo fuerzas y escribiendo en el diario de viaje
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