Estocolmo día 4: Palacio Real, Moderna Museet, Fjäderholmarna

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Kungsträdgården

Empezamos el día visitando Kungsträdgården, el Jardín del Rey. Se trata de un parque bastante céntrico de la ciudad y antiguo jardín de hierbas aromáticas durante el siglo XV. Hoy en día es un popular lugar de reunión, hay conciertos en verano y pista de patinaje y mercadillo navideño en invierno.
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Palacio Real

Después nos acercamos al Palacio Real, ya que las entradas que habíamos comprado hacía dos días seguían siendo válidas durante 5 días más y habíamos dejado cosas sin ver. Empezamos por la Capilla Real, decorada con bronces, alargada y bastante acogedora.
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Vista de la Capilla Real

Después visitamos el Tesoro (Skattkammaren) donde se podía ver regalía regia como coronas, cetros orbes y espadas. Y por supuesto, nada de sacar fotos ni de acercarse a las vitrinas, que podían saltar las alarmas.

También dimos una vuelta por el Museo Tre Kronor, que conserva los restos de la antigua fortaleza que existía antes del palacio, así como diversos objetos rescatados del fuego que cuentan la historia del palacio. La verdad es que lo vimos de pasada, porque no nos interesó demasiado.

Bordeando el palacio se encuentra la Armería Real (Livrustkammaren), que no entra dentro del ticket del palacio pero que es gratuita. Es el museo más antiguo de Suecia, fundado en el siglo XVII por Gustavo II Adolfo para exponer sus armaduras manchadas de sangre tras la campaña en Polonia, Sí, ese mismo Gustavo Adolfo que mandó construir el Vasa que se hundió. Aquí se exponen magníficas armaduras, trajes ceremoniales y carrozas reales.
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Por último visitamos el Museo de Antigëdades de Gustavo III, que abrió sus puertas en el siglo XVIII y se conserva prácticamente igual desde entonces. En él se exponen varias piezas que el rey compró durante un viaje a Italia.
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Cuadro de cómo era el museo años ha
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El museo hoy en día. ¡Está igual!

Moderna Museet

Tras la visita al palacio nos dirigimos hacia el Museo de Arte Moderno (Moderna Museet), en la isla de SkeppsholmenLa entrada a la exposición permanente es gratuita. Como siempre en este tipo de museos, algunas obras nos gustaron más que otras, a las que no le veíamos el sentido.
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Nos llamó la atención la cantidad de sillitas de bebé que había por el museo, se notaba que las ayudas para maternidad y paternidad funcionaban bien, porque había niños por todas partes.
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Cuando nos íbamos a ir empezó a diluviar. No podíamos salir porque teníamos que cambiar de isla y no había abrigo por ninguna parte mientras cruzabas a través del puente. Ya nos íbamos haciendo a la idea de que el tiempo en verano por estas latitudes cambiaba mucho en un sólo día, algo que no suele pasar en Galicia (si llueve, suele llover todo el día y si hace sol, hace sol casi todo el día). Aquí lo mismo lucía un sol radiante que se ponía a llover media hora después, pasaban las nubes y volvía el sol, sólo para llover de nuevo de allí a unas horas...

Mientras esperábamos a que amainara la lluvia nos fuimos al restaurante, que tenía buenas vistas de Strandvägen, del Museo Vasa y del Museo Nórdico (Restaurangen Moderna Museet: mi crítica en Tripadvisor aquí).
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Vistas de Strandvägen
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Museo Nórdico y Museo Vasa
Aprovechamos para comer algo, y como lo que salía más a cuenta era el buffet libre, eso pedimos. Aunque sólo lo pedí yo porque Mr. Knook no tenía demasiada hambre y compartimos algunas cosas. Sin título
En casi todos los sitios de comida tenían gratis Smörgåsbord, que es como un aperitivo a base de pan y mantequilla, quesos y embutidos, salmón y arenques, entre otras cosas, así como salsas de acompañamiento. En general tenían sabores muy fuertes, pero luego te acostumbrabas y repetías xD
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Smörgåsbord
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Salsas varias
Cuando terminamos de comer y salimos de nuevo a la calle, lucía un sol espléndido otra vez, aunque acompañado de un viento fuerte y fresco. Decidimos explorar un poco la isla y cruzamos por el puente a la isla vecina de Kastellholmen, y ver el pequeño castillo que le da nombre.
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También se podía apreciar la isla vecina de Djurgården, con el parque de atracciones Gröna Lund en primer plano. Es el parque de atracciones más antiguo de toda Suecia, inaugurado a finales del siglo XIX. Desde allí se podían oír perfectamente los gritos de la gente que estaban en las atracciones del tipo caída libre xDDD
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Rutas en barco: Fjäderholmarna

Aprovechando que Estocolmo está formado por varias islas, queríamos ver otra parte del archipiélago distinto de donde se encuentra la ciudad. Estocolmo se encuentra entre el Lago Mälaren y el Mar Báltico, por tanto en la zona de confluencia de las aguas dulces de uno y las saladas del otro.

En verano se pueden hacer varias rutas en barco para conocer Estocolmo y las otras islas (en invierno hay menos). La más común y conocida es la ruta por los canales de Estocolmo, un paseo de cerca de una hora en donde se van pasando por diferentes canales para tener una perspectiva de la ciudad desde el agua. Pero nosotros ya habíamos visto la panorámica de Gamla Stan en el ferry a Djurgarden el primer día, y de Djurgarden desde lo alto de la colina Södermalm el día anterior, así que nos apetecía un cambio de escenario. La otra ruta es surcar el lago Mälaren, pero como íbamos a ir en barco al Palacio de Drottningholm al día siguiente, cruzando el Mälaren, nos decidimos por un barco que nos llevase a las islas más cercanas, a la entrada del Mar Báltico, las islas Fjäderholmarna.

La verdad es que fue difícil decidirse por una ruta, porque hay muchas islas pintorescas para visitar, empezando por la isla vikinga de Birka, las casitas de madera de Vaxholm o el Real Club Náutico de Sandham. Lo que decantó nuestra decisión fue que Fjäderholmarna son las islas más cercanas, apenas 20 minutos en ferry, mientras que las otras estaban a más de una hora. El trayecto no era pesado y la isla era lo suficientemente pequeña como para que pudiéramos ir y volver en pocas horas, permitiéndonos acomodar esta visita cualquiera de los días. [Tip: Aquí tenéis más información sobre rutas a diferentes islas].


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Esperando el barco a Fjäderholmarna
Nos costó un poco dar con el muelle, ya que en todas partes ponía "Slussen", así que cruzamos hacia Södermalm que es donde está esa plaza, pero no lo encontramos por ningún lado. Le preguntamos a una chica del metro, y después de consultar el ordenador nos dijo que ya no había más ferrys ese día. Como no nos fiamos nada de su información, deshicimos el camino hasta Gamla Stan de nuevo y fuimos a la zona de muelles donde habíamos cogido el ferry a Djurgarden el segundo día. ¡Bingo! Lo encontramos y parecía que salían cada hora, así que nos tocó hacer tiempo porque el barco anterior acababa de salir.
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Embarcando
El billete se compra directamente en el barco y sólo se puede pagar con tarjeta. Además, estábamos prácticamente solos.
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El trayecto hasta las islas fue muy agradable, aunque una vez allí nos llevamos un poco de chasco porque había poco que ver, y menos con el tiempo que tuvimos.
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Viendo qué se podía visitar en la isla
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La isla es tan pequeña que en menos de media hora se recorre entera
Fjäderholmarna es un conjunto de varias islas, de las cuales nosotros visitamos Stora Fjäderholmen. Es un destino muy popular para pasar un domingo en familia, disfrutar sus restaurantes de pescado y marisco y darse un baño. Es, además, un parque nacional por la diversidad de su flora y fauna. Pero apenas acababa de empezare el verano y aquello estaba bastante vacío, casi éramos los únicos paseando.
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Subimos a la parte más alta de la isla, donde encontramos un antiaéreo de la Segunda Guerra Mundial.
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La isla se recorre en apenas media hora, y cuando llevábamos unos 20 minutos se puso a diluviar de nuevo. Nos llamaba la atención que la flora era muy parecida a la de Galicia, con bosques de pinos y eucaliptos, y a pesar de estar prácticamente en el mar no había arena.
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También es un refugio natural para diferentes aves. Vimos muchos gansos con sus crías.
Sin título Como no teníamos nada más que hacer porque ya lo habíamos visto todo, nos volvimos al muelle a esperar el barco de regreso. El día se estaba volviendo muy frío y era muy desagradable estar a al intemperie. Salvo que entraras en algún restaurante, pocas opciones más había de resguardo. Por culpa de la lluvia, la excursión había sido un FAIL en toda regla. Con sol por lo menos hubiéramos disfrutado algo.
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Volvimos a Gamla Stan y volvía a hacer sol. Definitivamente, el tiempo estaba loco. Aprovechamos para hacer un fika, la famosa pausa del café en un sitio que nos tenía buena pinta porque empezaba a refrescar y apetecía. En todas partes tenían expuestos bollos dulces y, claro, se te hacía la boca agua aunque no quisieras...
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Bollitos de canela en un escaparate
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Uno de los dulces que probamos fue el  vaniljhjärta o corazón de vainilla, un dulce típico en forma de corazón y relleno de vainilla.
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Té, tarta de frutas del bosque y vaniljhjärta
De allí ya regresamos al hotel tras pasar por un super cercano y curiosear un poco los diferentes alimentos. Aparte de tostadas de pan de centeno en paquetes enormes nos llamó la atención el apionabo (rotselleri), la pastinaca (palsternack) y el rábano rusticano (pepparrot), sabores que no existen en España (o son muy difíciles de encontrar) pero que habíamos probado en el buffet de mediodía.Sin título

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