Costa Azul día 2: Tolón y Hyères

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Tolón

15 de agosto. Al igual que es España en festivo en Francia. En vista de ello, decidimos no aventurarnos a visitar nada lejano por las colas y el tráfico que podría haber. Por la mañana estuvimos paseando por Tolón, donde teníamos nuestro hotel, que nos pareció un sitio con mucho encanto y de los más auténticos que visitamos en todo el viaje.

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A unos Tolón les sonará porque suele ser puerto de escala de muchos cruceros por el mediterráneo o de los ferrys a Córcega. A otros os sonará por el famoso episodio del autohundimiento de la flota militar francesa para no caer en manos de los nazis o algún otro asedio en las guerras de sucesión del siglo XVIII. Y es que Tolón, además de estar en una posición clave, tiene una riquísima historia y un carácter propio que se nota al pasear la ciudad.

Tolón es la tercera ciudad más poblada de la zona tras Marsella y Niza y una de sus características es su rada, que ha influido en su devenir histórico, además de su estratégica posición. La rada daba refugio a flotas militares y servía de escala para barcos comerciales. Las expediciones a África de Francia -como por ejemplo la conocidísima expedición de Napoléon Bonaparte a Egipto de la que se trajeron la Piedra Rosetta que permitió descifrar los jeroglíficos- partieron de este puerto. Hoy en día su arsenal y su base naval son las más importantes de Francia y de Europa y una parte de su historia se puede ver en el Museo Naval. 

Tras la Segunda Guerra Mundial muchos edificios quedaron arrasados, al igual que el puerto y el arsenal. De hecho, no es hasta el siglo XXI que la ciudad se transforma y va pidiendo su paso como centro turístico de la Riviera Francesa.

Pero vayamos poco a poco, porque Tolón pide una degustación lenta, saboreando todo lo que ofrece que va surgiendo gradualmente según te adentras en ella.

Ciudad Alta 

Nuestro paseo empezó cerca del hotel, ya que íbamos andando. Era la Ciudad Alta, que también se llama el distrito Haussman porque fue él quien proyectó la expansión de esta parte de la ciudad y su transformación urbana, al igual que hizo con París y otras urbes como Marsella, Rouen, Lyon, Toulousse... A izquierda y derecha iban surgiendo grandes edificios neoclásicos y monumentos a los muertos de las guerras.  
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Palacio de Justicia, de estilo neoclásico, cuyo techo quedó destruido tras la guerra.
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Monumento a los muertos de la guerra 1914-1918, frente a los juzgados.
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Museo d'Art de Toulon (MAT)
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Cámara de comercio e industria
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Foto familiar en la Fuente de la Federación, en la Plaza de la Libertad

Ciudad Baja 

Después pasamos a la Ciudad Baja, que es el distrito comercial medieval y que es prácticamente peatonal, con fachadas en tonos ocre y encantadoras placitas.
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Rue Jaurès, una de las calles principales de la ciudad

Puerto y Arsenal

El puerto es una de las partes más características de la ciudad. Aquí se encuentra el Arsenal militar, de hecho, podemos decir que "preside" esta zona. El arsenal comenzó a funcionar en el siglo XV y comenzó a cobrar importancia durante los siglos XVI y XVII, momento en el que Tolón se unió a la corona francesa y, dada las excepcionales condiciones de este puerto, se convirtió en base naval. Es un espacio inmenso que da cabida a decenas de dársenas, edificios y 20.000 trabajadores, convirtiéndolo en el primer puerto militar del Mediterráneo y la principal base naval de Francia.

La base naval se divide en cinco zonas, cada una con su función específica. Es la base del portaaviones Charles de Gaulle,  buque insignia de la marina francesa -La Royale-, diversas fragatas de defensa aérea y antisubmarinos, diversos submarinos de ataque nuclear, portahelicópteros, etc. 

Según bajamos a nuestra derecha se encontraba la puerta de acceso a la base naval y el arsenal militar, y de frente, la entrada al Museo Naval, ambas imponían. Sobre todo porque todo el complejo está rodeado de una verja con un cartel que reza "Terrain militaire. Defènse d'entrer". Al museo no quisimos entrar (con las dos niñas, era complicado) pero moríamos de ganas por entrar al arsenal (no se puede visitar).

Sin embargo es posible (y recomiendan) hacer una visita guiada al puerto en barco. De esta forma se puede ver (por fuera, eso sí) una parte del arsenal y la base naval. Las visitas duran una hora. Nosotros optamos por pasear por la Darse Vielle, la dársena vieja, repleta de cafés y barcos de recreo. A lo lejos se divisaban los inmensos ferrys que hacen el trayecto hasta la isla de Córcega.
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Vistas de la dársena vieja
Seguimos nuestro paseo por la Ciudad Baja descubriendo comercios artesanos y pastelerías, a cada cual con mejor pinta. Aprovechamos para comprar algo para la cena y dejarlo en el hotel, y también entramos en un super para eso mismo. Hasta compramos unas deliciosísimas msemmen en un puesto auténtico marroquí. 
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Cours Lafayette, calle principal de la Ciudad Baja y donde tiene lugar el Mercado Provenzal
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Delicias locales
A estas alturas, Tolón ya nos había conquistado totalmente. De hecho, unos de mis sueños ahora es volver y veranear allí, sólo disfrutando de la ciudad, porque nos quedaron muchas cosas por hacer como subir al Monte Faron en teleférico, hacer la visita al puerto en barco o disfrutar sus playas.

Hyères

Por mucho que nos gustara Tolón y por mucho que quisiésemos quedarnos allí para siempre, pesaron más las ganas de seguir conociendo sitios. Así que volvimos al hotel, cogimos el coche y nos acercamos hasta la vecina Hyères. A pesar del terrible calor, de camino se puso a llover, aunque para cuando llegamos a Hyères ya lucía el sol de nuevo. 

En Hyères encontramos sitio para aparcar a pie de calle, pero no teníamos claro si había que pagar o no, por ser festivo. Después de mucho debate, entendimos que no hacía falta. Al ser festivo también nos encontramos casi todos los restaurantes cerrados, ya que no es de las ciudades más turísticas. Después de peinar los restaurantes cercanos encontramos uno abierto pero no nos daban de comer porque ya eran las 14 horas y cerraban a las 15. También nos comentaron que los domingos y festivos cerraban casi todos los restaurantes (los supermercados, sin embargo, sí están abiertos).

Al final, encontramos un par de brasseries abiertas en la zona vieja donde pudimos comer (Brasserie La Regence: mi crítica en Tripadvisor aquí).
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Otra ensalada nizarda, versión hyèrois.
Al terminar de comer, ya sí, pudimos empezar a explorar la ciudad. 

Hyères fue fundada en el siglo VI por colonos griegos y tras su pasado medieval adquirió fama como ciudad balneario. Pese a ello, parece que ha evitado la masificación turística de la Riviera, al menos en lo que se refiere a la propia ciudad, muy tranquila. La mayoría de las visitas a esta comuna se concentran en sus magníficas islas y las playas de su costa. Ese día la encontramos casi vacía. 

Como curiosidad, Hyères es un centro de cultivo de palmera porque esta planta se aclimató perfectamente después de haberse traído de las Canarias en el siglo XIX. Hay más de 7.000 palmeras plantadas por toda la comuna, por eso también es conocida como Hyères les Palmiers. Además de palmera, también exportan cactus.

Al igual que Tolón, Hyères también tiene un centro histórico medieval al que se accede por la Porte Massillon, del siglo XII. Una vez atravesamos esta antigua puerta nos encontramos en la calle del mismo nombre, Rue Massillon, que desemboca en la animada Place Massillon. Massillon, por lo visto, fue un obispo y predicador muy famoso del siglo XVI nacido en Hyères.
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Porte Massillon
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Rue Massillon, arteria principal de la ciudad
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Place Massillon y su torre templaria
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Rue de Limans

Vamos a la playa, calienta el sol

Para pasar la tarde nos pareció buen plan ir a alguna playa a probar las cálidas aguas del Mediterráneo (los gallegos me entendereis). Estuvimos dudando si quedarnos en las playas de Hyères o volver a Tolón, y decidimos volver a las playas de Tolón porque era el día grande de la ciudad, había exhibición de la patrulla aérea y fuegos artificiales. Qué error. Obviamente esa idea la había tenido más gente, así que casi a las puertas de la playa nos encontramos en un atascazo y sin posibilidad de aparcar en ninguna parte. Vimos la patrulla aérea, sí, a ratos, desde el coche en medio del atasco :(

En cuanto conseguimos salir pusimos rumbo a Hyères de nuevo y aunque allí también había mucha gente sí pudimos encontrar un sitio para dejar el coche mal que bien en la Playa de La Capte. ¡La peque 1 alucinó cuando se metió en el agua y notó que estaba caliente! Acostumbrada como está a las gélidas aguas gallegas me preguntó que por qué no podíamos tener las aguas así en Galicia xD
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Vivan las aguas cálidas, aunque haya que caminar kilómetros para que cubra algo xD
La Capte es una playa de 4 kilómetros muy familiar por sus aguas tranquilas y poco profundas. Lo malo es que está orientada al este, así que enseguida se hizo sombra y la gente comenzó a marcharse. Nosotros nos quedamos un rato más (seguía haciendo bastante calor) porque las niñas lo estaban gozando. En un momento dado apareció por la playa un hombre arrastrando un carrito de helados bio de todo tipo de frutas (por estas cosas sabes que Francia es el primer mundo xD). Por supuesto picamos y probamos un par de helados de mango y de frambuesa ¡la fruta favorita de peque 1!.
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La playa se encuentra en la península de Giens que es actualmente una reserva ornitológica. Así que de camino al coche nos llevamos una gran sorpresa cuando pudimos avistar a simple vista flamencos rosas en las marismas y, además, una preciosísima puesta de sol.
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Flamencos en Giens
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