Viana día 1: Barcelos y Vila do Conde

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Barcelos

El primer día de viaje nos acercamos hasta Barcelos, que quizá os suene por la Leyenda del Gallo de Barcelos, que a su vez es parecido a la leyenda del gallo y la gallina de Santo Domingo de la Calzada, en La Rioja. Tanto una como la otra narran la salvación in extremis de un peregrino condenado a la horca por la intervención del Apóstol Santiago. el peregrino le dice al juez que el gallo asado que se está comiendo revivirá y cantará si el es inocente. Y efectivamente en el momento que estaba siendo ahorcado el gallo que se estaba cenando el juez revive y canta, y el juez corre a liberar al preso. 

La razón de esta similitud estriba en que ambas poblaciones son lugar de paso del Camino de Santiago, uno desde Francia y el otro, obviamente, desde Portugal. Ahora ya sabéis por qué el gallo es uno de los símbolos de Barcelos - y de todo Portugal-. Así, es imposible no encontrarse con una de las muchas referencias al gallo que hay por toda la ciudad, en forma de esculturas, dibujos ,etc.
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Uno de los cientos de gallos de Barcelos en el Largo da Porta Nova

Al llegar, aparcamos el coche en el Campo da Feira, después de desentrañar el misterio de si se podía aparcar o no. Esta enorme explanada acoge la Feira de Barcelos, una de las mayores, más antiguas y famosas de Portugal, que tiene lugar todo los jueves o quinta-feira. Durante la feria no se puede aparcar, ya que este lugar se destina para los puestos de la feria. Al ser viernes, pudimos aparcar sin problema justo en el centro de la ciudad.

Comenzamos nuestro paseo por el Largo da Porta Nova, donde encontramos varios gallos diseminados por la plaza para deleite de las niñas.
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Nos acercamos hasta la oficina de turismo, por supuesto también marcada con una gallo, y de ahí tras unas breves indicaciones y un mapa nos dirigimos hacia la Torre Porta Nova, justo enfente de la oficina.
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Gallo en la puerta de la oficina de turismo
En el siglo XV Don Afonso, Conde de Barcelos y Bragança, mandó amurallar la ciudad. Tres torres marcarían la entrada al interior. Hoy en día sólo sobrevive la Torre da Porta Nova. Por su robustez fue usada como prisión. Actualmente es un espacio cultural con pequeñas exposiciones y muestras de artesanía. La entrada es gratuita y se puede subir a lo alto para admirar las vistas.
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Torre da Porta Nova, a la izquierda
Y subir vale la pena porque las vistas a la plaza, la iglesia y el jardín aledaño son preciosas. 
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Vistas de lo alto de la Torre da Porta Nova

La barroca Igrexa do Bom Jesus da Cruz domina la plaza y llama la atención por su característica planta octogonal, de inspiración italiana. La iglesia se construyó donde la leyenda cuenta que apareció una cruz de tierra negra. El 1 de mayo tiene lugar la Festa das Cruzes y Barcelos se viste de gala, se engalana de alfombras florales y arcos y se procesiona a esta iglesia desde los alrededores. 
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Igrexa do Bom Jesus da Cruz
El interior de la iglesia es fascinante. Entre su robustas paredes destaca el dorado de los retablos y el azul y blanco de los azulejos. Además, unos curiosos bancos de madera sin respaldo repetan perfectamente las líneas puras de su interior para poder apreciar mejor su planta rematada en cúpula.
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Bajamos por la calle peatonal comercial de António Barroso, con unas tiendas muy interesantes, y llegamos hasta el río Cávado. A un lado del río está Barcelos, y al otro, Barcelinhos. Ambas se unen a través del puente medieval.
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Río Cávado y orilla de Barcelos
 
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Puente medieval conectando con Barcelinhos
En la orilla barcelense, a pie del puente y dominando un alto, se encuentra el antiguo Palacio de los Condes de Barcelos. Su promotor fue Don Afonso, Conde de Barcelos y Duque de Bragança, el mismo que mandó construir la muralla para proteger la ciudad. Palacio y murallas datan por tanto ambos del siglo XV. Un panel azulejado da cuenta de su esplendor original.
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Representación del palacio en sus buenos tiempos
El palacio fue abandonado en el siglo XVII, y se deterioró aún más tras el terremoto de 1755. Hoy en día sólo quedan las ruinas, y se ha convertido en un Museo Arqueológico al aire libre que expone sarcófagos medievales, blasones de antiguas casas nobles y restos de antiguas iglesias y conventos.
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Restos del palacio con la única chimenea superviviente
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Fachada principal
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Museo arqueológico
Cerca de allí se encuentra el ayuntamiento de la ciudad, compuesto por diversos edificios anexionados con diversos usos.
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Volvimos hacia el Campo da Feira, paseamos e intentamos buscar un sitio donde comer. Acabamos en un restaurante donde comimos muy bien, lo cual, por otra parte, no es difícil en Portugal (Restaurante Túnel dos Sabores: mi crítica en Tripadvisor aquí).
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Ensalada de pulpo con aguacate
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Bacalhau com batatas. ¡Esas patatas eran deliciosas!
En conclusión, Bacelos nos pareció una ciudad muy tranquila e interesante, que bien se puede visitar en medio medio o extenderse un poco más paseando relajado. Nosotros preferimos cambiar de lugar después de comer, aprovechando que en junio los días son los más largos del año.

Vila do Conde

Nos acercamos hasta Vila do Conde, una pequeña freguesía costera en la desembocadura del río Ave. Aparcamos en lo alto de la ciudad, al lado de una parte del antiguo e imponente Acueducto de Santa Clara. El acueducto data del siglo XVII y se construyó para transportar agua al convento adyacente del mismo nombre.
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Al llegar al centro nos sorprendió su marcado ambiente festivo. Las calles estaban engalanadas y algunas estaban cortadas y la  gente se arremolinaba expectante en las aceras, aunque no sabíamos para qué. Pronto lo descubriríamos.
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Expectación en Vila do Conde
Para averiguar a qué se debía la fiesta nos unimos a la gente y pronto nos quedó claro. Habíamos llegado el 24 de junio, San Juan, la fiesta grande que se retomaba después de dos años de pandemia. Estas Festas de São João se celebran con procesiones, la participación de los tradicionales ranchos (grupos folclóricos), fuegos artificiales y orquestas.

A las 17 empezaba la procesión de San Juan, patrón de la villa, que salía de la iglesia matriz. Varias bandas pusieron una preciosa música a la procesión. Ponía los pelos de punta. ¡Vaya música!
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Justo cuando el santo salió en procesión la iglesia se despejó, así que aprovechamos para entrar nosotros a verla. La Igrexa matriz de São João Baptista es una iglesia del siglo XVI con pórtico manuelino, añadiéndose en el siglo XVII la torre campanario.
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Fachada exterior de la iglesia
El interior de la iglesia nos pareció muy bonito, con tres amplias naves de diferente altura y cubiertas de madera. 
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Interior de la iglesia
Después nos fuimos a ver la procesión cruzando la calle, ya que había dado la vuelta a la plaza y bajaba hacia la zona más llana. 
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Por doquier nos encontramos enormes letreros anunciando los ranchos. El Rancho da Praça es uno de los más antiguos de Portugal y su cartel, uno de los más grandes.
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Y también por doquier nos encontramos otro de los elementos más característicos de esta festividad: las cascatas. Estas cascadas son como mini belenes pero en versión San Juan y estaban desperdigadas por toda la ciudad. Representan monumentos de la ciudad además del bautismo de San Juan y las realiza cada barrio o los propios ranchos. En total hay unos 13. Nos encantaron.
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Las calles más cercanas a la costa estaban todavía más decoradas, y las procesiones salían de cada iglesia.
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En la desembocadura del río, donde antiguamente se encontraban los astilleros, se puede visitar la Nau Quinhentista, una réplica de un barco del siglo XV. Nosotros no pudimos visitarla porque cerraba a las 18h y ya eran.
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El pequeño puerto deportivo se encontraba al lado.
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La ciudad entera estaba decorada con motivo de las fiestas de San Juan.
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Decoración de Sao Joao I
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Decoración de Sao Joao II
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Decoración de Sao Joao III
En la plaza del ayuntamiento había atracciones y puestos de comida y bebida, así que aprovechamos para que las niñas se divirtieran un rato por ahí antes de volver al hotel en Viana.
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