Caldas da Rainha día 1: Monasterio de Santa Maria de Alcobaça, Monasterio de Batalha

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 Una pascua pasada por agua

En semana santa de 2024 optamos por hacer dos escapadas. La primera fue para ir a hacer una visita a mi hermana, en Asturias. La segunda, fue para seguir conociendo más rincones de Portugal. Esta vez le tocaría el turno a la zona centro. Nos alojaríamos en Caldas da Rainha y visitaríamos la propia ciudad y sus alrededores. Nos pareció un sitio idóneo como base para hacer turismo por la zona. Y, aunque no es un sitio muy conocido y el tiempo no acompañó, fue uno de los viajes portugueses que más nos gustó. Quizá, porque no teníamos grandes expectativas pero acabó resultando un viaje tranquilo y cultural.

Llegamos después de bastantes horas de viaje debido a un intenso temporal que azotaba toda la franja atlántica de la península. Hubo momentos en que apenas veníamos nada y tuvimos que reducir mucho la velocidad para acomodarnos a las circunstancias meteorológica. Ese día no pudimos visitar nada por la intensa lluvia, comimos de camino y por la tarde llegamos a nuestro hotel en Caldas, donde cenamos (Hotel Sana Silver Coast: mi crítica en Tripadvisor aquí).

Monasterio de Santa Maria de Alcobaça

Al día siguiente nuestra primera parada fue el Monasterio de Santa Maria de Alcobaça, en la población del mismo nombre. Aunque existen otras teorías de su nombre, Alcobaça puede llamarse así porque está bañada por los ríos Alcoa y Baça. La importancia de su monasterio radica en ser el primer edificio gótico construido en suelo portugués. Es monumento nacional y patrimonio de la humanidad por la Unesco. Es un monasterio cisterciense del siglo XII, de tamaño considerable, que cuenta con una iglesia y varios claustros. Fue ocupado por la orden del cister hasta el siglo XIX, en que se decretó la expulsión de las órdenes religiosas del país, el monumento se nacionalizó y pasó a tener diversos usos hasta el día de hoy. 
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Al recogimiento y sencillez del propio monasterio le juntamos la lluvia y fue una visita muy tranquila y bonita. Empezamos la visita por el refectorio, el comedor de los monjes. Destaca su grandiosidad, con tres cúpulas abovedadas y el púlpito del lector, desde donde un monje leía mientras los demás comían.
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Refectorio
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Púlpito del lector
Al lado del refectorio se encuentra una cocina, también grandiosa, con una enorme chimenea forrada de azulejos. 
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Detalle de la chimenea y la cocina azulejada
También se podían recorrer otras estancias como las habitaciones o la sala capitular. Todas las dependencias rodean el claustro de Don Dinis. Fue construido en el siglo XIV bajo el reinado de este rey portugués, y posteriormente, en el siglo XV, se le añadió un piso superior.
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Claustro de Don Dinis
 Este claustro comunica con el Claustro do Cardeal, este de tres pisos y mucho más sencillo aunque no menos bonito. No puede visitarse, pero sí se puede ver desde las habitaciones. En las dependencias de este claustro se instalaba el noviciado.
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Claustro do Cardeal
Aún hay otros tres claustros más, aunque desde las habitaciones tan sólo se puede ver otro, el claustro de la biblioteca o claustro do Rachadoiro, que se construyó ya en el siglo XVIII dada la falta de espacio del monasterio.
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La historia de amor de Pedro I e Inés de Castro

Dentro de la iglesia hay un panteón real donde reposan los restos de, entre otros, Pedro I de Portugal e Inés Castro, una historia de amor que merece la pena recordar. Pedro era el rey de Portugal en el siglo XIV, perteneciente a la dinastía Borgoña, y se enamoró de una de las doncellas de su mujer, Inés Castro, una noble de origen gallego. Cuando su mujer, la reina, falleció después de dar a luz a uno de sus hijos, Pedro pasó a hacer vida con Inés, se casaron secretamente y tuvieron cuatro hijos. Su padre, el rey Alfonso IV (y los nobles portugueses) no venía bien esta relación, temerosos de una unión con Castilla, monarquía con la que estaba emparentada Inés. Así pues, la mandó asesinar, tras lo cual su hijo se levantó en armas contra él. Una vez vencido, elevó a Inés como reina póstuma y ajustició a los asesinos. Cuanta la leyenda que después cogió el cadáver de Inés, lo sentó en el trono y obligó a la corte a rendirle los honores de reina que no le habían rendido en vida. Hoy descansan los dos en este monasterio, uno al lado del otro.
Túmulo de Inés de Castro. Fuente: wikipedia

Monasterio de Batalha

Abandonamos Alcobaça en dirección Batalha. El tiempo seguía sin darnos una tregua, llovía sin parar. Nos metimos en un sitio a comer una sopita caliente (Sopas e companhia: mi crítica en Tripadvisor aquí) y otros manjares. El día estaba siendo mágico. La lluvia era un poco incordio, sí, pero a la vez había poca gente y le daba un cierto aire místico a las visitas.

El Monasterio de Batalha - también llamado Monasterio de Santa María da Vitória- también es monumento nacional y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Se construyó en el siglo XIV por orden del rey João I, para agradecer a la virgen la victoria sobre los castellanos en la Batalla de Aljubarrota, poniendo así fin a las aspiraciones castellanas sobre el trono de Portugal y reafirmando su independencia. João I, precisamente, era hijo bastardo de Pedro I (sí, el de Inés que está enterrado en Alcobaça) y con el se iniciaba una nueva dinastía, la dinastía Avís. Tanto él como su mujer están enterrados aquí.

Este monasterio pertenecía, sin embargo, a la orden de los dominicos, que también fueron expulsados en el siglo XIX, junto con las demás órdenes religiosas. Y como el de Alcobaça, también es de estilo gótico, aunque ya más evolucionado al gótico manuelino. Ahora bien, por fuera la verdad es que a mi no me pareció tan impresionante, ya que estaba bastante sucio. Había zonas enteras en que estaba todo negro, y los detalles, se perdían :(
Monasterio de Batalha un día de sol. Fuente: wikipedia
(Me disculpais por no sacar tantas fotos, a veces, con la lluvia, era imposible...)
Aquí comenzamos por visitar la iglesia, donde como decimos están los restos de algunos reyes portugueses de la dinastía Avis en la Capela do Fundador. João I ocupa un gran sepulcro en el centro junto a su esposa Filipa de Lancaster, y sus hijos, los infantes, se encuentran en los laterales.
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Cúpula en el panteón real
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Túmulo del infante Enrique el Navegante, también explorador.
Lo más bonito de este monasterio para nosotros fue el Claustro Real o Claustro de D. João I, de estilo gótico y manuelino que era una obra de orfebrería arquitectónica.
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Después se pasa al Claustro de Afonso V, mucho más simple y de dos pisos.
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Terminamos la vista en las Capelas Imperfectas, o más bien, inacabadas. Esta parte del monasterio fue mandada construir por Duarte I, como panteón real para su padre y su madre, João I y Filipa de Lancaster. Sin embargo, su reinado duró sólo 4 años. Con su fallecimiento las obras se fueron demorando y, al final, quedaron inconclusas, a pesar de que sólo quedaba rematar la cúpula y no era técnicamente difícil.
Capelas Imperfectas. Fuente: wikipedia.

Leiria

Para terminar la jornada nos acercamos hasta Leiria, ciudad fundada en el siglo XII alrededor del castillo que la domina. Tan sólo recorrimos un poco sus calles, pues ya estaba anocheciendo.
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