Praga día 6: Petřín y Smichov

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Petřín

Hoy también iba a ser un día bastante relajado, sólo nos quedaba por visitar la colina de Petřín, que está en la zona de Malá Strana, donde estaba nuestro hotel. Había mucha gente en la sala de desayunos, se notaba que era domingo y que había más turistas que durante la semana. 

Funicular

Para subir hasta Petřín se puede ir andando o coger un funicular, que como nos llamaba mucho más la atención, fue lo que decidimos hacer. Los tickets para el funicular son los mismos que para el metro o el tranvía, así que ya nos servían los que habíamos comprado hacía 2 días.
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El funicular sube hasta lo alto de la colina en unos 5 minutos, y te deja de lado de la torre de observación de Petřín, una torre que imita a la Torre Eiffel de París pero mucho más pequeña (sólo 60 metros) y que fue construida como torre de observación y de transmisiones en 1890. Se puede subir a lo alto de la torre y también hay un pequeño café-mirador. Nosotros nos abstuvimos de subir, el día no estaba nada claro para poder tener buenas vistas y además ya habíamos subido a unos cuantos miradores a lo largo de los días anteriores. Al final la vista no cambia tanto de unos a otros y con el día tan malo no compensaba pagar la entrada.
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La Torre de Petřín

Monasterio de Strahov

El monasterio de Strahov -Strahovský klášter- fue la siguiente visita. Es un monasterio fundado en el siglo XII y sus elementos de interés son el Salón Filosófico y el Salón Teleológico.
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Exterior del Monasterio
La visita comienza por el Gabinete de curiosidades, predecesores de los museos, en donde se exponen diversas especies de mariposas, peces, conchas, etc. y continúa por el pasillo de enlace que conecta las dos salas anteriores.
Sin título La Sala Teológica data del siglo XVII  y es una sala de lecturas que contiene valiosos manuscritos e incunables. Fue decorada de frescos 50 años después. El nombre se debe a que una de sus paredes está exclusivamente por diferentes publicaciones de la Biblia o de alguna parte de ella.
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La Sala Filosófica es una biblioteca de estilo clásico que se construyó para guardar las nuevas remesas de libros que llegaban de otros monasterios. Su nombre se debe a los volúmenes que guarda, relativos a las ciencias filosóficas y naturales, entre otras.
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Ninguna de estas dos salas se puede visitar por dentro, hay que conformarse con verlas desde la puerta a no ser que hayas reservado la visita guiada. Ésta fue una de las razones por las que la visita no nos entusiasmó demasiado, a pesar de que es un lugar que aparece como imprescindible en todas las guías.

Días más tarde mientras veíamos la serie Outlander de la que somos fans, reconoceríamos esta biblioteca en la que Jamie juega al ajedrez con Monsieur Duvernay :)

Al lado del monasterio se encuentra la Basílica de la Asunción de Nuestra Señora, pero no pudimos visitarla porque al ser domingo por la mañana, estaban prohibidas las visitas turísticas ya que estaban celebrando misa.
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Laberinto de los espejos

Nos acercamos después al Laberinto de los Espejos, una atracción que data de la Exposición de Praga de 1890 y que se encuentra al lado de la torre de Petřín. Hoy en día no tiene demasiado interés, pero me imagino a la gente fascinada en su momento xD
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Parque de Petřín

Poco más teníamos que hacer allí, así que descendimos andando por el parque de Petřín, disfrutando de las vistas que se podían ver de la ciudad entre los desnudos árboles. Una pena que el tiempo no acompañase y que fuese invierno, porque estoy segura de que en primavera, con los árboles en flor, tiene que ser muy bonito pasear por allí.
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Vistas de Malá Strana y de Staré Město
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Vistas de la Catedral de San Vito
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Vistas del Moldava y el Parque Letná
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Vistas del Puente de Carlos

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Karel Macha, poeta checo
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Memorial a las víctimas del comunismo




Smichov

Nos decidimos por visitar Smichov, otro de los distritos de Praga que está a continuación de Malá Strana. Era un antiguo distrito industrial que hoy en día se encuentra plagado de centros comerciales y la cervecera Staropramen, el segundo fabricante del país después de Pilsner Urquell.
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Pero la verdad es que poco lejos llegamos, porque encontramos un super y entramos a curiosear y comprar algunas cervezas para regalar a nuestra familia. También aprovechamos para comprar la comida del día siguiente, ya que nos pasaríamos el día en los aeropuertos y nos iba a salir mucho más caro comprar allí. Fue un acierto comprar la cerveza allí porque era mucho más barato, una lata de medio litro costaba entre 16 y 24 CZK dependiendo de la marca (menos de 1€) mientras que en el aeropuerto las vimos al día siguiente a 59 CKZ (más de 2€). Como entre las cervezas y la comida la compra pesaba bastante, decidimos volver al hotel a dejar las compras. Después ya no nos apeteció deshacer el camino y nos fuimos a comer a un restaurante italiano que nos habían recomendado en el foro de los viajeros (Restaurante San Carlo: mi crítica en Tripadvisor aquí). Nos recomendaron las pizzas, pero la verdad es que estaban un poco sosas, sin embargo la lasaña estaba espectacular. Entre la pizza, la pasta y los antipasti quedamos llenísimos, y tuvieron la amabilidad de ponernos las sobras para llevar. Los camareros eran italianos auténticos, y la comunicación, básicamente, fue toda en italiano, que entiendo perfectamente pero lo hablo algo macarrónico, y que sólo me hizo reafirmar mis ganas de estudiarlo en serio de una vez.
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Mercado de Havelská
Después de comer nos acercamos hasta el Mercado de Havelská, que data del siglo XIII y que en el tour que habíamos hecho nos habían dicho que era el sitio más barato para encontrar souvenirs. Así que allá fuimos a cotillear la mercancía y nos enamoramos de una caja de chocolate decorada con dibujos de Mucha, pero era bastante cara y como el chocolate tampoco es que sea un producto típico no la compramos. Al día siguiente la volvimos a ver en el aeropuerto un pelín más cara y nos tuvimos que contener otra vez para no comprarla, era tan bonita...
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Entre las cosas que se venden en los puestos había fruta con una pinta buenísma y bastante barata (pena que estuviéramos tan llenos), marionetas, chocolates, strudel con distintos rellenos dulces y salados, posavasos, jarras de cerveza, etc.
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Volvimos también a la Plaza de la Ciudad Vieja y posamos una última vez con el reloj, que tanto nos había gustado, recorridos la calle Pařížská de arriba a abajo cotilleando en las supertiendas de lujo de Dior, Tiffany's, Prada (con Mr. Knook escandalizándose a cada rato por los precios y la opulencia) y llegamos hasta el final de la calle desde el que se divisa el Parque Letná, con el famoso metrónomo que remplazó una gran estatuta de Stalin.
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Lugares para escapada romántica: ¡Praga!
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Parque Letná y Metrónomo al fondo
Para ser domingo había múchisma gente en la calle, que achacamos a que el lunes y el martes era festivo de carnaval y debía de haber mucha gente de vacaciones. Estuvimos bastante rato deambulando sin rumbo por la ciudad disfrutando nuestra última noche. No teníamos ninguna gana de irnos y muchas de seguir saboreando al ciudad, que nos había encantado de principio a fin. Con la caída de la noche empezó a hacer más frío y pusimos rumbo al hotel a través de la Isla de Kampa, que nos sirvió para ver iluminados los pingüinos del Museo Kampa que habíamos visto de día el día anterior. Al llegar al hotel dimos cuenta de las sobras de la pizza del mediodía y preparamos todo para irnos después de desayunar con una enorme tristeza, nos lo habíamos pasado fenomenal y volvíamos enamorados de Praga.
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Epílogo

Al día siguiente nuestro vuelo partía a las 12 de la mañana, así que ya no nos daba tiempo a otra cosa que no fuera desayunar, hacer el check-out y dirigirnos al aeropuerto con la misma combinación tranvía-metro-bus que habíamos usado para llegar el primer día. El aeropuerto nos recordó mucho al de Santiago por las cristaleras. También tenía varios mapamundis pintados en el suelo bajo los paneles informativos.
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La espera en el aeropuerto la amenizamos probando la Fanta shokata, una variedad que se vende en los países de Europa del Este y que está basada en la bebida tradicional socată hecha a base de flores de saúco en limonada. No somos nada de refresco, pero esta llamó la atención de Mr. Knook porque era azul y como total estábamos en un aeropuerto y sin mucho que hacer... También probamos las Lázenské Oplatky, obleas de balneario que son más típicas de Karlovy Vary pero que en Praga vendían por todas partes también. Pasamos el día en aeropuertos y no llegamos a Santiago hasta las 23:00, pero aproveché para empezar (y terminar) el libro de El Proceso de Kafka, aprovechando que tenía en recuerdo de la ciudad tan fresco.
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Obleas de chocolate y Fanta Shokata

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2 comentarios

  1. TENGO que ir a esa biblioteca!!!!
    Me ha encantado este post... que fotos más chulas!!!!!!!
    Praga lo estamos valorando para el otoño y Suecia o Noruega para mayo...
    Que ganas de ver tus post sobre Estocolmo!!!!

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    1. Praga estoy segura de que es genial cualquier época del año. A Suecia si que te recomendaría que si puedes vayas en Midsommar, me encantó el ambiente <3

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