Se trata de uno de los monasterios más famosos de Galicia, que pertenecía a una orden benedictina, pero que hoy en día está deshabitado y su uso es meramente turístico-patrimonial. El monasterio fue fundado por los condes de Deza, nombre también de la actual comarca donde se asienta, en el siglo X. Su época de esplendor fue en los siglos siguientes (XII y XIII), en que se reciben grandes donaciones que posibilitan la construcción de la iglesia románica que se conoce en la actualidad.

Vista lateral de la iglesia

Capilla mayor

Vista lateral de la iglesia

Aledaño al monasterio están las dependencias monacales que se unen a través de un antiguo claustro que a día de hoy es más bien un patio. El monasterio fue decayendo en influencia hasta pasar a depender del Monasterio de San Martín Pinario en Santiago y, posteriormente, con la amortización de Mendizábal en el siglo XIX, fue subastado y terminó en ruinas. A finales del siglo XX empieza de nuevo a ponerse en valor y comienzan los trabajos de rehabilitación.

El entorno del monasterio es muy bonito, pues se encuentra en una península formada por un meandro del río Deza.

Vistas desde el patio e introducción de la pequeña viajera segunda (y mi cara de llevar un mes sin dormir)

Desde el monasterio se puede bajar hasta el recorrido en un recorrido muy fácil o se puede hacer una ruta de senderismo mucho más larga que llega hasta la Fervenza do río Toxa. Son más de 12 kilómetros y, con dos niñas, ni nos planteamos hacerla. Pero sí que nos acercamos en coche hasta la fervenza porque es un paseo también muy bonito y muy recomendable.

Río Deza

De la Fervenza do Toxa ya hablé más extensamente en este post, así que me limitaré a dejar por aquí un par de fotos de ese día en plena naturaleza: