Mariña occidental día 1: Viveiro y Fuciño do Porco

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Viveiro

Nuestra última escapada veraniega en familia fue en agosto. El viernes llegamos al anochecer a Viveiro. Nos alojamos en un hotel que en su día debió ser muy bueno, pero que ahora tenía un toque decadente bastante especial y en el que estuvimos muy a gusto (Hotel O Castelo: mi crítica en Tripadvisor aquí). La primera noche nos dedicamos a explorar Viveiro y disfutar de la gastronomía (Restaurante O Recuncho: mi crítica en Tripadvisor aquí).
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Viveiro es la capital de la Mariña Occidental, una de las comarcas de Galicia. Tiene una población de 15.000 habitantes, la 3ª más granda de la provincia. Se enclava en la costa cantábrica, con una geografía distinta al resto de la Galicia occidental. Su casco antiguo está muy bien conservado y cuenta con varios puntos de interés.

El sábado nos dedicamos a recorrer este encantandor municipio, que nos regaló un tiempo fabuloso mientras el resto de las provincias atlánticas sufrían nieblas y nubes. Comenzamos el recorrido por la Puerta de Carlos V que data del siglo XVI. Se erigió en homenaje a este emperador por eximir a la villa del pago de tributos durante su reconstrucción tras el incendio de 1540.
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Puerta de Carlos V, que da acceso a la zona vieja
Ya dentro del casco histórico llama la atención lo bien cuidado que está todo y las características casas con galerías de madera blanca y tejados de pizarra.
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Las casas típicas
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Detalle de una galería
Hay varias iglesias y conventos interesantes, los restos de la muralla y una curiosa gruta en la que adoran a la Virgen de Lourdes.
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Convento de las concepcionistas
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Capilla del convento
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Réplica de la Gruta de Lourdes francesa
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Porta do Valado, una de las antiguas puertas de la muralla medieval que aún se conserva
Algunas de sus calles estaban decoradas con elementos marinos, seguramente por las pasadas Fiestas de San Roque.
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Los escaparates de las tiendas también estaban muy cuidados. Nos llamó especialmente la atención uno de una tienda de recuerdos que combinaba figuras de Sargadelos con foodenirs.
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Al otro lado del Puente Mayor nos encontramos con la Playa de Covas, en forma de concha y de arena blanca y fina. Hacía calor y apetecía un paseo y un baño, pero era demasiado sol para la peque a esas horas del mediodía.
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Paseo marítimo con el Puente Mayor al fondo
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Alrededores de la playa
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Playa de Covas

Mirador de San Roque

Con el calor que hacía decidimos subir al fresco a lo alto, al Mirador de San Roque, junto a la ermita de su mismo nombre. Las vistas son espectaculares. Se ve desde el río al mar, la playa, el pueblo y todas las montañas que lo rodean. No por nada la canción popular Catro vellos mariñeiros reza “Boga boga mariñeiro, imos para Viveiro, xa se ve San Roque".
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Vistas desde el mirador
Además cuentan con un práctico banco para disfrutar aún más la vista y un lugar donde tomarse selfies.
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Descanso-tetada en un lugar privilegiado
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Aprovechamos para comer allí (Parrillada Mirador de San Roque: mi crítica en Tripadvisor aquí) y nos hubiéramos quedado más tiempo de buena gana. La peque disfrutó de lo lindo en el parque infantil, y tiene también un recinto con animales en libertad que vimos al subir y nos olvidamos de ver al bajar :(

Fuciño do Porco

Después de comer nos acercamos hasta el Fuciño do Porco, un lugar que se ha puesto de moda últimamente. Se trata de una ruta que ha revivido después de que se haya instalado una pasarela de madera que permite llegar hasta la punta de uno de los acantilados.
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Inicio del paso
El primer tramo es un trecho entre eucaliptos, árbol que en teoría no es autóctono de Galicia pero que es uno de los más rentables por su velocidad de crecimiento.
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Después de unos 10 minutos andando se divisa ya el mar y los acantilados, y se comienza el recorrido por la pasarela de madera. Al contrario de lo que pueda parecer, ni la subida ni la bajada son demasiado demandantes físicamente. Todo el conjunto recuerda bastante a San Juan de Gaztelugatxe, aunque sin la bonita terminación de la vasca.
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Acantilados desde el Fuciño do Porco
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Ruta
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La famosa pasarela, objetivo de los instagramers que visitan el lugar
En el mirador vasco termina en una capilla y puedes pararte a descansar y recrearte con las vistas. Este recorrido termina en bajada en un faro donde apenas te puedes parar, las vistas son bastantes malas (hay que disfrutarlas durante el recorrido) y no hay sitio para pararse. Mucha gente se quejaba de este final tan decepcionante.
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El final de la ruta
Después de deshacer el camino decidimos acercarnos a la playa para disfrutar un rato con la peque, que se había pasado toda la caminata en el Fuciño dormida. Entre que llegamos y aparcamos se nos hizo tarde, así que ya poco calentaba el sol. De cualquier forma ella se lo pasó fenomenal y tuvimos la suerte de ver ardillas saltando entre rama y rama de los pinos.
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