Granada día 3: Ruta por la Alpujarra y Sacromonte

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Ruta por la Alpujarra

Nuestro tercer día en Granada lo dedicamos a visitar la Alpujarra. Empezamos por el pueblo de Órgiva y desde allí fuimos subiendo hasta llegar hasta Trevélez.

Órgiva

Antes de llegar a Órgiva se pasa por Lanjarón, pero decidimos parar a la vuelta para aprovechar mejor el día. Este pueblecito al pie de la Alpujarra fue el lugar de retiro de Boabdil después de la toma de Granada por parte de los Reyes Católicos. Después pasó a ser dominio del Gran Capitán, como recompensa a sus destacados servicios a la corona de España.
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Órgiva, el inicio de nuestra ruta por la Alpujarra granadina.
Lo primero que hicimos fue ir a la oficina de turismo, donde un joven madrileño con una pinta de fumado nos dio una información de lo más variopinta, nos llenó de folletos y nos habló de magos de barba blanca y gatos en basureros. Salimos un poco sorprendidos, pero cuando vimos algunos de los folletos horas más tarde lo flipamos aún más, porque eran corta y pegas de historias de blogs, algunas de lo más rocambolescas y mal escritas. Pero volvamos a Órgiva, que nos pareció un pueblo bastante normal, nada del otro mundo.
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Lo más recomendado eran las rutas por la montaña, pero con el calorazo que hacía y el poco tiempo que teníamos no pudimos hacer ninguna, así que seguimos en coche la ruta ascendente de la montaña hasta llegar al siguiente pueblo.

Pampaneira

El siguiente pueblo de la ruta fue Pampaneira, un preciosísimo pueblo que nos encantó a todos. Sus estrechas callejuelas, sus casas blancas apiladas sobre la ladera de la montaña y la paz y tranquilidad que se respiraban lo hacían un pueblo de lo más bucólico. Nos sorprendió su nombre también, porque esa desinencia -eira nos parecía claramente gallega. Y efectivamente es así porque después de la expulsión de los moriscos en el siglo XV, las Alpujarras se repoblaron con leoneses y gallegos.
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Entrada al pueblo de Pampaneira
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Plaza de Pampaneira
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Alfombras y calles típicas.
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Como el pueblo estaba en la ladera de la montaña, fuimos escalando hasta llegar arriba de todo, Hacia abajo se divisaba toda la sierra y la carretera serpenteante que iba ascendiendo. Hacia arriba se divisaba el siguiente pueblo, Capileira.
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Vistas de la sierra y las curvas de la carretera.
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Vistas del pueblo de Capileira.
A la hora de comer nos acercamos hasta uno de los sitios más recomendados en el pueblo (Bodegas el Lagar: mi crítica en Tripadvisor aquí). Era un sitio muy rústico y la comida estaba espectacular. Nos invitaron a unas migas de entrante, con pimientos y melón, una ración monstruosamente grande y riquísima. También probamos el tomate aliñado, absolutamente delicioso, y dimos cuenta de una riquísima carne de cerdo con salsa de almendras.
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Migas con melón y pimientos. Buenísimas.
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Tomate aliñado. De vicio.
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Cerdo en salsa blanca (almendra) y salsa de tomate.
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De postre, "calostro" de leche de vaca.

Capileira

Después de comer Mr. Knook y yo queríamos seguir viendo más pueblos, pero mi suegra le tenía miedo a la carretera y a las curvas, así que prefirió quedarse en Pampaneira esperando. Nosotros dos cogimos el coche y pusimos rumbo a Capileira. Ya nos habían dicho el día anterior que visto Pampaneira, el resto son iguales, lo que influyó en la decisión de mi suegra de negarse a seguir subiendo. Es cierto que es muy parecido, pero un poco más pequeño y tiene otro encanto diferente a Pampaneira. El color y las característica forma de las casas, con su techo plano, eran iguales en los dos pueblos, pero Capileira tenía mucha menos gente y me pareció más pacífico.
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Casa típicas alpujarreñas.
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Había un museo con curiosas esculturas sobre el tejado de las casas, pero estaba cerrado.
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También había por todas partes muchos apartamentos turísticos para alquilar muy chulos. El ambiente de paz y tranquilidad que se respiraba por todas partes me encantó. De hecho estoy deseando volver, y eso que yo no soy nada de pueblo, y mucho menos de montaña, ¡pero se estaba tan bien...!
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Bubión

Cambiamos de pueblo y nos acercamos hasta Bubión, a medio camino entre Pampaneira y Capileira. Parecido y a la vez diferente a los otros dos, pero igual de encantador.
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Típico tinao alpujarreño (esa especie de casa-puente)
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Plaza del Ayuntamiento
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Vistas del Valle de Poqueira.
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Vistas de Pampaneira desde Bubión.
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Aquí acabábamos nuestro periplo, en teoría, pero no nos pudimos resistir a acercarnos también hasta Trevélez, ya que estábamos allí... Así que cogimos nuestro super Focus e hicimos esperar un poquito más a los suegros en Pampaneira. Al fin y al cabo, ¿quién sabe cuando volveríamos?.
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Nuestro super Focus alquilado, que se portó como un campeón.

Trevélez

Trevélez estaba a sólo 20 kilómetros, pero nos llevó más de media hora llegar por la sinuosa carretera por la que hay que acceder. Una vez allí descubrimos que tenía mucho menos encanto que cualquiera de los otros pueblos, pero estaba mucho más vivo. Y es que se notaba que aquello era un pueblo, pueblo, con gente que lo habitaba, y no meros turistas. Trevélez es muy conocido por sus jamones, y por el hecho de que es pueblo a más altitud de la península.
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Sacromonte

De vuelta en Granada nos queríamos acercar hasta el Sacromonte, pero como hay varios sitios con ese nombre, acabamos llegando a la Abadía del Sacromonte en vez de al Camino del Sacromonte. Alrededor de la abadía había muchísimos coches aparcados, sin embargo apenas había gente. Era muy raro. Se dice que en el siglo XVI, este lugar se encontraron los restos de los discípulos del Apóstol Santiago (de ahí su nombre de Sacromonte), además de unas piezas de plomo que relataban el martirio de San Cecilio, patrón de Granada. El lugar se convirtió en centro de peregrinación, construyéndose posteriormente la abadía franciscana que nunca llegó a terminarse. Su edificio principal, que aún se puede ver hoy en día, sirvió de Universidad primero y colegio después.
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Edificio principal de la Abadía.
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A parte del edificio, había un pequeño mirador desde donde se podía divisar la Alhambra. Estuvimos allí hasta que se puso el sol.
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Después nos íbamos a ir, todavía extrañados por la cantidad de coches aparcados y la ausencia de gente alrededor. A mi suegra se le ocurrió preguntar un par de parejas que acababan de aparcar allí también, y nos informaron que ese día, Miércoles Santo, procesionaba el Cristo de los Gitanos, y toda la gente había acudido al Sacromonte para verlo. Nos aconsejaron, si queríamos ir al Sacromonte, dejar el coche allí e ir andando, porque no íbamos a encontrar sitio en ninguna parte, ya que estaría todo cortado. Ellos nos acompañaron y nos enseñaron el camino, pues iban al mismo sitio. Mientras, nos iban contando cosas de Granada y nosotros le fuimos contando cosas de Galicia. Al llegar al Sacromonte, les dimos las gracias y nos despedimos. 292 - Sacromonte 293 - Sacromonte
Nuestra intención era cenar en una cueva, pero ya nos advirtieron de que precisamente ese día era un día especial, y normalmente los gitanos cerraban al público y celebraban la fiesta sólo con los suyos. Efectivamente, la mayoría de los sitios estaban cerrados y sólo encontramos abierto Venta el Gallo. Tuvimos suerte porque ofrecían espectáculo de flamenco y cena.
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Sólo tenían sitio para cena y espectáculo, pero no nos importó nada porque era eso precisamente lo que buscábamos. Como el espectáculo ya había comenzado nos rebajaron un poco la entrada, que normalmente cuesta 25€, precio de la cena aparte.
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El espacio se dividía en sitios sólo para ver el espectáculo, al principio de todo, y los nuestros, al final, para cenar también. Las primeras filas estaban llenas de franceses y alemanes encantados, y algunos de sus niños al final con cara de aburrirse xD
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El espectáculo nos gustó mucho. Había dos cantaores, dos guitarristas, tres bailaoras y un bailaor, que se iban turnando. La verdad es que fue muy interesante, incluso para aquellos, como yo, a los que el flamenco no les llama demasiado. Verlo en directo es otra cosa.299 - Sacromonte 300 - Sacromonte
La comida también estaba buenísima, y es que era un restaurante bastante bueno y no demasiado caro.
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Ensalada y habitas con jamón
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Berenjenas fritas con miel y brochetas de solomillo.
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Codillo y bacalao.
Cuando acabaron la actuación, que se hizo muy corta a pesar de que duraba una hora y media más o menos, no pudimos resistirnos a subir al tablao. A esas horas tan sólo quedábamos nosotros y otra mesa más, ya que el resto se habían marchado con el fin del espectáculo.
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Arrancándome por bulerías
Cuando salimos, alrededor de las 23:30, toda la gente estaba tomando posiciones para ver la procesión, a pesar de que no pasaría por allí hasta dentro de por lo menos 2 o 3 horas.
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Justo enfrente del Sacromonte se encuentra la Alhambra, y las vistas son fabulosas.
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La verdad es que el ambiente era muy agradable y daban ganas de no marcharse. Mi suegra se quedó con las ganas, le hubiera encantado ver la procesión y trató de convencernos hasta el último momento. Pero no podíamos permitírnoslo, porque al día siguiente debíamos madrugar para visitar la Alhambra.

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