Rusia día 8: San Pertersburgo (Iglesia de la Sangre derramada, Catedral de San Isaac, Palacio de Peterhof, estaciones de metro)

by - 13:09

Iglesia de la Sangre Derramada

Nuestro último día en San Petersburgo nos levantamos a las 07:45 e hicimos el check-out en el hotel, aunque dejamos las maletas allí porque hasta la noche no tomaríamos el tren de vuelta a Moscú.

La primera visita fue la Iglesia de la Sangre derramada, que aún no había abierto cuando llegamos. A las 10:00 abrió la taquilla, pero la iglesia no estaba abierta hasta las 10:30. Tampoco quisieron vendernos las entradas hasta esa hora, así que le pedimos entradas para el Museo de Piedra (que estaba al lado, abría las 10:00 y valía 1€) para hacer tiempo. En él pudimos ver distintas piedras preciosas en su estado original y labradas, así como obras en ámbar. Es un museo muy, muy pequeño, pero por lo menos no nos aburrimos esperando al frío esa media hora.
419 - Iglesia de la Sandre Derramada
468 - Paseo por San Petersburgo
420 - Iglesia de la Sandre Derramada
A las 10:30 por fin pudimos visitar lo que llevábamos queriendo desde el jueves: la Iglesia de la Sangre Derramada (Храм Спаса на Крови). Esta iglesia se levanta en el lugar donde en 1881 fue asesinado Alejandro II (abuelo de Nicolás II, último zar de Rusia). La Iglesia fue erigida por su hijo Alejandro III en su memoria.

El exterior de la iglesia llama la atención por su marcado estilo ruso en una ciudad predominantemente neoclásica. Las paredes de mosaicos y los colores de las cúpulas llaman la atención. Pero por dentro es también maravillosa. Nos sorpendió muchísimo su interior, lleno de mosaicos con coloridas escenas bíblicas de todo tipo que recorrían techos y paredes.
555 - Iglesia de la Sangre Derramada
Aunque no se aprecie bien no son pinturas, si no mosaicos.
554 - Iglesia de la Sangre Derramada
Detalles de la cúpula central.
556 - Iglesia de la Sangre Derramada
Decoración de una de las cúpulas laterales.
561 - Iglesia de la Sangre Derramada
Detalle de la decoración del ábside.
564 - Iglesia de la Sangre Derramada
Las columnas estaban decoradas con imágenes de diferentes santos.
   560 - Iglesia de la Sangre Derramada
El suelo está hecho con mosaicos de mármol:553 - Iglesia de la Sangre Derramada
El altar está decorado con piedras preciosas:
559 - Iglesia de la Sangre Derramada
Altar
558 - Iglesia de la Sangre Derramada
Detalle de la decoración del altar

Catedral de San Isaac

Después de estar largo rato fascinados con la Iglesia de la Sangre derramada, nos acercamos a la Catedral de San Isaac. Como su exterior neoclásico ya lo conocíamos bien (y es que habíamos intentado dos veces visitarla por dentro sin éxito), nos dirigimos directamente al interior, que era lo que estábamos deseando conocer.324 - Catedral de San Isaac
Hoy en día la catedral funciona como un museo. El interior, con capacidad para más de 10.000 personas, está ornamentado con distintos tipos de mármol y varios tipos de piedras semipreciosas. El techo y las cúpulas están cubiertos de frescos:
565 - Catedral de San Isaac
Fresco de la cúpula y decoración adyacente
567 - Catedral de San Isaac
Pilastras decoradas en rosa
568 - Catedral de San Isaac
Detalle de diversos frescos y la decoración con oro
570 - Catedral de San Isaac
Fresco de la cúpula 
569 - Catedral de San Isaac
Iconostasio
572 - Catedral de San Isaac
Detalle de las columnas de malaquita y lapislázuli.

Palacio de Peterhof 

Para llegar hasta el Palacio de Peterhof tuvimos que tomar un minibús desde Aftovo. [Tip: También se puede ir en hydrofoil, que sale desde el Hermitage y tarda una hora, pero con el frío que hacía y como era más caro ni nos lo planteamos.] Hay varios números de taxibús que sirven para llegar hasta allí, pero como siempre lo mejor es preguntar. El trayecto cuesta unos 50 céntimos de euro y se tarda alrededor de unos 40-50 minutos en llegar, dependiendo del tráfico y de las paradas.

El Palacio de Peterhof se encuentra a orillas del Golfo de Finlandia, y fue construido a instancias de Pedro I, quien quería un palacio que rivalizara con el Versalles francés. El Palacio y su entrada, la verdad, no nos impresionaron mucho al entrar, aunque todo cambió cuando accedimos al parque en sí y vimos que lo verdaderamente llamativo estaba por detrás.
575 - Peterhoff
Entrada al Palacio de Peterhof.
576 - Peterhoff
Fuentes
La entrada al parque y al palacio fueron las más caras del viaje. Costaban 500 rublos cada una por persona, ¡2.000 rublos en total! (40€), que se quedaron con los descuentos de estudiante en 550 rublos cada uno (11€ persona, 22€ en total).

Lo primero que uno se encuentra al acceder al parque son las fuentes que, afortunadamente, todavía pudimos ver funcionando. Durante el invierno permanecen cerradas, y precisamente al día siguiente dejaban de funcionar hasta abril de 2015 ¡qué suerte tuvimos!.
579 - Peterhoff
580 - Peterhoff
Lateral de la gran cascada
581 - Peterhoff
Gran cascada, que desemboca al Mar Báltico.
Como el palacio era lo primero que cerraba, fue lo primero que visitamos. El palacio sirvió de residencia de los zares, al igual que el de Catalina que habíamos visto el día anterior. Como áquel, éste también fue arrasado e incendiado por los nazis y está también en proceso de reconstrucción. Las fotos en el interior estaban prohibidas, pero era muy parecido al de Catalina.
582 - Peterhoff
Pero es el conjunto de jardines y fuentes lo que le da el sobrenombre de "Versalles ruso" y lo que verdaderamente llamaba la atención del conjunto.
584 - Peterhoff
Palacio de Peterhof y fuentes del jardín inferior
  583 - Peterhoff 587 - Peterhoff Como era ya la hora de comer, nos paramos en una cabaña restaurante que había en el medio del parque (Restaurante Shtandart: mi crítica en Tripadvisor aquí). La carta no estaba nada mal, pero luego resulto que no había nada de lo que queríamos, así que nos tuvimos que conformar con unas sopas (solyanka y uhka), berenjenas rellenas y unos pirozhki para acompañar. Por tener, no tenían ni agua sin gas, sólo con gas ¡puaj!. Como odiamos el agua con gas y sabíamos que nos iban a clavar por una botella, pedimos kvas, pero el camarero no entendía inglés ni nuestros intentos de ruso, y acabó por traernos la botella de agua con gas por la que nos sangraron 9€. En fin....
588 - Peterhoff
Al fondo sopa ukha, pirozhkis, berenjenas rellenas de frutos secos y solyanka.
Después nos dedicamos a pasear por el parque, que era enorme. Lo primero que hicimos fue acercarnos al borde del agua, al Golfo de Finlandia, a mirar la pequeña playa bañada por el Mar Báltico.
615 - Peterhoff
614 - Peterhoff
597 - Peterhoff
Desde esta esquina partía el hydrofoil que se puede tomar en frente del Palacio del Hermitage, en San Petersburgo. Estoy segura de que en verano el trayecto es mucho más bonito y divertido en mar, con el hydrofoil, que con el autobús.
591 - Peterhoff
Muelle del hydrofoil
El complejo palaciego de Peterhof no sólo se compone del Gran Palacio, si no que por los jardines hay otros edificios o palacios que también se pueden visitar. La entrada a todos ellos se paga aparte de la principal. Nosotros no queríamos gastar más dinero en algo por lo que tampoco teníamos gran interés, así que nos conformamos por verlos por fuera y disfrutar de sus jardines.
578 - Peterhoff
Edificio de la Iglesia.
603 - Peterhoff
El edificio Orangerie
598 - Peterhoff
Jardines de Monplaisir
Caminamos por entre los bosques en un precioso paseo rodeados de colores otoñales y hojas que caían de los árboles en una especie de hanami otoñal. Y si en Japón fue precioso ver la lluvia de flores de cerezo, la lluvia de hojas aquí no se quedaba atrás. En verano Peterhof seguro que es maravilloso y tiene otro encanto, pero en otoño también es muy agradable.
586 - Peterhoff  594 - Peterhoff 596 - Peterhoff
605 - Peterhoff
601 - Peterhoff
A lo largo del camino íbamos viendo las diversas fuentes que se encuentran en cada rincón.
600 - Peterhoff
La cascada de ajedrez
602 - Peterhoff
Las fuentes romanas, al fondo.
608 - Peterhoff
La fuente piramidal
604 - Peterhoff
Fuente del Orangerie
Y con tanto árbol y tanta bellota, no podían faltar las ardillas. Unas preciosas ardillas rojas correteaban de aquí para allá en busca de comida.
607 - Peterhoff
Encuentra la ardilla escondida I
611 - Peterhoff
Encuentra la ardilla escondida II
612 - Peterhoff
613 - Peterhoff
Estuvimos largo rato paseando, y hubiésemos estado largo rato más si no estuviésemos ya cansados y empezase a anochecer. A las 18:00 decidimos dar por finalizada la visita y volver a San Petersburgo. Para ello cogimos el mismo taxibus que nos había traído, que justo estaba en la parada cuando llegamos, así que no tuvimos que esperar nada. 618 - Metrobus

El metro de San Petersburgo

Como aún nos quedaba mucho tiempo hasta la salida del tren, decidimos hacer un tour por las paradas más bonitas de San Petersburgo, que si bien no son tan majestuosas como las de Moscú, son también espléndidas.

Los billetes, en vez de ser un ticket de papel, son tokens, como en el metro de Estambul.
542 - En el metro
Máquina expendedora de tokens
489 - En el metro
Token
Aquí, al igual que en Moscú, el metro estaba limpio y reluciente. Y con el método de limpieza que vimos no nos extraña nada:
490 - En el metro
¡Tu el pronto y yo el paño! Un operario limpia y el otro seca.

Estación de Avtovo

La estación de Avtovo fue la primera que vimos, pues era a donde llegaba el miniautobús que nos traía de Peterhof. Con sus impresionantes columnas de vidrio y mármol blanco, fue quizá la que más nos gustó.
574 - Avtovo
Estación de Avtovo

Estación de Kirovsky Zavod

La estación de Kirovsky Zavod también tiene un elegante diseño, con columnas de mármol azul. Encima de las columnas, los medallones ensalzan las diferentes industrias soviéticas.
620 - Kirovski zavod
Estación de Kirovsky Zavod
621 - Kirovski zavod
Detalle de los medallones sobre las columnas

Estación de Narvaskaya 

En la estación de Narvaskaya, las columnas están decoradas con diferentes sectores de la sociedad soviética (mujeres, trabajadores, estudiantes...).
622 - Narvskaya
Estación Narvaskaya
623 - Narvskaya
Detalle de la decoración de las columnas de Narvaskaya.

Estación de Baltiskaya

La estación de Baltiskaya recuerda a la de Kirovsky Zavod pero en versión más sobria. Está decorada con mármol gris de los Urales.
624 - Baltiyskaya
Estación Baltiskaya

Estación de Pushkinskaya

Si hay dos figuras de la literatura rusa cuyo nombre acabamos por conocer, fueron Mayakovsky y Pushkin. Tanto Moscú como San Petersburgo tenían cientos de lugares bautizados con sus nombres, incluidas estaciones de tren y metro. Así, hay una estación Mayakovskaya y otra Pushkinskaya en ambas ciudades. La estación de Puskinskaya, en San Petersburgo, como su nombre indica, está dedicada a Pushkin, y una escultura del poeta preside el vestíbulo.
625 - Pushkinskaya
Estación Pushkinskaya
626 - Pushkinskaya
Figura del poeta Pushkin

Estación Ploshchad Vosstaniya 

La estación de Ploshchad Vosstaniya tenía un diseño de bóveda muy similar a la de Arbatskaya de Moscú.
627 - Ploshchad Vosstaniya
Estación de Ploschad Vosstaniya

Tren flecha roja hacia Moscú

Finalmente volvimos al hotel a recoger las maletas y nos dirigimos a la estación de Moskovsky, a donde llegamos a las 21:00. Todavía faltaban más de dos horas para la salida del tren, así que hicimos tiempo cenando en una cafetería. La verdad es que la cafetería no es que fuese gran cosa, pero es que no había nada mejor. Al contrario que en la estación de Moscú, la de San Petersburgo estaba bastante desangelada y apenas tenía servicios. Allí probamos algunos de los platos típicos que nos quedaban, que no nos gustaron mucho: vinagreta rusa (ensalada a base de remolacha y patatas), jolodets (áspic de carne y gelatina), y kissel (un zumo hiperdulce muy popular). También probamos una especie de zumo que era como los restos de una lata de melocotón en almíbar (en serio) y otros platos que ya habíamos probado como el pollo a la kiev o la ensalada "arenque bajo el abrigo". Efectivamente, nada tiene buena pinta y nada estaba demasiado bueno, pero era lo que había.
628 - Moskovskiy
Izquierda: ensalada vinagreta a base de remolacha, centro "arenque bajo el abrigo", al fondo arroz con pollo a la kiev y delante los dos zumos rarunos.
Habíamos leído que en Rusia la compañía Coca-Cola elabora también kvas, y en las máquinas expendedoras encontramos una:
629 - Moskovskiy
A las 23:15 anunciaron la vía del tren y allá que nos fuimos a su encuentro, aunque no salía hasta las 23:55. Esta vez viajábamos en el Flecha Roja o Kranaya Strela, el conocido tren que opera el enlace de las principales ciudades de Rusia desde 1931 y en el cual viajaban los líderes socialistas. En vez de un camarote privado, como a la ida, teníamos un camarote compartido con otras dos personas. La decoración del tren era muy parecida a la del Express, pero el camarote para cuatro era, obviamente, mucho menos espacioso que el privado.631 - En el tren Krasnaya Strela (Flecha Roja)
Para subir a la litera de arriba no había una gran escalera, sino unos peldaños abatibles para ayudar a subir. Debajo de la litera inferior había un compartimento para guardar las maletas de los pasajeros. Una parte del desayuno estaba ya puesta en la mesa, que además era demasiado pequeña para cuatro. Al rato, la azafata nos vino a preguntar qué queríamos desayunar al día siguiente, y nos decantamos por los blinis.
630 - En el tren Krasnaya Strela (Flecha Roja)
En la mesa había desayuno envasado y botellas de agua para 4 personas.
632 - En el tren Krasnaya Strela (Flecha Roja)
Las minúsculas escaleras para acceder a al litera de arriba.

636 - En el tren Krasnaya Strela (Flecha Roja)
Compartimento para guardar las maletas bajo la cama inferior.
637 - En el tren Krasnaya Strela (Flecha Roja)
El sofá inferior convertido en cama.
En el compartimento de al lado había unos alemanes que no paraban de gritar, dar golpes y hacer chistes gays los unos con los otros. Y lo mejor de todo es que no eran jovencitos, no, ¡eran señores de cuarentaypico!

Como compañeros de compartimento teníamos a dos señores. Uno era señor de unos 60 años, muy majo, pero que sólo hablaba ruso. Aún así nos ayudó a encontrar las cosas y nos enseño como funcionaban (el sitio para las maletas, los ganchos para el abrigo, cómo cerrar la puerta...). El otro señor tendría unos cincuenta y pico y no dijo nada en todo el viaje. Daba un poco de mal rollo.

Para ponernos el pijama tuvimos que hacer turnos, de tal forma que uno se quedaba dentro cambiándose y los demás esperaban fuera su turno. El señor que no hablaba se metió directamente en su cama, la litera de arriba. Yo también dormía en la litera de arriba, y la verdad es que no era muy agradable lo cerca que estábamos el uno del otro, por lo pequeño del espacio. Yo me cubría la cara con el edredón para no me viera, porque era un poco raro. Además no paraba de moverse y dar vueltas en la cama, y aunque roncaba, con las vueltas parecía que iba a levantarse a cada rato. Tardé en dormirme y empecé a obsesionarme con que podía venir a mi cama y nadie se iba a enterar. Me sugestioné tanto que lo acabé soñando, y empecé a gritar en sueños (unos grititos ahogados tipo perro que creo que despertaron a todo el compartimento, porque cuando me desperté los dos señores habían dejado de roncar). Sabía que había dos azafatos fuera, un hombre y una mujer, y que no iba a pasar nada, pero ser la única mujer del compartimento no me gustaba. Por eso no me llegué a dormir profundamente en ningún momento, sino que me despertaba a ratitos, como para estar alerta. Imaginad la noche que pasé...

Te puede interesar

0 comentarios