R. y B. decidieron hacer cura de sueño otro día más, así que los únicos madrugadores ese día fuimos Mr. Knook y yo, que nos levantamos a las 07:30. Desayunamos en una cafetería cercana a la estación central, el Café Velocce (de este no tengo crítica en Tripadvisor), y nos fijamos como las camareras, con su poco inglés, se ponían supernerviosas al servirnos desde la barra. Intentamos averiguar si es que tenían a alguna supervisora cerca o algo pero no sacamos nada en claro. Ahora que lo pienso, creo haber leído en alguna parte que uno de sus mayores temores es no poder ayudar al turista si le pregunta algo, se frustran. Tal vez fuera por eso... El sitio por dentro estaba bien, especialmente la música, que eran versiones smooth jazz de éxitos pop internacionales. Decorando tenían un globo gigante terráqueo de época. La comida del desayuno, sin embargo, no era muy motivadora, pero era de lo poco que había cerca así que con unos sandwiches y unos tés apañamos hasta la hora de la comida.
El templo To-ji
Para llegar hasta el templo que iba a ser nuestra primera visita del día, repetimos la misma operación que el día anterior: comprar un pase de bus de un día y después coger el primer bus que pasase en esa dirección. Llegar, llegamos sin problemas, aunque el bus nos dejó un poco lejos y para llegar dimos unas cuantas vueltas porque nada estaba señalizado.El bus nos dejó aquí y estuvimos debatiendo si ir hacia delante o hacia atrás, a izquierda o a derecha |